Brasas de un nuevo amanecer
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Capítulo 3

Daniel llevó a Sophie más adentro del Pueblo Costero.

Parecía ajeno al silencio de ella, sumido en los recuerdos del pueblo, narrándolos con una nostalgia palpable.

"Mira ese viejo roble", dijo, señalando un frondoso ejemplar cercano, "Cuando llegué por primera vez al pueblo tuve una fiebre muy fuerte. Lily me cargó tres kilómetros por la montaña hasta un médico, y descansamos bajo ese árbol. Tenía las palmas llenas de sudor, pero no dejaba de preguntarme si tenía frío. Y esa playa rocosa en la entrada del pueblo... con la marea alta es muy peligrosa, pero a Lily no le asustaba, nadaba muy bien".

La Lily de la que hablaba era bondadosa, con el corazón y la mirada puestos solo en él.

Sophie mantuvo su mirada baja.

¿Bondadosa?

Si Lily realmente fuera amable, no habría escondido a Daniel en este remoto pueblo cuando la familia Si de verdad lo fuera, no lo habría escondido en este remoto pueblo cuando la familia Carter movilizó todos sus recursos, incluso ofreciendo una gran recompensa para hallarlo, cortando así todo lazo con los suyos.

"Ya casi llegamos", dijo Daniel, deteniéndose y señalando una casita de tejas bajas al frente.

En el patio colgaban redes de pesca, y bajo los aleros pendían hileras de pescado seco; todo el aire estaba impregnado del olor húmedo y salobre del mar.

La puerta estaba entreabierta, y del interior se escapaba una tos débil.

Daniel empujó la puerta, incapaz de contener la alegría: "Lily, he vuelto".

Apenas lo dijo, una figura salió corriendo desde la casa.

Al ver a Daniel en el umbral, se quedó petrificada.

"¿Da... Danny?", balbuceó, con la voz temblorosa y los ojos anegados de lágrimas, "¿Cómo... cómo es que has vuelto?".

Daniel iba a responder, pero Lily ya se había lanzado sobre él, abrazándole la cintura con fuerza, el rostro hundido en su pecho, llorando con un dolor desgarrador: "Yo pensaba... pensaba que nunca volvería a verte en esta vida... decían que tu familia te había encontrado, que habías regresado a la gran ciudad, que jamás volverías...".

En sus sollozos se mezclaban la angustia y el miedo: para ella, el regreso de Daniel era un tesoro perdido y recuperado.

Daniel, atrapado en aquel abrazo, alzó la mano instintivamente y le dio unas palmaditas en la espalda; su voz se suavizó: "He vuelto, Lily. No me he ido".

Sophie, de pie en la entrada, los contemplaba abrazados, sintiendo que todo aquello era irreal, como un sueño extraño.

Observó en silencio hasta que Lily pareció finalmente darse cuenta de algo. Al levantar su rostro cubierto de lágrimas, su mirada se posó en Sophie, afilada ahora con desconfianza y hostilidad: "¿Por qué... por qué está ella aquí?".

Daniel miró hacia atrás a Sophie, con expresión de conflicto.

Sophie dio un paso atrás, marcando distancia entre ellos, con la voz serena: "Lo ya traje hasta aquí. Hablen ustedes dos. Y me voy".

Dicho eso, se dio la vuelta y se alejó.

Detrás de ella, resonó la voz ahogada de Lily: "Danny, ¿ella viene a llevarte? Por favor, no te vayas...".

El tono de Daniel llevaba un matiz de impotencia mientras intentaba consolarla: "No le des vueltas. No voy a irme a ninguna parte".

            
            

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