-¿Qué sucede?-Le preguntó Almendra a Crista al verla con la mirada triste cuando pasaba a tomar té con ella en su cuarto.
Crista reprimió su mala cara y le mostró una media sonrisa.
-Nada ¿Por qué lo preguntas?
Almendra enarcó una ceja.
-Te conozco ¿Se trata de Feuer?-Le volvió a preguntar sabiendo que su amiga siempre andaba tras de él, y no lograba nada más que sentirse mal con ella misma.
Sin embargo, por esta vez, no se trataba de él. Y Crista realmente se sorprendió por eso.
-No-Respondió suspirando por un lado con alivio, por no ser por Feuer nuevamente, y por otro, con fastidio, por haberse metido con un chico que estaba loco como una cabra.
-¿Y entonces?
-¿Tienes tiempo?-Le pregunto resignada.
Almendra volvió a enarcar una ceja.
-¿Cuándo no?
Crista le explicó todo lo sucedido con Heben desde que lo conoció hasta el beso de esa mañana.
Almendra la miró desconcertada. Pues, no había notado nada de lo que le había ocurrido a su amiga, y eso era extraño.
-Así queeee... ¿Te besaste con el enemigo?
Crista enrojeció de vergüenza y se encogió de hombros.
-Sí. Pero, eso no es lo peor. El problema es que me dejo allí parada como una tonta. Pero, mucho peor aún, es que me gusta-Inquirió enfadada. Se sentía como una niña tonta enamorada, y odiaba sentirse así. Ya le había pasado con Feuer muchas veces, y haberlo superado aunque sea un poco, le había costado. Pero, encontrarse en la misma situación sin haber aprendido nada de la otra, le fastidiaba a sobremanera.
-Ay, amiga. Te gusta meterte en líos. Además, con aquel chico que parece carecer de sentimientos.
Crista puso los ojos en blanco.
-Me encanta el apoyo que me brindas, Almen-Le dijo cambiando a un tono un poco molesto.
Almendra se encogió de hombros.
-Perdón, es que me llama mucho la atención la manera de ser de ese chico.
-Sí, es un poco... Inexpresivo y solitario-Misterioso, pensó a la vez, pero sin decirlo.
Al instante, sonrió para sus adentros. Pues, a Crista le gustaba mucho esa parte de Heben. Aunque, al mismo tiempo, era lo que le producía que no pudiese explicar sus acciones.
Crista volvió a suspirar resignada.
-Creo que me voy a hacer monja, si sigo así.
Almendra rio ante el comentario.
-Ánimo. No todos los chicos son iguales. Además, Heben no tenía ninguna obligación para besarte, y sin embargo, lo hizo. Piénsalo-Inquirió levantándose de la silla y dirigiéndose hacia la puerta-Me voy, tengo que ayudar a Feuer con el globo.
-¿Qué pasó?
-Se rompió la canasta y debo arreglarla. Nos vemos más tarde.
Almendra abrió la puerta y se marchó por el pasillo, dejando a Crista con incertidumbre.
Feuer se encontraba al lado del globo aerostático, esperando con impaciencia a Almendra, pues tenía que irse pronto para hacer un encargo de Erde.
-Llegas tarde-Le dijo tajante al divisarla.
-Perdón-Se disculpó-Estaba con Crista y el tiempo se me pasó volando.
Feuer la miró inexpresivo. Hacía dos días que no hablaba con Crista, y la había visto un poco volada. Más que de costumbre.
-¿Ella se encuentra bien?-Le preguntó.
Almendra lo miró sorprendido. Luego, sonrió.
-Sí. Pero, está algo triste. Quizá deberías hablar con ella más tarde.
Feuer pensó en la idea.
-Sí. Más tarde iré. Ahora hagamos esto.
-Sí, señor-Dijo Almendra haciéndose la tonta, y con una mirada de fastidio de Feuer se puso a trabajar, mientras él le echaba una ojeada al balcón de Crista como si pudiera ver lo que ella estaba haciendo.
Sin embargo, no era el único que lo estaba haciendo. Heben, también observaba de lejos.
