Capítulo 6 ¿De verdad fuiste y te casaste

Colton se detuvo, sintiendo la tensión que se acumulaba en el aire.

La forma en que Adelina se puso rígida, sin embargo, le dejó claro que ella había malinterpretado completamente sus intenciones.

Con deliberada tranquilidad, siguió aflojando los botones de la camisa, cada movimiento cargado de una arrogancia provocadora.

Paso a paso, cerró la distancia entre ellos. La cálida luz de la lámpara trazaba las líneas definidas de su cuerpo mientras la tela caía, para revelar músculos lisos. Sus dedos, largos, firmes y seguros, solo intensificaban el atractivo de su magnetismo silencioso.

La visión de él desnudándose tan despreocupadamente hizo que los pensamientos de Adelina se agitaran. El calor subió por sus mejillas y su pulso latía con fuerza contra sus costillas. Se quedó paralizada, con la mente confusa por la súbita intimidad, demasiado nerviosa para hablar.

Colton se inclinó hasta que su aliento rozó la concha de su oreja y, su voz baja y sin prisa, murmuró: "Tú eres mi esposa". murmuró, con un toque perverso en su tono: "¿Qué crees que estoy a punto de hacer... hmm?".

El lento calor de su aliento se deslizó por su piel, dejando su lóbulo sonrojado de un suave rosa.

Aunque su pulso se aceleró, obligó a su voz a mantenerse firme. "Solo porque estemos casados no significa que ya hayamos llegado a ese punto. Apenas nos conocemos, así que no te hagas ninguna idea".

Una sonrisa torcida se curvó en la boca de Colton. Estaba claro que se divertía con el tono nervioso de ella.

Decidiendo jugar un poco con ella, ignoró su advertencia y se acercó todavía más, dejando que la tensión se estirara entre ellos.

El corazón de Adelina latía con fuerza contra sus costillas, cada centímetro de ella convencida de que estaba a punto de reclamar su boca. Sus pestañas se cerraron de golpe antes de que pudiera detenerse.

Entonces, su voz, sin prisa, perezosa y exasperantemente tranquila, atravesó el silencio: "Relájate. Solo voy a darme una ducha".

La presión en el aire se deshizo de inmediato.

Adelina parpadeó mientras Colton desaparecía por la puerta, y un suspiro tembloroso escapó de sus pulmones.

¿Qué demonios había estado pensando hace un momento?

En el baño, el vapor tibio se enroscaba mientras el agua caía en cascada sobre sus anchos hombros.

Su respiración se volvió más pesada y, bajo la luz tenue, las gotas de agua brillaban al resbalar por su piel. Lo que había comenzado como un juego de seducción se había vuelto en su contra, despertando un hambre que no tenía intención de satisfacer.

Cuando finalmente cerró la llave, el silencio inundó el baño por un instante, hasta que su teléfono vibró sobre el mármol de la encimera.

Lo tomó y contestó, con la voz aún ronca: "¿Hola?".

Hubo una pausa nerviosa al otro lado de la línea. "Eh..., señor Clark", balbuceó Jorge.

La voz que escuchaba casi a diario, aunque familiar, sonaba... diferente ahora.

Tenía un calor, algo bajo y peligroso que le erizó la piel.

Jorge salió de su aturdimiento y se apresuró a dar su informe: "Señor Clark, investigué a los miembros principales de la familia Shaw, como pidió. Son cinco en total: la abuela, que está en el hospital, el padre, la madre y dos hijas: la mayor, Adelina, y la menor, Lainey".

Vaciló un instante antes de añadir en voz baja: "Además... Adelina no es hija biológica de la pareja Shaw. La menor, con la que acaban de reunirse, lo es".

Colton soltó un "hmmm" bajo e indescifrable.

Aquel sonido hizo que se le erizara el vello de la nuca a Jorge y una sospecha se apoderó de él. ¿Acaso su jefe estaba... realmente interesado en una mujer?

El recuerdo de su conversación anterior le vino a la mente: el señor Clark había mencionado de pasada que ya tenía a alguien en mente para casarse y, justo después, ordenó esta investigación. Jorge soltó sin más: "Señor Clark, espere... no me diga... ¡¿de verdad te casaste?! ¿Tu esposa es una de las señoritas Shaw? ¿Están juntos ahora mismo? ¿Debería... eh... enviar algunos condones?".

Colton soltó una respiración lenta y controlada, presionando sus dedos contra su sien. "Cállate".

La llamada terminó con un clic seco. Se apoyó contra los fríos azulejos, su pecho subiendo y bajando con cada respiración constante mientras sus puños se apretaban inconscientemente a los costados.

Poco después, salió del baño envuelto en un impecable albornoz blanco, recuperando su habitual aire de arrogancia despreocupada.

Cruzó la silenciosa sala y encontró a Adelina profundamente dormida en el sofá, sus pestañas proyectando tenues sombras sobre sus mejillas.

Se había acurrucado sobre sí misma, con los brazos rodeando su cuerpo, como si el agotamiento finalmente la hubiera arrastrado sin oponer resistencia.

El vestido rosa pálido se ceñía a su figura; su tela transparente rozaba la piel lisa, ciñéndose a la cintura para trazar las suaves líneas de su cuerpo.

La mirada de Colton se detuvo, un calor agudo recorriéndolo mientras tragaba con fuerza. Ese deseo inquieto que había intentado sofocar en la ducha volvió a agitarse, enroscándose bajo y peligroso en su interior.

Se obligó a controlarse, diciéndose que solo iba a despertarla para ofrecerle la cama.

Pero en el instante en que las yemas de sus dedos le rozaron el hombro, su mano salió disparada en sueños y le sujetó la muñeca con una fuerza sorprendente.

Un pequeño y entrecortado susurro escapó de sus labios: "Por favor... no... no quiero casarme. No dejes de pagar el tratamiento de mi abuela, por favor...".

Su aliento se detuvo. ¿De qué demonios estaba hablando?

¿No quería casarse? ¿El tratamiento de la abuela?