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El beso de Dylan no se comparaba con nada de lo que había imaginado, sus labios rozaron los míos en una invitación a abrirlos y cuando lo hice me invadió con su lengua profundizando el beso. Llevé mis manos a su cuello para acercarme más a él y le correspondí como si una fuerza me llevara hacia él, no podía detenerlo, tampoco pensar, solo besarlo.
Él colocó sus fuertes brazos en mi cintura y me apretó para acercarme más, como si eso fuera posible. El beso se volvió más intensos y me sentí desfallecer, ¡por Dios!, que bien besaba este hombre, sentía como si hubieran fuegos artificiales y miles de mariposas aparecieron en mi estómago, era increíble todo lo que un beso como ese ocasionaba.
Sus manos recorrían todo mi cuerpo haciéndome desear estar en sus brazos y besarlo para siempre, no obstante, de pronto algo de cordura vino a mi mente y con toda la fuerza que obtuve lo empujé terminando así con el beso.
-¿Por... por qué me besaste? -pregunté después de unos minutos, aún agitada por el apasionado momento.
-Vámonos -dijo Dylan repentinamente tomando mi mano.
A toda prisa salimos de mi cuarto y en un minuto estaba en su auto sin que le hubiera podido preguntar nada.
-Antes de que preguntes a donde vamos te diré que es una sorpresa -dijo Dylan entrando en el auto con una sonrisa; él me conocía lo suficiente para saber que era muy curiosa y más con respecto a él, porque me transmitía un aura de misterio que quería descifrar-, y con respecto a la pregunta que me hiciste la responderé cuando lleguemos a nuestro destino -agregó y no protesté, pues sabía que no serviría de nada.
Luego de media hora de viaje llegamos a una playa al otro lado de la ciudad que ofrecía las más bellas vistas de esta.
Dylan me ayudó a salir del auto y nos dirigimos hacia la playa tomados de la mano, algo que me gustó y sorprendió a la vez. Él me llevó a una esquina y nos sentamos recostados en una palmera.
-Deborah, desde que era niño me han tratado como un objeto -comenzó a decir Dylan con la mirada fija en el mar-, mi vida tenía horarios, órdenes, política, pero ni una sola vez hubo amor o calidez. Para todos solo era el heredero de una gran familia y en mi vida no podía, ni debía existir ningún sentimiento que no fueran los del deber y la responsabilidad.
Sus palabras me hicieron sentir mucha tristeza, no lograba imaginar a Dylan de niño solo en una gran casa sin alegría, ni amor. A pesar de lo que me contaba no podía creer que un hombre tan bueno y agradable hubiera crecido en un ambiente como ese.
-Al cabo de un tiempo me cansé de luchar contra lo que querían mis padres y decidí que sería lo que ellos deseaban. Me convertí en un hombre frío y egocéntrico, alguien que solo mantenía las apariencias, aunque en mi corazón sabía que jamás podría ser así.
-Claro que no, a pesar de haberte comportado mal el primer día que nos vimos, este mes he comprobado que eres muy diferente a lo que pensé en un inicio -respondí poniendo una mano en su pecho, él la tomó y se la llevó hasta sus labios para dejar un pequeño beso en ella, que hizo latir mi corazón con más fuerza.
-Una noche comprendí que lo único que estaba haciendo era dañarme, esa misma noche salí de casa a toda prisa y monté en el primer taxi que encontré, no sabía a dónde iba, solo quería huir de mi prisión -Sin remedio sentí una gran tristeza por Dylan; yo había sufrido mucho con la pérdida de mi padre, pero sabía que me quería con toda su alma, en cambio él había sufrido por culpa de sus padres y su falta de amor-. Agradezco haber hecho lo que hice, porque si esa noche no hubiera huido no habría descubierto esta playa tan hermosa.
Esas palabras me hicieron reaccionar y levantando la espalda lo suficiente para mirarlo a los ojos y le pregunté:
-¿Tú vivías aquí? -Que me dijera que había encontrado esta playa me dejó confundida, ya que según él sus padres eran embajadores.
