Pero aunque me duela aceptarlo, jamás tendría una aventura con ella y el porque de eso, es porque es demasiado eficiente y en más de una ocasión me ha salvado el trasero con contratos millonarios.
Y la Srta. Molina se ve que no es mujer de una sola noche y eso es lo único que puedo ofrecerles a las mujeres, solo una noche.
Suelto un suspiro cansado, al saber que tendré que verle la cara a mis hermanos.
No tengo una buen relación con ellos que digamos, ni con mi padre, la única persona que me importa de mi familia, es mi madre.
Somos cinco hermanos, yo soy el tercero de ellos, por decirlo así, el de en medio.
Mi padre siempre nos educó para ser implacables en los negocios y en todo lo demás, lo consiguió, pero solo con migo.
Soy el vivo retrato de mi padre.
Mis hermanos jamás se interesaron en las empresas de la familia, lo único que les interesa es que cada mes haya una fuerte suma de dinero en sus cuentas.
Así que me tocó a mi tomar las riendas de las empresas y de la familia, y lo he hecho mejor que nadie, hasta mejor que mi padre.
Mi nombre es Maxwell King y tengo la edad de 30 años, soy por decirlo así, uno de los solteros más codiciados del país, joven, guapo y millonario.
Mi padre piensa que ya es hora de que siente cabeza y le dé un heredero a la familia King.
Y para el, la mejor opción es Sara miller.
Suelto un bufido.
Pienso en Sara Miller, con quien llevo una relación que se basa solo en el sexo, pero últimamente me está cansando, su maldita insistencia en querer que me case con ella.
Sara siempre ha sabido que no soy hombre de una sola mujer y eso a ella jamás le ha importado con quien me acueste cada noche.
Por esa razón, no se el porque de su maldita insistencia con que me case con ella, si ella sabe perfectamente que eso jamás pasará.
Siento como me empieza a dar migraña al pensar en Sara y en que pronto veré a los inútiles y buenos para nada de mis hermanos.
Me masajeo la sien tratando de aminorar un poco el malestar y observo la caja de galletas que dejó aquí la Srta. Molina.
Miren que decir, que me las dejó para que se me endulce la vida.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar como me pisó el pie.
Aún duele como el infierno, pero me encanta verla así tan enojona.
No pude resistirme el no tocarla, verla con ese vestido que se amoldaba perfectamente a cada una de sus curvas me enloqueció.
Observo la caja de galletas, y no puedo resistirme más.
Aunque no soy mucho de comer estas cosas, me decido y las pruebo, me llevo una galleta a la boca.
Siento como mi boca se inunda al sentir el sabor del chocolate.
¿Así sabran sus labios?, me pregunto.
¡Por Dios Maxwell!
¿Qué estupideces piensas?, me recrimino, pero a decir verdad siempre he sentido la necesidad de probar sus labios.
Mejor hago a un lado esa caja de galletas, no vaya hacer que cometa una estupidez por andar pensando si así sabran sus labios.
Sigo haciendo mi trabajo y observo la hora en mi reloj y me doy cuenta que ya es hora de la reunión con los accionistas.
¿Porqué no habrá venido esa chiquilla a decirme que ya es hora de la reunión?, me pregunto.
Espero por unos minutos y nunca que entra por esa puerta, suelto un suspiro cansado y me levanto de mi silla y camino hacia la puerta y al hacerlo veo a la Srta. Molina saltando muy feliz, sonrio de medio lado al verla y me doy cuenta que habla por teléfono.
Seguramente lo que le están diciendo la puso muy feliz, pienso
Veo sus pies y me pregunto....
¿Cómo diablos hace la Srta. Molina para saltar con semejante zapatos?.
Debería ser un delito usar esas cosas en los pies.
Mi sonrisa se borra al escuchar.
-Esta bien cariño, nos vemos en la noche, te amo.
No sabía que la Srta. Molina tuviera a alguien en su vida, pero con lo hermosa que es, no lo dudo.
Pensar que haya alguien en su vida hace que los celos y la ira me invadan por completo.
Observo que la señorita Molina me observa y se pone pálida al hacerlo.
-A mi oficina – hablo con enojo.
Veo como se muerde el labio inferior y ese simple gesto me descoloca totalmente.
La Srta. Molina camina hacia mi oficina y voy tras de ella, se para frente a mi escritorio y camino hasta donde está mi silla y me siento.
La observo a los ojos y me pierdo en el azul de sus ojos.
-¿Necesita algo señor? - pregunta y ahí me doy cuenta que no sé para que diablos la mandé a llamar.
Me quedo como estúpido observándola y pensando que puedo inventarme para salir de esto.
Hasta que escucho que suena su teléfono nuevamente.
La Srta. Molina saca su teléfono nuevamente y me preguntó, si, ¿será ese el tipo al que le dijo te amo?
Siento como un dolor me recorre la mano y me doy cuenta que la tengo hecha puño, haciendo demasiada presión.
¿Pero qué diablos me pasa?, pienso.
-Es hora de la reunión con los demás accionistas señor.
La voz de la Srta. Molina me trae de vuelta a la realidad.
- ¿Ya se encuentran todos? - pregunto tratando de olvidar lo que me está pasando.
- Si señor ya todos se encuentran en la sala de juntas.
Asiento me pongo de pie y me pongo nuevamente el saco.
Salgo de la oficina y veo a la Srta. Molina caminar atrás de mi, veo que toma algo de su escritorio y me sigue nuevamente.
Puedo sentir como mis sentidos se llenan del olor de su perfume.
Cierro los ojos por unos segundos deleitandome con su aroma.
