El Hermano del REY
img img El Hermano del REY img Capítulo 3 Un Helado en el Parque
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Capítulo 8 Dos Caras de una Moneda img
Capítulo 9 El Gen Collins. img
Capítulo 10 Perro que no Ladra, Muerde. img
Capítulo 11 Ojo por Ojo img
Capítulo 12 El Hijo de un Padrastro. img
Capítulo 13 Herencia Sanguínea img
Capítulo 14 Cerrar un Pacto img
Capítulo 15 Llamadas de Emergencia img
Capítulo 16 Tristeza de Verano img
Capítulo 17 Verdaderos y Falsos img
Capítulo 18 La Gran Cena img
Capítulo 19 Esperanza Rota img
Capítulo 20 El Diablo Entre Nosotros img
Capítulo 21 Los 3 Secretos img
Capítulo 22 La caballería img
Capítulo 23 Secretos al Aire img
Capítulo 24 Favor con Favor se Paga img
Capítulo 25 Año Nuevo, Vida Nueva img
Capítulo 26 Síndrome de Lima img
Capítulo 27 La Jaula de Oro y un Viaje de Negocios img
Capítulo 28 Fin de semana con el tío Jerry Prt. 1 img
Capítulo 29 Fin de semana con el tío Jerry Prt. 2 img
Capítulo 30 Planes y Secretos img
Capítulo 31 De padres a hijos img
Capítulo 32 Enfrentando al enemigo. img
Capítulo 33 Nuevas Alianzas. img
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Capítulo 3 Un Helado en el Parque

La doctora Carmen estaba en su escritorio terminando de llenar el informe de su último paciente, cuando la hora dio exacta para dejar entrar al siguiente y último del día. Dejó el lapicero sobre el escritorio y salió al pasillo del hospital para luego abrir la puerta de su consultorio y encontrarse, con una sonrisa en su rostro, a sus dos hermanos favoritos: los Colt.

– Thomas, es tu turno –dijo suavemente mirando al muchacho de veinticinco años, alto, bien parecido, de complexión delgada, pero con buena alimentación y ejercicio. Era en definitiva un chico bendecido en apariencia, más no en la vida.

Thomas le dio una palmada en el muslo a su hermano adoptivo, Clay y se dirigió al consultorio de su psicóloga desde hace cinco años. La doctora Carmen le dio una sonrisa a Clay y diciéndole que saldrían en cinco minutos cerró la puerta.

Thomas, desde que tiene memoria, ha sido un chico abusado física y mentalmente por la mujer que creía era su madre. Fue víctima del síndrome Munchausen por poderes, inculcado por la misma persona que lo secuestró y apartó de su familia biológica, la psicópata Julia Fuller. Ésta mujer lo maltrataba e ignoraba, sin mencionar que le hacía creer a diario que no podría hacer nada sin ella, además de que lo "castigaba" si él llegaba a desobedecerla.

Sus castigos no eran físicos, pero sí mentales, cómo por ejemplo: pintar patrones específicos de círculos y pequeños rectángulos en las paredes sabiendo que Lance es tripofóbico y a veces ese tipo de patrones podrían llegar a hacer, incluso, que se fuera en vómito. Todo cambió para Thomas cuando conoció a Clay en la escuela secundaria "Lincoln High School", él se hizo su amigo a pesar de las insistencias (y amenazas) de Julia de que se alejara. Fue Clay quién descubrió el secreto oscuro de esta mujer y él único que corrió a socorrer a su amigo antes de que una loca le arrancara el corazón.

Thomas a formado parte de la familia Colt desde los doce años, cuando Clay lo trajo en una carretilla desde la casa de Julia, salvándole la vida. Al principio se mostró tímido y asustadizo, se exaltaba con cualquier sonido, y siempre iba a esconderse a su habitación cuando algún extraño los visitaba. Nadie a su alrededor (a excepción de los Colt) le inspiraba ninguna confianza, pero según su primera psicóloga, era normal, pues estaba empezando a experimentar los primeros síntomas del "estrés post traumático" por lo que recomendó que le buscaran ayuda profesional, más profesional, es decir: un psiquiatra.

