Capítulo 9 EL HECHICERO Y LA BRUJA

Al llegar a casa me sentía distinta y me empecé a dar cuenta de todo a mi alrededor todo era distinto notaba las sombras que me acechaban de día y de noche, personas que ya no estaban vivas y lo peor eran los demonios.

Pero no todo era malo, también había ángeles que caminan entre nosotros.

Martin, Tommy y los ángeles eran mi fuerza y energía para seguir adelante, pues había días en que me sentía abrumada pero solo recordar todo lo que estaba en juego me hacía levantarme con más fuerzas y dispuesta a luchar hasta mi última gota de vida, aunque la humanidad cada vez daba menos muestras de merecer ser salvado siempre encontraba pequeños actos que me hacían recobrar mi fe y esperanza en la humanidad.

Estudie todo lo que podía sobre mi don e intente asegurarme de obtener todas las armas ya que todos sabíamos que se avecinaba una lucha por la supervivencia de la humanidad con la desventaja que los demonios si sabían jugar en equipo y además todos tenían el mismo ideal destruir la humanidad y volver a caminar libremente sobre la faz de la tierra.

Yo caminaba siempre muy alerta fijándome y haciendo un mapa mental de los puntos donde veía ángeles los cuales en caso de guerra serian mis aliados, también tenía que tener claro los puntos sagrados, los cuales eran puntos específicos en el mundo donde estaría directamente conectada con el todopoderoso ya que la humanidad es su más grande y preciado tesoro y yo su guerrera humana más poderosa.

Martin por su parte también se capacito ya que yo no era la única con dones muy especiales.

Él era el último hechicero vivo y venia de la familia de los hechiceros más poderosos que había pisado la tierra, pero uno a uno fueron cazados y despojados de su magia y posteriormente de su vida hasta solo quedar el, quien siempre vivió escondido e ignorando sus poderes hasta que cumplió la mayoría de edad.

Ese día inicio su nuevo camino y sabía que estaba a destinado a luchar hombro a hombro con quien salvaría o hundiría definitivamente a la humanidad, aunque no sabía que esa poderosa mujer era yo.

Nosotros como era de suponerse nos hicimos pareja ya que el arma más fuerte del mundo es justamente el amor

            
            

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