Pasión ardiente: la esposa culpable del CEO
img img Pasión ardiente: la esposa culpable del CEO img Capítulo 8 ¿Era la señora Bailey
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Capítulo 9 La mujer fue encontrada img
Capítulo 10 Dime img
Capítulo 11 Señor Bailey, se casó con mi hermana img
Capítulo 12 Venganza por aquel día img
Capítulo 13 Lorna: Una sustituta fraudulenta img
Capítulo 14 Encontró a la mujer incorrecta img
Capítulo 15 La toalla de Rogelio img
Capítulo 16 Si supieras que fui yo img
Capítulo 17 Te prestaré el dinero img
Capítulo 18 Lorna está embarazada img
Capítulo 19 ¿De quién estaba embarazada Marian img
Capítulo 20 ¡Prepara una operación de aborto ahora mismo! img
Capítulo 21 ¿Quién es el padre del bebé img
Capítulo 22 ¡Mátala de hambre! img
Capítulo 23 Le dio la papilla con la boca img
Capítulo 24 ¡No me arrepentiré! img
Capítulo 25 ¡No me enamoraré de Marian! img
Capítulo 26 El excéntrico pasatiempo del señor Bailey img
Capítulo 27 Embarazo falso y verdadero img
Capítulo 28 ¡Nunca amaré a Rogelio en mi vida! img
Capítulo 29 Recibe su golpe igualmente img
Capítulo 30 Presenciar el aborto espontáneo de Marian con sus propios ojos img
Capítulo 31 ¡Sangrado! img
Capítulo 32 El bebé es realmente tuyo img
Capítulo 33 Gemelos img
Capítulo 34 Dejar un hijo y llevarse a uno img
Capítulo 35 El señor Bailey te envió al hospital img
Capítulo 36 La tarjeta negra de Rogelio img
Capítulo 37 Sé que lo hiciste img
Capítulo 38 ¡Rogelio permite que Lorna la lastime! img
Capítulo 39 ¡Vine a salvarte! img
Capítulo 40 Ven conmigo o espera a Marco img
Capítulo 41 ¡Mata a Rogelio! img
Capítulo 42 ¡Te casaste conmigo para expiar tu pecado! img
Capítulo 43 Incluso los poderosos caen por la belleza img
Capítulo 44 ¿De verdad estás embarazada del hijo de Rogelio img
Capítulo 45 ¿Qué hechizo lanzaste img
Capítulo 46 Muestra tu verdadera cara img
Capítulo 47 ¿Has comido el tónico de Marian img
Capítulo 48 Marian no es una ingenua img
Capítulo 49 Dudaba que no fuera Lorna img
Capítulo 50 Deshazte de Zane y de tus hijos img
Capítulo 51 Convencerla de que abortara img
Capítulo 52 : Aborto espontáneo oculto o falso embarazo img
Capítulo 53 ¿Qué tal si te embarazo img
Capítulo 54 A Rogelio le interesas de verdad img
Capítulo 55 Ella solo quiere el divorcio img
Capítulo 56 Rogelio, ¿de verdad te gusto img
Capítulo 57 Deshagámonos de Lorna juntos img
Capítulo 58 Marian, eres una miserable desgraciada img
Capítulo 59 Bañarse juntos img
Capítulo 60 Sabía que quieres seducirme img
Capítulo 61 Aviso de enfermedad crítica img
Capítulo 62 ¿Por qué eres tan cruel con tu hermana img
Capítulo 63 Leucemia img
Capítulo 64 ¡Debería haber muerto atropellada! img
Capítulo 65 No dejaré que nada les pase a ti y a nuestro hijo img
Capítulo 66 ¿Sufría de leucemia img
Capítulo 67 La médula ósea de Marian era necesaria img
Capítulo 68 ¡Eres la única que puede salvar a Lorna! img
Capítulo 69 ¡Abortar y luego extraer la médula! img
Capítulo 70 Hermana, por favor, salva a mi hijo img
Capítulo 71 ¡Arresten a Marian en cuanto la vean! img
Capítulo 72 Fingir donar tu médula ósea img
Capítulo 73 Rogelio la encontró con facilidad img
Capítulo 74 Enfrentamiento entre ambos hombres img
Capítulo 75 Confinada img
Capítulo 76 Díselo y verás si te creerá img
Capítulo 77 Operación esta noche img
Capítulo 78 ¡Haga la operación de inmediato! img
Capítulo 79 Mi primera petición img
Capítulo 80 Nadie puede matarte sin mi permiso img
Capítulo 81 ¡Los bebés podrían perderse! img
Capítulo 82 El bebé había muerto img
Capítulo 83 Perdí a mis dos bebés img
Capítulo 84 Podemos volver a tener un bebé img
Capítulo 85 Investigar esa noche img
Capítulo 86 La única que puede golpear a Rogelio img
Capítulo 87 Marcas rojas y moretones en su espalda img
Capítulo 88 Ahora mi hermana me odia más img
Capítulo 89 ¿Por qué la necesidad de comer ácido fólico img
Capítulo 90 ¡Marian sigue embarazada! img
Capítulo 91 ¡Un patán insoportable! img
Capítulo 92 Hazte una revisión del embarazo img
Capítulo 93 ¿Por qué Rogelio trataba tan bien a Marian img
Capítulo 94 ¿No puedo pensar en otro hombre img
Capítulo 95 ¡Rogelio, me debes dos vidas! img
Capítulo 96 Mátame, Marian img
Capítulo 97 Sería rápido img
Capítulo 98 ¡Te suicidaste! img
Capítulo 99 ¡No le digas a nadie lo que pasó hoy! img
Capítulo 100 ¿Eres tú el asesino img
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Capítulo 8 ¿Era la señora Bailey