Thomas tardó seis meses en acostumbrarse a los Colt y darse cuenta de que ellos querían ayudarlo, criándolo como a su hijo. Lo habían recibido en su casa, lo habían alimentado, vestido, enviado a terapia y a la escuela. Habían comprado todas las medicinas que necesitaba e incluso lo inscribieron en el equipo de futbol cuando él demostró interés en el deporte.

Finalmente, luego de nueve meses, toda la familia decidió hacerlo oficial y adoptarlo. Thomas empezó a mejorar luego de eso, su TEPT (Trastorno de Estrés Post Traumático) fue pasando con el tiempo. Tom iba a terapia, tomaba sus pastillas: sertralina y paroxetina para aliviar sus problemas de ansiedad, y sobre todo, su nueva familia lo hacía sentir a salvo y querido.

Luego de dos años empezó a recuperar su sonrisa y su confianza en las personas, incluso llegó a tener uno que otro amigo en la escuela; también le gustaba dibujar y hacer deportes. Hablando de deportes, se hizo un muy buen jugador de futbol y su familia nunca se perdía ni un partido. El futbol lo hacía sentir feliz, hasta que su equipo perdió un partido "por su culpa". La verdad solo fue un gol que no logró anotar, pero la decepción de su equipo, de su entrenador y de todos los que vieron el partido fue suficiente para que su frágil y recién adquirida estabilidad emocional se tambaleara y amenazara con derrumbarse más de una vez.

Pero como si eso no fuera suficiente, empezaron a hacerle bullying en la escuela por ser un niño medicado, una especie de "freaky". Empezaron con burlas y comentarios fuera de lugar, a lo que Tom sólo decidió ignorarlos. Pero un día, todo se salió de control cuando uno de esos niños tomó sus pastillas y las escondió. Thomas, al no verlas donde siempre las dejaba, le dio un ataque de pánico preguntándose: "¿dónde estarían?". Luego de un rato así, corrió al baño y se encerró en este para entonces sacar su celular y enviarle un texto a sus padres diciendo que les agradecía todo lo que habían hecho por él hasta ese momento, pero él se "iría".

Jeff y Sam llegaron a la escuela desesperados buscando a su hijo, creyendo que él se "iría" literalmente, es decir: "saldría" de la escuela y se perdería, pero en realidad, lo encontraron quince minutos después en el baño con cortaduras en sus muñecas. Llevaron al niño a urgencias de inmediato y por suerte, ninguna de las cortadas que tenía era profunda, pero era más que obvio lo que intentó hacer.

Inmediatamente lo sacaron de esa escuela y lo pusieron en una especial para niños con todo tipo de problemas, a sugerencia de su psiquiatra, claro. Allí, Thomas terminó la secundaria más tranquilamente y además, conoció al amor de su vida. Ahora estudia literatura en la universidad "Charleston" en Reno, Nevada, junto con su novia, su mejor amigo (quién también debería visitar a un psiquiatra) su hermano Clay, y su ex novia, pero de ella hablaremos después.

– Entonces, Tom, ¿cómo has estado? –preguntó la doctora Carmen Aguilar una vez que Thomas tomó asiento.

Thomas ha visto a la doctora Aguilar desde los diecinueve años, que fue cuando su antigua psiquiatra le recomendó ver a un especialista en adultos. Carmen es una persona dulce y animada que siempre tiene una sonrisa en el rostro. Su carácter apacible y su paciencia para escuchar le dan a Thomas total seguridad para abrirse con ella, además de que su método, aunque no sea ortodoxo, es muy efectivo. No hay nada que Thomas Colt le oculte a su psiquiatra y gracias a ella, él siente que mejora con cada sesión.

