-Angelina, entra, ya está comenzando a llover –la llamó Clara desde la puerta de la cocina. La joven llegó corriendo y dando brincos de un lado para otro, como toda muchacha de su edad; Dimitri la miró de arriba abajo con gestos de negación, Angelina no hizo caso a las presunciones de aquel déspota engreído, se limitó a entrar y ponerse a la orden de Marie.
-Clara, usted es una mujer con suerte, ¿lo sabía? -manifestó Dimitri luego de haber observado el comportamiento de la niña. -Muchas familias distinguidas como los Greenwood no admitirían una empleada con hijos-
-Eso lo sé, y creo que soy una buena trabajadora; jamás han existido quejas de los dueños hacia mí –contestó Clara defendiéndose de aquella indirecta.
-Entonces, estará de acuerdo conmigo que deberá de esforzarse aún más en cuidar su trabajo, porque otro mejor no tendrá. Quizás sea una excelente criada, pero nadie es indispensable en esta vida y si quiere alargar su estadía en esta casa enséñale más educación a su hija -enfatizó.
Clara sintió su sangre encenderse, aun así, se quedó callada, era mejor evitar, aquel trabajo le hacía falta. Los demás presentes contemplaron a Dimitri de reojo dejando ver en sus rostros la molestia hacía sus comentarios, la tensión bajó cuando Caden irrumpió en la cocina. Angelina al verlo se puso tensa, en cambio, el rostro del adolescente manifestaba alegría.
-Angelina -dijo el chico con un poco de timidez, ella no quería mirarlo, aquel gesto de rechazo logró que Caden frunciera el ceño, entonces una vez más Dimitri se introdujo en la escena.
-¡Acaso está sorda! El señorito le ha hablado -Angelina subió el rostro; Clara la vigilaba muy de cerca, la joven giró a ver a su madre como pidiéndole permiso, Clara asintió.
-Que se le ofrece, joven Caden -dijo de la manera más respetuosa, si algo había estado aprendiendo estos días era sobre los límites.
-Te dije que me llamaras por mi nombre de pila -seguidamente le extendió una rosa que llevaba oculta en su chaqueta, Angelina quedó confundida ante aquel gesto; un día era un ser malvado, y al otro un joven amable, eran como si dos personas convivieran en un solo cuerpo. Clara al ver el gesto de Caden se sintió perturbada, aquello podía costarle su trabajo como se lo había advertido Dimitri. La mujer contempló a Caden frente a su hija y sintió una opresión fuerte en el pecho, el miedo invadió su mente; en ese pequeño trance ella advirtió una especie de premonición que le atravesó el alma como un fuerte relámpago, su instinto de madre le pedía a gritos que protegiera a su hija de aquel joven que apenas tenía catorce años, pero que tarde o temprano la lastimaría dejando su huella en ella al igual que un animal cuando es marcado con hierro ardiente. Angelina se acercó y tomó la rosa, una crítica efusiva por parte de Dimitri no se hizo esperar.
-Joven Caden ¡Acaso ha perdido el juicio! ¿Por qué usted le regala una rosa a la hija de la sirvienta? -la respuesta de Caden fue inmediata:
-Me temo que eso no es de su incumbencia, le recuerdo que mi padre le paga, es para que cocine, no para que opine -el hombre quedó inmóvil de la impresión, y varias risitas se hicieron sentir en la cocina, menos por parte de Clara, su seriedad era inmutable al igual que su preocupación; por otro lado, el gesto del joven Greenwood logró que Angelina le diera una oportunidad.
Caden tomó a Angelina de la mano y se la llevó de la cocina, Clara quedó en silencio y un fuerte dolor de cabeza la tomó por sorpresa, entonces Dimitri se le acercó.
-Usted no sabe el problema que esto le traerá, si desea evitarse futuras emboscadas, hable con su hija.
-Son, solo niños -se introdujo Martina.
-A las cosas que van por mal cause se les busca remedio rápido –replicó el hombre, seguidamente giró hacia Clara y dijo: -Arránquelo de raíz por su propio bien; cada cosa tiene su lugar, y usted sabe que su hija no encaja con el joven Caden –una vez más Clara se mantuvo en silencio, aunque lo que deseaba era gritarle a Dimitri y llevarse a su hija lejos de aquella mansión.
