Capítulo 6 Paseo

Me despierto de imprevisto con la respiración demasiado fuerte, siento como las lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas así que trato de calmarme.

La habitación está a oscuras, ya que aún no ha amanecido. Me volteo boca arriba, agarrando fuertemente las sábanas blancas con mis manos temblorosas.

Que ilusa fui al pensar que las pesadillas cesarían; pero, ¿cómo podrían cesar? Si lo que estoy viviendo no es una pesadilla. Es una realidad que me paso a mí y que les ha pasado a miles de mujeres; pero, nunca podremos acusar directamente a los responsables, ya que siempre seremos las culpables de que un hombre nos haga daño, somos obligadas a bajar la mirada, obligadas a opinar de forma estúpida.

Prácticamente, es un pecado nacer mujer.

He rechazado todas estas semanas a mis hermanas; aunque, sé perfectamente que en cualquier momento tendré que verlas; sin embargo, no me he sentido lo suficientemente preparada para mirarlas a la cara y mentirles acerca de lo que me paso. No sé cómo hacerlo sin echarme a llorar delante de ellas.

¿Qué pasa si terminan dándose cuenta de lo que paso? ¿Me miraran como siempre o creerán que soy una ramera? Porque jamás soportaría que no me seguirán viendo de la misma manera.

Con todos esos pensamientos atormentando mi mente, poco a poco me voy quedando dormida.

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Ya amaneció y yo no dejó de sentirme mal, estoy acostada en la cama con almohadas a mis espaldas. Genoveva, está delante de mí sosteniendo una vasija que es donde estoy vomitando lo poco que he comido.

Genoveva, es una hermosa y alta africana de dieciocho años, su cabello es bastante lindo, pero ella siempre lo mantiene trenzado y sus ojos son de color negro.

La conocí cuando yo tenía siete, Ella había sido separada de su madre y traída junto a otros esclavos al palacio. No recuerdo exactamente como termino conmigo, lo que si sé, es que desde que nos conocimos tuvimos una conexión bastante fuerte. Un año después se unieron Camila y Miranda; aunque, la amistad que tenemos entre las cuatro es secreta, está es bastante fuerte.

- Me siento terrible.

- Camila, traerá una bebida para los mareos y vómitos - habla Geno, haciendo una mueca cuando vuelvo a vomitar - Te sentirás mejor ya verás.

- EL REY - informa un guardia abriendo la puerta de mi aposento, dejando ver al rey con su ayuda de cámara y con el médico real.

El rey es un hombre bastante alto, va vestido con una camisa de mangas largas color blanco, una casaca negra y unas medias de seda.

Frunzo el ceño cuando el rey ordena a las mujeres que estaban en la habitación que salgan, ellas hacen una leve reverencia para seguido de eso salir quedando únicamente Genoveva.

- ¿Qué pasa? - pregunto.

- el médico va a confirmar que estés en cinta - se queda de pie a un lado de la cama.

Alzó un brazo para que Genoveva se acerque con la taza para devolver lo poco que tengo en el estómago.

- Mi abuela ya lo ha confirmado - digo limpiando mi boca con un trapo - confío en lo que dijo.

- Si, bueno yo no confío en las palabras de una charlatana.

- ¿Qué pasa contigo? - digo mirándolo enojada - ella sabe lo que hace - digo alzando la voz.

- Cuidado como le hablas al rey - dice la ayuda de cámara del rey. Un señor llamado André.

- Debo asegurarme - me dice - es lo mejor para comenzar a buscarte esposo.

- No quiero un esposo - Él simplemente me ignora haciéndole una señal al médico.

- ¿Esto para qué? - cuestiono cuando el médico me pasa una vasija.

- Es para que orines - suspiro levantándome enojada.

Camino hacia el cuarto de baño. Un lugar con una gran bañera de cemento pintada de rosa y un pequeño estante lleno de lociones aromáticas.

Coloco la vasija en el suelo para agacharme sosteniendo con ambas manos mi vestido, cuando he orinado salgo y le entrego la vasija al médico quien lo toma para echarle un vino de color morado. Un rato después se queda nervioso viendo al rey que ha estado en silencio todo este tiempo.

- Está en cinta - su majestad se queda mirándome y dice.

- Algo que ya sabíamos.

- Se te buscará un esposo - informa para empezar a caminar hacia la salida.

- Lo buscaré yo misma - objeto - No quiero ser parte de tu mercado.

