Skyscraper © - Parte III
img img Skyscraper © - Parte III img Capítulo 4 NATHANIEL
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Capítulo 4 NATHANIEL

Había perdido el control por un momento. Todo lo que había aguantado desde hace mucho tiempo había podido liberarse al menos un poco cuando Valet pareció explotar diciéndome todas esas palabras que casi me hacían explotar también. Siquiera había pensado con claridad mis acciones, simplemente había decidido mandar todo a la mierda y dejarme llevar por aquel momento.

Tampoco sé como hice para controlar las ganas de querer hacer todo lo que pasaba por mi cabeza en ese momento. Mirarla de esa manera me había vuelto completamente loco y me había hecho casi delirar. En otra circunstancia seguramente habría parado, pero sus palabras me habían dado la luz verde para darme la satisfacción de poder al menos complacerla.

Me había prendido en cuestión de segundos con tan sólo notar como su cuerpo reaccionaba a mis roces y aunque ella me habría permitido llegar más allá, sabía que no podía ser así. No de esa manera y no esa circunstancia. Mi relación con Valet era mucho más diferente que todo tipo de relación que hubiese tenido antes. Primero por las circunstancias en las que nos habíamos conocido, la diferencia de edad que aunque a veces su madurez me sorprendía el hecho de que era menor que yo seguía ahí, su forma de ser y el hecho de que ella jamás hubiese estado con alguien más íntimamente.

Me habían molestado y cabreado sus palabras. ¿Cómo podía pensar que no la deseaba? Si me moría por tenerla en ese ámbito. Buscaba cualquier estúpido pretexto para siquiera tener un roce de ella. Era preciosa, ¿quién no podría desearla? Cualquier hombre en su santo juicio quedaría encantado con su belleza, yo lo estaba, y su forma de ser me hacía desearla aún más.

Teniéndola frente a mí con la respiración agitada y las mejillas sonrosadas después de ese orgasmo, me había hecho replantearme la idea de detenerme o seguir. Aunque me costó, decidí irme por la primera opción.

Por otro lado, ¿de verdad se sentía harta? Sus otras palabras respecto a que quería saber sobre mi trabajo me dejaron pensando después de que la llevé a la cama y me quedé ahí con ella hasta que se quedó dormida entre mis brazos. La miré quedarse dormida y después de minutos me levanté de la cama para salir de ahí, pero de nuevo sus palabras sonaron en mi cabeza.

La verdad es que sus palabras ya habían rondado en mi mente mucho antes de que ella me las dijera. ¿Cómo le explicaba que ni siquiera yo sabía que pasaba para tenerme así de tenso? El tema de Henry me tenía tenso, frustrado y preocupado. Incluso por ella. ¿Qué se suponía que tenía que decirle a Val? Parecía que la idea de confesarle lo de mi trabajo cada vez se alejaba más porque comenzaba a temer incluso por lo que podría pasar si ella lo llegaba a saber. ¿Se alejaría?

La cuestión no era en qué trabajaba, apostar no era que fuera malo del todo, muchas personas lo hacían. El problema era para quién lo hacía, para quienes lo hacía y qué hacían esas personas. Temía por lo que ella pudiese pensar y hacer de saberlo. Me había comenzado a importar mucho más rápido de lo que había pensado que haría.

Me había visto por las madrugadas despierto frente al piano. Quizá había sido evidente que no me encontraba del todo bien, pero ¿qué le iba a decir? Siquiera yo sabía por qué me encontraba de esa manera. Aún no tenía la suficiente información para preocuparme o no, pero por alguna extraña razón sentía que tenía lo suficiente para comenzar a hacerlo y dudar de todos. Había comenzado a ser más atento a los movimientos de todos: Stone, Jhon, las personas para las que trabajaba, sus guardaespaldas, Henry...

Lo había visto en otras ocasiones, no para jugar en su contra, más bien para conversaciones o reuniones con Stone. Al parecer el plan de el nuevo local que tendrían juntos en Los Ángeles seguía en pie, a lo que tenía entendido ya estaba por ser terminado. Me sorprendió la rapidez con la que habían sido capaces de construirlo, sobre todo estando ellos lejos de aquel trabajo. Pero claro, con dinero podían mover el mundo para hacer lo que quisiesen.

Estaba de nuevo frente al piano, apoyado en este mientras tomaba un vaso de whisky. Miraba los ventanales tratando de concentrarme en lo que tenía que comenzar a hacer para que Val pudiese estar cómoda y tranquila aquí. No quería preocuparle y mucho menos quería que se fuese.

Tenía razón, aquello que teníamos había sido bastante distante. Había prometido darle su espacio, lo había hecho pero mi cabeza estaba en otra parte y ella lo había notado. ¿Cómo le explicaba que temía por ella? Pensé que manteniendo un poco la distancia no podría caer tan rápido por ella como lo estaba haciendo, pero creo que había sido una pésima idea pues eso había hecho sentir mal a Val.