-Te dije que mis padres son embajadores aquí, claro que parte de mi vida la he pasado en Veldania -aclaró sin tener que pensárselo mucho. Eso me tranquilizó, por un momento creí que me había mentido y si había algo que odiaba era la mentira-. Bueno, como te iba diciendo, llegué a esta playa y me maravilló su belleza natural, ese olor a mar, el sonido de este en tus oídos, el viento en el rostro, era como estar en un sueño -describió y soltó un sonoro suspiro.
La playa no había cambiado para nada, seguía siendo la misma brisa, el mismo olor, la misma canción del mar, como él había dicho el lugar era y sería siempre un paraíso.
-Cuando te conocí fue como descubrir esta playa una vez más - respondió mirándome a los ojos-, te enfrentaste a mí sin importarte quien fuera yo, eso me atrajo hacia ti como un imán, por ello inventé la apuesta que gracias a Dios gané, luego en esa cena, cuando nos conocimos mejor me maravillé con tú sonrisa y que decir de tus claros ojos que son como dos faros para mí.
-Dylan, quiero que quede claro que no voy a ser una de tus aventuras -aclaré, porque aunque el momento era muy especial sabía que podía acabar siendo nada más que una aventura, además él aún no me había explicado la causa del beso.
Él se puso en pie y me dio las manos para ayudarme a levantarme.
-Sé perfectamente eso, te traje aquí para decirte la razón de ese beso -dijo y vi un brillo en sus ojos que no había visto antes-. Deborah, no nos conocemos hace mucho, pero el tiempo que pasamos juntos fue maravilloso, además me has enseñado tantas cosas sobre este país y sobre las personas más pobres, la realidad que nadie ve y aunque parezca una locura quisiera que fueras mi novia -sus palabras me dejaron sin habla por la sorpresa, habría esperado cualquier otra explicación menos esa.
-Dylan -susurré muy emocionada, jamás había tenido un novio, asimismo su proposición me asombró, pues él había dicho que solo era su amiga.
-Sé que quizás es algo precipitado y que dije que eras mi amiga, pero tú sacas lo mejor de mí. También sé que no es la proposición más romántica del mundo, pero estaría encantado de que fueras mi novia -dijo tomando mis manos.
El hombre frente a mí tenía razón en todo lo que decía, además no me estaba pidiendo casamiento, ni declarándome amor eterno y si me gustaba no había razón para decir que no.
-Acepto -respondí segura de mí, y de esa relación-, acepto ser tu novia, con una condición-agregué recordando una cosa muy importante.
-La que sea -dijo sonriente, parecía un niño al que le habían dado un regalo por navidad.
-Levanta tu mano derecha -dije levantando la mía-, prometes que no me engañaras con otra mujer y que esta relación será cristalina, nada de mentiras.
-Lo prometo -dijo él firmemente-, y ahora, sellemos esta promesa -agregó y sin previo aviso me besó con mucha pasión, lo que me encantó, creo que me acostumbraría a sus besos, ya que eran algo adictivos.
************
Al día siguiente Dylan me invitó a salir para pasar el primer día juntos oficialmente como mi novio.
Decidí que quería mostrarle mi mundo, ya que siempre que salíamos me llevaba a restaurantes caros, a su yate o a bares para miembros exclusivos y hoy quería que viera quien era y a que estaba acostumbrada.
Lo llevé a una finca de unos amigos italianos muy cercanos a la familia que se dedicaban al ganado y al vino.
-Deborah, ¿cómo has estados? -saludó Fabricio al verme.
-Fabricio, te ves muy elegante -dije viendo que iba vestido de esmoquin y acercándome para darle un abrazo.
-Es que es la boda de Alberto -respondió dándome un fuerte abrazo como un padre le da un abrazo a su hija. Alberto era su hijo menor que era muy parecido a él, alto, rubio y de ojos azules, aunque toda la familia era muy parecida en esos rasgos, claro que cada uno tenía sus rasgos que los diferenciaban-, se cansó de esperarte -agregó alzando los brazos y dejándolos caer.
