Capítulo 5 : Solo duerme

Danielle suspiró, sin saber cómo explicarse. Se aferró a la ropa de Vernon y, acercándose, le susurró al oído: "Vernon, me di cuenta de lo estúpida que fui. Estaba ciega, no veía su verdadera naturaleza. Ahora que estamos casados, soy tu esposa y no volveré a cometer los mismos errores. De verdad quiero cambiar. ¿Puedes darme una oportunidad?".

Vernon permaneció en silencio.

Siguió observándola fijamente, aunque su mirada parecía haber perdido parte de su frialdad.

"Pequeña mentirosa".

Aunque no creyó sus almibaradas palabras, Vernon la tomó en brazos.

Danielle lo rodeó suavemente por los hombros con un brazo, sintiéndose segura contra su pecho firme.

El sueño comenzaba a vencerla.

Acababa de renacer y estaba completamente exhausta.

Vernon la llevó de vuelta a su habitación. Al notar que se había dormido, la depositó con cuidado sobre la cama. Reflexionó un momento y luego le levantó el borde del vestido.

"Vernon...". La repentina sensación de frío la despertó.

"Duerme. No voy a hacerte nada".

Su voz no era tierna, pero aun así, Danielle volvió a dormirse tranquilamente.

Después de todo, ya había compartido lo más íntimo con él.

Con la experiencia de su vida anterior, no sentía demasiada preocupación, y el agotamiento finalmente la venció.

Vernon se sintió un poco irritado al ver que Danielle se había dormido tan profundamente. ¿Acaso confiaba tanto en él?

Era la primera vez de él y su inexperiencia era evidente. Además, la ira lo había llevado a ser algo rudo durante el acto. Momentos antes, Danielle se había quejado de dolor. Preocupado por haberla lastimado, le separó las piernas para revisarla. Sintió un profundo alivio al descubrir que solo tenía una leve hinchazón.

Él también se metió en la cama, la rodeó con sus brazos y suspiró, satisfecho.

"Danielle, pórtate bien".

Aunque lo estuviera engañando, él deseaba que la farsa se prolongara un poco más.

En la oscuridad, la observó durante un largo rato antes de cerrar los ojos.

Era la primera vez que Vernon experimentaba algo así.

El cuerpo suave y delicado de Danielle encajaba a la perfección en sus brazos. El amor que le había profesado durante más de una década por fin se veía consumado.

Cayó en un sueño tan profundo que incluso no quería despertar.

Pero a las siete de la mañana, un sonido lo despertó.

"¿Danielle?".

Al incorporarse, Vernon notó que Danielle estaba empapada en sudor, con la respiración agitada y los párpados fuertemente apretados.

¿Tenía una pesadilla?

Pero al instante siguiente, el nombre que escapó de sus labios lo hundió en la más absoluta decepción.

"Wilbur...".

Danielle soñaba con los sucesos de su vida anterior.

Wilbur se había aprovechado del amor que ella le profesaba para convencerla de robar información confidencial de la familia Herrera. Esa traición casi había llevado a Vernon a la cárcel y había destruido por completo la confianza que él le tenía.

La familia de su abuelo también había sido víctima de sus fechorías.

Vernon se sentó a la cabecera de la cama y la observó. Al oír el nombre que ella murmuraba, toda la calidez y la ternura se borraron de su mirada, reemplazadas por una gélida decepción.

"Danielle. Es la segunda vez".

Era la segunda vez que pronunciaba el nombre de Wilbur en su cama.

Si tanto lo amaba, ¿por qué había fingido lo contrario el día anterior?

Ayer había estado furioso. Ahora, a la ira se le sumaba una indescriptible sensación de pérdida y un dolor que le oprimía el pecho.

Vernon salió de la habitación sin decir una palabra, tomó su abrigo y cerró la puerta de un portazo.

Stefan, que esperaba afuera, se le acercó con cautela cuando Vernon salió. Le dirigió una mirada inquisitiva, consciente de que algo que Danielle había hecho debía de haberlo enfurecido.

"Señor, ¿la señorita Cullen...?".

"Es la señora Herrera".

A pesar de su furia, Vernon no olvidó corregir a Stefan. Bajó las escaleras a grandes zancadas mientras le ordenaba: "Informa a todos en la villa que se dirijan a ella como corresponde".

Stefan asintió. "Sí, señor. El personal ya preparó el desayuno. Puede ir a la empresa después".

La rabia le había quitado el apetito a Vernon.

"No voy a comer. Cuando esa mujer sin corazón que está arriba se despierte, asegúrate de que le preparen algo nutritivo".