Capítulo 7 Tengo cosas mejores que hacer que difundir noticias

"¿En serio crees que malgastaría mi energía disciplinándolas? Ni siquiera valen un momento de mi tiempo". La voz de Madelyn cortó el aire como una cuchilla.

Las dos empleadas, que esperaban que Madelyn se derrumbara ante la autoridad de Jason y se disculpara de inmediato, se quedaron de piedra. Sus sonrisas arrogantes se desvanecieron de sus rostros, mientras las palabras de Madelyn quedaban suspendidas en el aire.

La joven dirigió su fría mirada hacia Jason. "Tal vez deberías vigilar más de cerca a tu personal. Esos pequeños objetos que extravías no se están perdiendo sin más. Apostaría a que las están vendiendo en sitios de segunda mano".

La expresión de Jason se oscureció y su mirada penetrante barrió a las empleadas, quienes se encogieron bajo su peso.

Con una sonrisa apenas perceptible y helada, Madelyn se dio la vuelta y se deslizó escaleras arriba para recoger sus pertenencias.

Pero justo cuando se movía, la voz de Jason, cargada de acusación, la detuvo en seco. "¿Estás tan amargada que revelaste nuestro divorcio al mundo?".

El equipo de relaciones públicas de su empresa acababa de alertarlo de los rumores que circulaban en los medios acerca de su conflicto matrimonial.

Se esforzaban por contener los rumores, pero el torrente de filtraciones resultaba difícil de contener.

Madelyn, genuinamente inconsciente de los chismes, se encogió de hombros con indiferencia. "Tengo mejores cosas que hacer que difundir noticias", respondió ella con frialdad antes de seguir empacando.

Apenas salió de la villa, su teléfono vibró. Era su madre, Sharon.

Madelyn sabía exactamente por qué la llamaba. Y aunque no tenía ningún deseo de volver a la casa de la Familia Clark, lo vio como la oportunidad perfecta para cortar lazos con la Familia Clark para siempre.

Con resolución, se dirigió a la casa de la Familia Clark.

Al entrar, fue recibida por una escena tensa en la sala. Ahí vio a su padre, Roger; su madre, Sharon; su hermano, Connor, y la siempre dramática Rebeca, que estaba sentada con la cabeza inclinada y los ojos rojos e hinchados por lágrimas de cocodrilo.

En el momento en que Madelyn cruzó el umbral, la voz de Roger resonó con furia. "Madelyn, ¿qué tonterías has estado difundiendo? ¿Intentas causar problemas, eh? ¡Por tu culpa, Rebeca y su esposo tienen un problema! ¡Pídele disculpas ahora mismo y luego vendrás conmigo a pedir disculpas a la familia Powell".

Roger siempre había dirigido el hogar con puño de hierro; su palabra era incuestionable.

En otro tiempo, Madelyn se habría acobardado ante él, pero ahora solo soltó una risa suave y despectiva. "No vine a disculparme", dijo con suavidad. "Estoy aquí para declarar que los asuntos de la familia Clark ya no me conciernen. Estoy aquí para cortar lazos con todos ustedes".

"¿Qué?".

"¿Cortar lazos con nosotros?". El rostro de Sharon se sonrojó por la sorpresa, mientras que el de Roger se crispó de indignación.

"No puedo creer que sigas haciendo berrinches", dijo Roger, con la voz temblorosa de rabia. "¿Tienes idea de cuánto hemos gastado en ti desde que te trajimos de vuelta? ¿Y ahora quieres cortar lazos con nosotros? ¡Bien! Páganos cinco millones por los años que te criamos y serás libre de irte".

"¿Cinco millones?". La risa de Madelyn fue aguda y llena de incredulidad.

Había sido devuelta a la familia Clark a los dieciocho años, hacía solo cinco años. ¿Y ahora le pedían un millón al año? Su audacia era impresionante.

"Madelyn, no molestes a mamá y papá", intervino Rebeca con un tono cargado de falsa preocupación, aunque sus ojos brillaban con un triunfo apenas disimulado. "No les hagas pasar un mal rato".

"Rebeca, no malgastes tu saliva", ladró Connor, fulminándola con la mirada. "¡Si quiere irse, que se vaya! Ya veremos cómo sobrevive por su cuenta".

"Madelyn, ¿cómo puedes decir algo así?", comenzó Sharon con voz temblorosa. "Yo te llevé en mi vientre nueve meses, yo te di a luz..".

"Me diste a luz y luego me perdiste", la interrumpió Madelyn, con un tono tan frío como el acero. "Todo tu amor siempre fue para Rebeca, ¿o no?".

Si tan solo un destello de afecto genuino de la Familia Clark hubiera calentado el corazón de Madelyn, esta amarga grieta quizás nunca habría ocurrido.

Pero en lugar de eso, no solo la trataron con fría indiferencia, sino que conspiraron para exprimirle hasta la última gota de sacrificio en beneficio propio.

"Les devolveré el dinero", declaró Madelyn con una sonrisa serena dibujada en sus labios.

Roger parpadeó, aturdido. "¿Tienes cinco millones? ¿De dónde demonios sacaste esa cantidad de dinero?".

"Un momento, por favor", respondió ella con calma.

Se había preparado para una batalla prolongada para cortar lazos, pero el rápido acuerdo de Roger la tomó por sorpresa, despertando una silenciosa emoción de satisfacción.

Se dio la vuelta y se deslizó hacia el cuarto de almacenamiento sombrío escondido al final del primer piso, el que había sido su modesto santuario antes de casarse.

Momentos después, salió con un cuaderno. Lo abrió frente a Roger y, con voz firme, comenzó a leer: "El día que me trajeron de vuelta, organizaron una fiesta de bienvenida en el restaurante Breeze. La cuenta ascendió a 3, 700, dividida a partes iguales entre nosotros. Mi parte correspondía a 529".

Apenas sus palabras se asentaron en la sala, los rostros de la Familia Clark cambiaron, reflejando una mezcla de sorpresa, incredulidad y un rastro de inquietud.

Madelyn había estado llevando un libro de contabilidad desde el mismo día en que regresó a la Familia Clark.

Cada comida, el costo de los ingredientes, las facturas de los servicios, el salario del chef. .. todo estaba meticulosamente registrado.

"Cuando fui a la universidad", continuó, pasando las páginas, "mi matrícula fue eximida debido a mi excelencia académica. Me proporcionaron gastos de manutención durante un mes y luego, se olvidaron convenientemente de darme más".

Madelyn presentó cada entrada con calma y claridad. "Y en cuanto a mi boda, los fondos que Jason dispuso para la boda acabaron de alguna manera en sus manos. Así que el dinero que dicen haberme dado para la ocasión, no se lo debo, ¿verdad?".

Pasó a la última página del cuaderno y su dedo se posó en la suma cuidadosamente calculada.

"Durante los años que pasé con ustedes, mis gastos ascienden a un total de 49, 822.53. Redondeémoslo a 50, 000, y con eso podemos cortar lazos para siempre".