-Es cierto, Fabricio, pero crees que aún pueda recuperarlo -bromeé haciendo un puchero.
-Creo que no, Deborah, mi hijo está muy enamorado de su futura mujer - respondió siguiéndome la corriente.
-Humm -interrumpió una voz detrás de mí.
Me giré y me encontré con Dylan que tenía una mirada algo confusa.
-Fabricio, permíteme presentarte a mi novio, Dylan -presenté tomando el brazo de Dylan para entrelazarlo con el mío, aún me parecía raro decir que él era mi novio-. Dylan, él es Fabricio, un viejo amigo de mi familia y es como un padre para mí.
-Es un placer, señor -dijo mi novio extendiendo la mano que tenía libre.
-El placer es todo mío -respondió Fabricio estrechando su brazo y examinándolo con la mirada-. Si eres el novio de mi Deborah, entonces eres un hijo para mí, pero si le haces daño será mejor que huyas, porque te encontraré y te mataré -agregó muy serio.
-Vamos, Fabricio, no asustes al muchacho -dijo Carla (la esposa de Fabricio) llegando hasta nosotros, ella llevaba un vestido rosado que tenía pequeñas flores a relieve, a pesar de los años se veía hermosa.
-Carla -dije acercándome a ella para darle un abrazo-. Te he extrañado tanto.
-Y si me extrañabas tanto como dices, ¿por qué no habías venido? -dijo separándose de mí y mirándome con ojos desconfiados.
-Problemas -respondí con un sonoro suspiro.
Le conté a Carla y Fabricio muy brevemente todo lo que había sucedido en este último mes. Ellos al escuchar todas las cosas que estaba pasando por la enfermedad de mi madre y la falta de dinero se ofrecieron a ayudar en la casa para que mi madre pudiera descansar y le respondí que lo hablaría con ella, aunque sabía que mi madre no iba a aceptar, era demasiado orgullosa.
Carla y Fabricio me invitaron a la boda, pero les dije que no iba preparada para el momento, pues mi ropa casual no era adecuada para un casamiento, sin embargo, al final tuve que acceder pues Fabricio, Carla y Dylan me convencieron diciendo que hoy era el día más importante de Alberto y que a él no le gustaría que no estuviera presente.
Carla me llevó casi corriendo hasta donde se encontraba la novia para presentarme.
-Kate, te presento a Deborah, una amiga de Albertico -presentó y supe sin duda alguna que Alberto tenía buen gusto, pues era una muchacha muy linda.
-Es un placer, Alberto es como un hermano para mí y tú ahora serás una hermana -dije dándole la mano para no arruinar su maquillaje.
-El placer es mío, Alberto siempre habla de ti -respondió con una sincera sonrisa, parecía una buena chica.
-Kate, la traje aquí, porque esta niña no tiene vestido para la boda -explicó Carla arreglando el largo velo de la novia, el cual se había torcido y alisando el vestido que era hermoso, tenía un encaje que iba desde las manga hasta el inicio de la falda, y esta era de campana.
-Buscaré un vestido de los que mandaron mis padres -dijo levantándose la falda y caminando hacia un rincón de la pequeña habitación donde había una percha con varios vestidos, comenzó a pasarlos rápidamente hasta que paró y sacó uno de ellos-. Este vestido es perfecto para ti -agregó enseñando el vestido que había sacado.
Este era de color gris, el corpiño era en forma de corazón y del centro salía una pedrería que llegaba hasta el inicio de la falda creando un hermoso diseño. Por otro lado la falda tenía dos capas de tela, una más gruesa que quedaba por encima de las rodillas y la otra era como un tul que iba por encima de la otra, esta llegaba hasta el suelo y tenía una abertura en la pierna izquierda.
-No puedo aceptarlo -respondí negando con la cabeza, ella ni siquiera me conocía y no era correcto que me diera un vestido que estaba destinado para ella.
