El Contrato de mi Vida
img img El Contrato de mi Vida img Capítulo 5 QUINTO CAPÍTULO
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Capítulo 5 QUINTO CAPÍTULO

POR MAXWELL

Observo mi reloj y me doy cuenta que ya es la hora de salida.

Me pregunto, ¿cómo le estará hiendo a la Srta. Molina con lo que le pedí?

Seguramente ha de estar planeando como asesinarme por la tontería que le pedí.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al saber que sus planes se arruinaron.

Si pensaba que iba a permitir que ella se viera con otro, pues estaba muy equivocada.

Logro regresar a la realidad cuando escucho mi teléfono anunciar una llamada.

Busco mi teléfono y al encontrarlo, respondo la llamada sin ver de quien se trata.

- Amor te sigo esperando - escucho la voz de Sara en el teléfono.

- ¿Qué? - pregunto sin saber a que se refiere.

- ¿No me digas que olvidaste nuestra cita Amor? – recrimina

- No la he olvidado Sara.

- Pero ya son las 7:30.

Veo la hora en mi reloj y es verdad son exactamente las 7:30 de la noche.

¡Mierda!

Que rápido pasó el tiempo, pienso.

- Entonces cariño, ¿vendrás por mi o no?

Se me pasa por la mente cancelar nuestra cita, pero necesito sexo y mucho para poder sacarme de la mente a la Srta. Molina.

- Voy en camino Sara, solo tuve un pequeño contra tiempo, pero ya voy en camino.

- Te espero entonces Amor, no demores en llegar.

No respondo y cuelgo la llamada.

Me levanto de mi silla y voy por mi saco, lo coloco sobre mi brazo y con la otra tomo mi portafolio y camino hacia la puerta.

Al salir de mi oficina observo a la Srta. Molina con el ceño fruncido mientras mira la computadora.

Me doy cuenta que tiene encendida la fea y espantosa lámpara de color rojo chillón que adorna su escritorio.

Sonrio de medio lado al ver su espantosa lámpara.

Llego hasta su escritorio y me paro frente a ella, puedo observar como se tensa con mi simple cercanía.

– Que pase una buena noche Srta. Molina y no olvide que quiero esos registros a primera hora.

– Ahí los tendrá señor – responde sin despegar la vista de la computadora.

Suelto un resoplido y camino con dirección al ascensor, antes de entrar la voz de la Srta. Molina me detiene.

– Yo tambien le desearia que pasara una buena noche, pero eso sería mentirle señor, ojalá que lo que cene le dé diarrea.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al escuchar lo que me dice.

Entro al ascensor sin responderle, tardo un par de segundos hasta llegar al estacionamiento y camino hasta llegar a mi auto, lo abro y dejo mi saco y mi portafolio en el asiento de atrás.

Enciendo el auto y empiezo a conducir hasta llegar al departamento de Sara.

Unos minutos despues logro llegar al edificio donde esta su departamento.

Saco mi teléfono del bolsillo y marco el número de Sara, contesta al instante como si estuviera esperando mi llamada.

- Estoy abajo - no la dejo responder y cuelgo rápidamente.

Pasan un par de minutos y veo a Sara caminar hacia mi auto, suelto un suspiro cansado y bajo del auto.

Camino hacia la puerta del copiloto y la abro antes de que llegue Sara.

- Hola amor - me dice Sara y veo como trata de besar mis labios pero volteo rápidamente el rostro.

Observo la mueca que hace al ver mi reacción.

Sara sabe muy bien que no me gustan estas escenitas y menos en público.

Sube al auto y cierro la puerta, camino hasta llegar a mi puerta y subo.

Enciendo el auto y empiezo a conducir, puedo sentir la frustración de Sara pero eso es algo que me tiene sin cuidado.

- ¿A dónde iremos a cenar? - pregunta.

El lugar es lo que menos me tiene sin cuidado.

Hago un gesto como si en verdad estuviera pensando pero no lo hago.

- Podemos ir al restaurante Perch, la comida es realmente deliciosa en ese lugar.

Asiento y conduzco hasta llegar al dichoso restaurante, conduzco por unos 30 minutos y llegamos.

Bajamos del auto y caminamos a la entrada, nos dan una mesa que específicamente pide Sara.

Abro la silla y se sienta, veo la sonrisa que adorna su rostro al hacerlo.

Mujeres, con cualquier cosa se derriten, pienso....

Llega el mesero y nos pregunta que ordenaremos.

Pedimos las especialidad de la casa que no se que diablos es porque no le presté atención al mesero.

Nos sirven unas copas de vino mientras nos traen la cena.

Escucho a Sara hablar pero en realidad no le presto atención.

Mi cuerpo se encuentra aquí pero mi mente esta en otro lugar o más bien con otra persona.

Siento una mano ponerse sobre la mía y levanto la mirada y me encuentro con el ceño fruncido de Sara.

- ¿Amor te encuentras bien? – pregunta

- Si, estoy bien.

