TU SONRISA ES UNA HERMOSA MENTIRA.
img img TU SONRISA ES UNA HERMOSA MENTIRA. img Capítulo 6 SAM LOVER
6
Capítulo 8 THE OCEAN img
Capítulo 9 SKY img
Capítulo 10 DARK PARADISE img
Capítulo 11 Teenage Dream img
Capítulo 12 CRASH img
Capítulo 13 Summertime Sadness img
img
  /  1
img

Capítulo 6 SAM LOVER

Cristina siempre ha odiado las mentiras y sin duda, si yo le llegara a mentir por cualquier motivo ese sería el fin de nuestra amistad.

-¡Esa zorra! - gruñe molesta - Es tan obvia su obsesión por Sam.

-Eso parece -comento con indiferencia.

-Dime, ¿cómo es? - se acerca a mi curiosa.

-¿Quién?

Se exactamente a quien se refiere, pero decido hacerme la loca. No me apetece hablar de Sam.

- ¡Sam! - grita - Vamos dime... ¿Es tan guapo de cerca como de lejos?

- Si - me limito a contestar.

Es extraño, pero cuando lo tengo cerca de mi, algo en él no me gusta. Sonríe la mayor parte del tiempo mientras que sus ojos reflejan algo totalmente distinto.

- Parece que no estás de humor amiga gruñona - se levanta de mi cama - Me voy a casa. Me hablas cuando estés de buenas.

No hago el amago por retenerla. Cristina y yo acordamos en no molestarnos mientras estemos de mal humor. Eso es para evitar peleas no necesarias.

Me recuesto sobre la cama y poso mis brazos detrás mi cabeza con la mirada fija al techo.

Estoy muy cansada, me la pasé acomodando el avance del proyecto del profesor Tomás y al fin lo terminé.

Ya mañana es jueves.

Cierro los ojos hundiéndome en mis propios pensamientos con él en mi mente. No tardo mucho en quedarme dormida.

###

Hoy tampoco está en clase. Por alguna razón pensé que estaría aquí, pues hoy se entrega el avance del proyecto.

- Pasen sus trabajos al frente - ordena el profesor.

«Luce diferente»

Parece más joven de lo habitual. Se ha rasurado la barba y ahora luce de treinta cerrados.

Al terminar todas las clases del día de hoy, me voy directo a casa. Ha sido un día bastante pesado.

Tengo esa mala costumbre de dormir todas las tardes después de la universidad, total, no tengo nada mejor que hacer después, pues mi vida es tan monótona y aburrida.

Cuando estoy a punto de echarme una pequeña siesta, mis sueños se ven interrumpidos por Cristina que toca a mí puerta.

- ¿Qué pasa?

La miro llorando con desesperación, así que de inmediato la hago pasar.

- ¡Es un idiota! - suelta cabreada mientras llora.

No hace falta que diga su nombre, sé que habla de Eric.

- ¿Qué ha pasado ahora?

Seco sus lágrimas con mis pulgares para enseguida cerrar la puerta con seguro.

Mi madre está en casa.

-Estuve con él casi cuatro años ¡Cuatro años! - enfatiza - Me vio la cara de estúpida todo ese tiempo con esa zorra.

¿Zorra? Solo conozco a una zorra.

¡Pamela!

-¡Explícate! - le exijo saber curiosa.

- Todo este tiempo me estuvo engañando con ella. ¡Ese maldito y esa zorra de mierda! - gruñe, furiosa - Planeaba dejarme por ella, pero las cosas le fueron mal.

- ¿A qué te refieres?

- Ella lo dejo por Sam - suelta una irónica carcajada - ¡Por Sam!

- A él no le interesa ella - respondo con suavidad.

- Ella está obsesionada por cambiarlo, quiere ser la chica que logré domar al mujeriego - se detiene un momento y segundos después me lanza una pícara mirada.

«Se le ha ocurrido una idea.»

-¿En qué estás pensando? - trago saliva. No puede ser nada bueno después de esa maliciosa mirada.

- Elizabeth - me agarra por los hombros y me mira fijamente -Tú le darás una lección a esa zorra.

-¿Cómo? - pregunto, confundida.

- Tú serás la que lo enamoré - sonríe de oreja a oreja aún teniendo visible las lágrimas en los ojos.

Cristina definitivamente está loca: Samuel Anderson es imposible para mí. ¿Cómo se le ocurre semejante cosa? No tengo ni la más mínima oportunidad.

Me ha dejado bastante en claro que prefiere hacer tarea a dormir conmigo. No voy a negar que eso me lastimó, pero no hasta el punto de echarme a llorar. Se que no soy para nada atractiva y no lo culpo, yo tampoco me acostaría conmigo misma.

###

¡Rin! ¡Rin! ¡Rin!

- ¡Mierda!

Me levanto a toda prisa. Son las ocho con veinticinco minutos. Llegaré tarde a la clase del profesor Tomás.

¡Joder!

- ¿Puedo pasar? - pregunto al borde del colapso. Me falta el aire. Tuve que venirme corriendo por todo el aparcamiento.

- Algo tarde no cree, Señorita Elizabeth - asiente. - Adelante.

Cuando miro en dirección a la ventana me doy cuenta que hoy tampoco está. La semana antepasada no estaba y la siguiente sí. Ahora no ha venido en toda esta semana, lo más probable es que asista la siguiente.

Es como una rutina y no puedo dejar de pensar en las razones por las que Sam desaparece misteriosamente.

El señor Tomás está por finalizar la clase y yo no he prestado ni la mitad de atención en ella.

- Señorita Elizabeth, ¿Puede venir un momento? - me pide fríamente.

Será que se ha dado cuenta que no le he puesto nada de atención.

-¿Qué pasa? -. Me acerco a su escritorio, cohibida.