-Tómalo, este vestido no me queda bien y no iba a poder ponérmelo de todas formas -explicó dándome el vestido sin que pudiera protestar.
-Bien, ahora que el problema del vestido está resuelto es hora de que te lo pongas y maquillarte -dijo Carla.
Empujada por Carla y Kate me cambié de ropa, luego la estilista me maquilló y peinó con una cebolla hecha a partir de una trenza, la cual llevaba adornos por todos lados.
Cuando salí de la casa me encontré con Fabricio, Alberto, Bob y Dylan mirándome embobados.
-Dios mío, Deborah te ves hermosa -dijo Alberto acercándose a mí, él estaba impecable, sin un pelo fuera de lugar y las manos le temblaban un poco. De seguro debía estar muy emocionado.
-Muchas gracias, Alberto -respondí dándole un gran abrazo-, tú novia es encantadora, espero que la hagas muy feliz -agregué y me separé de él para acercarme a Bob.
-Bob, has crecido más o me estoy haciendo pequeña -dije dándole un abrazo a mi grandullón, como siempre solía llamarlo. Bob era el hermano gemelo de Alberto y aunque eran muy parecidos siempre los había distinguido a la perfección.
-No se decirte si he crecido o no, pero sí puedo decirte que ese vestido fue hecho para ti -respondió alejándose de mí para verme mejor.
Yo no era una mujer exuberante, pero debía admitir que estaba conforme con mi cuerpo que era bastante equilibrado.
Después de hablar unos minutos con Bob y preguntarle cuando pensaba casarse me dirigí hacia Dylan que estaba apoyado en el capo del auto. Al llegar a su altura él me tomó de la cintura y me dio un beso, pero fue tan corto que pareció un simple roce.
-Te ves hermosa -dijo sin soltarme-, creo que incluso te ves más linda que la novia -agregó con una sonrisa.
-No digas eso, ni siquiera la has visto -dije dándole un suave golpe en el pecho.
-No necesito verla para decir quien es la más bonita -respondió dándome un beso en la mejilla y otro en el cuello.
-¡Dylan! -exclamé abrazada a él-, recuerda que tenemos públicos.
-Sí, tienes razón y desearía que no fuera así -susurró en mi oído con voz seductora. No llevábamos ni un día como novios, pero se comportaba como si lleváramos mucho tiempo juntos.
Me separé de Dylan y me giré hacia Fabricio:
-Nosotros nos vamos a adelantar -le dije, pero él solo fulminaba a Dylan con la mirada como si lo estuviera advirtiendo.
-Está bien, ¿ya sabes dónde es?
-Sí, Clara me lo dijo.
Dylan y yo nos subimos al auto, y llegamos a la iglesia en un momento, ya que estaba bastante cerca. Luego de un rato llegaron unos sonrientes Alberto, Bob, Fabricio y Clara que después de un rato ya estaban muy estresados por el retraso de la novia. Afortunadamente cuando Alberto estaba a punto del colapso comenzó a sonar la marcha nupcial y todos nos pusimos en pie mientras la novia iba al altar con una sonrisa nerviosa, pero que reflejaba felicidad al mismo tiempo.
-Queridos hermanos... -comenzó a decir el cura cuando la novia llegó al altar.
Todos escuchamos atentamente las palabras de este, y cuando los novios se besaron nos pusimos de pie aplaudiendo.
Los novios guiaron la marcha hasta el salón de fiestas decorado con globos blancos y al llegar allí estos abrieron el baile con un vals y cuando terminaron el baile el DJ invitó a todos a bailar. Dylan me invitó, pero le dije que no, nunca había sido buena bailando.
Luego de un rato cuando ya habían cortado el pastel y había hecho el brindis correspondiente, el DJ dijo:
-Amigos es hora de seguir con la fiesta y lo hacemos con un tema que le dedica el señor Dylan a la señorita Deborah - cuando el DJ terminó todos me miraron con sorpresa y otros con curiosidad de saber quien era Dylan. Enseguida y para satisfacer su curiosidad él apareció como si fuera un príncipe, ante la mirada de todos me ofreció la mano que tomé con mucho placer y nos dirigimos hacia el centro del salón cuando comenzaban a sonar los primeros acordes de "My only one".