Durante sus sesiones suelen hablar de muchas cosas, por ejemplo: Carmen sabe que Tom tiene una gran personalidad. La mayoría del tiempo es inocente, tierno y algo tímido, es verdad, pero cuando entra en confianza le gusta hacer chistes, comenta sobre cualquier tema de su interés e incluso se vuelve un poco irónico y hasta filosófico, pero de una manera graciosa. Cuando ha tenido un ataque de depresión recientemente o algo le está preocupando, Carmen ya lo sabe, pues Tom se vuelve cerrado y cortante, casi no habla y no la mira a los ojos; pero cuando esto pasa la doctora ya sabe cómo romper su caparazón: canciones y grupos de rock clásico.

A Thomas le encanta el rock de los 70's 80's, dice que puede identificarse con la letra de muchas canciones, así que cuando el muchacho se encierra en sí mismo y no quiere hablar, ella pone una de sus canciones favoritas cómo: "Starway to Heaven", "Back in Black", "Sweet Cherry Pie" o su primera opción en todas sus playlist: "Carry on, my wayward son"

Thomas y Carmen llevan una buena relación como doctora y paciente, podría decirse que son bastante unidos, incluso más que paciente y doctor son como dos amigos reunidos en una plaza hablando de todo y de nada. Tom siente que puede desahogarse con ella, pues Carmen jamás lo ha juzgado por nada, es muy comprensiva y a diferencia de muchas personas, ella nunca lo ha mirado con lástima o asco, en cambio diría que se encanta de verlo, al igual que él con ella, cómo dos viejos amigos que se reencuentran siempre cada semana.

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A Clay le gusta acompañar a Tom a sus sesiones de terapia, pues el lugar es silencioso en general y así, mientras su hermano y mejor amigo pone su mente en orden, él puede aprovechar y terminar trabajos escritos de la universidad o estudiar para algún examen. ¡Por la santa madre de Dios! Éste apenas es su primer año de universidad, ¿y ya le están mandando cinco trabajos por semana? Algo que sin duda agradece es que Thomas y él hayan entrado a la universidad tarde. Mientras que otros entran a la universidad de diecisiete o dieciocho años, ellos dos entraron a los veinte, ¿Por qué? bueno, les dijeron a sus padres que era para escoger una buena universidad y que además diera la especialidad que ellos quisieran, pero la verdad era mentira, solo querían descansar dos años de las tareas, los profesores y de levantarse temprano a diario. Ni idea de cómo, pero cumplieron su cometido.

Sin embargo, se dice que todo lo que se nos da, tarde o temprano debemos pagarlo, y eso es justo lo que está pasando con Clay y su ola de tareas. Aunque ya bien, nadie dijo que ser ingeniero civil fuese cosa fácil. Mientras tecleaba en su laptop miró el pequeño reloj electrónico de veinticuatro horas en su barra de herramientas y se dio cuenta de que ya había pasado media hora, por lo que ya deberían estar a punto de salir, ya que cada sesión duraba entre veinte y treinta minutos.

Dicho y hecho, la puerta del consultorio se abrió y reveló a Tom despidiéndose de su psiquiatra. Realmente la puerta del consultorio no está en frente de las sillas donde todos los pacientes esperan, está unos dos metros más allá, por eso el lugar es tan silencioso; en el consultorio no se escucha lo que pasa en la sala de espera, y en dicha sala no se escucha la conversación dentro del consultorio, para salvaguardar la privacidad del paciente.

–Clay cerró la laptop y se levantó de la silla para acercarse a su hermano y la psiquiatra– hola –dijo con una sonrisa tierna al llegar con ellos– ¿todo bien?

– Sí, nuestro Tommy sigue avanzando –respondió la doctora para mirar al mencionado con una sonrisa de orgullo– buenas calificaciones, se esfuerza mucho, sigue tomando sus medicamentos y quiero decirte lo orgullosa que me siento de que hayas iniciado una relación –dijo dirigiéndose solo a Thomas con la misma enorme sonrisa– primero tu cactus, luego tu gato, luego tu mejor amigo y ahora tienes novia. Estás siguiendo la escala que te dije, estoy súper orgullosa de ti Thomas.