- Pues no lo parece, es como si quisieras estar en otro lugar y no aquí conmigo.

Quisiera responderle que si, que si quisiera estar en otro lugar que no sea este, pero me guardo mi comentario.

- No es eso, solo que tengo mucho trabajo.

- Pues esta noche haré que te olvides del trabajo amor.

Veo como me guiña un ojo y me sonríe de forma coqueta.

Antes hubiera funcionado ese guiño pero ahora no me produce nada.

Me remuevo incomodo en mi asiento, al no sentir ni una pequeña erección.

No se lo que me pasa, yo no soy así, antes hubiera saltado encima de Sara y la hubiera hecho mía como un perro en celo, pero ahorita no, no siento ni un ápice de deseo hacia ella.

Agradezco mentalmente al ver al mesero acercarse con nuestra orden.

Empezamos a comer y hago mi mayor esfuerzo por tener una conversación con Sara.

Pero de un momento a otro desvío mi mirada hacia la entrada del restaurante y observo un diminuto vestido dorado que atraía las miradas de todos los hombres del lugar y ahora incluyendo la mía.

No podía quitar la mirada de la portadora de ese pedazo de tela, porque eso era ese vestido, solo un pedazo de tela.

Noto como la portadora de ese deslumbrante vestido se voltea y siento como la respiración se me atasca en la garganta.

Pero, ¿qué Mierda hace esta mujer aquí?

No podia creer lo que veían mis ojos.

¿Acaso no dejé a esta mujer trabajando?

Esa mujer, no era cualquier mujer o mejor dicho no era ninguna desconocida para mí.

Dado que era la Srta. Molina, mi altanera y desafiante secretaria, aquella que era modesta para vestir.

Y ahora se atrevía a ponerse, solo ese trapo que apenas le cubría un poco el trasero.

Subo la mirada y me quedo mirando fijo la cima de sus pechos que se asoman de forma sensual en la prenda.

Pero ahora pasaba frente a mis ojos con un vestido que se amolda perfectamente a sus delicadas curvas y eso no es lo peor, lo peor es que iba con un tipo tomada de la mano.

Sentia como el enojo, la furia y los celos me inundaban al verla con otro hombre tomada de la mano.

Pasa por mi mesa si tan siquiera darme una mirada.

Giro mi cabeza en su dirección y veo como su cabellera rubia se mueve a cada paso que da, haciéndola lucir como un hermoso espejismo.

Veo como delicadamente hace a un lado su cabello y puedo ver perfectamente como queda expuesta la piel de su espalda, dejando a la vista algunos tatuajes.

Bajo mi mirada y santos cielos, pero que culo tiene esta mujer.

- Podrías disimular aunque sea un poco - escucho la voz molesta de Sara.

- ¿Disculpa? - pregunto con un tono de molestia en mi voz.

- Que podrías disimular un poco Maxwell, solo te faltaba besar el piso por donde pasó esa mujer.

- ¿A qué viene esta escenita de celos Sara? – pregunto con el ceño fruncido.

- A que no me gusta compartir lo que es mío – suelto una risa sarcastica

- A ver cariño, creo que se te está olvidando que tú y yo no somos nada, así que no tienes ningún derecho a cuestionarme nada, solo eres la mujer con quien comparto la cama por unas horas, así que no te sientas con el derecho de sentirte mi dueña, porque no lo eres Sara, así que si te gusta bueno si no podemos dejar de vernos, tu decide.

Veo su rostro y se que le hirieron mis palabras, pero es mejor recordarle las cosas para que no se haga estúpidas fantasías en su cabeza.

- Eres un infeliz Maxwell.

- Lo sé cariño, se que soy un infeliz desgraciado, pero jamás te prometí que serias la única en mi vida.

Veo a Sara levantarse muy enojada de su silla.

- Cuando te aburras de coger con esa chica vendrás a buscarme para que vuelva con tigo Maxwell.

- Y, ¿Quién dice que solo la quiero para coger Sara?

Me sorprenden las palabras que salen de mi boca pero ya no puedo retractarme de lo que dije.

Veo como el rostro de Sara se llena de furia, y me sonríe falsamente.

- Eso ya lo veremos Max, ya lo veremos.

Se da media vuelta y sale furiosa del restaurante.

Suelto un suspiro, pero de alivio al saber que me quite de encima a esta mujer.

Pero ahora que lo pienso fue una mala idea dejar ir a Sara, porque ella era la única que podía ayudarme a sacar de mi mente a la Srta. Molina.

- Aurora - digo en voz baja, saboreando entre mis labios su nombre.

Como si la llamara con el pensamiento pasa por mi mesa ignorandome por completo.

¿Acaso no se ha dado cuenta que estoy aquí?

¿Tan feo soy para que me ignore?

La veo caminar hacia el tocador y puedo ver que todos la observan a cada paso que da.

Observo como todos los hombres la ven como si la estuvieran desnudando con la mirada y siento como la ira me embarga.

Me levanto de mi silla y camino tras de ella.