Por otro lado.
Caden había llevado a Angelina rumbo a los jardines de la mansión, muchas mariposas y flores multicolores adornaban el maravilloso espacio.
-Te debo una disculpa -dijo el chico -, sé que no debí comportarme de esa manera, mucho menos decir lo que dije, pero a veces me es difícil controlarme-
-No me gustó que dijeras que mandarías a matar a Zeus-
-Ya veo que sabes su nombre-
-Sí, ya me lo han dicho -Angelina bajó el rostro, y la imagen de Zeus escapando de Caden reapareció en su mente, aquella imagen no la olvidaría jamás -. El caballo no tiene la culpa, simplemente estaba asustado, ¡ponte en su lugar! Imagínate que te saquen de tú habitad y te metan en un mundo extraño donde te coloquen amarres para poderte domar ¿No lucharías para escapar?
-Es un simple animal -dijo de mala gana.
-Los animales también sufren –replicó Angelina.
-No volveré a hacerlo -le prometió y seguidamente le extendió la mano, para cambiar de tema -Amigos -le propuso nuevamente, Angelina lo miró y luego sonrío.
-Amigos -convino y le tomó la mano.
Los dos jóvenes iniciaron una carrera por el extenso terreno que los rodeaba, era un jardín panorámico de 6.000 acres, con colinas que les proporcionaba libertad para correr y dejar volar la imaginación. Angelina y Caden en aquel momento, sin proponérselo, comenzaban a desarrollar actitudes típicamente adolescentes que se combinaban con las de la niñez que todavía no dejaban por completo. Su felicidad momentánea, producto de la libertad sin límites, los llevaba a bordear el lago cruzando puentes, llegando a los inmensos árboles que crecían en todo su esplendor sin ser talados, dejando atrás la mansión que ya no se divisaba por ningún lado.
Luego de haber corrido por largo rato, los jóvenes se sentaron en la orilla del lago artificial para contemplar a la familia de cisnes, Caden giró a ver a su compañera, el choque del sol contra su cara causó que el color ambarino de sus ojos fueran más brillante, volviéndolos dorados como los de un lobo; el muchacho no pudo reprimir su estupefacción ante aquella visión. Caden nunca había conocido a un individuo con esta pigmentación, mucho menos que luciera tan hermoso junto al color cobrizo de su cabello. Nuevamente, Caden experimentó esa extraña sensación de susto en la boca de su estómago, y sintió la necesidad de pasar su mano por la cabellera de Angelina, pero lo reprimió.
El tiempo había pasado rápido, Angelina se sentía emocionada por el momento que le había regalado Caden, el correr y trepar árboles había drenado su tristeza. De regreso a la mansión Angelina prestó atención a los detalles de la hermosa morada de los Greenwood, la casa era un rectángulo, con cuatro fachadas de columnas construidas para hacer un efecto teatral desde la lejanía, con pequeños templos que se veían en grandes perspectivas; la observación de Angelina se vio interrumpida cuando Caden le informó que habían llegado personas.
-¡Vayamos a las caballerizas! Creo que ha llegado el experto en doma de caballos -propuso Caden emocionado, la muchacha acepto encantada.
Caden había tenido razón, Lord Greenwood estaba cerca de las caballerizas junto a Joseph y Gustavo que le mostraban al nuevo empleado el lugar, Angelina bajó el ímpetu de su carrera al ver al padre de Caden, aquel hombre le transmitía miedo a pesar de no haber cumplido el capricho de su hijo de sacrificar el corcel. Lord Greenwood giró a ver a su hijo que venía con pasos apresurados hacia él, Angelina no pudo evitar sentir extrañeza de que el mismísimo Lord Greenwood en persona estuviese atendiendo aquel negocio, entonces entendió que su hijo le importaba.
-Ya veo que has querido conocer al hombre que entrenará a Zeus -dijo Lord Greenwood a Caden apenas lo tuvo al frente.
