Capítulo 5 ¿Tanta prisa tienes por casarte

Eddie se quedó desconcertado al ver que Claudia comenzaba a alejarse. Arrancó el auto de inmediato y se detuvo junto a ella. Con una paciencia inusual para él, le dijo: "Sube, te llevo a casa".

Pero Claudia lo ignoró, con la mirada fija en la aplicación de viajes de su teléfono.

Eddie no pudo ocultar su irritación. "Sabes que todavía eres mi secretaria", dijo.

Sus palabras la detuvieron en seco.

La expresión de Eddie se endureció. "No he aceptado tu renuncia".

La respuesta de Claudia fue un silencio desafiante.

La paciencia de Eddie se estaba agotando. "Según el artículo treinta del reglamento de la empresa, el abandono del puesto sin autorización conlleva una multa de doscientos mil dólares. ¿Piensas pagarla?".

Claudia no supo qué responder.

Finalmente, cedió. Abrió la puerta y subió al auto. Eddie esbozó una leve sonrisa.

Aunque ya estaba en el auto, Claudia no pronunció palabra alguna. En vez de eso, giró el rostro hacia la ventanilla, erigiendo un muro de silencio entre ellos.

Eddie la miró de reojo y se atrevió a preguntar: "¿Tanta prisa tienes por casarte? ¿Es por el hombre con el que cenaste la otra noche?".

Irritada, Claudia le restó importancia con un ademán.

Eddie sonrió con desdén. "Después de tantos años como mi secretaria, tu gusto sigue siendo pésimo".

Sus palabras encendieron la ira que Claudia había estado conteniendo. Ella se volvió hacia él bruscamente, con la voz cargada de desdén. "Señor Selleck, ¿no cree que se está entrometiendo demasiado? Tengo derecho a elegir con quién casarme y pasar el resto de mi vida".

La sonrisa de Eddie se volvió gélida. "Tengo derecho a entrometerme hasta que yo te dé permiso para marcharte".

Claudia lo fulminó con la mirada. "Nuestro acuerdo era una relación casual. Ahora que Gwyneth regresó, ¿por qué no puede simplemente dejarme ir?".

La acusación hizo que Eddie frenara en seco.

En un instante, le sujetó la barbilla, clavándole una mirada amenazante. "Me estás provocando demasiado, Claudia. ¿De verdad crees que no soy capaz de hacerte nada?".

Forzada a sostenerle la mirada, los ojos de Claudia se llenaron de lágrimas. "¿Y tú? Han pasado siete años. ¿Cuánto tiempo más debo esperar?".

Eddie soltó una risa burlona. "¿No te he dado todo lo que querías? Cuando esto empezó, te prometí riqueza e influencias a cambio de que mantuvieras nuestra relación en secreto. Y tú aceptaste las condiciones sin dudar".

"Pero ahora me arrepiento", confesó ella.

Eddie se quedó inmóvil.

Con lágrimas surcando sus mejillas, murmuró: "Me arrepiento de haberme involucrado contigo".

Eddie guardó silencio, sin encontrar las palabras adecuadas. "¿Acaso no soy suficiente para ti, Claudia?".

Ella cerró los ojos lentamente, respiró hondo y, con voz temblorosa, preguntó: "¿Y qué hay de Gwyneth? Ya regresó. ¿Piensas casarte con ella ahora?".

Después de hacer la pregunta, una ansiedad abrumadora la invadió. Lo miró fijamente, sin atreverse a desviar la mirada y conteniendo el aliento mientras esperaba su respuesta.

Era ya muy entrada la noche cuando Claudia regresó a su apartamento. Abrió la puerta y se dejó caer en el sofá. Hundió el rostro entre los brazos y permaneció así durante un tiempo que le pareció una eternidad. Cuando finalmente alzó la cabeza, las lágrimas habían dejado surcos en su rostro.

Sacó el teléfono y abrió la galería de fotos. Solo había una fotografía. La seleccionó y en la pantalla apareció un joven vestido con toga y birrete, de pie en la entrada de una universidad. A su lado, una chica sonreía, radiante. La cámara había capturado el preciso instante en que ella, a su lado, lo miraba con una admiración que se desbordaba de sus ojos.

En la parte inferior, una fecha revelaba que habían pasado diez años desde que fue tomada. Claudia comprendió que era hora de seguir adelante.