Capítulo 4

Sophie casi había terminado de hacer la maleta.

De pronto, su teléfono vibró sobre el escritorio. En la pantalla parpadeaba el nombre "Eleanor Carter", lo que la hizo detenerse un instante.

Se quedó mirando ese nombre, recordando cómo, en otra vida, Eleanor solía tomarle la mano y repetirle que Sophie era la verdadera señora de la familia Carter.

Pero en sus últimos momentos, antes de que Sophie muriera, la misma Eleanor se había quejado ante Daniel de que ella era demasiado terca, que no sabía agradar como Lily.

"¡Sophie! ¡Ven de inmediato a la mansión Carter, rápido!", la voz de Eleanor sonó atropellada al otro lado de la línea, "¡Daniel... está completamente fuera de sí!".

Sophie apretó el teléfono y caminó hasta la ventana, donde las sombras del sicomoro se mecían suavemente en el suelo.

Daniel había llevado a Lily a la casa de los Carter, ese mismo lugar que siempre había detestado.

"Entendido", respondió con calma.

Las puertas de la mansión Carter estaban abiertas de par en par. Los sirvientes, al verla llegar, mostraron en sus rostros una vacilación difícil de ocultar.

La atmósfera del salón estaba cargada, sofocante.

En cuanto Eleanor la vio entrar, se precipitó hacia ella y le sujetó la muñeca como si se aferrara a un salvavidas: "¡Sophie, menos mal que viniste!", sus ojos estaban enrojecidos, "¡Mira lo que ha hecho! ¡Daniel se ha atrevido a traer a esa campesina a esta casa! No te preocupes, para mí tú eres la única nuera de esta familia. ¡Que se largue ahora mismo!".

Sophie siguió la dirección de su dedo. Allí estaba Lily, rígida, con las manos retorciendo nerviosas el borde de su ropa. Al verla, se encogió más cerca de Daniel.

Él estaba sentado a su lado; en sus muñecas todavía se veían las marcas que le habían dejado las redes de pesca.

Se le notaba más delgado que en el pueblo, y en sus facciones ya no quedaba rastro de la ingenuidad de Danny.

¿Será que algunos recuerdos están volviendo...?

Al oír a Eleanor, Daniel levantó la cabeza y miró a Sophie. Su mirada era compleja:

había culpa, había lucha, pero no quedaba la confusión de antes.

Sophie lo entendió al instante. La época de Danny había terminado. El hombre frente a ella estaba transformándose de nuevo en el Daniel Carter que conocía.

"Eleanor, por favor cálmate", dijo Daniel, poniéndose de pie, "Esto no es culpa de Lily, fui yo quien la trajo".

"¿Todavía la defiendes? ¡Has dejado en ridículo a toda la familia Carter!", dijo el padre de Daniel.

"¡Basta!", interrumpió Daniel con firmeza. "En cuanto al compromiso...", se volvió hacia Sophie, y sus miradas se encontraron. "Sophie, mejor cancelémoslo".

El aire se congeló.

El llanto de Eleanor se cortó en seco.

"¿Cancelar?", exclamó con furia "¡Ya están casados! ¡El nombre de Sophie está escrito junto al tuyo en el registro familiar! ¿Crees que puedes deshacerte de eso tan fácilmente? ¿Acaso tomas la ley como un juego?".

Sophie permaneció inmóvil; al escuchar la palabra "casados", una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.

Y Eleanor, al parecer, aún vivía engañada, creyendo que aquel certificado de matrimonio tramitado por el asistente de Daniel era auténtico:

"El matrimonio se puede deshacer. Mientras el señor Carter esté dispuesto a cooperar, basta con hacer el trámite en la oficina civil", ", dijo Sophie.

El rostro de Daniel se ensombreció al instante; la mano que mantenía a su lado se cerró con fuerza en un puño.

Él sabía mejor que nadie que aquel certificado era falso.

Tragó saliva y miró a Sophie con una expresión llena de contradicciones.

En el sofá, Lily se puso de repente pálida como el papel.

De un salto se puso de pie: "¿Casados? ¿Ya están casados?".