Capítulo 9 Me arrodillaré y te llamaré papá

Brian tragó en seco. La tarea que le proporcionaba Carlos... Y ahora, el Grupo Megatitan... No pudo evitar preguntarse por la verdadera magnitud de la fortuna familiar, y era algo tan abrumador que ni siquiera se atrevía a imaginarlo.

"¿Señor Tennant?", insistió Tomás, sacándolo de sus pensamientos.

A Brian le pareció demasiado ostentoso que el hombre viniera hasta la escuela solo para verlo. Así que respondió: "No, no hace falta. Pasaré por el Grupo Megatitan más tarde".

Brian no tenía la llamada en altavoz, así que los demás no sabían con quién hablaba. Pero sí escucharon que mencionó al Grupo Megatitan.

"¿El Grupo Megatitan? ¿No es esa la compañía financiera más grande de la ciudad? ¿Crees que puedes ir allí sin más?".

"Kim ha estado muy ocupado con su celular, seguro está cerrando un trato. Brian debe de haberse puesto celoso y por eso ahora se hizo pasar por un gran jefe".

"¿De qué hablas? ¡Claro que es un jefe! ¡El jefe de los recogedores de botellas! ¡Ja, ja, ja!".

Todos estallaron en carcajadas y comenzaron a señalarlo.

Pero Brian, ajeno a sus burlas, continuó comiendo.

Poco después, la cena terminó. Todos se sentían inexplicablemente llenos, a excepción de Kim.

Las miradas se volvieron hacia Brian con expectación.

Era el momento que tanto habían esperado.

Juana, que no podía esperar a ver cómo se desarrollaba la escena, le dijo al mesero en voz alta: "¡La cuenta, por favor!".

El mesero asintió y de inmediato les llevó la cuenta, dejándola entre Kim y Brian.

"Buenas noches, espero que hayan disfrutado la cena. El total es de doscientos cincuenta mil dólares". El mesero, al dejar la cuenta frente a ellos, continuó: "Son ciento veinticinco mil dólares por persona. ¿Pagarán en efectivo o con tarjeta?".

El rostro de Kim se puso pálido como un fantasma al escuchar la cifra.

Momentos antes, ya le había pedido dinero prestado a una docena de personas.

Con lo que había logrado juntar, incluyendo su mesada, apenas llegaba a ochenta mil dólares. ¡Todavía le faltaban más de cuarenta mil!

Apretando los dientes con rabia, Kim tomó una decisión: ¡Se negaba a pagar el alcohol!

Sin embargo, nadie notó la expresión sombría en el rostro de Kim, pues todos estaban demasiado ocupados esperando la inminente humillación de Brian.

Kim se puso de pie, dispuesto a anunciar que Brian tenía que pagar el alcohol él mismo, pero Juana se le adelantó. "¡Kim, paguemos la cuenta! ¡Vamos a demostrarle a este don nadie lo que es tener dinero de verdad!".

El rostro de Kim se puso lívido. No pudo evitar maldecir en su corazón a la chica por ser una maldita idiota. ¿Acaso creía que el dinero llovía del cielo?

Pero antes de que pudiera protestar, los demás se sumaron con entusiasmo: "¡Sí! ¡Para que aprendas cómo es la gente con dinero de verdad, Brian!".

Kim se sentía cada vez más desesperado. Estas personas estaban cavando su tumba.

Pero no podía admitir que no le alcanzaba el dinero. No, eso sería demasiado humillante.

Tras devanarse los sesos en busca de una solución, Kim decidió dejar que Brian pagara primero. Cuando todos vieran que el otro no podía hacerlo, él aprovecharía para armar un escándalo.

Solo así lograría librarse del problema.

Con una sonrisa maliciosa, dijo: "Brian, paga tú primero".

Brian sonrió y, agitando la mano con desdén, respondió: "No traje mi tarjeta...".

Todos estallaron en carcajadas antes de que pudiera terminar de hablar.

"¡Lo ven! No tiene ni un centavo y aun así se las da de rico. ¿Está loco o qué?".

"¿Saben lo que les pasa a los que no pueden pagar? Se quedan a lavar platos. Eso no suena tan mal para alguien como tú, ¿verdad?".

"¡Ja, ja, ja! ¿De verdad creen que este idiota puede pagar su deuda lavando platos? ¡El hotel no se lo permitiría ni aunque quisiera!".

Las duras burlas no le importaron. Se puso de pie y comenzó a desabrochar su mochila, diciendo con ligereza: "No traje la tarjeta, pero sí traigo algo de efectivo".

Técnicamente, no mentía. Comparado con el dinero que guardaba en su bóveda privada, quinientos mil dólares no eran nada.

Cuando todos oyeron esto, las risas burlonas se volvieron aún más fuertes.

Uno de los chicos dijo en broma: "Si tienes suficiente efectivo para pagar tu parte, ¡me arrodillo en el acto y te llamo papá!".