Feuer se paró indeciso frente a la puerta de Crista. Se preguntó por qué aquella actitud tan infantil, y más aún, cuando eran amigos desde hacía tiempo. Luego, removió sus brazos de un lado a otro, y se decidió por tocar la puerta.
-¿Quién es?-Preguntó Crista del otro lado.
-Feuer-Respondió él, demasiado formal. Y se sintió extraño con aquella situación.
-¿Por qué tocas la puerta?-Le preguntó ella al abrirla-Nunca lo haces.
-Bueno, quizá estabas cambiándote o algo por el estilo. Y no quería ser imprudente.
Crista asintió ante el comentario de su amigo y lo invitó a pasar.
-¿Té, leche, café...?
-Café-La interrumpió sonriendo-Bien caliente.
-Ahora lo preparo-Le dijo ella poniendo la pava al fuego en el otro extremo de la habitación. Luego, abrió un paquete de galletas y lo dispuso en un plato sobre la mesa.
Feuer tomó una y la comió despacio.
-¿Todo está bien?-Le preguntó él, tomando a Crista por sorpresa, mientras estaba de espaldas hacía él. Depositó la cucharadita de café en la taza y se mordió el labio inferior.
Luego, se dio la vuelta con una sonrisa.
-Sí.
Feuer se sorprendió por aquella sonrisa tan falsa, y se acercó hasta ella con el ceño fruncido. Sabía que le estaba ocultando algo y eso no le gustaba. Más bien, se sentía triste, porque al parecer Crista no confiaba más en él.
Pero, en realidad, Crista no quería hablarle a su viejo amor sobre su nuevo amor.
Él se quedó solo a unos centímetros de ella, mirándola con un poco de enojo. Crista se quedó dubitativa en el lugar sin exclamar palabra. Y su corazón, comenzó a acelerarse al tenerlo tan cerca.
-No mientas-Le dijo él, esta vez, mostrándole una mirada herida.
Ella abrió grandes los ojos por la rara reacción de Feuer. Él nunca le había mostrado una mirada así.
-¿Qué te hace pensar que miento?-Preguntó. Pero, su voz la delató al temblar un poco.
-Pues, tu falsa sonrisa-Le dijo tiernamente mientras le corría un mechón negro del rostro para verla mejor-Y tu voz, en este momento.
Crista miró hacía el piso. No quería contarle a Feuer sobre Heben.
Él notó la distancia que Crista estaba imponiendo con su silencio, y se dio cuenta que el tema ya escapaba de sus manos. Ya no eres una niña, pensó dándose cuenta de que ella comenzaba a seguir a sus propios instintos, y no necesitaba tanto de él, como cuando la conoció.
Al instante, los brazos de Feuer rodearon a Crista atrayéndola hacía él, en un tierno y cálido abrazo.
-No voy a obligarte a decirme lo que sucede. Pero, si es algo o alguien que te está produciendo daño, entonces, no te calles. Estoy para ayudarte-Le susurró al oído mientras la abrazaba con más fuerza y Crista hundía su rostro sobre el pecho y el cuello de Feuer. Ella pudo sentir la calidez del cuerpo de él, y él sintió el perfume dulce de ella. Feuer, tocó con suavidad el cabello de Crista y luego, su cuello.
Que suave, pensó.
Al instante, besó su mejilla y ella apretó el buzo de Feuer con su mano. Él se apartó.
-Gracias-Le dijo Crista con una media sonrisa y con las mejillas enrojecidas mientras miraba el suelo.
Feuer la miró con atención y sorprendido por lo hermoso que se veía el rostro de Crista, y por un instante, tuvo que reprimirse para no besarla. Por lo tanto, decidió despedirla antes de que sucediera.
-Nos vemos en la cena-Le dijo mientras la despedía.
Crista miró la puerta por unos segundos, pero el agua hirviendo la sobresaltó.
Feuer se quedó parado de espaldas a la puerta mientras se apretaba el pecho al darse cuenta de que su corazón estaba latiendo a mil por hora.