Pecados Placenteros: Lascivia
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Capítulo 10 10

Dejo que Laurens recoja el desastre mientras el capitán me mira mal. Simulo que no es conmigo volviéndome a sentar.

-Necesito que en menos de una semana investigue el paradero de los secuestrados en Río de Janeiro -le ordena al capitán- En los últimos secuestros que se han presentado, han dado un plazo de ocho días para la consignación del dinero. El senador informó que no posee la suma exigida, por ende, debemos planear una misión de rescate.

-Cuente con ello, coronel.

-Cuando tenga el reporte, yo mismo me encargaré de la misión. Para eso la necesitaré a usted teniente debido a que necesito de sus habilidades investigativas y de rescate -me mira- Se quedará aquí ayudándome con la información que envíen los capitanes diariamente, armaremos una estructura para rescatar a las víctimas e iremos juntos a Brasil. Oí hablar de la misión que tuvo en Pekín, eso la hace la persona más apropiada para este tipo de casos.

«No puedo soportar sus ojos sobre mí por más de dos minutos y ahora seremos "Equipo"» «¡Qué bien Rachel, qué bien!».

-Con todas las tropas que se movilizarán estaré escaso de personal. La central de Panamá me ofreció tres de sus mejores soldados, tendrán entrenamiento con usted y nos acompañarán en la misión.

-Sí, mi coronel -contesto sin mirarlo.

-Es todo -se levanta- Largo de aquí.

El capitán Thompson se queda haciéndole preguntas. Acato su orden largándome, debo ir a la biblioteca por un libro sobre antiestrés y autocontrol.

-Estaba por entrar -dice Bratt recostado sobre la pared del pasillo.

Caminamos uno al lado del otro ya que las demostraciones de cariño en los pasillos están prohibidas. Varios soldados ponen su atención en nosotros, para nadie es un secreto que somos pareja.

El sol resplandece cuando llegamos al jardín y el aire fresco reanima mi cerebro.

-Te echaré de menos -tomo la mano de mi novio. En verdad quería pasar más tiempo con él.

-No tuve tiempo de consentirte como quería -nos sentamos bajo el árbol de olmo que predomina en el sitio.

Repaso las facciones de su cara. Los ojos verdes lucen más claros bajo el sol. Bratt y yo somos un ejemplo de "Solidez" En cinco años no tengo queja alguna ya que es el tipo de hombre que te llena en todos los sentidos.

Christopher se me viene a la mente acelerándome el ritmo del corazón

Parece que transitara de una estación a otra, cada vez que estoy cerca de él me siento inquieta, asfixiada y ...No voy a decir la palabra que ronda por mi cerebro.

-¿Está todo bien? - pregunta preocupado.

-Si -suspiro.

-Eres pésima mintiendo -me obliga a que lo mire- Dime que tienes.

-No iré a Río de Janeiro. Debo quedarme a ayudar al coronel en la misión de rescate.

-Eso es una buena noticia -entrelaza nuestros dedos- No estarás expuesta como nosotros, además Christopher es muy bueno en lo que hace.

-Confías demasiado en él, a mí no me agrada.

-Lo conozco desde que teníamos cinco años, sé lo dura que ha sido su vida. - ¿Qué tan dura puede ser la vida del único hijo de uno de los miembros más importantes de la FEMF? Me atrevería a apostar que ha tenido de todo y que solo es el típico arrogante que quiere llevarse al mundo por delante.

-Tuvo todo menos una familia. Su madre tuvo que vivir con las constantes infidelidades de su padre hasta que un día se hartó y se fue cuando él tenía once años. Fue terrible para él vivir solo con su nana y un padre ausente que lo único que le importa es follar con toda la que se le atraviese.

Un grupo de mujeres pasa por nuestro lado. Una de ellas mira a Bratt por encima del hombro, se sonroja, (a pesar de que él no le presta ni la más mínima atención) diciéndole algo a su compañera mientras continúan caminando.

-La constante presión del ministro lo cansó, se volvió el chico problema del cual todos hablaban. No fue fácil para mí ver a quien considero un hermano tener la vida hecha un desastre. Cada problema era peor, su abuela y sus familiares intentaron intervenir, pero no sirvió de nada. Todos se dieron por vencidos menos yo, no quería verlo hundido en la vida de mierda que tenía.

-¿Por qué tuvo un cambio tan repentino?

-Hubo un tiempo en el que fue amigo de Antoni Mascherano.

-¿El criminal de la misión en proceso? Asiente.

-Claro está que no era el delincuente que es ahora, en ese entonces estaba por hacerse cargo del negocio de su padre. El cambio de Christopher fue de la noche a la mañana, había desaparecido por cinco meses -aprieta mi rodilla- Con la ayuda de papá logré ubicarlo en Florencia así que le avisé al ministro y fuimos por él. No era el mismo cuando regresó a Londres. Había dejado la rebeldía, luego quiso enlistarse en la FEMF y empezó a forjar la carrera intachable que tiene ahora.

-¿Qué pasó con su madre?

-Volvió cuando Christopher se enlistó. Él no le perdona que se haya ido, la odia.

«¿Quién tiene el corazón para odiar a la mujer que le dio la vida?»

Me besa las mejillas.

-Ten paciencia, nunca se queda más de un año en un solo lugar. Lo más seguro es que apenas concluya su misión pida el traslado.

-Lo intentaré.

Aparta un mechón de mi cabello y se acerca a mis labios, inhalo su aliento acariciando su cuello mientras me besa con ternura. El roce de su boca me transporta a mi nube de felicidad.

-¡Busquen una habitación! -arrojan una bola de periódico en la cabeza de Bratt.

-¡Largo de aquí! -le grito a Simón.

-Que pena interrumpir su romántico momento -hace un puchero- Pero el general convocó una reunión de carácter urgente, así que tendré que llevarme a tu príncipe encantador.

Bratt me ofrece la mano ayudándome a levantar.

-Te veré más tarde -me acaricia la mejilla.

-Ok -le beso los labios.

Recojo la bola de papel que Simón tiró. Es casi mediodía, no he hecho ni la mitad de las mil y una tareas que debo hacer.

Empiezo ocupándome de la partida del capitán, saco una lista de los soldados que irán con él encargándome de todo lo que se requiere para partir. Eso me toma lo que queda de la mañana.

Al mediodía el estómago me ruge de hambre. Hago una pequeña pausa para ir a la cafetería (mi cerebro sin comida no funciona).

El lugar está atiborrado de gente, Luisa alza la mano en una de las mesas del segundo piso. Dejo la bandeja que está sobre la mesa.

La dimensión de la cafetería se iguala en tamaño a un estadio de fútbol. Alberga dos plantas con colores neutros donde lo único que resalta son los logos del comando junto con la bandera inglesa. El segundo piso suele ser el área para los soldados de la élite y los militantes con rangos desde oficial en adelante.

-Casi no logro subir -se queja Brenda sentándose a mi lado. Es amiga nuestra desde que entramos aquí, una morena puertorriqueña que te saca una sonrisa cada dos minutos.

Christopher y Sabrina pasan por nuestro lado ubicándose en la mesa del frente. Más que una pareja de esposos, parecen un par de desconocidos. Mi mirada se encuentra con la de él, no sé porque me quedo viéndolo más de lo que debería.

Irina, Harry y Reynals se unen a la mesa quejándose de la cantidad de gente que hay en el primer piso. Brenda saluda a mi mejor amigo (Harry) con un beso en la boca.

En la cafetería podemos compartir libremente "Sin exagerar"

                         

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