Sin embargo, las últimas visitas al doctor la hicieron mantenerse más quieta de lo que la había visto todo aquel tiempo que estaba conmigo en el apartamento. El que yo la mantuviese quieta había adelantado y mejorado el proceso de recuperación, cosa por la que últimamente se había mantenido casi inmóvil.
Si las cosas seguían bien, dentro de dos semanas le quitarían el yeso, cosa que iluminó los ojos de Val cuando lo escuchó del doctor.
William no me había dado información de nada desde la última vez que fui a su casa. Por la mañana había recibido una llamada de él diciéndome que en cuanto pudiese ir a verlo lo hiciera. Quedamos en que sería esta noche, cosa que tuve que decirle a Val que era cuestión de trabajo.
El que Val me preguntara por el trabajo sabía que era porque la duda seguía carcomiéndola. Yo comenzaba a llegar a un punto donde las ganas de soltárselo me invadían cada noche que me preguntaba si trabajaría. Pero algo siempre me frenaba: las palabras de Jhon.
Parecía que entre más pasaba el tiempo más me preocupaban y me ponía ansioso de una manera incómoda el no saber nada. Incluso pareciese que me evitaba cada noche que jugaba para Stone. Cuando me regresaba al hotel siempre trataba de sacarle algo de conversación para llegar al tema, pero él siempre lo evadía con palabras secas hasta dejarme frente al hotel. Nada funcionaba. Parecía incluso que tuviese miedo de volver a hablar del tema.
Eso me hizo pensar en que quizá Stone si tenía algo que ver, después de todo era jefe de Jhon y por supuesto temería a que supieran que había comentado esas palabras de advertencia conmigo.
-No hay -dijo William apoyado en el escritorio mientras me extendía tres carpetas.
-¿A qué te refieres? -le pregunté frunciendo el ceño ligeramente, confundido de lo que se refería.
-Henry Bachelor, tiene casi todas las entradas de acceso de información bloqueadas -contestó mientras me miraba fijamente.
-¿Y los otros no? -pregunté haciendo referencia a los otros hombres de los cual también le había entregado información.
-Sí, pero fueron fáciles de acceder, Henry parece tener más seguridad. Se podría decir que es más discreto -contestó mientras tomaba las carpetas de sus manos y abría una de estas.
En esta dentro había información de los hombres a los que William había puesto su equipo a investigar. Información privada de posibles delitos que podrían condenarlos a unos cuantos años o meses de cárcel, nada nuevo: simplemente drogas o algunas estafas con empresas.
-No veo algo de lo que deba preocuparme tanto como Jhon me advirtió -dije escaneando las páginas para después mirar a William.
-Gabriel es ambicioso -comenzó a decir mientras me miraba fijamente y después se separaba del escritorio rodeando este-. Se ha involucrado en negocios para nada buenos, el tráfico de drogas no favorece en nada, es peligroso cuando estás involucrado en ese tipo de asuntos. Quizá este hombre que dices que es su guardaespaldas ha visto más de lo que debió hacer, y te está advirtiendo de algo.
-Yo no estoy metido en esos asuntos con Stone, se lo dejé muy claro en una ocasión -tensé la mandíbula recordando esa situación-. Tampoco él haría que me involucrase en eso, él solamente me quiere para jugar en sus casinos.
-Estos hombres son igual de ambiciosos que Stone, lo único que hacen es jugar con el dinero y dudo que haya algo más detrás de ellos -me dijo mientras miraba un punto fijo en el escritorio.
-¿Qué hay de Henry Bachelor? ¿No pudieron encontrar nada? -pregunté y este me miró fijo por unos segundos.
Dio la vuelta al escritorio, se acercó a un cajón y sacó una carpeta. La deslizó por el escritorio hasta mí y mirando a William la tomé dejando las otras sobre la madera. Abrí la carpeta mirando la información que yacía escrita ahí.
Nombre: Henry Bachelor
Edad: 47 años
Lugar de nacimiento: Chicago, Illinois
Ocupación: Negociador y administrador
Reside: Nueva York
Ingresos, presupuestos, etc.
-¿No encontraron nada de su hijo? -pregunté mirándole-. Se llama Alejandro.
-Fue todo lo que pudieron encontrar -señaló con la cabeza a la carpeta en mis manos.
Apreté los labios, respiré profundo y seguí leyendo lo que había en las páginas. La mayor parte solamente era información general. Venían ciertas de sus propiedades, entre ellas LAVO. Últimos negocios y tratos con otros hombres. Nada de lo que hubiese preocuparme.
Excepto una cosa.
¿Por qué no mencionaban nada de su hijo? Henry siempre parecía enorgullecerse de él. ¿Por qué solamente información general y muy breve? Se supone que un hombre como él, con tanto dinero y propiedades debería de tener más información expuesta. Pero, ¿por qué estaría escondiendo entonces? Probablemente exageraba y Henry solamente era un hombre como Stone, pero había algo más y lo sabía porque no me dejaba tranquilo la noche en que había vuelto a jugar contra su hijo.
Nada de lo que había pasado esa noche había sido completamente normal. Sabía que algo extraño pasaba, como si casi todo hubiese estado planeado. Dudé de cada decisión tomada esa noche, y aunque a veces trataba de convencerme en que era simple paranoia, no podía. El extraño presentimiento de que Henry no era de fiar en lo absoluto me atrapaba cada vez que podía.
-Necesito que busquen -dije sin mirar a William aún con la mirada fija en las páginas-. No confío.
