'Por favor, déjame...', pensé, pero no tuve tiempo de reaccionar.
"¡Ah!", grité cuando sentí que me quitaban la cobija. Ahora estaba a la intemperie, dejando expuesta mi pijama de corazones y mi camiseta negra.
'Gran elección, Winter', me dije a mí misma, tratando de contener las ganas de abofetearme. Me vería todavía más rara si me abofeteaba a mí misma delante de Cole.
"¿Por qué hiciste eso?", exclamé con el ceño fruncido, abrazándome a mí misma para mantenerme tibia. Él se cruzó de brazos y me miró fijamente.
"Hay que ir a la escuela, Winter", gruñó Cole y yo solté un gemido mientras me manoseaba el rostro. Pesadamente, me levanté de la cama y busqué algo para ponerme ese día. Entonces fui al baño para lavarme y suspiré aliviada al recordar que tenía mi propio baño y no había necesidad de compartirlo con nadie más.
Al menos era un punto a favor.
Con la mano sobre el pomo, me di la vuelta y vi a Cole, quien seguía parado junto a mi cama, mirando las sábanas. "Puedes irte", le dije, llamando su atención. "Estaré abajo en diez minutos", añadí antes de entrar al baño.
Me acerqué al lavabo y me puse en jarras frente al espejo, entonces me observé y solté otro suspiro. No, de verdad no estaba lista para esto... Todavía no podía creer que hubiera dormido en la casa de los Anderson y aún tenía que acostumbrarme a esta nueva realidad. Me quedaré aquí un año, no era algo que simplemente pudiera eludir.
Dejé escapar otro suspiro y me quité la ropa, luego entré a la ducha y cerré la puerta de vidrio para luego abrir el grifo del agua caliente.
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Agarré una manzana que estaba sobre el cuenco de la cocina y le di un mordisco generoso. Los chicos, reunidos alrededor de la mesa, estaban desayunando ahora mismo.
Me di cuenta de que Hayden no dejaba de observarme como si tuviera algo en la cara y fruncí el ceño, confundida. Él se percató de mi reacción y sonrió, lo cual me hizo alzar una ceja. Entonces comprendí que estaba mirando la manzana en mi mano y asentí al darme cuenta de lo que estaba pasando.
"¿Quieres?", pregunté, pero él no me respondió y, en vez de eso, me la quitó le dio un mordisco.
"Gracias", dijo él y sonrió, y yo me estremecí de pura incomodidad. Miré a mi alrededor en busca de la papelera, pero Hayden todavía estaba aguantándome la muñeca y los chicos en la mesa nos estaban viendo, sonrientes.
"Si no te vas a comer eso entonces...". La voz de Hayden se apagó y enseguida solté la manzana, pues se me habían quitado las ganas de comerla. Él sonrió y siguió comiéndose la manzana que alguna vez fue mía.
"Desagradable", murmuré al tiempo que caminaba hacia el lavadero para enjuagarme la mano.
Los chicos todavía se reían y yo me sequé la humedad con la ropa; luego me agarré la espalda y dejé escapar un suspiro.
"Los veré en la escuela, supongo", me despedí, pero antes de que pudiera marcharme, una voz firme me detuvo.
"Vienes con nosotros, Winter", dijo Sam y mi corazón se estremeció con la sola idea de llegar a la escuela con ellos... ¿Quién sabía cómo podrían reaccionar Gemma y su séquito luego de eso?
"No, de ninguna manera", tartamudeé y un ceño fruncido se marcó en mi rostro. No quería ir a la escuela con los chicos porque no estaba preparada para las miradas interrogantes y los comentarios acosadores. ¡No había forma de que pudiera aceptar! Eso solo podría despertar los celos y el enojo de todo el mundo... me convertiría en la persona más odiada de la escuela, ¡si es que ya no lo era!
"Confía en mí, Winnie, nadie te va a decir nada", aseguró Alec, cortando el hilo de mis pensamientos, y dejé escapar un suspiro al escucharlo.
"Lo harán, empezar a preguntarme cosas y no quiero ponerme en esa situación, no me pueden obligar", espeté, dando media vuelta para abrir la puerta. Sin embargo, antes de que pudiera irme, alguien me agarró por la muñeca y enseguida me di la vuelta para fulminar a Cole con la mirada.
"¡Suéltame, Cole!", exclamé, tratando inútilmente hacerle frente.
"No", respondió él secamente. Tras varios minutos de forcejeo, por fin me di cuenta de que no tenía forma de enfrentarlo y un cúmulo de pensamientos inundó mi cabeza.
'Oficialmente, seré la persona más odiada de la escuela'.
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"¡Oye, ahí está Damien!", gritó Hayden y Alec enseguida se inclinó hacia su silla. "¡Déjame lanzarle algo!", agregó el primero y mi ceño se frunció al instante porque vi que estaba agarrando una piedra.
"¿Por qué tienes una piedra en tu bolso?", le pregunté y Hayden me devolvió una sonrisa antes de apuntar la piedra al sujeto de la mochila grande.
