Dulce Tentación (I libro)
img img Dulce Tentación (I libro) img Capítulo 5 ~ Capitulo 4 Rusther ~
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Capítulo 6 ~ Capítulo 5 Rusther ~ img
Capítulo 7 ~ Capitulo 6 Ashly ~ img
Capítulo 8 ~ Capítulo 7 Ashly ~ img
Capítulo 9 ~ Capítulo 8 Ashly ~ img
Capítulo 10 ~ Capitulo 9 Rasher ~ img
Capítulo 11 ~ Capítulo 10 Rasher ~ img
Capítulo 12 ~ Capitulo 11 Ashly~ img
Capítulo 13 ~ Capitulo 12 Randi ~ img
Capítulo 14 ~ Capitulo 13 Ashly ~ img
Capítulo 15 ~ Capitulo 14 Randi ~ img
Capítulo 16 ~ Capítulo 15 Rusther ~ img
Capítulo 17 ~ Capítulo 16 Ashly ~ img
Capítulo 18 ~Capitulo 17 Rasher ~ img
Capítulo 19 ~ Capitulo 18 Rasher ~ img
Capítulo 20 ~ Capitulo 19 Rasher ~ img
Capítulo 21 ~ Capítulo 20 Roderick ~ img
Capítulo 22 ~ Capitulo 21 Ashly ~ img
Capítulo 23 ~ Capitulo 22 Roderick ~ img
Capítulo 24 ~ Capitulo 23 Ashly ~ img
Capítulo 25 ~ Capitulo 24 Ashly ~ img
Capítulo 26 ~ Capitulo 25 Ashly ~ img
Capítulo 27 ~ Capitulo 26 Rasher ~ img
Capítulo 28 ~ Capitulo 27 Randi ~ img
Capítulo 29 ~ Capitulo 28 Rusther ~ img
Capítulo 30 ~ Capitulo 29 Ashly ~ img
Capítulo 31 ~ Capitulo 30 Ashly ~ img
Capítulo 32 ~ Capitulo 31 Ashly ~ img
Capítulo 33 ~ Capítulo 32 Ashly ~ img
Capítulo 34 ~ Capitulo 33 Ashly ~ img
Capítulo 35 ~ Capítulo 34 Ashly ~ img
Capítulo 36 ~ Capítulo 35 Ashly ~ img
Capítulo 37 ~ Capítulo 36 Ashly ~ img
Capítulo 38 ~ Capítulo 37 Ashly ~ img
Capítulo 39 ~ Capítulo 38 Rasher ~ img
Capítulo 40 ~ Epílogo Rusther ~ img
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Capítulo 5 ~ Capitulo 4 Rusther ~

Es hermosa. Sus ojos... diosa sangre, sus ojos son un abismo en el que podría perderme sin remedio. Es diferente a cualquier ser que haya conocido y, por si fuera poco, es inmune a mi poder. ¿Cómo es posible? Me obsesiona, me fascina, y al mismo tiempo, me atormenta. Quisiera ser alguien distinto, alguien que pudiera acercarse a ella sin esta barrera invisible que nos separa. Pero soy yo, un Reffirshon. Un vampiro. Y lo único que sé hacer es mirar desde las sombras.

Ella ha logrado algo impensable en mí: despertó un deseo tan intenso que he estado tentado a usar mi don sobre ella. Sumisión ciega. Mi poder es absoluto cuando lo utilizo; cualquiera que caiga bajo su influencia obedecerá mis órdenes sin cuestionarlas. Mis hermanos me han pedido que lo use infinidad de veces, y lo he hecho, pero jamás para mi propio beneficio. Nunca me he permitido ese abuso de poder... hasta que apareció ella.

Intenté doblegarla. Fue un impulso desesperado, irracional, pero lo intenté. Y fallé. No puedo controlarla, no puedo doblegar su voluntad. ¿Cómo es posible que un simple humano resista lo que otros ni siquiera notan? Mis hermanos se burlarían si supieran que la observo desde lejos, que la espío en los momentos en que no estoy con ellos. Es patético. Y aún así, no puedo detenerme.

Ahora está ahí, bajo su árbol habitual, con un libro en las manos. Últimamente ha estado leyendo sobre nosotros, sobre la realeza vampírica, las leyendas humanas que intentan explicar lo que somos. Su curiosidad me inquieta, pero al mismo tiempo me llena de un extraño orgullo. ¿Busca conocerme mejor? ¿Quiere entender el mundo al que pertenezco?

Su cabello se mueve con el viento, ocultando parcialmente su rostro. Se ve tan malditamente tierna... tan perfecta. La brisa acaricia su piel y ella respira con calma, en sintonía con el leve cantar de los pájaros. El sonido de su corazón es un compás pausado, hipnótico. Dioses, en qué momento ese ritmo se convirtió en mi sonido favorito.

Estoy en una de las ramas altas de un árbol cercano, observándola, completamente embelesado. Pero la calma se rompe cuando escucho su nombre siendo llamado en la distancia.

-¡Ash!

Karol, la chica lobo, se acerca a ella con entusiasmo. Ashly levanta la vista, ajustándose los lentes con un gesto distraído. Cierra el libro y lo guarda en su bolso mientras la loba recorta la distancia entre ellas. Pero entonces, algo inesperado sucede: Karol levanta la mirada hacia mí.