Trataba de reprimir todo sentimiento fuerte que comenzaba a sentir por ella, al menos a la velocidad que lo estaba haciendo. Y es que me era imposible cuando se trataba de ella. Cada día me tenía más encantado y me convencía de lo mucho que me gustaba. Comenzaba a quererla de una manera que me hubiese asustado de habérmelo dicho meses antes. Me hubiera reído.

-Nate -escuché su voz suave del otro lado, giré mi rostro para mirarla. Ahí estaba, fuera de la habitación mirándome con los ojos perezosos.

La miré, sin decir nada. Me había acostumbrada a verla en pijama la mayor parte del tiempo de recuperación. Estaba ahí descalza mirándome en espera de que dijera algo o de que ella lo hiciera.

-Hey, Tarzán -dije apoyado sobre el piano y extendí uno de mis brazos en dirección a ella.

No necesité hablar para que entendiera aquella seña. Caminó hacia mí tomando mi mano y la jalé suavemente hacia mí. La abracé por la cintura y la miré a los ojos, admirando estos por encima de la oscuridad.

-¿Por qué te has despertado? -le pregunté y alzó la mirada hacia mí.

-No estabas -dijo y apreté los labios.

Subí mi mano a su mejilla acariciándola. Adoraba tocar su piel tan suave.

-Necesitaba estar aquí un rato -le dije acariciando su mejilla con la yema de mi pulgar y después con mis nudillos.

Asintió, como si comprendiera a lo que me refería. Miró hacia otro lado y después bajó la mirada.

-Lo siento -la escuché decir y fruncí el entrecejo.

-¿Por qué, preciosa? -la tomé del mentón delicadamente alzando su mirada hacia mí.

-Por presionarte respecto a lo de tu trabajo -dijo mirándome después desviando la mirada a otra parte.

-No tienes que sentirlo, sé que es algo que deberías de saber -volví a hacer que me mirar tomando su mentón entre mi índice y pulgar-. De verdad quiero decírtelo, y lo haré, pero no puedo hacerlo ahora.

Sus ojos verdes me miraron por debajo de esas pestañas oscuras y rizadas que tenía al natural. Me incliné y dejé un beso en sus labios, el cual correspondió mientras colocaba sus manos en mis brazos.

-¿Debería preocuparme? -preguntó al separarse.

¿Debería de hacerlo? Seguramente lo haría si se enteraba de la verdad, si supiera todo lo que yo sabía por supuesto que lo haría.

-No -sonreí apenas volviendo a inclinarme a dejar un beso en sus labios.

-¿Puedes dormir conmigo? -preguntó esta vez mientras me miraba.

Sonreí mirándola, tomé su rostro entre mis manos acunando este y me incliné a dejar un beso esta vez en su frente.

-Vamos a dormir -le dije sonriendo, tomé el vaso dándole un último trago al whisky y lo dejé sobre el banco del piano.

Fuimos a la habitación que se había convertido suya en las últimas semanas. Cuando entramos la tomé en brazos y la recosté en la cama. Me coloqué sobre ella, colocando mis manos sobre el colchón a la altura de su cabeza, besándola lentamente porque era casi lo único que había querido hacer en los últimos días.

La besé queriéndole decir que todo estaba bien, que no necesitaba disculparse y que la quería ahí, conmigo. Quería que con ese beso supiera lo mucho que a mí también me había hecho sentir en tan poco tiempo. Quería que supiera que en ese momento de mi vida era lo único que me mantenía cuerdo la mayor parte del tiempo. Quería que supiera que en los últimos meses había cambiado una parte de mí que jamás pensé que tendría de nuevo, al menos no en un gran tiempo. Quería que supiera que lo que sentía por ella era real y que la seguía queriendo ahí conmigo, aún si eso implicase en que en un momento pronto tendría que decirle toda la verdad; todo lo que había del otro lado de la historia de mi vida, ese lado del que tanto evitaba hablar porque me hacía odiarlo más.

Sus manos me acariciaron el pelo y después los hombros dejándolas ahí por unos segundos. Me separé apenas para poder mirarle, rozando su nariz con la mía mirando sus ojos por entre sus pestañas. Sus dedos acariciaron mi rostro, mirándome como si hubiese entendido cada cosa que había querido decirle con ese beso.

Traté de sonreír, pero lo único que hice fue meter mi rostro en el hueco de su cuello. Me recosté a la par suya abrazándola por la cintura atrayéndola a mí mientras mi rostro seguía sumergido en la curva de su cuello, cerrando los ojos y aspirando su aroma tratando de solamente concentrarme en ella en ese momento. Olvidando todo lo demás hasta quedarme dormido con ella entre mis brazos.

            
            

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