-Así es padre, estoy ansioso de que mi caballo sea educado ¡Ya no veo la hora de montarlo! –Respondió el chico emocionado, luego giró a ver a Angelina -¡Acércate! No te quedes ahí parada –Angelina quedó inmóvil ante la petición del joven, Caden entendió el porqué del temor de su amiga, entonces le susurro algo a su padre en el oído; el hombre frío de ojos grises y de barba acomodada giró a verla y con su aristocracia remarcada le dio su autorización de que se acercara. Angelina inicio su caminar aun de manera cautelosa, ya cerca el padre presentó al nuevo integrante a los trabajadores de la mansión Greenwood.
-Hijo, te presento a Branimir Dragó, un gran domador que estudió el comportamiento y conducta de los caballos-
-Mucho gusto joven Greenwood -dijo el hombre bajando la cabeza, Angelina quedó impresionada por lo fuerte que se veía el nuevo domador, era mucho más alto que Lord Greenwood que de por sí tenía buena estatura. Branimir Drago era un hombre rubio de ojos castaños. Aquel hombre no tenía imagen de ser un simple domador, su porte y manera de actuar eran muy elegantes.
-Espero logré controlar el temperamento de mi corcel, ya que nadie aquí ha logrado hacerlo -manifestó Caden lanzando una mirada iracunda hacia Gustavo y Joseph, Branimir sonrío.
-Espero lograrlo, aunque es mi hijo Michael el que posee el verdadero don-
-¿Dónde está su hijo? ¿Qué edad tiene? -las preguntas se amontonaban en la boca de Caden.
-Hijo, por favor, ten calma y deja que Branimir conteste-
-Michael tiene aproximadamente tu misma edad; catorce años, bueno dentro de unos meses cumplirá los quince.
-¿Tiene catorce? ¡Cree que su hijo podrá domar a este animal! -Replicó Caden con desdén.
-Hijo, contrólate -le pidió Lord Greenwood colocando una mano sobre su hombro.
-¿Dónde está su hijo? -Inquirió con impaciencia, y a la vez incrédulo de lo que le decía el hombre.
-Dejando sus cosas en la cabaña.
-¡Quiero conocerlo inmediatamente! -Exigió el muchacho, dichas aquellas palabras Branimir llamó a su hijo.
Michael salió a atender el llamado de su padre, Angelina al ver al joven sintió un extraño efluvio que en cuestión de segundos logró que algo en su interior cambiara, como si se tratase de un hechizo; un calor diferente y desconocido comenzó a inundar su alma, dándole otros matices a su mundo; entonces se sintió indefensa, el rubor pintó sus mejillas y su timidez causó que desviara su mirada, pero este último deseo no pudo materializarlo cuando vislumbró un detalle en los ojos de aquel nuevo chico que la marcaría para siempre. Los ojos de Michael eran azules y profundos, Angelina no podía dejar de verlos, una fuerza poderosa no la dejaba cumplir su deseo; de repente el chico giró a verla, en ese contacto visual descubrió que su mirada no era como la de otros jóvenes de catorce años, Michael miraba con la sabiduría de una mirada adulta, y no solo descubrió eso; uno de los ojos del muchacho se fue volviendo gris al hacer contacto con ella, mientras que el otro se volvía más azul, hasta llegar a un tono zafiro, el corazón de Angelina parecía detenerse.
-Él es mi hijo -dijo Branimir rompiendo la esfera de cristal que había atrapado a Angelina. Caden lo miró con sorna.
-Estoy a sus órdenes –manifestó Michael, inclinándose para saludar a Lord Greenwood. Angelina no podía quitar la mirada del muchacho, y las comparaciones no se hacían esperar. Michael era de la misma estatura que Caden, aunque aparentaba tener más edad; era fuerte, de cabello semi ondulado y castaño que le daba un aire salvaje, Caden parecía un niño frágil ante él. Angelina parpadeo, y por un instante quiso huir por no poder entender lo que estaba sintiendo, un revoloteo en la boca de su estómago comenzó a surgir, ella pensó que era hambre, luego echó por tierra aquella deducción, ella sabía lo que era tener hambre y el hambre jamás le ocasionaba temblor en las piernas, cuando quiso escapar la mirada de Michael la volvió a dejar inmóvil.
