No Me Dejes ir
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Capítulo 2 Capitulo 2

Dan

Después de tanto pensarlo s é el lugar perfecto para distraerla y no es muy frecuentado. Volteo a mirarla está en su mundo, uno no muy feliz, veo como cae una lagrima solitaria por su mejilla, mira por la ventana del auto, aunque no me dé la cara sé que la está pasando mal.

No comprendo cómo alguien puede hacerle ese daño a ella, Elisabeth Anderson no solamente es hermosa por fuera, con su cabello rubio tan brillante como la luz del sol, piel blanca como la nieve, ojos color café. Ella es simplemente hermosa por dentro.

Lo sé con tan solo mirarla y por los artículos que leí en la carpeta de información que tengo en mi oficina. Amante de los animales y fundadora de unos de los orfanatos más grande de la ciudad, es el alma de la caridad, con todo y su dinero no es como esas chicas superficiales, que el amor para ellas es una cuenta bancaria con muchos ceros.

Me llena de mucha impotencia las injusticias y esta es una de esas, Elisabeth Anderson es de las personas que tienen que tener alguien que la ame y proteja, no merecía lo que ese imbécil hizo. Si fuera yo ese idiota no me perdonaría jamás haberla hecho llorar así.

Se preguntarán como se tanto de ella si apenas nos conocemos, fui invitado a su boda esa que termino hecha un desastre, nuestros padres son muy amigos desde la secundaria, jamás nos hemos cruzados porque lo que me respecta a mí y mis hermanos nunca nos han gustado ir a cenas o reuniones entre nuestras familias, cada uno de nosotros lleva su vida como le gusta, esa es la razón por la que Elisabeth no me conoce.

En cambio, por mi parte la conozco simple y únicamente por trabajo toda la información que se sobre ella la obtuve de su padre James Anderson, que preocupado por la seguridad de su familia, contrato a la empresa de mi padre, Foster Security en el cual trabajo como guardaespaldas y fui asignado para cuidar de ella.

Lo que sucedió en la iglesia y este momento no estaba para nada planeado, aun no empiezo mis labores, solo fui un invitado más, ordenes de mi estricto padre que nos obligó ir para estar en unos de los momentos más importante de su amigo.

Como si fuese cosa del destino se nos adelantó conocernos.

El silencio que se instala es un poco incómodo, no para de llorar y yo soy muy malo para estas cosas.

-Una princesa no debería llorar- digo un poco coqueto a ver si con eso se le despierta el modo chico y me golpea el brazo, ya que no es el momento. En cambio, es todo lo contrario se a sonrojado puedo notar como le sobresale el rubor en su piel blanca. Se limpia las lágrimas con las mangas de su vestido, respira hondo y dice.

-Tienes toda la razón no vale la pena llorar- le sonrió orgulloso por su respuesta.

-Entonces chico misterioso- me muestra una sonrisa amable. Hacia donde nos dirigimos.

-Querías un lugar para estar en paz y pensar. Ella asiente la verdad quisiera que fuera sorpresa- le digo, no sé cómo reaccionara así que me apresuro a decir- sé que no me conoces, pero es el único lugar que se me ocurre.

-Donde queda?

-Está fuera de la ciudad, es una cabaña de mis padres solemos pasar las vacaciones ahí.

-Está bien me parece perfecto- eso no me lo esperaba estoy sorprendido, escuche bien. Está aceptando irse con un completo extraño fuera de la ciudad la miro incrédulo por lo que acaba de decir. Ya entiendo porque los padres se preocupan por su seguridad. Me alegro ser yo el que la sacara de allá y no un psicópata.

-Que tan lejos queda de la ciudad?

-Como dos horas de viaje.

-Te molesta si descanso un rato- me mira y puedo ver cómo están enrojecidos de tanto llorar, noto lo cansada que esta, su bolsa debajo de sus ojos me lo confirma.

-Para nada, por mí no te preocupes duerme un poco, te aviso cuando lleguemos.

Transcurren los minutos Elisabeth está completamente dormida, tomo mi celular de mi saco, lo reviso tengo varias llamadas de Fallón y mi padre. El viejo debe estar enfadado por no contestarle.

Devuelvo la llamada y al segundo tono contesta.