La actitud de Marian desprendía dulzura y gentileza, pero cada uno de sus gestos y sonrisas tenía un trasfondo de seducción. Eso cautivó a los hombres presentes, despertando en ellos el deseo de interactuar con ella.

Con una copa de vino en la mano, Marian se relacionó sin esfuerzo con los hombres, mostrando unas impresionantes habilidades sociales.

De hecho, parecía bastante experta en el tema.

"Señor Burton, brindo por usted", ofreció.

"Señor Riley, permítame servirle otra copa".

"Señor Aston, ¿quiere que bebamos juntos?".

El desempeño de Marian fue bien recibido por los jefes.

Mientras servía el vino, Elwood Riley, otro cliente de Rogelio, le rozó la mano con la suya y comentó: "Tienes la piel muy suave".

Reprimiendo su repulsión, Marian esbozó una sonrisa. "Señor Riley, disfrute de su bebida con calma".

Con eso dicho, retiró su mano con tacto, se dio la vuelta y se alejó.

Desde su asiento, Rogelio la observaba de cerca, su silencio enmascaraba su insatisfacción.

Ella se movía como una mariposa, ligera y elegante, y su melodiosa risa resonaba en toda la sala.

¡Este resultado estaba totalmente fuera de las expectativas de Rogelio!

En su mente, Marian temblaría de miedo, con la tez pálida. La había imaginado completamente despistada y frágil, necesitada de protección.

Sin embargo...

¡La había subestimado enormemente!

Rogelio apretó el vaso con fuerza y lo golpeó contra la mesa.

El ruido atrajo la atención de todos hacia él.

"Bueno... Vaya", comentó él con indiferencia.

"Señor Bailey, ¿está molesto?". Marian se le acercó y continuó: "Le pido disculpas. No compartí una copa con usted. ¿Puedo proponerle un brindis, señor Bailey?".

Al agacharse para servir el vino, el escote de su vestido lencero se abrió, dejando entrever un poco de su pecho. Una mirada casual reveló su seductora figura a Rogelio.

Se le movió la nuez de Adán y un calor sin nombre surgió desde lo más profundo de su ser.

