Los recuerdos de hace algunas horas no tardan en llegar. Y aquí en donde no soy capaz de detener mis lágrimas.
Y aquí sentado en mi auto, llorando y fumando, en un callejón cerca de la casa de la chica en la que no puedo dejar de pensar, lloro. Sin contenerme ni dejar de pensar en ella, lloro.
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Me escondí en el rincón más oscuro de la habitación de la chica que se robó mi corazón con su cara de ángel.
Tras semanas y semanas de andar detrás de sus pasos, ya sé cuál es el punto de su cuarto donde la luz no es capaz de llegar para dejar visualizar lo allí pueda estar.
Es un punto en su closet, donde ella guarda su ropa y zapatos.
Bajó hace casi media hora, por lo que aproveché la oportunidad de escabullirme en su cuarto por la ventana.
Todo estaba oscuro, seguramente estaba durmiendo. La comprendo, no fue un buen día para ella. Domir siempre la hace sentir mejor.
La escucho reírse con sus padres en el piso de abajo. Debe estar pasándola bien. Sus padres casi no están en casa, por lo que cuando están ella lo aprovecha.
Me arriesgué a recorrer la habitación. Dando vistazos en cada rincón del pequeño mundo de mi pequeña. Si, mi pequeña.
Su cama algo desarreglada, sus estantes llenos de libros, su mesita de noche con una pequeña caja sobre ella, su closet entreabierto, su mochila a un lado de la puerta...
Es todo tan tierno. Como es ella. Todo tiene un poquito de ella. Es tan perfecta.
Paso a un lado de los estantes y puedo observar su colección de libros. Ella ama leer. Tiene una colección bastante grande; desde libros de la escuela hasta sus novelas favoritas.
Un título capta toda mi atención.
«La Princesa y El Sapo».
Puaj, es un cuento de hadas. Disney sólo nos ilusionó creando esas estúpidas historia. Haciéndonos creer que el amor verdadero existe.
Sin embargo, ese puto cuento de hadas tiene algo de sentido.
La princesa, una chica hermosa, amable, bienintencionada, crédula, sincera... Sí, la chica perfecta. Que se enamora del engreído, pobre, Mentiroso... Sí, el chico imperfecto.
Es una pena que en la realidad no exista la perfección y la imperfección... Somos todos seres humanos dispuestos a hacer cosas bien y positivas, como también cosas malas y negativas.
Ahí está el dilema en ser humano.
Y es otra pena que yo no lo sea.
Me acerco a la mesita de noche, donde tiene un cajita entreabierta donde sobresalen varias pulseras y collares. Uno capta mi atención: es el collar que perdí el primer día que la vi y supe que debía ser mía.
Extiendo el collar en mi mano vendada. Diablo y yo fuimos a un viejo gimnasio, el cual estaba abandonado; tropecé con una viga que había caído y el resultado fue una cortada en mi mano que se extiende desde la palma hasta la muñeca.
El objeto que cortó mi mano hizo daño en una zona sensible, por lo que la hemorragia no fue nada normal. Tuve que vendar dicha zona para no infectarla.
La música que hace un momento estaba llenando el gran espacio, silenció. Los murmullos de la familia, enmudecieron. Y el sonido de un golpe, se escuchó por toda la casa.
Me asusté mucho de que me vieran en la habitación de Sandy, por lo que en un movimiento brusco que di, tropecé con la mesita de noche y la venda se zafó de su lugar, llevando mi mano nuevamente a una hemorragia, ya que para no saber mucho ruido llevé mis manos adelante y ellas recibieron todo el impacto.
Rápidamente supe de quien se trataba cuando escuché el golpe.
Maldito Diablo.
-Puta madre-susurré para mi.
Siempre me tiene que causar un dolor de cabeza.
Supe que mandarían a Sandy a su habitación inmediatamente después de ese sonido. Su familia la cuida mucho, así que de seguro eso sería lo primero que harían para mantenerla a salvo.
Me escondí en el rincón donde estaba en un principio. Ya no tenía tiempo de salir por la ventana. Allí no me vería.
Me agache de manera de mezclarme con la oscuridad, ser parte de ella.
Pasaron unos minutos cuando ella subió. Su cabello largo, su piel perfecta, su cuerpo tan deseable... Me relamí los labios, estaba vestida con su pijama. La conozco tan perfectamente que puedo jurar que ha estado llorando toda la tarde.
«Lo hago por tu bien, pequeña»
Se acercó lentamente, visualizando todo el lugar, buscando algo fuera de lo común.
Lleva su vista a la parte de su cuarto donde está situada la mesita de noche, al lado de su cama. Al instante sus ojos brillan, como si acabase de hacer algo bien o acabase de encontrar algo.
Aprovecho para levantarme un poco y ojearla con mejor detalle.
Mala idea.
Enciende la lámpara y lo que se puede visualizar es un desastre de sangre en el piso del cuarto, sobretodo en la mesita de noche.
De su perfecta boca escapa un grito que destruye mi corazón y lo parte en mil pedazos.
Su grito es miedo. De mi y lo que provoqué.
Escuche los pasos de sus padres en pasillo, subiendo las escaleras rápidamente. Sentí miedo.
Y lo sentí mucho más cuando vi su pequeño cuerpo desplomarse en el suelo lleno de sangre.
«Mi pequeña»
Mi mayor miedo era que le pasase algo al amor de mi vida.
Ella no tendría que sufrir nunca.
De repente me encontraba ya bajando por la ventana, huyendo de la realidad que se avecinaba, que se cernía sobre mí.
Sobre el monstruo que la puta sociedad creó.
Sobre el monstruo que probablemente mate de un susto a su gran amor.
†††