-Estas loco -susurré cuando me abrazó contra él para comenzar a bailar.
-Shh, disfrutemos de la canción -dijo en mi oído. Cerré los ojos y comencé a moverme al ritmo de la música.
Promise I'll stay here 'till the morning
And pick you up when you're falling
When the rain gets rough, when you've had enough
I'll just sweep you off your feet and fic you with my love
My only one
My only one
Comenzó a cantar Dylan en mi oído mientras seguíamos bailando, su voz no era la más melodiosa, pero para mí era maravillosa. Me olvidé que estaba rodeada de personas que nos miraban, solo me fijé en sus ojos y lo demás desapareció, Dylan era el príncipe encantado que siempre había esperado en mi niñez.
*************
Después de despedirnos de Alberto y Kate nos fuimos a casa, estaba tan cansada, ya que después de ese baile Dylan no me había dejado sentarme ni por un instante y resultó que no era tan mala para el baile como yo creía.
Cuando llegué a mi edificio me despedí de él con un corto beso y subí a toda prisa con la intención de ir a dormir, pero al llegar a casa mi madre estaba sentada en el sofá mirando las noticias.
-Hola mamá, ya estoy aquí -dije quitándome los tacones que llevaba puesto, pues mis pobres pies me estaban matando.
-¿Hija y ese vestido? -preguntó al verme-¿Te lo compró Dylan? ¿A dónde fueron?
-No, no me lo compró Dylan -dije sentándome de un tirón en el sofá que crujió por el impacto-, fuimos a ver a Fabricio y resulta que hoy se casaba Alberto -respondí soltando un suspiro, me dolían todos los huesos.
-Ah, así que Alberto se casó, verás como lo voy a regañar por no haber traído a su novia antes para que yo le diera mi aprobación.
-Mamá, esas cosas solo las hacen los ancianos de la casa y tú solo tienes cuarenta y un años -respondí recostando la cabeza en el espaldar del sillón-. Por cierto, ¿qué haces sentada aquí esta hora? Mañana trabajas, no es algo normal en ti.
-Es que dijeron que iban a dar una noticia importante -respondió y yo levanté la cabeza, siempre que decían que darían una noticia importante era algo que nos afecta como la subida de impuestos, guerra, entre otras cosa-. Mira, creo que ya van hablar.
En el televisor salió un cartel que decía nota informativa y luego está se fue desvaneciendo para dar lugar a María, una de las periodistas que más odiaba, pues ella siempre se encargaba de las malas noticias.
-Buenas noches, amigos televidentes -saludó con su falsa sonrisa-. Esta noche estoy aquí para darles el primer anuncio oficial de nuestro Príncipe William Velmón, que pronto se convertirá en nuestro rey -con que resultaba que ya estaban enseñándole a la cría como destripar a sus presas-. Amigo televidente le aconsejo que si está de pie por favor tome asiento, porque esta noticia les hará temblar los pies. Nuestro amado príncipe ha decidido que un plebeyo tenga la oportunidad y el privilegio de estudiar en la prestigiosa Academia Real de Veldania con todos los gastos pagados -dijo con gran emoción y esa noticia me dejó congelada, una beca completa en la mejor academia de Veldania era un sueño para cualquiera-. El o la afortunada será elegido mediante un sorteo que se realizará un mes antes del inicio del curso escolar y para ello deberán enviar su nombre, edad, año de estudio en que se encuentran y su dirección por correo postal, electrónico, Facebook e Instagram, así que no espere más y apúntese en nuestro sorteo porque usted podría ser el afortunado -terminó de decir y no pude articular ninguna palabra, la oportunidad de una educación mejor había llegado, pero como podría saber si esto era real o otra de sus farsas para ridiculizarnos.