Sin embargo, no podía culparla por ello. ¡Fue él quien la obligó a ponerse ese vestido!

"Marian". La voz de Rogelio se volvió más grave mientras ella le entregaba la copa. "Realmente me has impresionado".

"Señor Bailey, solo estoy siguiendo sus instrucciones. Estoy decidida a no traicionar su confianza. Me aseguraré de que todos los clientes estén bien atendidos".

"Excelente, muy impresionante", comentó él, levantando ligeramente una ceja. "Debes aguantar hasta el final".

Marian asintió. "Lo haré".

Levantando la cabeza, se bebió el vino de un solo trago. Unas gotas le resbalaron por los labios y le cayeron por la comisura de la boca.

En ese momento, el aroma del vino se perdió en ella. Sentía la garganta en llamas, asfixiando sus sentidos y casi arrebatándole el sentido del gusto.

Sin darse cuenta... se había vuelto bastante atractiva en ese estado.

Rogelio retiró la mirada con frialdad. Esta mujer era innegablemente seductora.

Sin embargo, nunca se permitiría ser cautivado por sus encantos.

Después de que Marian dejara el vaso a un lado, su visión se nubló cuando el mareo se apoderó de ella.

Como nunca había sido una gran bebedora, consumir varias copas seguidas le pasó factura y la dejó un poco achispada.

Sin embargo, no podía permitirse desplomarse.

Dio un par de pasos, se tambaleó y perdió el equilibrio, desviándose hacia un lado.

Aprovechando la oportunidad, Jayson Aston, otro cliente, que estaba sentado a su lado, extendió la mano para agarrarla por la cintura y comentó en tono juguetón: "Vaya, guapa, ¿te me estás echando encima?".

Su comentario provocó las risas de los demás.

Jayson, redondo y bajo, pesaba al menos noventa kilos, y su aspecto dejaba mucho que desear.

"Señor Aston, está bromeando", respondió Marian. "Solo perdí el equilibrio".

Intentando levantarse, se encontró atrapada por el agarre de Jayson, cuya insistencia la hizo sentarse en su regazo.

"¿Qué prisa hay? Quédate aquí. Vamos. ¡Que no pare la fiesta!".

Él le entregó una botella entera de vino, con los ojos brillando de picardía.

Marian negó con la cabeza, rechazando la oferta. "Lo siento, señor Aston. No puedo beber más... Si sigo, podría ponerme mala".

Con un fuerte malestar en el estómago, luchaba por concentrarse en su entorno.

La urgencia de encontrar un baño y aliviar su malestar era cada vez mayor.

La expresión de Jayson cambió. Preguntó: "¿Qué? ¿No puedes beber más? ¡Qué decepción!".

"Yo... tengo que ir al baño", tartamudeó ella, intentando aplacarlo. "Le prometo que beberé con usted cuando vuelva".

"¡Ni hablar! ¡Bébetela ahora! Hay muchos ojos puestos en nosotros. ¡No me dejes en ridículo!".

El tono de Jayson se volvió áspero, su descontento era evidente.

Marian persistió en su reticencia. "Señor Aston, de verdad que beberé. Pero yo...".

"¡Basta de excusas!", estalló Jayson. "No eres ninguna persona de alta alcurnia. ¿Acaso no es tu objetivo pescar a un hombre rico? ¡Beber conmigo debería ser un honor para ti!".

Forzó la botella que tenía en la mano en la boca de Marian mientras usaba la otra mano para tocarle el pecho de forma inapropiada.

Ella retrocedió, intentando esquivar su contacto.

Sin embargo, ¿cómo podía escapar del agarre de un hombre de noventa kilos?

Llevada por la desesperación, agarró la botella y la balanceó, rompiéndola contra la cabeza de Jayson.

¡Zas!

Un fuerte crujido resonó.

La botella se hizo añicos en cuanto golpeó la frente de Jayson, y la sangre brotó al instante.