"Porque hago esto todas las mañanas...", murmuró, al tiempo que lanzaba la piedra sobre el muchacho llamado Damien. Un grito ahogado escapó de mis labios cuando escuché al pobre chico gimiendo porque la piedra había aterrizado sobre su cabeza.
'Al menos espero que la piedra no sea pesada'.
Furioso, Damien nos miró y, sobándose la cabeza, se dirigió hacia nosotros. "¡Hayden!", gritó, pero Hayden solo sonrió altivamente.
"¡Púdrete, pedazo de mierda!", respondió Hayden y Damien empezó a correr detrás del auto, lo cual lo hizo jadear todavía más.
"¡Dale hasta el fondo, Sam!", gritó Alec y enseguida el auto aceleró, obligándome a agarrarme de mi asiento mientras veía por el retrovisor la figura de Damien perdiéndose en la distancia. Segundos más tarde, cuando lo perdimos, el auto regresó a su velocidad normal.
En la distancia, vi la cerca de Cambree High y dejé escapar un suspiro. Mierda... Me agaché para esconderme a medida que Sam se adentraba en el estacionamiento, podía escuchar a varias personas afuera llamando a los chicos y eso disparó mis nervios. ¡Joder!
El auto se detuvo y escuché que se abría la puerta delantera, de reojo vi que Sam salió, luego Hayden, Cole y Alec. Tras un par de segundos, me di cuenta de que era mi turno, así que respiré hondo y me deslicé hacia afuera. Tal como temía, escuché jadeos de sorpresa y el tumulto que se escuchaba afuera se silenció de repente.
Un nudo atravesó mi garganta, pero procuré omitir la mirada de todos. Los cinco caminamos juntos hacia la entrada y no pude evitar contener el aliento cuando escuché mi nombre en las conversaciones de la gente.
Una vez dentro, me detuve frente a mi casillero y me despedí de los muchachos con un ademán, ellos no me lo devolvieron, así que me di la vuelta y me percaté de que, por el otro lado, venía un grupo de chicas. Probablemente Gemma y su séquito, supuse
"¿Qué estaría haciendo en su auto?", susurró una de ellas.
"Buscando atención, probablemente, ya la conoces, siempre anda sola y nadie le habla".
"Quizás".
Dejé escapar un suspiro y procuré ignorar los latidos acelerados de mi corazón, me volteé para mirar a mi casillero y enterré la cabeza dentro de él, cerrando los ojos.
Alec estaba equivocado.
Definitivamente la gente iba a hablar.
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Caminé hacia el mostrador del comedor y me puse en la fila, sosteniendo mi bandeja como los demás. La comida de hoy era ensalada de pollo y sonreí porque me encanta la ensalada de pollo.
Cuando recibí mi ensalada y mi botella de agua, miré a mi alrededor y vi que todos estaban conversando, y no había mesas disponibles, por lo que suspiré. Algunas personas todavía susurraban mientras me veían, estaba cansada de su atención. En la mañana varios se me acercaron y me preguntaron cosas como: "Ahora estás saliendo con uno de los 'chicos'?".
"¿Eres su nueva puta?".
"¿Me puedes dar su número?".
Era desagradable y, por supuesto, no respondí porque no quería que nadie supiera que me estaba quedando en casa de los Anderson. Suficiente tenía ya.
En una de las mesas vi a Alec, Hayden y Cole conversando con unas chicas que, básicamente, se babeaban por ellos.
Asqueada, me di la vuelta y salí del comedor. Caminé tranquilamente hacia mi lugar de siempre, pero entonces tropecé de frente con un pecho fornido y me caí al suelo.
Furiosa, cerré los ojos con fuerza y dejé escapar un suspiro. ¿Por qué este día se empeñaba en hacerme sentir mal? Mirando hacia el costado, me di cuenta de que mi ensalada de pollo se había desparramado en el suelo.
Mi comida...
"Levántate.", Oí decir a una voz profunda y alcé la vista para ver a Sam, quien me miraba con los brazos cruzados sobre el pecho.
"Estoy...".
"Solo levántate", gruñó él y le obedecí porque no quería que se enojara. "Sígueme", añadió y frunció las cejas. Él me miró con furia y no tuve más remedio que seguirlo hasta la salida.
"¿A dónde vamos?", le pregunté, pero se quedó callado. Toqué su hombro para llamar su atención, pero solo me miró con fastidio y una ceja alzada.
"Cállate", dijo y solo pude soltar un suspiro. Llegamos al auto en el que habíamos llegado y me subí al asiento del pasajero con un suspiro. Sam encendió el motor y empecé a jugar con mis dedos nerviosamente. Después de unos segundos, el silencio comenzó a afectarme, así que dije lo único que me vino a la mente.
"Sam, ¿a dónde vamos?", pregunté, evitando su mirada esta vez. Miraba hacia la ventanilla porque no quería encontrarme con su expresión severa.
"Vamos a almorzar, ¿no botaste tu comida?", explicó él con notorio desdén. Quise replicar, pero él me agarró por la muñeca y me dijo:
"Guárdate lo que tengas que decir, princesa".
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