Pecados Placenteros: Lascivia
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Capítulo 3 3

Londres.

El avión aterrizó a las diez de la mañana. Cuento con la dicha de encontrarme con los rayos del sol en el frío Londres en pleno julio. Me abro paso entre los turistas que se toman fotos y compran en las tiendas de recuerdos. Hay más gente que el año anterior.

Desde lejos veo a Bratt en la sala de espera. Perfecto como siempre, vestido con una playera azul, vaqueros negros y zapatos deportivos. Una pareja de ancianos se le acerca, él les facilita la información que requieren y continúan caminando.

Lo eché tanto de menos. El corazón se me acelera y las manos me sudan a medida que me voy acercando, tropiezo con algunos turistas mientras corro ya que la ansiedad me está matando. Me lanzo a sus brazos, toma mi cintura y me alza en el aire juntando nuestros labios en un tierno beso.

-Te eché de menos, hermosa -me abraza.

Lo atraigo hacia mí volviéndolo a besar. Siento mariposas que revolotean en mi estómago cuando me sonríe.

-La próxima vez no te dejaré ir sola -me advierte.

Sigo aferrada a él mientras frota su nariz con la mía. Me encanta la idea de que vaya conmigo, así no tendré que durar tantos días sin verlo, aparte mis papás lo adoran.

Serían las vacaciones perfectas.

-¿Quieres comer algo? -me quita la maleta en tanto toma mi mano.

-No, odio la comida de los aeropuertos.

Le doy un breve resumen de cómo está mi familia mientras caminamos hacia el estacionamiento. Ubica su Mercedes y me abre la puerta del copiloto. Enciendo el estéreo, en los parlantes suena música de Aerosmith.

Tarareo una de mis canciones favoritas «Crazy» Come here, baby

You know you drive me up the Wall The way you make good on all the nasty tricks you pull Seems like we're makin' up more than we're makin' love And it always seems you got something' on your mind other than me Girl, you got to change your crazy ways You hear me?

-¡Que alegre estás! - me dice mientras se pone al volante saliendo del aeropuerto.

-Tengo muchos motivos para estarlo -me suelto el cinturón acercándome en busca de su boca.

-¡Quieta cariño! -sonríe- Es peligroso y alguien puede vernos.

-¡Qué importa que nos vean! -digo contra su cuello- Es más excitante. Aparta mi mano, ésta milagrosamente llega hasta su entrepierna.

-Me apetece estar sobre ti sin nada de ropa -le susurro al oído- Pero primero dormiremos toda la tarde.

-Creo que eso no será posible -me besa la mano.

«Ya empezó a ponerse amargado»

-¿Por qué no?

-Sabrina y Christopher se mudaron a la ciudad.

El simple hecho de mencionar a su hermana me hace regresar a mi lugar.

-No conoces a Christopher, así que reservé una mesa en Veeraswamy. Una cena de bienvenida es la mejor excusa para conocerlo.

Se detiene en un semáforo.

-¡No iré! -respondo molesta.

Intenta acariciarme pero no se lo permito. Llevo treinta días sin verlo, lo mínimo que espero es una noche sólo para los dos.

-Sé que no te agrada Sabrina, pero haz un esfuerzo, ya les dije que iba contigo.

Sabrina es su hermana menor, nunca hemos tenido una buena relación. Cree que carezco de clase, por lo tanto piensa que no soy suficiente para pertenecer a su familia. En nuestros primeros años de noviazgo hizo lo imposible para separarnos, pero no accedí a darle el gusto.

-No es justo para mí tener que soportar toda una noche a ese ser tan horrible. Ve tú, te esperaré en mi apartamento.

Acelera el auto cuando el semáforo cambia a verde.

-No es solo por Sabrina, también quiero que conozcas a Christopher. Es mi mejor amigo, por lo tanto es bueno que empiecen a compartir.

Siempre he oído hablar de Christopher Morgan, es como un hermano para Bratt.

En un ejército tan grande siempre hay rumores; el sujeto que porta el nombre de Christopher Morgan no es la excepción. Se dice que es arrogante, impulsivo, amante de las peleas y todo un rompe corazones. Todos se refieren a él como el hombre rebelde y de mal carácter que quiere llevarse al mundo por delante.

Su fama empeoró cuando se casó. Para nadie es un secreto que le es infiel a Sabrina. Nunca lo he visto, pero puedo imaginarme lo mal que me caerá.

-Bratt, no quiero pasar la noche con Sabrina y una persona que no conozco.

-Estás exagerando ya que también estaré, sólo quiero que me acompañes. La cena no tardará mucho -acaricia mi cabello sin apartar la vista del volante- Además tu padre y el de él son buenos amigos, un motivo más para que te des la oportunidad de conocerlo.

-No me interesa conocer a un engreído, suficiente tengo con tu hermana.

-Lo estás juzgando sin conocerlo, no quiero alarmarte pero es tu nuevo coronel. Es mejor que empieces a tratarlo e intentes tener una buena relación con él.