-Tiene las entradas bloqueadas a cualquier acceso... -lo interrumpí.
-Es imposible que sólo haya esto sobre él. No dice nada de su hijo -cerré la carpeta dejándola caer sobre el escritorio frente a mí.
Del otro lado William me miraba con las palmas sobre la mesa, inclinado hacia adelante tratando de leer lo que pasaba por mi mente.
-¿Por qué piensas que puede haber algo más de él? ¿Por qué la insistencia en su hijo? -preguntó con cierta confusión y curiosidad.
-Sé que hay algo más, su actitud no me convence, siquiera sus movimientos. Las veces que he visto a Henry su actitud cada vez más es más insistente por ser un gran hombre, ¿por qué querría forzar tanto aquello? -esta vez fui yo quien se apoyó en el escritorio-. Tiene un hijo, del cual cada que puede demuestra enorgullecerse de él, aquí en estas páginas no hay absolutamente nada de él.
-Puede que no le interese del tanto que sepan que tiene un hijo.
-Es parte de la información general de una persona, sobre todo de personas como él. Tú conoces a los hombres de este mundo, William -repuse de inmediato mirándole serio-. A menos que no sea su hijo.
-Quizá no es su hijo -se encogió de hombros.
-¿Y por qué fingir que lo es? -le dije sonriendo de lado sabiendo que entonces entendería el dilema-. He visto a su hijo en cuatro ocasiones. Dos en el juego, jugando contra mí, y las otras dos en el club de su supuesto padre, acompañándole. Si es su hijo, ¿por qué oculta la información? Y si no lo es, ¿por qué fingiría que lo es?
-Pienso que estás tratando de ir más allá de lo que deberías de hacer, Nathaniel -comenzó a decir William pero negué.
-Cuando te digo que hay algo extraño detrás de todo esto, es porque lo hay. No estuviste la noche en que volví a jugar contra él y sé que hay algo -me separé del escritorio caminando por la habitación mientras me cruzaba de brazos-. ¿Por qué mentiría?
-Muchacho, cuando el guardaespaldas de Gabriel te dijo todo aquello, ¿temes a que se refiera que alguien quiera hacerte daño? -se incorporó rodeando el escritorio esta vez apoyándose en la parte frontal.
-Probablemente, no lo sé. ¿Por qué otra razón me advertiría? Podría ser, pero ¿por qué razón querría hacerme daño? -fruncí el ceño tratando de encontrar algo más.
-No estamos seguros de que sea Henry Bachelor quien quiera hacerlo, Nathaniel.
-¿Quién más entonces? No encuentro otra opción, los otros hombres que has investigado solamente los he visto en una ocasión y no hay razón más que haberles ganado en el juego para que quisiesen perjudicarme.
-¿Y Henry tiene una? -me preguntó y lo miré-. ¿Le has hecho algo a Henry Bachelor para que quiera perjudicarte? También le has ganado a él en el juego.
-No -contesté a su primera pregunta y después miré un punto fijo en el piso-. No que yo sepa -le miré deteniéndome en una de las esquinas de la habitación.
Nos mantuvimos callados y serios por unos segundos. Ambos pensando en más teorías y posibilidades. No podía estar tranquilo, mucho menos ahora que tenía en mi vida a alguien que realmente me importaba y por el que temía su seguridad.
-Puedo decirle al equipo que traté otras alternativas de investigación, pero no sé cuanto les tomaría. Conseguir esa información fue de un mes y medio maso menos, no sé cuanto les tarde conseguir más -me dijo apretando la boca.
Le miré, sin moverme. Necesitaba más, estaba más que claro que necesitaba más que aquello. Asentí ante su propuesta, miré hacia la puerta y después el reloj en mi muñeca.
-Necesito más -le confirmé y apretando la mandíbula-. Tengo que volver -le dije y este de inmediato me acompañó hasta la puerta.
Tenía inseguridades en aquel momento. Inseguridades por mí, por Val e incluso por mi trabajo. Tenía que empezar a evadir a Henry a toda costa, aún si no supiera lo que había detrás de todo eso.
Semanas después le quitaron el yeso a Valet. Casi se ponía a brincar de la emoción cuando salimos del hospital con ella caminando sin las muletas. Si no fuese por mí, seguro ya hasta se habría puesto a correr. Por supuesto que no podía hacerlo, pero no le faltaban ganas para hacerlo.
-¿Podemos ir a Central Park? Quiero caminar, podemos ir por un café -dijo emocionada mientras subíamos al auto.
Sonreí mirándola porque mirarla de esa manera me encantaba. Siendo tan parlanchina y emocionándose por cosas tan pequeñas. Me sentía aliviado de que la recuperación había sido rápida considerando el tiempo que debía permanecer con el yeso.
-Bueno, no -dijo de pronto y la miré antes de poder arrancar-. ¿Me puedes llevar a casa de Thiago? Quiero verlo -me preguntó de pronto cambiando sus expresiones.
Sabía que una parte de ella se sentía mal que ella estuviese mucho mejor de lo que su mejor amigo estaba. Él tardaría más en recuperarse, más con las lesiones que él había tenido. Estuvo a punto de romperse una costilla y fractura en una pierna, casi peor que Valet. Podía sonar egoísta, pero agradecía que hubiese sido él y no Val la que terminara así.
Acaricié su mejilla con mi pulgar me acerqué y le di un beso en la coronilla.
-Vamos -le dije y tomé de su mano para después arrancar.