Lo chistoso es que Brown se enamoró de mí y no de mi hermana, je je je. ¿No les conté? Con Fabiola hacíamos muchas travesuras en ese sentido, haciéndonos pasar una de la otra, je je je. Resulta que Walter conoció a Fabiola en el staff de abogados donde ella hacía sus prácticas, pues estaba ya, a un tris de recibirse de abogada, y como es obvio, él quedó cautivado de los ojitos preciosos de mi hermana, celestes como el cielo, su risita encantada y mágica y su carita de cielo, bien pincelada, armoniosa y remarcada por sus cabellos rubios que resbalaban como cascadas sobre sus hombros. Ni corto ni perezoso, Walter invitó a Fabi a salir y ella aceptó porque Brown no estaba nadita mal, era guapo, alto, fornido, bien marcado, con brazos y piernas fuertes y grandes y resultaba distendido y divertido. Incluso, para convencerla, le contó un chiste muy tonto a mi hermana. -El colmo de un acusado es declararle su amor a su novia ja ja ja-, le dijo. Fabiola estalló en risotadas no por la ocurrencia, sino por lo bobo que era él.
Sin embargo ese viernes que Walter y mi hermana debían verse, Fabiola tenía un examen súper importante en la facultad de derecho. -Tendrás que reemplazarme Patricia-, me pidió. Yo acepté encantada porque estaba libre y no tenía nada qué hacer esa noche. Fabi me puso al tanto de todo lo que sabía de Brown y lo que ella le dijo a ese chico sobre sus estudios, sus sueños, sus gustos y todo lo demás que siempre se cuentan un hombre y una mujer cuando recién se conocen.
Walter llegó puntual a la casa, me recogió en su auto y fuimos a comer a un restaurante exclusivo en el puerto de la ciudad. Yo me había puesto un vestido estrecho rojo, muy corto y con escote, me solté los pelos, me puse pantimedias y zapatos también rojos taco catorce para lucir esplendorosa. Apenas me vio, Brown quedó eclipsado. -Estás muy hermosa Fabiola-, me dijo. Ya se imaginarán, yo quería estallar en carcajadas pero igualito y tal como le había prometido a mi hermana, le seguí el juguete y me comporté como lo hacía ella, súper coqueta y divertida, riéndose de todo.
Walter pidió lo mejor de la cocina, incluso solicitó un vino añejo y panecillos con mantequilla que me gustaban mucho. Hummm la pasé de maravillas, comiendo como una náufraga recién rescatada del océano.
Él no dejaba de mirar y admirar mis ojos, mis pelos rubios, mi sonrisa y estaba encandilado con el escote. Le conté entonces que no tenía novio, que me iba a recibir de abogada, que mi sueño era tener mi propio estudio y que me encantaban los casos judiciales y penales, es decir, todo lo que aspiraba Fabiola, haciéndome pasar por mi hermana. Brown estaba hipnotizado y prendado, convencido que yo (o sea Fabiola je je je) era la mujer de sus sueños hecha verdad.
Walter me dijo que desde hacía un año estaba solo después de terminar una relación tormentosa con una chica y que soñaba con viajar por el mundo. -Mi anhelo dorado es comprar mi propio avión-, decía. Eso me dio risa. -Tendrías que ser súper millonario-, le dije riéndome.
Después de comer fuimos a pasear por el muelle junto al mar, en donde reventaban las olas, golpeando los diques, dejando su espuma entre los riscos. Era una noche fresca, había una bonita Luna y la alfombra del mar brillaba con los fulgores de las estrellas. Y en esa postal tan romántica, Brown me tomó abruptamente de los brazos y me besó muy apasionado, sin resistirse más a mi encanto. Yo quedé turbada. Fabiola no me había advertido nada sobre un beso. ¿Y ahora? Intenté reaccionar pero fue inútil, al contrario me resultó un beso delicioso, varonil, impetuoso y vehemente tanto que encendió mis fuegos, y me sentí, de repente, hecha un volcán a punto de hacer erupción.
-Me gustas mucho Fabiola, eres hermosa, me encantas-, confesó Walter turbado después de deleitarse, saborear y degustar de mis labios. Ups, yo no le iba a decir que no era Fabi sino Patricia. No había calculado para nada esa situación. ¿Qué diría, ahora, Fabiola? Me sentí entre la espada y la pared.
Walter me encantó, tampoco le iba a mentir. Además de atractivo, besaba como los dioses, je, y sus músculos y bíceps me derretían como una barra de mantequilla. Nos seguimos besando el resto de la noche, hasta que ya muy tarde, le dije que tenía que irme a dormir.
Fabiola me esperaba en su cama, leyendo una revista, con el televisor prendido y escuchando música en uno de sus parlantes. Me miró de pies a cabeza. -¿Y?-, alzó su naricita, viéndome ciertamente encandilada. -Es el hombre de tu vida je je je-, le dije divertida, haciendo volar mis zapatos por los aires.
-¿Tanto así?-, arrugó su frente Fabi. Ella pensaba que la cita había sido cordial y sin llegar a extremos pero ocurrió todo lo contrario con todos esos besos que me dio Brown junto a las olas del mar. En realidad, ya les digo, todo se salió de control porque no me resistí en nada a las ansias de Walter, je je je. ¡¡¡Me dejé llevar por la emoción!!!
Después de ducharme y ponerme mi pijama, le conté todo, hasta el más mínimo detalle a mi hermana, incluso los besos. Fabiola como es obvio, se molestó. -¿Cómo es posible que mi novio te haya besado?-, se aupó en su cama y me dio un almohadazo en medio de la nariz.
-No es aún tu novio, Fabi, y no olvides que ésta noche tú era yo, je je je-, empecé a reír como una loca. Fabiola se contagió de mis risotadas. -Idiota-, me dijo y lanzándose sobre mí, empezamos a jalarnos los pelos y a darnos de patadas. Mi mamá furiosa golpeó la puerta. -¡¡¡Niñas!!!-, reclamó iracunda. Fabi y yo seguimos riéndonos celebrando aquella romántica cita con Brown.
Walter, como les adelanté, se enamoró perdidamente de Fabiola, aunque en realidad yo lo había seducido, je je je. Volvió a invitar a Fabi y ésta vez si salió con mi hermana y fueron al cine y después a caminar junto al muelle "como la otra vez" aunque en esa ocasión había sido conmigo je je je. ¡¡¡Todo un enredo!!!
Cuando Fabi volvió muy tarde, con sus ojitos brillando, su sonrisa pícara y traviesa, convertida en cenizas después de besarse muy apasionada con Walter, me dijo divertida y lanzando sus pelos al aire. -¡¡¡Es el hombre de mi vida!!!-, chilló eufórica y las dos nos reímos a carcajadas, abrazadas, tumbadas en mi cama, celebrando el flechazo de mi hermana, aunque la seductora había sido yo, je je je.¡¡¡Par de locas que somos!!!