-¿Nuevo coronel? ¿Qué pasó con Sloan?

-Lo trasladaron, hay una nueva misión en proceso que necesita de las habilidades de Christopher. Pidió un grupo con los mejores soldados, oficiales, tenientes y capitanes. Entre esos estas tú debido a que Sloan te recomendó.

-Es solo un par de meses mayor que tú -lo interrumpo- Se supone que se requiere de una ardua experiencia para ser coronel.

-Y la tiene cariño, los cuatro años en Escocia no fueron en vano ya que ha triunfado en todas sus misiones. Su padre es el ministro, líder del consejo. Todos confían plenamente en sus habilidades.

-¿Cómo pasó de ser un chico problema a un soldado modelo?

-Sigue siendo un chico problema -se ríe- Con la gran diferencia de que ahora sus triunfos hablan por él.

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Llegamos al edificio donde vivo.

-Quiero que pases la noche conmigo -entrelaza nuestros dedos- Sé que no te agrada Sabrina pero es mi familia, por lo tanto, debemos compartir tiempo con ella.

Me mira con suma ternura, sabe que nunca me resisto a esa mirada.

-Bien -suspiro.

-Esa es mi chica -se inclina para darme un beso- Te prometo que pasaré el resto de la noche llenándote de besos.

-Más te vale -rozó la punta de su nariz.

-Te recogeré a las siete -me da un beso en la frente y me ayuda a bajar la maleta-. No subiré, debo terminar mis obligaciones en el comando para estar libre por la noche.

-Entiendo -recibo el asa de mi maleta.

-Te amo -recalca.

-Y yo a ti -entro al ascensor.

Oprimo el botón que lleva a la cuarta planta. Miguel Bosé me inunda los oídos cuando salgo hacia el pasillo. «Lulú»

Ubico mi puerta, la música se intensifica cuando la abro. Como lo supuse, Lulú tiene el estéreo a todo volumen mientras sacude el polvo de los muebles.

-¡Vaya sorpresa! -se lanza a abrazarme cuando me ve.

-¡Bájale al estéreo o recibiremos otra queja de los vecinos!

Arroja el plumero bajando el volumen.

-Qué bronceada está -dice con su típico acento mexicano- El sol de Arizona le sentó de maravilla.

-Gracias -me miro en el espejo- Me tomó semanas conseguirlo.

-¿Cómo están sus padres?

-Bien, te mandaron varios presentes.

-¡Que tiernos!

Me invita hacia la barra de la cocina, me siento sobre el taburete en tanto ella baila al ritmo de la música de los Juanes mientras me sirve algo para beber. Lulú tiene 1.60 de estatura y mil kilos de alegría, regocijo que nos contagia todos los días. Es una morena cargada de optimismo que nunca pasa desapercibida «Amo tenerla en mi día a día»

-¿Se le ofrece alguna otra cosa? La telenovela va a empezar y no quiero perderme ningún detalle del capítulo.

Cualquiera diría que es insolente y atrevida. Para mí no lo es, lleva cuatro años trabajando conmigo. La antigüedad le otorga poseer ciertos derechos en mi casa; uno de ellos es ver y escuchar lo que quiera, cuando quiera e ir y venir como mejor le convenga.

-No, iré a dormir un rato. Avísame si llega Luisa.

-No creo que llegue hoy -recoge los platos de la barra - Salió con el joven Simón.

-Ok. No me pases llamadas, por favor.

Mi cama está repleta con ejemplares de la revista "Dama de honor", hay una nota en el cabezal de la cama.

"Me alegra que estés en casa. Me tomé la molestia de conseguirte estos ejemplares para que decidas el modelo de tu vestido de dama de honor.

Te quiere, Lou"

Echo un vistazo a los ejemplares. Me sería imposible olvidar que se casa en cinco meses.

Duermo toda la tarde hasta que Lulú entra recordándome la cita que tengo con Bratt.

-Ya sabía que no llegaría, ya sabía que era una mentira ,cuanto tiempo que por él perdí que promesa rota sin cumplir -escucho cantar a mientras me baño- Son amores problemáticos como tú, como yo...

Salgo de ducharme, observo mi vestuario decidiendo qué luciré. Opto por un vestido strapless, rojo y ceñido. Me coloco la gargantilla de oro blanco con rubíes que me regaló Bratt cuando cumplimos cinco años de noviazgo mientras Lulú me ayuda tanto con el cabello como el maquillaje.

-La perra de su cuñada morirá de envidia cuando la vea -busca mi abrigo- Y ese vestido pondrá al señor Bratt bien cachondo.

Suelto la carcajada.

-Se ríe porque sabe que digo la verdad.

Vuelvo a mirarme frente al espejo «Sí que lo voy a volver loco».

El sonido timbre de la puerta me avisa que ya llegó. Me despido de Lulú encaminándome para recibir a mi novio.

            
            

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