Capítulo 8 Comienza la pesadilla

Sebastian Ouyang? ¿Quién es él? '¡Espera, fue el hombre que tuvo sexo con ella!' De repente, la cara de Carol se puso pálida y estaba asustada.

Pero no quería que otros encontraran su fragilidad, por lo que fingió estar tranquila.

Retiró las flores, levantó a Lisa y se fue sin decir una palabra.

"Las flores deben ser recién recogidas. Supongo que son cien flores. Están bien embalados y valen mucho dinero. Supongo que serán suficientes para mi comida durante dos meses. Si se pueden convertir en dinero ... ¡Felicidades! Te topaste con el padre de azúcar. Es tu regalo ".

"He pagado."

"¡Eres tan amable, Carol!" Lisa le dio un abrazo.

"Vamos a vender las flores. Se acerca el día de San Valentín. Está a solo un día de distancia. Definitivamente serán famosos ". Lisa dijo suavemente, observando la expresión en la cara de Carol. Si ella no estuvo de acuerdo, entonces olvídalo. Ella no tuvo más remedio que aceptarlo.

Pero no hubo respuesta de Carol durante mucho tiempo. Cuando caminaron hacia la calle afuera, ella dijo: "Está bien, ¡lo que quieras!"

Estas palabras emocionaron a Lisa.

Por la noche, dos hermosas chicas aparecieron en la calle vendiendo rosas. "Vendí flores. Veinte cada uno. Es muy barato." Lisa dijo en voz alta.

Pronto llegó un gran grupo de personas, todos hombres. "Señorita, las flores son tan hermosas". Alguien dijo. "¡Quiero dos!" Dijo otro hombre.

"Quiero diez".

"Señorita, lo compré y se lo di, ¿de acuerdo?" El hombre lo dijo, lo que dejó a Carol sin palabras.

"Todo bien." La cara de Lisa estaba tan roja como el horizonte cuando recibió el dinero.

'¡Oh Dios mío! ¡He ganado mucho! Estos fueron sus gastos de subsistencia durante un año. Lisa pensó. De ninguna manera. Al ver que las rosas estaban a punto de agotarse, Lisa inmediatamente cambió el precio. "No queda mucho. Cambiemos a cincuenta cada uno. ¡Cincuenta cada uno! Lisa actuó como un pequeño jefe.

"Quiero dos."

"Quiero diez". Alguien dijo.

"Estoy tan cansado. Pero eso está bien! Darle, señor ". Más de diez minutos después, todas las demás cosas se agotaron. Con decenas de miles de dólares en mano, Lisa se sintió tan dulce como la miel.

Miró hacia adelante y de repente tembló un poco. "Carol, mira en esa dirección".

"¿Qué?" Cuando Carol y sus amigas salieron del restaurante sin prisa y levantaron la vista, también quedaron atónitas.

Un fresco helicóptero plateado estaba estacionado en la playa frente al restaurante. El sol de la mañana brillaba sobre el cuerpo brillante, cubierto con una capa de halo. Los dos hombres al lado de Carol hicieron un gesto para pedirle que subiera. Pero los dos fingieron no entender sus palabras, doblaron una esquina, los pasaron por alto y se fueron. Las dos chicas cruzaron la playa y volvieron a su propia habitación. Planearon irse a casa después de ordenar sus ropas y cosas. Tan pronto como entraron en la habitación, una hermosa y entusiasta camarera vino a servirles. "No llamamos a ningún servicio de habitaciones. Gracias. "Carol dijo claramente que la camarera estaba cerrada afuera.

La camarera afuera de la puerta dijo: "El servicio a la habitación es del Sr. Sebastian Ouyang. Por favor aceptalo." Las dos chicas en la habitación lo ignoraron y resolvieron sus cosas. No mucho después, oyeron los pasos del camarero desaparecer. Cuando estuvieron listos, los dos llevaron sus mochilas y salieron, pero la persona frente a ellos los sorprendió. Carol apretó las cejas y sus manos estaban fuertemente unidas. '¿Por qué estas personas los perseguían todo el tiempo?'