Llegamos a la sala de juntas y veo que ya se encuentran los inútiles de mis hermanos y mis abogados.
Camino a sentarme a mi lugar y escucho como la Srta. Molina saluda a mis hermanos y a mis abogados con educación.
Mis abogados la saludan pero mis hermanos la ignoran como si no hubieran escuchado.
Voy a llamarles la atención hasta que recuerdo que siempre que ella me saluda, jamás le respondo.
Recordar eso, hace que sienta tanta vergüenza de mí mismo.
Veo a la Srta. Molina de pie, esperando atenta alguna de mis órdenes.
- Tome asiento Srta. Molina.
Veo como todos me observan y veo a la Srta. Molina verme con asombro y algo de enojo, pero rápidamente cumple con mi orden.
Va a sentarse en una de las sillas que se encuentran lejos y se detiene cuando hablo nuevamente.
- ¿A dónde va Srta. Molina?
- Voy a sentarme señor.
- Ya sé que va a sentarse Srta. Molina, pero no ahí - veo que no entiende a lo que me refiero.
Veo a mi hermano Jose Carlos y le digo.
- Levante de ahí.
- ¿Qué? - pregunta
-Que te levantes de ahí.
- ¿Quieres qué le de mi lugar a tu gata? - escuchar como se refiere a la Srta. Molina hace que me hierva la sangre.
Escucho como mis hermanos ríen por como el imbecil le dice.
Voy a levantarme de mi silla pero su dulce voz me detiene.
-No se preocupe señor, puedo sentarme en cualquier lugar.
La observo desde mi lugar, jamás había sentido esta necesidad de protegerla.
Observo a mi hermano quien me ve con burla y le digo.
-Si no te levantas de esa maldita silla en 5 segundos, llamaré para que cancelen todas tus tarjetas José Carlos y sabes que lo hago así que no me tientes y ya llevo 3.
Veo que se levanta con enojo y camina a sentarse en otra silla.
Observo a la Srta. Molina y veo que se encuentra parada.
- Tome asiento Srta. Molina.
-No era necesario que hiciera eso señor - escucho que habla con enojo.
- CARAJO, HE DICHO QUE TE SIENTES AURORA - le grito y me arrepiento al instante al ver el pequeño salto que da por el susto.
Veo que se sienta en la silla pero puedo ver que esta con el ceño fruncido, si supiera como me encanta verla así de enojada.
Empiezo la reunión y puedo ver como mis hermanos ven a la Srta. Molina como si fuera un insecto que merece ser aplastado.
Que ni piensen mis hermanos que se van a meter con ella, porque antes de que pase eso, los dejo a todos en la calle.
Tenso la mandíbula al ver como ella jamás me mira, solo está con la mirada en otro punto como si ver la pared fuera lo más interesante.
La reunión sigue su curso pero realmente no presto atención de lo que hablan, mi mente está en otro lugar o más bien en otra persona.
Vuelvo a la realidad hasta que escucho que me habla uno de mis abogados.
- ¿Señor King se encuentra bien? -Asiento y me pongo de pie rápidamente.
- Retomaremos la junta otro día.
Salgo rápidamente de la sala de juntas, a lo lejos escucho a mis hermanos maldecir.
Escucho los pasos de la Srta. Molina caminar tras de mi.
Llego hasta mi oficina y antes de entrar digo.
-A mi oficina – ladro y entro
Escucho como la Srta Molina suelta un suspiro cansado y me responde.
– Como ordene señor – entra a mi oficina.
Se para frente a mi escritorio, esperando que hable.
La observo con enojo al saber que esta noche se verá con un hombre.
Tengo que impedir que sea vea con ese imbecil que me la quiere quitar.
– Necesito que revise la contabilidad de los últimos 3 meses, y lo quiero para mañana a primera hora – digo semejante estupidez.
Observo como abre los ojos por la tontería que le estoy pidiendo.
– Pero eso es imposible señor, me tomará toda la noche hacer eso – habla con enojo
– Pues más vale que empiece hacerlo desde ahorita – digo con una sonrisa burlona.
– Pero hoy no puedo señor, además es una estupidez que me pida hacer ese trabajo en una noche, cuando usted y yo sabemos que ese trabajo se tarda varios días en realizarse.
– Me tiene sin cuidado lo que piense Srta. Molina y si tenía planes para esta noche, pues más le vale que los cancele.
Puedo observar como cierra sus puños con enojo y me mira de forma amenazante.
Sin decir una sola palabra sale de mi oficina dando un portazo.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro al saber que no verá a ese imbecil, pero mi sonrisa se borra al recibir una llamada en mi teléfono.
Observo mi teléfono y en la pantalla puedo ver el nombre de Sara Miller.
- ¡Diablos!, esta mujer no se cansa – respondo de mala gana la llamada.
- ¿Qué quieres Sara?, sabes muy bien que no me gusta que me molesten cuando estoy trabajando.
- Hola amor, solo te llamaba para recordarte nuestra cita de hoy en la noche.
Detesto que me diga "amor" y ella lo sabe muy bien, pero como no quiero discutir en este momento solo le respondo.
-Paso por ti a las 7 - cuelgo la llamada antes de seguir escuchando su irritante voz.
Me levanto de la silla y me sirvo una copa de Whisky, camino hacia una de las paredes que es de cristal, donde se puede observar toda la ciudad.
Pienso en la Srta. Molina y en las locuras que he estado haciendo últimamente.
No puedo sacarme de la cabeza sus ojos, y lo que me hizo sentir al saber que tiene a alguien en su vida.
Llevo la copa a mis labios y la bebo de un sólo trago.
¿Qué me estás haciendo chiquilla?