Observo como entra al tocador, espero un par de minutos y cuando veo que es seguro entro.

Al entrar miro a la mujer de mis pesadillas verse al espejo mientras se aplica labial, no se ha dado cuenta de mi presencia.

Termina de Maquillarse y empieza a guardar su maquillaje en su bolso, me paro atrás de ella.

Termina de guardar sus cosas y levanta el rostro encontrándose con mi mirada en el espejo.

Se da la vuelta rápidamente y observo como frunce el ceño.

– Este es el baño de mujeres, el de hombres es al otro lado – dice caminando por mi lado.

La tomo del brazo con algo de fuerza y observo como se zafa de forma brusca de mi agarre.

– ¿Qué Mierda haces aquí? – pregunto gritando

– ¿Perdón? – pregunta con el ceño fruncido

– ¿Qué Mierda haces aquí Aurora?, te di una maldita orden – grito.

– En primer lugar no me grite, que no estoy sorda, en segundo lugar, esta ya no es hora de laborar, así que no sea un maldito tirano y número 3, los registros que pidió ya se encuentran en su escritorio – dice con una sonrisa altanera en el rostro.

– ¿Quién es ese tipo con el que vienes? – pregunto molesto.

Observo que me sonríe con malicia y me responde.

– Eso a usted no le importa, le recuerdo que es mi jefe no mi dueño para decirle con quien me relaciono.

– No me hagas enojar Aurora, no me quieres ver molesto – digo con los dientes apretados.

– Huy que miedo – dice fingiendo miedo – si verlo amargado es mi diario vivir – dice saliendo del tocador y dejándome como estúpido ahí parado.

Tardo un par de segundos y salgo pero al hacerlo me encuentro a una señora que me mira totalmente enojada.

– Estos jóvenes de hoy en día ya no respetan ni a su madre – dice la señora con enojo.

Salgo del tocador ignorando su comentario y trato de alcanzar a Aurora pero observo que llega hasta donde se encuentra el imbecil que la acompaña.

El tipo se levanta de su silla y veo como intercambian algunas palabras.

Frunzo el ceño al ver como el tipo se acerca a ella, la toma por la cintura tocando a su paso la piel desnuda de su espalda.

Siento como me hierve la sangre al ver al tipo acariciarle el rostro y juntar sus labios con los de ella.

Aprieto mis puños con demasiada fuerza y puedo sentir como mis uñas se me entierran en la piel.

¿Cómo se atreve ese infeliz a besarla?

Separan el beso y observo como ella le sonrie con ternura al tipo.

Nunca antes la habia visto sonreir de esa forma.

¿Porqué tiene que ser tan descarada?

Los observo caminar hacia la salida.

Dejo unos billetes en la mesa y hago la peor estupides que se me ocurre.

¡Los sigo!

Los veo subirse en el auto de Aurora y a los pocos segundos veo como el auto se empieza alejar.

Subo a mi auto y los empiezo a seguir.

- ¿Pero qué mierda estas haciendo Maxwell? - me pregunto viéndome por el retrovisor.

Se que es una pregunta sin respuesta la que me hago.

Sigo conduciendo por unos minutos más y veo el auto entrar al estacionamiento de un antro.

Estaciono mi auto un poco alejado del antro no quiero que nadie se de cuenta la estupides que estoy haciendo.

¿Qué podría decir si alguien me ve?

Que espio a mi sensual secretaria que me trae al borde la locura.

¡Pff!

Quedaría como un loco enfermo si alguien escuchara eso.

Bajo de mi auto y camino hacia el antro, hago una mueca al escuchar tanto ruido en este lugar.

Veo a muchos chicos bailar y a otros casi tener sexo en los rincones del antro.

La busco con la mirada pero no la encuentro, camino hacia la barra a pedir un trago.

Se me acerca la bartender.

- ¿Qué te sirvo guapo? – pregunta

- Whisky en las rocas por favor – asiente y se va a preparar mi trago, y, observo todo el lugar.

-Tu trago guapo – asiento y antes de irse la bartender me guiña un ojo.

En otras circunstancias no hubiera desaprovechado los coqueteos de esta hermosa chica.

Pero por ahora no me llama la atención otra chica que no sea Aurora.

Sigo observando el lugar hasta que me encuentro a la portadora de ese diminuto vestido bailando.

Dejo de respirar al ver los movimientos que hace con su cadera.

¿Pero qué hace esa mujer bailando con ese pedazo de tela?

¿Acaso no se da cuenta que se le ve el culo?

Veo al mismo tipo del restaurante acercarsele por detrás, la toma por la cintura y la acerca hacia su cuerpo.

Veo como ella le restriega su culo por toda su entre pierna.

Acerco mi copa a la boca y la bebo de un sólo trago, siento como quema el liquido al pasar por mi garganta.

¿Pero cómo mierda se atreve ese enfeliz a tocarla?

Pero sobre todo, ¿cómo deja ella que ese tipejo la toque?

¿Acaso quiere que me convierta en asesino?

                         

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