Es alucinante por dónde sea que lo mire, no es de extrañar que tenga varias enamoradas por todo el campus. Es alto, al rededor del uno ochenta y tres; su piel es ligeramente bronceada, su cabello es castaño oscuro y esa mirada penetrante que nos muestra a esos ojos de un tono gris que en ocasiones dudo sean totalmente negros. Hoy lleva puesto un traje negro con una camisa blanca sin corbata.

Luce bastante tentador.

«Elizabeth, por favor deja esos pensamientos. Él es tu profesor y bastante mayor para ti.»

Vamos, ¿Quién no se ha enamorado de un profesor alguna vez?

-Todos los proyectos que me has entregado me parecen muy buenos - levanta entre los dedos el último que le entregué - Pero este sin duda es el mejor.

-Gr... Gracias - respondo - Sam me ayudo bastante, ya sabe.

«Solo me dio su escrito»

-Así que te ayudo con el proyecto después de todo. Me alegro - guarda el papel en su maletín y se levanta - En ese caso hice un buen trabajo al juntarlos.

«Para nada, ese hombre me inquieta»

- Nos vemos profesor. - me despido con una ligera sonrisa y salgo de inmediato.

Hoy es noche de películas con mi mejor amiga. Desde que terminó con Eric, me pone más atención que antes y yo, estoy agradecida.

- ¿Lo harás? - insiste, Cristina.

-¡No!

- Vamos Elizabeth, tienes que ayudarme si o si...- suspira - Por favor.

- ¿Por qué debería hacerlo? - la miro fijamente -Si tanto quieres vengarte de Pamela, entonces enamóralo tú.

- Yo no puedo - sonríe -Tú sí.

- No sabes lo que dices, ¡mírame! - me señalo.

- Eres preciosa, solo que aún no te has dado cuenta - suspira - Tienes algo que lo hará caer... De eso estoy segura.

-¿Qué se supone que tengo?

-Escucha - continúa - Pamela nos ha hecho la vida miserable desde la preparatoria y ni siquiera se acuerda de ti. Tienes que demostrarle que tú puedes hacer lo que a ella le resulta imposible.

Cristina tiene razón. Pamela nos hizo la vida imposible en el bachillerato y lo peor es que no recuerda ni mi nombre. Lo pienso por unos segundos.

- De acuerdo - ella chilla de emoción y yo suelto un suspiro - Lo intentaré, pero no prometo nada.

Se que no lo conseguiré, así que no le doy demasiada importancia.

-No te preocupes - me agarra de los cachetes - Yo te ayudaré a conquistarlo. No estarás sola en esto.

¿Por qué siento que no puede resultar nada bueno de todo esto?

###

Mi cama se hunde a causa de algo pesado que cae en ella. Una persona. Siento su respiración en mi rostro.

- ¡Levántate! - grita en mi oído.

-Es domingo, déjame dormir - respondo entre dientes.

-Tenemos muchas cosas que hacer hoy. ¡Vamos!

-¿Qué cosas? - pido saber. Me estoy empezando a molestar - ¿Cómo entraste a mi casa? Mi madre no está.

- Eso no importa - me descobija - Hoy empieza la misión "Sam Lover "

- ¡¿Misión qué?! - exclamo con la poca paciencia que me queda.

-Si quieres conquistar a Sam tienes que ser un poco... más femenina - dice mirándome de pies a cabeza.

- Olvídalo.

Hundo la cara en las almohadas e intento volver a dormir.

- Eso no - me tira del brazo hasta tenerme frente a ella - Primero iremos a comprar algo de ropa un poco más llamativa sin perder tu estilo y.... esas cejas tendrán que desaparecer.

- ¡Me lleva la pitufichingada! - grito como queja.

- ¿Qué dijiste? - me mira boquiabierta - ¿Realmente dijiste eso? ¡No me lo creo! Esa grosería ni siquiera existe.

- En el diccionario de la chicas bajitas si que existe. - me encojo de hombros.

- Olvídalo - resopla - Di algo que esté en el diccionario. Anda, espero. Me hace señas para que continúe.

Suspiro y retomando su último comentario, suelto:

-¡Ni de coña! - me alejo de golpe - Mis cejas no las tocas.

Desde que iba en primer curso las personas no hacían más que molestarme por mis abundantes cejas. Utilizaban apodos tan hirientes, afectándome de tal manera que llegue a rasurármelas un día.

Cristina sabe lo mucho que me costó aceptarlas tal y como son. Ahora las amo, es algo característico de mí persona y no voy a dejar que las desaparezca.

-De acuerdo - resopla - No las tocaré del todo, solo déjame darles forma, ¿De acuerdo?

- Bien, solo no exageres.

Me vuelvo a recostar para seguir durmiendo.

Amo dormir, la bella durmiente estaría sorprendida al saber que duermo más que ella. Aun así... ¿Por qué cedo tan fácilmente? Debo estar loca.

El lunes por la mañana Cristina se dirige a su clase y yo a la mía después de desayunar juntas en la cafetería. Me siento tan rara y peor aún, siento que todos me miran aunque no sea así.

No he cambiado mi look del todo, pero sí que me veo algo diferente.

Cristina me plancho el cabello y me colocó un poco de rubor en las mejillas junto a un labial discreto color rosado en los labios. Cubrió mis imperfecciones con un poco de maquillaje; mis cejas siguen igual, solo que con un poco más de forma. Opte por abandonar los lentes y usar unos de contacto.

Traigo puesto unos vaqueros ligeramente rotos, una chaqueta azul marino y debajo de ella una blusa blanca sencilla que hace juego con mis preciados converse. La diferencia de mi ropa es que se encuentra más entallada a mi cuerpo.

¡Quiero irme a casa!

            
            

COPYRIGHT(©) 2022