Capítulo 4 ¡Llama a la policía!

Justo entonces, la voz educada de una sirvienta se escuchó desde afuera. "¡Señor Evans, ha vuelto!", dijo.

Jed irrumpió en el salón como un trueno. La furia lo devoraba por dentro. Lanzó un sobre con una fuerza aplastante. Golpeó a Millie directamente en la cara.

"¡Maldita desgraciada!", rugió. "¡Mira lo que has causado! ¡Casi nos destruyes a todos!"

La fuerza hizo que la cabeza de Millie se girara hacia un lado. Su cabello se desordenó. Una cortada se abrió en su mejilla y comenzó a sangrar.

Millie observó cómo el sobre caía al suelo. Su rostro se puso blanco como una sábana.

¡Era el mismo sobre que había enviado por correo hacía apenas un rato! Dentro estaban las fotos.

La curiosidad de Eliza pudo más que ella. Se agachó y tomó el sobre. Sacó las fotos y las examinó. Sus ojos se abrieron de par en par con incredulidad. "¡Dios mío!", exclamó. "¿Qué es esto, por el amor del cielo?!"

¡La mujer en la foto era Millie!

Las fotos también mostraban la espalda de un hombre.

Su rostro estaba oculto, pero su figura esbelta y musculosa era fácil de distinguir. Lo que más llamaba la atención era el tatuaje de un lobo negro en su espalda. Incluso en la foto, parecía irradiar un aire amenazante.

Eran varias fotos explícitas. ¡Mostraban a Millie en la cama con otro hombre!

La furia de Jed no conocía límites. "¡Se ha vuelto completamente loca!", rugió. "Ya es bastante malo que no sepa cuál es su lugar de un día para otro. ¡Pero ahora incluso intentó enviar estas vergonzosas fotos a la Familia Elliott! Si Aiden llegara a ver estas fotos, ¿cómo podría querer casarse con ella? ¡Si no fuera por mis contactos que interceptaron este correo, nuestra familia estaría completamente arruinada!"

Eliza finalmente comprendió la fuente de la audacia anterior de Millie. ¡Así que este era su plan!

"Papá, gracias a Dios que lo detuviste a tiempo", intervino Eliza. "¿Qué haría esta familia sin ti?" Miró a Millie con pura satisfacción.

Linda también estaba asombrada en su interior. Se adelantó sin demora. Le frotó la espalda a Jed y actuó como la esposa leal. "Jed, no pierdas la calma", le pidió. "No vale la pena dañar tu salud por una desgraciada como ella."

Jed miró el rostro de Millie. El asco llenó su expresión.

"Al principio, hacer que Millie se casara con la Familia Elliott era solo una medida temporal", declaró. "Siempre y cuando cooperara sin causar problemas, podría encontrar rápidamente una manera de ayudarla a escapar del control de Aiden. ¡Pero ahora parece que no hay necesidad de eso! Es tan desagradecida. Casi provoca el colapso de la Familia Evans."

Los ojos de Linda ardían de satisfacción. Millie la había molestado durante años. Ahora que podían deshacerse de ella sin complicaciones, era sin duda obra del cielo.

No perdió tiempo. Gritó órdenes a los sirvientes. "¡Tú, allí!", ordenó. "¡Encierren a Millie de inmediato! En tres días, aunque tengamos que atarla con cuerdas, ¡la obligaremos a casarse! ¡Este compromiso entre nosotros y la Familia Elliott no debe romperse por su culpa ni un día más!"

Millie sintió cómo la desesperanza total la invadía. Jamás imaginó que, a pesar de todos sus esfuerzos, aún no podría escapar del destino de casarse con Aiden.

¿Realmente todo iba a desarrollarse tal como ellos querían? ¿Acaso no le quedaba ni una última oportunidad para luchar?

En ese momento, el mayordomo entró corriendo. Estaba en pánico. "¡Es terrible, señor Evans!", gritó. "¡Un grupo de hombres vestidos de negro ha irrumpido en la propiedad! Nuestra gente no puede detenerlos."

El rostro de Jed cambió al escuchar eso. "¿Qué?", exigió. "¿Quién se atreve a irrumpir en nuestra casa? ¡Llama a la policía! ¡Hazlo ahora mismo!"

Pero antes de que el mayordomo pudiera hacer la llamada, un grupo de hombres vestidos de negro irrumpió. Entraron como un tornado. Rodearon a todos los presentes.

"¿Quién es Millie Evans?", preguntó uno de ellos. "Somos enviados por la Familia Elliott. ¡Venga con nosotros de inmediato!"