Capítulo 9 Su tío era un asesino

"Lewis, ¿es que acaso no viste lo que Celia le estaba haciendo a tu esposa? Deberías mostrarle a esta chica grosera de qué estás hecho, es hora de que aprenda su lugar". La abuela, Sue, no dejaría que la chica se saliera con la suya tan fácilmente. "Sin piedad", parecía ser el tema de ese día.

Finalmente, en la comodidad de la protección de su esposo y su suegra, Lucy dejó escapar sus sollozos sin contenerse ni un poco.

Por su parte, Lewis seguía bastante aturdido. Él no tenía idea de en qué se había metido, pero ya estaba involucrado en el asunto.

Tras dejar la azada colgada de su hombro, el hombre se apartó junto a su madre y le susurró al oído, ella se mantuvo escuchando atentamente, hasta que su rostro de repente se contrajo en un ceño fruncido.

Una vez acabaron de murmurarse, Lewis se acercó a Celia. A medida que se acercaba, notó el machete que sostenía en su mano, e incluso, él se sintió intimidado por su presencia, entonces, fingió una sonrisa, y le dijo: "Ya es suficiente por hoy, creo que deberías volver a casa".

Esas mujeres no tenían intención alguna de dejarla ir un segundo atrás, de la nada, la liberaron. ¿Qué diablos había sucedido?

Fuera lo que fuera, ella optó irse; era la decisión más lógica. La superaban en número y ella no era la mujer más fuerte del mundo, de ninguna manera. Pero le quedó una cosa más para decir, así que, amenazó con arrogancia: "Me iré, pero si alguien intenta lastimar a mi madre de nuevo, tendrá que vérselas conmigo. Presten atención a mis palabras. ¡Lucharé hasta la muerte!".

Dejando sus palabras elevadas en el aire y resonando en sus oídos, Celia se deslizó fuera de la habitación aún con el machete en la mano. Aunque en el exterior se veía tranquila, solo ella conocía el temor que recorría su cuerpo. Sudaba por todos y cada uno de sus poros, debido a que esa la primera vez que se atrevía a hacer algo tan valiente.

Antes de marcharse, se llevó los fideos y la sal, por supuesto. A fin de cuentas, eso le pertenecía a ella.

En cuanto la chica se fue, Lucy empezó a llorar tal como una niña malcriada. Gritó y pataleó, diciéndole a su esposo que no debió haberle mostrado piedad, e incluso amenazó con que se suicidaría bebiendo el pesticida, como la verdadera mujer perversa que era.

Celia, por su parte, era totalmente lo contrario. Se sentía orgullosa por, al fin, vengarse después de tantos años.

Abofeteó a su tía con tanta fuerza y coraje que su propia mano todavía le dolía, si era sincera.

Más allá de eso, quería saber qué le dijo Lewis a su abuela. ¿Por qué se rindió tan fácilmente? Ni siquiera discutió, sencillamente la dejó ir. ¿Qué sucedió?

Como si fuera un soldado triunfante, hizo girar el machete en su mano mientras caminaba hacia su propia casa.

Para su sorpresa, reconoció una motocicleta Honda estacionada frente a esta.

Era de la década de los 90, y tener una motocicleta era algo así como un artículo de lujo, por ello, estaba mucho más ansiosa por saber quién era el dueño. ¿Su abuela había retrocedido debido a aquel extraño visitante?

Celia vio mucho del mundo exterior, sin embargo, regresar a casa todavía la llenaba de una terrible sensación de ansiedad. Lo que empeoró exponencialmente al escuchar los sollozos de su madre, al acercarse a la puerta.

"Mamá, ¿qué pasa?", preguntó, entrando a la casa con rapidez. Su madre se sentó en la silla de bambú y comenzó a sollozar como una niña, con las lágrimas corriendo por sus ojos como un par de cascadas.

"¿Estás bien, hija? ¿Te hicieron daño?". Wendy le dedicó una mirada con los ojos llenos de pura angustia, su hija era lo más importante en su vida y no soportaba verla lastimada.

"Estoy bien, mamá, conseguí la venganza que merecíamos. Le mostré a Lucy de qué estamos hechas, estallé su olla e incluso la abofeteé por si acaso. ¡También recuperé la sal y los fideos que nos quitó! ¿Intentó quitarnos cosas? ¡No mientras yo no lo permita!" exclamó ella, con aire de suficiencia.

"¿Qué?". La noticia golpeó a la mujer como un camión, fue tan grande la sorpresa que, durante un largo rato, se mantuvo en un silencio. Ella no tenía ni la menor idea de que su hija poseía tanta valentía como para golpear a esa horrible mujer.

"¿Ella te lastimó?", inquirió Wendy, con voz temblorosa, tomando la mano de Celia, mientras temblaba.

"No, estoy bien. Bueno, esto es...". Mientras continuaba hablando, cayó en cuenta del hombre sentado en la esquina de la habitación, quien permaneció sentado tan silenciosamente que ella ni siquiera lo notó hasta ese momento.

"Él es tu tío, ya hemos hablado de él, pero no creo que lo recuerdes. La última vez que lo viste, debías ser solo una bebé", explicó su madre, notando el asombro y confusión entremezclados en el rostro de la joven.

Ella recordaba que tenía un tío, pero lo recordaba en la cárcel. ¿Acaso daba la casualidad de que había salido en libertad?

Aun así, la chica lo llamó "tío" para mostrarle respeto.

"¡Cómo pasa el tiempo! No veía a Celia hace años. ¡Realmente ha crecido!", dijo el hombre, mirando a la nombrada de arriba abajo. Su tío, Zack Zhang, sonrió en grande al hablar.

Y cuando notó el machete que sostenía la chica, indagó: "¿Quién diablos molestó a tu madre? Le pregunté, pero ella no quiso decírmelo. Tu padre murió cuando eras muy joven y no he estado aquí para protegerte, pero ahora que llegué, no permitiré que nadie les haga daño".

"Es mi tía, Lucy. Ella y la abuela nos echaron de la casa. Luego, ella vino aquí, nos robó y golpeó a mi madre". Incluso si, según ella, ya se había ocupado perfectamente del problema, todavía iba a aprovechar cada oportunidad que se le presentara para causarle problemas a Lucy. Y, si su tío iba allí, seguramente tendría mayor efecto.

"¡Ah, son tan despiadadas! Tal vez debería ir allí y darles algunas advertencias".

"Oye, Zack, acabas de salir de la cárcel. ¡Ni siquiera pienses en crear más problemas! Estoy bien y Celia ya hizo suficiente". A Wendy no le agradaba para nada la idea, se encontraba demasiado ansiosa como para dejar que Zack defendiera a su familia. Entonces, se levantó y lo agarró por la muñeca, tirándolo de regreso dentro de la casa.

Esbozando una sonrisa, su hermano le explicó con calma: "No te preocupes, sé lo que hago. Acabo de salir de prisión. ¿De verdad crees que quiero regresar a ese lugar?".

"Mamá, deja ir al tío. Así sabrán que hablamos en serio" intervino Celia, aferrándose al brazo de su madre.

Absolutamente todo había cobrado sentido, su abuela la dejó ir porque sabían que su tío estaba de vuelta. No se atreverían a molestarlo, especialmente porque era un conocido asesino.

"Pero...".

"Hermana, deja de estar tan asustada. Prometo que no los mataré" alegó Zack, echándose a reír previo a salir del hogar.