Suspiro con pesadez y llevo un dedo a mis labios, ordenándole que guarde silencio. Sus ojos brillan un instante con un resplandor lila, reflejo de mi control sobre su mente. Pero en lugar de reaccionar con temor o asombro, simplemente me ignora y se enfoca en Ashly.

-Dime, Karol -le pregunta ella con tranquilidad, esbozando una sonrisa serena.

Karol tarda un segundo en responder, parpadeando confundida, hasta que recuerda lo que iba a decir.

-Oh, sí. La maestra de Economía pidió que fueras a verla.

Ashly asiente, poniéndose de pie con la misma calma que la caracteriza. Se sacude el trasero con un gesto despreocupado y luego dice:

-Vamos.

Pero en ese momento, me mira.

No fue un vistazo casual, no fue una coincidencia. Sus ojos grises chocaron con los míos, y en ese instante comprendí la verdad.

Ella siempre supo que la observaba.

La sorpresa fue tan grande que perdí el equilibrio y caí de espaldas desde la rama. Sentí el impacto recorrer mi cuerpo, el aire escapando de mis pulmones por el golpe. Pero lo que realmente me sacudió hasta los huesos fue la risa.

Su risa.

Dulce, ligera... burlona.

Por primera vez en siglos, mi piel se eriza.

-¿Qué pasa? -pregunta Karol, extrañada.

-Nada, vamos -responde ella sin más, con un tono divertido.

Me incorporo lentamente, sobándome la cabeza.

-E-ella lo sabía -murmuro, incrédulo.

Mis ojos siguen su silueta mientras se aleja, caminando junto a Karol hacia el interior de la universidad. Se va sonriendo. No con miedo. No con incomodidad. Se va... aceptando mi presencia.

¿Debo preocuparme por eso?

El pensamiento me deja inquieto. ¿Por qué no me teme? Cualquiera en su posición lo haría. ¿Debería sospechar? ¿Qué clase de humana es ella, que no solo resiste mi poder, sino que me deja permanecer en su sombra sin inmutarse?

Me levanto de golpe. El dolor en mi cuerpo se desvanece al instante, como si nunca hubiese estado ahí. Me teletransporto a los baños, asegurándome de no aparecer frente a los espejos. Sería un problema si un humano entrara y no viera mi reflejo.

Me dejo caer contra la pared, apoyando la cabeza en ella. Respiro hondo.

Rasher Reffirshon no espía a señoritas humanas en los pasillos de una fortaleza universitaria. Eso es algo que haría Randi o Roderick, no yo.

Y sin embargo, aquí estoy.

Cierro los ojos, sintiendo el eco de su risa vibrar en mi piel. Y entonces, algo inesperado sucede.

Una gota de agua resbala por mi mejilla derecha.

Abro los ojos de golpe. Llevo la mano al rostro y toco la humedad con la punta de mis dedos.

Lágrimas.

Estoy llorando.

La realización me golpea con una fuerza indescriptible. En más de siete siglos de existencia, jamás derramé una sola lágrima.

Y ahora, aquí estoy.

-Eres especial... -murmuro, sin dirigirme a nadie en particular.

Por primera vez en mi vida, tengo miedo de perder algo.

Por primera vez en mi existencia, tengo miedo de perderla.

- "Rasher, ¿dónde mierda estás? Estoy preocupado, imbécil."

La voz de Roderick resonó en mi mente con su habitual tono de irritación. Solté una risa seca y pasé una mano por mi rostro, limpiando las huellas de esa inesperada debilidad. Nunca antes había llorado. No sabía lo que significaba o qué lo había provocado exactamente, pero lo atribuí a ella... a la extraña sensación de vacío que me dejó su partida.

- En el baño. Necesitaba huir de esas personas.

Mentí con una facilidad que me sorprendió. Jamás le ocultaba nada a mis hermanos, pero esta vez... esta vez no quería que supieran lo que me estaba pasando.

- "Voy para allá."

El tono de Roderick no dejaba espacio para discusión, pero yo no podía permitir que me viera en este estado.

- No es necesario, hermano. Ya voy yo.

Me puse de pie, forzando a mi cuerpo a retomar su compostura. El suelo frío bajo mis botas me anclaba a la realidad, recordándome que debía concentrarme.

- ¿Dónde están?

- "En el cuarto secreto de la biblioteca. No tardes o iré por ti."

Su amenaza era real. Si no aparecía pronto, vendría a buscarme y su molesta insistencia no haría más que empeorar mi humor.

No le respondí. En su lugar, bloqueé mi mente de inmediato, aislándome de su presencia. No necesitaba más interrogatorios ni palabras de sospecha.

Respiré hondo y caminé con rapidez, escaneando los pasillos. No podía permitirme ser visto. Cuando confirmé que el camino estaba despejado, me deslicé entre las sombras con mi velocidad de vampiro y avancé en dirección a la biblioteca.

Cada paso me alejaba de lo que acababa de sentir, de la debilidad que me había asaltado. Pero, en el fondo, sabía que no importaba cuánto intentara ignorarlo... ella ya había dejado su marca en mí.

                         

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