– Gracias –dijo Tom con la misma sonrisa alegre.

– Excelente, entonces, supongo que nos veremos la próxima semana –dijo Clay con buen ánimo.

– Así es. Próxima semana, misma hora –les dijo a ambos con tono autoritario pero bromeando, antes de sacar una sonrisa juguetona y meterse a su consultorio.

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Los dos hermanos iban caminando por la acera del hospital de vuelta a su casa, cuando Clay decidió cortar por el parque por dos motivos, A: la sombra de los árboles los protegería de los ardientes rayos del sol, y B: quería comprar helados para él y su hermano. Clay, odiaba que el helado se le derritiera en la mano y que el preciado líquido corriera por todo su puño embarrándolo, pero tampoco se esforzaba por evitar que esto pasara, ya que siempre se tomaba su tiempo para disfrutar de su helado postre.

– Pareces un niño pequeño –se burló Thomas viendo a Clay batallando con su helado derritiéndose al sol.

– ¡Déjame en paz! –protestó Clay mientras lamía su puño y Tom lo veía con diversión y un poco de asco– entonces –dijo limpiando algo de su desastre con la servilleta del cono– ¿qué te dijo la psiquiatra?

– Tú la escuchaste –respondió Tom lamiendo las orillas de su cono para no crear un desastre igual al de Clay– estoy avanzando al tener una relación. Cree que es un gran progreso, que me estoy abriendo más a las personas.

– Bueno –dijo Clay alzando un poco las cejas antes de decir– no es tu primera relación –mencionó y siguió comiendo su "desastre" llamado helado.

–Thomas, tomó una pequeña respiración y sin perder el buen humor le dijo– pensé que ya no mencionaríamos los errores del pasado.

– ¿Errores? –preguntó Clay alzando una ceja inquisitiva, pero con una sonrisa de diversión– ¿"ella" fue un error? Por qué, siento decirlo pero, sonreías más cuando estabas con Alina que ahora estando con Megan.

– No estaba listo para una relación en ese entonces –respondió Tom bajando un poco la mirada.

– ¿Y ahora sí? –preguntó Clay con cierta ironía.

– Se supone que el paciente hace un proceso primero –respondió Thomas casi como una protesta– primero su psiquiatra lo pone a cuidar de una planta, luego de una mascota, luego de un pariente o un ser querido o un amigo y entonces, de último, vienen las relaciones amorosas.

– Okey –dijo Clay alzando los brazos en rendición– yo solo digo que te veo igual de calificado para tener una relación que hace cinco años con Alina –dijo y quiso seguir comiendo su helado, cuando se le vino a la cabeza una pregunta importante– y otra cosa: si todo lo que tenías que hacer antes de tener una relación "formal"... –dijo haciendo comillas en el aire– era seguir un procedimiento y luego entonces tener novia, ¿por qué no le dijiste a Alina que te esperara?

–Como Tom no poseía ninguna respuesta concreta para ello, decidió bromear al respecto– no habría historia de amor.

– Hablo en serio –le dijo Clay sonriendo por la broma.

– No lo sé, yo no... –hizo una pequeña pausa para pensarlo– no quería hacerle eso a ella.

– ¿No querías hacerle eso a ella? –preguntó Clay con cierta ironía otra vez, a lo que Tom se encogió de hombros– ahora, gracias a ti, ella está con el patán de Matt, ¿tampoco querías hacerle eso a ella?

– Las decisiones que ella tome no son asunto mío –dijo Thomas tratando de quitarle importancia.

– Pero tus decisiones sí son asunto tuyo –dijo Clay casi como un reclamo– y déjame decirte que fueron malas –dijo y se adelantó en el camino hacia la salida del parque.

– ¡Gracias por siempre estar ahí y hacerme sentir bien! –gritó Thomas para que Clay (y las personas alrededor en el parque) pudieran escucharlo y luego se adelantó hacia su hermano.

            
            

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