La ejecución de la Emperatriz; Ela Esmeralda.
El suelo se sentía frío y desolado; pues no se esperaba mucho de las cárcel del castillo real, a lo lejos se podía escuchar las campana tocar, en el largo pasillo se podía escuchar un trote pausado y elegante. La guardia real venia por ella; las puerta de su celda se abrieron escuchándose un horrible sonido metálico, el caballero la miro con dolor y lastima por su condena. Encadenada camino con la frente en alto hasta llegar a el carruaje donde la llevaría a la plaza en donde se llevaría a cabo su ejecución.
Hace unos día atrás era tan feliz, ahora no se explica de que la acusa ni tampoco se explicaba de como su familia termino igual que ella, con una muerte tan desagradable. Pero todo eso fue por esa persona, un hombre que decía amarla a la primera oportunidad de deshacerse de ella la tomo y la mando a la muerte. El camino se hizo corto, mientras en su mente no había nada por lo que había de arrepentirse. Las personas que vean el carruaje se lamentaba de la emperatriz, pues durante su gobierno brindo no solo un servicio a los nobles sino que también a los niveles más bajos de la sociedad, las plaza estaba llena de persona devotas a ella otras no tanto pero quería presenciar la caída de una de las más grande Emperatriz.
El carruaje se estaciono en el centro, mucho de los caballeros tuvieron que ponerse a su alrededor para que la gente no interfiriera durante la caminata de la emperatriz a su ejecución, la gente lloraban pidiendo clemencia por ella. Camino hasta llegara a la tarima de ejecución, Ela Esmeralda Darcis. Ella caminaba con tranquilidad hasta la piedra en donde debía arrodillarse y poner su cuello, miro a su ex esposo el emperador que estaba en compañía de su nueva esposa, mirándola con malicia pura en sus ojos una sonrisa de victoria en sus labios. Ela con la frente en alto se arrodillo en la roca puso su cuello donde debía, mirando a su esposo sonriendo con arrogancia en sus labios.
Si hay una segunda vida no cometería el error de casarme con ese monstro.
El hacha del verdugo, cayo con dolor en el cuello de Ela, dejando su cuerpo despegado de su cabeza, Ela vivió su vida bajo el temor de perder todo. El tiempo se detuvo para el emperador que años después perdió la vida en la guerra de los mil soles bajo la espada de la Bestia del impero.