Capítulo 8 Capítulo 8

Antes de bajar las escaleras, Shakira oyó risas.

"¡Papá, qué enorme es esto!", dijo una de las niñas, "¡este salón es más grande que toda nuestra casa!"

"¡Niña tonta, nuestra casa no es tan pequeña!"

"¡Bueno, nuestra casa es mejor que otras que hemos conocido, pero de ninguna manera se puede comparar con esta mansión!"

Shakira no pudo contener su desprecio. La mansión de la familia Allen había pasado de generación en generación. Muchos árboles aquí tenían más de cien años, no había punto de comparación.

En efecto, los ignorantes eran intrépidos en sus apreciaciones.

"¡Shakira querida!" Lucía fue la primera en verla venir por las escaleras. "Baja, por favor".

La capacidad de observación de aquella mujer era muy concienzuda, y su labia bastante melosa.

¡Muy bien!

Isiah, por su parte, le preguntó, con una sonrisa: "Shakira, ¿qué te provoca para cenar? Le pediré a Aiden que te lo haga".

Por varias generaciones, los familiares de Aiden habían trabajado como cocineros para los Allen. No era exagerado decir que formaban parte de la familia.

Shakira señaló a Lucía y sus hijas y preguntó, fríamente: "¿Qué están haciendo ellas en esta casa?"

"Shakira, por favor, primero baja hasta aquí". A Isiah no le gustó la displicencia de Shakira. Además, su mirada sobre él, desde esa altura, era irritante.

Shakira bajó, obedientemente, las escaleras, pero reiteró la pregunta que acababa de hacer.

"Lucía y sus hijas vinieron para cenar con nosotros".

"¿Desde cuándo cualquiera puede unirse a nuestra cena familiar?"

"¿Qué quieres decir con cualquiera? Ellas son."

"¿Qué son? ¡Esa es tu exmujer! Sólo eso", le dijo Shakira. "Aunque mi madre haya fallecido, sigue siendo tu única esposa legal", agregó. "¿Qué pretendes al dejar entrar a ésta en nuestra casa y sentarla a nuestra mesa?"

Shakira recibió una bofetada de su padre, que asustó a todos, excepto a Chinwe.

Al pensar en el poder de la familia Allen, que seguía en manos de Shakira, y en Wyatt Hernández detrás de ella, a Isiah se le crispó el corazón.

"Shakira, perdóname, no fue mi intención hacer esto".

"¿Mi madre acaba de morir y ahora tú me golpeas?", le reprochó Shakira, "¿piensas seguir haciéndolo?"

Tras decir eso, Shakira se dio la vuelta y subió a su habitación, a toda prisa, sin dar a nadie otra oportunidad de explicarse.

Tampoco se unió a la cena, por lo que le pidió a Lauren que le enviara, en secreto, algo de comida a su habitación.

Como era de esperar, esa noche se sintió enferma, supuestamente con fiebre alta, pero no quiso llamar a su médico de cabecera.

"Señorita, ¿y si el amo insiste en llamar al médico?" Lauren sostenía la bolsa de agua caliente, sintiéndose un poco nerviosa, pues era la primera vez que hacía algo tan furtivo.

"No te inquietes por eso, no ocurrirá", le dijo Shakira a Lauren, guiñándole un ojo. Bueno, al menos alguien ahí estaba en disposición de complacerla.

Lauren iba a decir algo más, pero alguien llamó a la puerta, interfiriendo con sus pensamientos. Se oyó la voz de Lucía.

"Shakira, querida, ¿puedo entrar?"

Shakira le indicó a Lauren que le abriera la puerta.

En cuanto Lucía entró en la habitación, le dijo directamente a Shakira: "No creí que mi presencia pudiera molestarte tanto. Estábamos a punto de irnos, pero me enteré de que te encontrabas enferma y sin nadie aquí capaz de atenderte. Pero no te preocupes, querida, yo cuidaré de ti, ¿de acuerdo? Sólo me iré cuando estés bien".

Shakira no respondió, pero resopló. "¡Tengo sed!"

"¡Está bien!", dijo una emocionada Lucía. Volviéndose hacia Lauren, le ordenó: "Sírvele un vaso de agua a la señorita Shakira".

"¿No dijiste que querías cuidar de mí?", dijo Shakira, mirando fijamente a Lucía.

La mujer se quedó sin habla. ¿Acaso "cuidarla" significaba que tenía que hacer esos mandados para ella? ¡Pues así será!

Cuando Lucía volvió con el vaso de agua tibia, Shakira no la quiso beber porque le resultó insípida. Quería limonada.

Esta vez Lucía no dijo nada. Fue personalmente a la cocina a cortar limón y prepararle una limonada. Pero cuando Shakira tomó el primer sorbo, su exquisita nariz se arrugó y le espetó: "Señora García, no debería usar agua hervida para hacer limonada, se pierden las vitaminas".

A Lucía le gustaría saber si la madre de esta mocosa malcriada le había hecho estas cosas antes. Al mismo tiempo, comprendió claramente que si trataba a Shakira como lo había hecho su madre, nunca entraría en la familia Allen.

"Lo tengo, te haré una limonada mejor la próxima vez. Ahora duerme".

"¡Bueno!" Shakira, obedientemente, cerró los ojos, pero en menos de tres minutos gritó, asustando a Lucía.

"Quiero ir al baño".

"Deja que te ayude".

"No creo que pueda caminar".

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