Gemelas contra la mafia
img img Gemelas contra la mafia img Capítulo 7 VII
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Capítulo 7 VII

Ya era muy de noche, cuando las luces de un auto iluminaron el camino que iba al puerto. Las olas rebotaban vehementes con los riscos del encrespado, abofeteando inclemente los escarpados y dejando la espuma blanca esparcida en sus rocas puntiagudas. Un barco grande zarandeaba en medio del agua porque el clima se había tornado violento. Había una intensa marejada y por eso el mar estaba disgustado. El vehículo se detuvo cerca de las quebradas en medio de la tupida neblina que envolvía todo el lugar. Hacía frío además y lloviznaba bastante.

Las gotitas de agua no eran copiosas pero sí resultaban persistentes y lo mojaban todo. Eran como punzadas agujereando los arenales.

-Es un lote de artesanía muy valiosa, armas rústicas, posiblemente de las primeras civilizaciones de pescadores que se instalaron cerca al mar-, detalló un sujeto encorvado, famélico y huesudo que estaba embozado en una casaca gris. Sus manos eran callosas, rajadas y con muchas cicatrices, las uñas muy sucias y los dedos hinchados lo pintaban ciertamente como un huaquero, una de esas personas que de dedican a buscar tesoros históricos en cerros y arenales para venderlos por buen precio. Lo llamaban "Alicate" porque tenía las piernas arqueadas.. Abrió la cajuela del auto y sacó con cuidado una java de madera. Con un desarmador sacó los clavos. Las piezas estaban recubiertas de aserrín. El otro sujeto, al que le decían "Salamandra", las miró haciendo brillar sus ojos, sonriendo y las palpó con las yemas de los dedos. -Son una maravilla-, exclamó sorprendido y admirado a la vez.

-Los encontramos en el norte, en la huaca verde, allí hay muchos tesoros de incalculable labor, es un área amplia grande, inaccesible, la policía no llega hasta allí, tengo varios hombres trabajando y excavando en los arenales-, le siguió contando el tipo encorvado y enjuto.

-Necesito mucho más, aún esto es poco-, arrugó la nariz "Salamandra".

-Tengo unos cuadros pintados del Siglo XV y mantas antiquísimas, creo de varios siglos atrás-, le dijo, entonces, "Alicate" con resolución. "Salamandra" sonrió. -Lo quiero todo, me darán un buen dinero por esas piezas en Asia, tienen mucha demanda, las necesito urgente-, empezó a sacar números en su cabeza.

-¿No temes a la policía?-, se preocupó "Alicate", tragó saliva incluso. -Burns está armando una policía especial para intervenir a los huaqueros, he escuchado que están reclutando jóvenes que trabajan en los museos, en instituciones que protegen las piezas, enterados en historia y civilizaciones antiguas, con entrenamiento militar y policial, van a formar un destacamento y nos combatirán, el gobierno ha endurecido las sanciones contra los depredadores-, estrujó su boca, el tipo famélico. Le preocupaba que desbaraten su mafia porque desenterrar tesoros le dejaba muy buen dinero. Estaba aterrado con las novedades de la policía. Se imaginaba un batallón de agentes bien armados que los atacarían en sus campamentos y covachas que tenían los contrabandistas en esos terreno áridos y apartados, enarenados por el tiempo. "Salamandra" empero se mostró incrédulo y distendido.

-He escuchado algo de que Burns está buscando arqueólogos para asimilarlos a la policía-, estaba al tanto "Salamandra".

-Quizás tengamos muchos problemas con esos tipos-, insistió "Alicate".

-No, para nada, ya tengo mucha experiencia en eso, no le temo a la policía, menos a unos arqueólogos novatos que se alucinan ser como Jones, rescatando tesoros como en las películas-, echó a reír.

"Salamandra" le dio una gran suma de dinero en una bolsa de papel sellada con cinta adhesiva a "Alicate" y juntos volvieron a clavar la java con las piezas arqueológicas. -Yo que tú no me confiaría, esos jóvenes son los más difíciles porque son vehementes y porfiados-, le advirtió "Alicate". El otro tipo sonrió.

-Si se meten conmigo, terminarán enterrados junto a los huesos y las artesanías antiguas ja ja ja-, estalló a reír festivo y divertido "Salamandra".

            
            

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