Esa chica es muy extraña. Es la única que no ha sucumbido a nuestra esencia. Ni siquiera los sobrenaturales logran soportar tanto tiempo sin caer rendidos ante ella.
Es irritante. Inquietante. Fascinante.
Y de nuevo, se va...
Siempre nos evita, a mis hermanos y a mí. Jamás se queda más de un minuto en el mismo entorno que nosotros. Como si pudiera sentirnos, como si nuestra mera presencia la sofocara. A veces me pregunto si en su mente hay algún tipo de alarma que se activa cada vez que estamos cerca.
Nuevamente huye de la cafetería. Apenas cruzó la puerta y, al ver el alboroto de las personas a nuestro alrededor, rodó los ojos con evidente fastidio y salió sin siquiera haber entrado por completo.
Mis hermanos y yo seguimos en nuestra mesa, cada uno con su propia distracción.
Rasher finge beber de una caja de jugo mientras revisa algo en su teléfono, como si estuviera totalmente desinteresado en la situación. Pero sé que no lo está. A él también le causa curiosidad esa humana. Sin embargo, Rasher es más reservado, rara vez sucumbe a sus deseos o inquietudes.
Rusther, en cambio, está claramente incómodo. No le gusta estar rodeado de gente, y mucho menos ser el centro de atención. Las miradas, los susurros, los coqueteos descarados de las chicas a su alrededor... Todo lo pone tenso. Siempre ha sido el más retraído entre nosotros.
Randi, por su parte, parece querer salir de aquí lo más rápido posible. Está harto de mantener la ilusión de Glamour y ansía quitarse los lentes de contacto que ocultan el color real de sus ojos.
Yo, en cambio, no puedo dejar de pensar en ella.
Esa humana no es como los demás.
No puedo leer su mente.
Y ningún humano debería ser capaz de ser así de inmune.
Mi mirada se desliza hasta Manterick, que acaba de salir de la cafetería siguiéndola. Algo se remueve en mi interior. Es un sentimiento cálido, abrasador... Lo identifico como enojo ante el simple hecho de que él quiera algo con ella.
Él es como nosotros.
Y eso lo hace aún peor.
Me pongo de pie, ignorando las miradas que se posan en mí.
-No tardes. No mantendremos Glamour mucho tiempo. -Rasher me habla por conexión mental.
No respondo. Simplemente salgo de la cafetería, confiado en que nadie notará mi ausencia, pues Glamour es una ilusión que podemos mantener entre dos.
Apenas dejo la universidad, mis ojos captan la escena frente a mí.
Manterick la tiene acorralada contra un árbol. Su postura es posesiva, su presencia sofocante. Pero lo que me desconcierta no es él.
Es ella.
Lucette no muestra miedo.
Su expresión es... neutra. Fría. Indescifrable. Jamás la había visto así.
-Oh, vamos, Ash -se queja Manterick con voz melosa, inclinándose más hacia ella. Pero Lucette ni siquiera se inmuta.
Su mirada, gris y afilada como la plata, se clava en él con absoluto desdén.
-Te juro que pensé que al estar en esta universidad tu nivel intelectual sería más alto -dice ella con sarcasmo, rodando los ojos. Luego masajea el puente de su nariz, subiendo sus anteojos a su cabeza. Por primera vez, veo sus ojos con claridad. Son como perlas grises, del mismo color de las joyas de mi madre... hermosos y letales al mismo tiempo.
-No deseo salir contigo, Mantic.
La forma en que acorta su nombre es tan despreocupada que casi suena como un insulto.
Pero Manterick no parece dispuesto a rendirse.
-¿Cómo no voy a insistir, si eres demasiado tierna? -su voz es una mezcla de seducción y arrogancia.
Alarga la mano, tomándola por la barbilla, forzándola a mirarlo. Su cuerpo se acerca más, empujándola contra el tronco.
Un gruñido crece en mi garganta.
Si no se aparta ahora mismo...
Pero entonces, algo cambia en Lucette.
Sus ojos grises brillan con un matiz oscuro, casi peligroso.
-Si no te alejas, pagarás las consecuencias -advierte con voz serena.
Manterick se ríe, incrédulo.
-¿Ah, sí? ¿Y qué harás?
La respuesta de Lucette es una escalofriante sonrisa.
-Esperaba que dijeras eso.
En menos de un parpadeo, se libera de su agarre con una agilidad asombrosa y le lanza una patada certera en su entrepierna.
El impacto es brutal.
Manterick se desploma de espaldas, gimiendo de dolor y sujetándose la zona afectada.
Lucette ni siquiera se inmuta.
Simplemente recoge sus libros del suelo, dándole la espalda sin un atisbo de remordimiento.
-Nos vemos, Mantic.
Y entonces, gira sobre su eje.
Nuestros ojos se encuentran.
Por segunda vez desde que llegó aquí, sus orbes grises chocan con los míos.
Por un momento, el tiempo se detiene.
Su sonrisa desaparece.
Su expresión regresa a la neutralidad, pero yo sigo atrapado en la intensidad de su mirada. Solo cuando baja sus lentes y rompe el contacto visual, puedo respirar de nuevo.
Sin decir una palabra, pasa por mi lado y regresa a la universidad.
Ni siquiera me lanza una última mirada.
Un misterio.
Eso es lo que ella es.
Y yo adoro los misterios.
Voy a descubrir qué la hace inmune a nuestra esencia.
No es solo nuestra presencia. También nuestros poderes. Rasher ha intentado varias veces entrar en su mente, liberar sus más horribles pesadillas y atormentarla... pero no ha podido. Ni siquiera ha logrado atravesar la superficie.
Detrás de mí, Manterick gime una maldición. Lo miro con desdén mientras él sigue en el suelo, retorciéndose.
Camino hacia él con calma, metiendo las manos en los bolsillos.
-Aléjate de Lucette.
Manterick levanta la mirada con esfuerzo.
-¿Lucette...?
Ruedo los ojos.
-Ashly -aclaro con impaciencia.
-¿La humana que es inmune a su esencia, alteza?
Asiento con lentitud, con la vista clavada en la universidad.
-Es inmune a nuestra esencia... eso la hace especial.
Vuelvo a mirarlo.
-Si no quieres morir, mantente lejos de ella.
Él asiente de inmediato, inclinando la cabeza en una reverencia.
-Sí, alteza.
Sonrío de lado y regreso a la universidad.
Sé dónde encontrarla.
Siempre va a la biblioteca. Siempre está rodeada de libros, sumergida en mundos de fantasía como si la realidad no la mereciera.
La veo a lo lejos.
Camina con paso relajado, sus hombros apenas cubiertos por su cabello, una mezcla de café castaño y rubio cenizo que brilla bajo la luz del pasillo. En sus brazos, sostiene los libros que sacó ayer.
La sigo.
Su ritmo cardíaco resuena en mis oídos.
Curiosamente, es el sonido más hermoso que he escuchado.
Ella se detiene en la sección de fantasía. Suspira.
-¿Por qué me sigue?
Su voz es un susurro.
Ella lo sabe.
Sabe que la estoy siguiendo... pero me ignora.
Y eso, solo hace que mi fascinación crezca.
Esta chica es un enigma.
Y justo a mí me encantan los enigmas.