Se da la vuelta para mirarme.

- Bien - Me sorprendió que aceptará sin ninguna objeción.

- No puedo salir, acaso no ves que no me siento bien.

- Tus hermanas darán un paseo, quiero que te les unas - vuelve a ignorar lo que digo - y sobre el esposo, busca los posibles candidatos y escogeré quien será - sale con el doctor y André detrás.

- Busca un vestido, un sombrero sencillo y unos guantes que tape mis brazos, por favor.

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Estoy dando un paseo por los hermosos jardines del palacio con mis hermanas son cuatro en total dos mayores y dos menores.

Hay varios jardineros dándoles el cuidado necesario a las hermosas flores; como amo el olor de la tierra mojada mezclándose con el de las flores.

Ellas están hablando de la llegada de los caballeros y damas la próxima semana. Mientras que yo voy más concentrada en las hermosas flores.

- ¿Tú que dices Amelia?

- ¿Ah?

- En que mundo estas - habla - te pregunte ¿qué piensas sobre que hayan adelantado las presentaciones?

- No sé.

Mi hermana Adrienne, es una jovencita de trece años de cabellos dorados y ojos gris tiene puesto un vestido verde claro de algodón de estilo imperio.

- ¿Creen que las señoritas sean amables?

- Si, bueno literalmente vienen a una competencia para buscar esposo - dice con burla - lo último que serán es amable.

- Escuche decir a madre que una señorita está en cinta - Cambia de tema repentina mente.

Su madre es una concubina llamada Victoria, de ascendencia austriaca, ella es de piel blanca, cabellos dorados y ojos mieles, literalmente Adrienne es su viva imagen.

- ¿Quién es? - pregunta Karina.

Karina, es una joven casadera pelirroja de ojos mieles ella también es hija de Victoria aunque no se parecen tanto. Karina es un poco tímida aunque también es muy gentil.

- No lo sé - dice pensativa - Solo escuché como hablaba con tu nana - esta vez me mira - deberías preguntar a tu nana.

Cada una de nosotras tiene nanas diferentes.

- No seas entrometida no es propio de una señorita - digo tratando de que la voz no me tiemble de lo nerviosa que estoy - además la joven puede tener esposo.

- No soy entrometida; sin embargo, ahí que estar informadas y si tiene esposo porque se veían tan sospechosas.

- Pobre chica - dice con su típica voz gentil.

- Si, pobre.

- De seguro no es nada - digo - además no es algo que deba importarnos.

Aimée, me da una extraña mirada deteniendo su caminar.

Aimée, es de ascendencia francesa. Ella llegó al palacio a la edad de ocho años. De su madre no se tiene noticias. Aimée, es una joven de estatura baja, ojos avellanas y un hermoso pelo negro y corto.

- Por que no van a ver las hermosas flores que tanto les gustan - dice hacia Tasya y Adri al darse cuenta de lo nerviosa que estoy.

- Nos están echando - habla ofendida Adri, jalando a Tasya.

- ¿nos dirás que te sucede? - cuestiona asegurándose de que nadie oiga.

- No me pasa nada - les doy una mirada a ambas.

- ¿Sabes algo de esa chica? - Karina es quien habla.

- No ¿acaso me están interrogando? - esta vez las cuestiono yo a ellas - porque no decidí verlas para esto.

- Tienes razón - Esta de acuerdo Aimée - pero a ti te pasa algo más y no quieres contarnos - suspira para pararse frente a nosotras y tomar nuestras manos - y no quiero dejarlo pasar - da da un apretón, siento la suavidad de sus manos y esa acción hace que el ambiente se relaje un

poco - saben aún recuerdo a esa niña que se me acerco el primer día que llegué al palacio me dio una gran sonrisa y me obsequio su juguete de madera, fuiste tú - tiene una gran sonrisa con lágrimas en sus ojos haciendo que los míos y los de Karina se llenen de lágrimas ¡Dios! He llorado mucho estos días - detrás de ella había una niña más grande, pero demasiado tímida - mira a la pelirroja.

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Llorando

Eso es lo que las tres estamos haciendo en estos momentos al recordar el hermoso pasado. Donde no había maldad solo niñas tranquilas y me doy cuenta de que mi vida ha cambiado de un momento a otro; pero, que pase lo que pase nunca estaré sola porque de una u otra manera siempre voy a tenerlas.

                         

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