"¡Ah! ¡Zorra!", bramó Jayson. "¿Te atreves a pegarme? ¡¿Quieres morir?!".

Los pensamientos de Marian eran un torbellino.

En ese momento, solo una cosa le quedó clara con certeza: había metido la pata hasta el fondo.

Rogelio le había encargado que atendiera a sus clientes, y ella acababa de romperle la cabeza a uno de ellos.

Dejando a un lado si la familia Chapman podría salvarse, su propio destino pendía de un hilo.

La mano de Jayson se echó hacia atrás, dispuesta a golpearla en la cara. La amenazó: "¡Hoy te voy a dar una lección, zorra!".

Vio cómo su mano se acercaba cada vez más a su rostro, y sintió la brisa que le revolvía suavemente los finos mechones de pelo cerca de la oreja.

Sin embargo...

Justo cuando su mano estaba a punto de alcanzarla, una voz fría intervino: "¿Cómo te atreves a tocarla?".

Aunque la voz de Rogelio sonaba mesurada, la mano de Jayson se quedó congelada en el aire, su confianza sacudida. No se atrevió a continuar.

"Señor Bailey... Señor Bailey, esta mujer es bastante rebelde. Permítame darle una lección para que aprenda modales", replicó Jayson.

Con los brazos cruzados, Rogelio se reclinó en su silla y preguntó: "¿Quieres darle una lección a mi esposa?".

¿Qué?

La sala se quedó en silencio, un silencio roto por jadeos de incredulidad.

¿Así que esta joven... era la señora Bailey?

Al oír sus palabras, Marian miró a Rogelio con absoluta incredulidad.

'¿Cómo podía revelar su identidad con tanta naturalidad?' '¿En qué estaba pensando?'

'¿Acaso era un acto encomiable llevar a su esposa a beber con sus clientes?'

Rogelio mantuvo su mirada, con los ojos inflexibles, mientras se dirigía a ella. "Cariño, ¿ya te has divertido? Es hora de volver a casa".

Otra ola de asombro recorrió a la multitud.

Alguien murmuró: "Los gustos de la señora Bailey son... realmente únicos".

Una sonrisa irónica se dibujó en las comisuras de los labios de Marian.

Rogelio, sin duda, había dominado el arte de lavarse las manos.

Levantándose con elegancia de su asiento, Rogelio la tomó de la muñeca y la atrajo hacia su abrazo. En un movimiento suave, se quitó la chaqueta del traje y se la puso sobre los hombros, ocultando por completo su figura.

Parecía decidido a impedir que nadie vislumbrara su apariencia.

Nadie tendría siquiera la oportunidad de echarle otro vistazo.

Jayson, aún aturdido, balbuceó: "Yo... yo...".

"¿Qué mano usaste para tocarla hace un momento?". La voz de Rogelio era cortante, su mirada penetrante.

"Yo... yo...". Jayson vaciló bajo el escrutinio.

La mirada de Rogelio se clavó en él con intensidad. "¿No puedes responder? Entonces tal vez deberías perder ambas manos".

"¡Señor Bailey! No tenía ni idea de que era la señora Bailey. Fue un error mío. Es mi culpa. Por favor, perdóneme esta vez. Nunca me atreveré a repetir este comportamiento...", suplicó Jayson.

"Es demasiado tarde", declaró Rogelio.

Con eso, Rogelio agarró a Marian por los hombros y la guio fuera de la habitación.

Cuando la puerta se cerró tras ellos, los gritos desesperados de Jayson resonaron por el pasillo.

Un sudor frío recorrió la espalda de Marian.

'¿Qué sería de ella?'

Durante la reunión, había sustituido con discreción una parte importante del vino por agua, pero aun así había consumido algo. Sus acciones sin duda afectarían al bebé que crecía dentro de ella.

Si Rogelio decidía castigarla más tarde... las consecuencias podrían ser nefastas. Un miedo insoportable la carcomía, el pavor a perder a su hijo nonato.

                         

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