-Hasta que apareces- dice furioso, una de las cosas que odia mi padre es la irresponsabilidad y que no le contestemos las llamadas. A veces pienso pobre de mi madre por aguantárselo todos esos años.

-Hola papa que sucede?

-Que, que sucede dice exasperado- sucede que la hija de James está desaparecida- ya me lo puedo imaginar con la mano en su cabello a punto de arrancárselo un día de esto quedara calvo si no se toma las cosas con calma. - su prometido Jean la dejo plantada- nada más escuchar su nombre me dan ganas de buscarlo y romperle la cara- se fue y no sabemos dónde está tu hermano ya envió un equipo para buscarla.

Miro el asiento de al lado y veo como duerme pacíficamente cuando le informó a mi padre.

-Elisabeth está conmigo en estos momentos está dormida - un silencio total en la otra línea. Se debe estar imaginándose cosas.

-Antes de que explotes, no es lo que estás pensando, estaba entrando a la iglesia cuando toda la prensa nos rodeó, solo la saque de ahí para que no siguieran atormentándola con preguntas estúpidas.

-Ok. está bien, llévala a su casa nosotros vamos en camino

-Creo que no se va a poder viejo- digo mientras detengo el auto- Ella no quería ir a su casa, quiere estar sola en estos momentos estamos fuera de la ciudad.

-Como? Sin poder creerlo lo procesa – Que no están en la ciudad. Dan explícame eso. Escucho susurros al otro lado de la línea. - Si ya se lo digo- mi padre habla con alguien más si estoy en lo cierto debe ser el señor Anderson.

-Hijo, James dice que está bien si ella quiere tiempo y alejarse a él le parece perfecto, pero- y aquí es donde viene las condiciones- tienes que quedarte con ella. Esto no puede ser peor no tengo nada contra ella, pero es mi fin de semana mejor dicho mi último fin de semana el lunes comienza mis turnos, no puedo pasarlo encerrado, se suponía que iría algún club, me ligaría alguna morena y así sería hasta el lunes.

-Lo siento viejo, pero no puedo- le digo- sabes que el lunes es que empieza mi labor y ya tengo el fin de semana comprometido.

-Dan por favor- esa es la voz del señor Anderson, al parecer estoy en altavoz, volteo los ojos al cielo, típico de mi padre. - no se lo he dicho a Elisabeth por no preocuparla, pero mi familia está corriendo peligro, pausa un momento- hace unos días recibí una amenaza sobre mis niñas por eso no puedo permitir que la dejes allá sola.

-Una amenaza y porque razón no estaba informado de eso- digo indignado, detesto que me oculten cosas como esas-significa que va más allá de algún extorsionista, estamos hablando amenaza de muerte. Por esta razón no trabajen con la familia siempre ocultando información importante.

-Exacto. Te agradezco que, si no estará bajo tu cuidado, como sea tráela me ordena-no quiero que este sola con un psicópata acosándonos.

Dirijo la mirada una vez más hacia ella, se ve en paz como si no la hubieran dejado plantada, como si no tuviera una amenaza sobre ella, entiendo porque quieren tenerla en la ignorancia no soportaría tantas cosas.

-Jovencito estas ahí?

-Si señor- vuelvo a mirarla- respecto a su hija quédese tranquilo, me quedare con ella así no le guste la idea.

-Gracias Dan – Dice en un tono más relajado- cuando se despierte dile que me llame por favor.

-Quisiera pedirle algo- me apresuro a decir antes de que cuelgue- no me vuelvan a ocultar información no puedo cuidarla en la ignorancia.

-Muchacho eres igual a tu padre. Debes estar muy orgullo Lionel. Escucho como se ríen- Entonces estamos hablando Dan. Cuelgan

Guardo mi celular, bajo del auto lo rodeo, abro la puerta del copiloto sigue dormida, su respiración es tranquila parece una princesa, no lo perece. Es una princesa hermosa.

No quisiera despertarla, pero aún no sé cómo tomaría que la cargue entre mis brazos hasta dentro de la casa. La muevo un poco de los hombros mientras susurro su nombre.

Poco a poco los intenta abrir lo que sea que este soñando la tiene inquieta su respiración está más acelerada que hace rato, la luz se nota que le molesta un poco.

-Hola princesa hermosa le digo cuando termina de abrir bien sus ojos.

            
            

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