-¿Entonces este es el joven que domara mi caballo? -La voz de Caden sonó despectiva.
-Mi hijo tiene el don de entender a los animales, y analiza mejor que nadie el comportamiento animal en su interacción con el entorno.
-Vaya, eso me gustaría verlo -dijo Lord Greenwood con ferviente curiosidad.
-Yo también quisiera verlo, es más, quiero que su hijo se monte sobre Zeus; si yo no dure ni un minuto le aseguro que él no lo podrá montar –manifestó Caden. Joseph y Gustavo ponían cara tensa por el problema que se había ganado el recién llegado. Branimir quiso intervenir, pero Michael se lo impidió.
-No se preocupe, padre, déjeme demostrarle al señorito que puedo domar su caballo -seguidamente Michael entró a las caballerizas, Joseph y Gustavo quisieron ayudarlo, pero él se lo impidió.
Michael llegó donde estaba Zeus, el caballo resoplaba y movía su pata delantera derecha tocando el piso, en señal de frenesí y mecanismo de defensa.
-Tranquilo Zeus, nadie te hará daño -dijo Michael con suavidad, abriendo cuidadosamente la puerta. Caden no podía evitar reírse, ya daba por hecho que Zeus sacaría a patadas a Michael del establo. Lord Greenwood y los demás presentes, incluyendo a Angelina, estaban preocupados, pero Branimir estaba muy tranquilo y confiado. Poco a poco Michael se fue acercando al animal hasta acariciar su cabeza, seguidamente acercó la suya hasta la frente del animal y comenzó a susurrarle palabras que nadie logró alcanzar a escuchar; los presentes pudieron apreciar como poco a poco el caballo cedía a las palabras de Michael, luego de Zeus estar más calmado Michael comenzó hablar con el padre de Caden y dijo: -Los animales, sobre todo los salvajes se manejan con ciertos códigos impuestos por la propia lucha de la supervivencia; por ser el más apto para dirigir una manada, o ganarse el derecho a comer y copular. Zeus solo lucha, se siente extraño. Este caballo fue alejado directamente de su manada -luego de aquellas palabras, continuó dirigiéndose al caballo hasta que lo montó y sacó del establo a toda prisa, los presentes quedaron impresionados; el corazón de Angelina vibraba por la magia que había creado Michael, en cambio, Caden mostraba ira, tanto así que su padre lo tuvo que reprender. La frustración de Caden se volvió más infinita al ver como Angelina contemplaba al intruso con admiración, aquella mirada que había deseado para él desde el primer día que monto a Zeus, entonces deseó con más fuerza que aquel caballo fuera sacrificado por haberle dejado mal parado. Angelina seguía pendida del ávido y joven jinete, Michael era tan libre como Zeus, entre ellos se habían reconocido, lo montaba de forma tan apasionada que su cuerpo se fusionaba con el del caballo hasta parecer un centauro. Su cuerpo a fuerza de galopes, ante los ojos de la muchacha, se volvió de hierro, y su alma iba adquiriendo con las adversidades que seguro vivió en sus primeros años, ese temple que la educación más esmerada difícilmente habría podido darle.
Alyssa se unió de imprevisto a la pequeña reunión de Zeus, la joven lucia como una fina muñeca que sacan por primera vez de su caja de cristal, sus rizos dorados y perfectos causaron que Angelina recordara que al correr por los jardines su cabello se había vuelto un total desastre. Alyssa llevaba guantes y un vestido hermoso como siempre, parecía que iba a una fiesta.
-Acércate mi princesa -le dijo su padre, Angelina sintió un retorcijón en su estómago y una vez más deseo ser invisible para que aquella niña diabólica no se percatara de su presencia, sin embargo, nuevamente ese deseo se negaba en ser cumplido, por más que lo deseó no se hizo realidad.
-¿Qué hace esta niña sirvienta aquí con ustedes, padre? -Preguntó Alyssa causando que las mejillas de Angelina se tiñeran de vergüenza -¡Deberías prohibirle a Caden que junte con personas inferiores!
-¡Yo ando con quien me plazca! -Espetó su hermano, logrando que la irritabilidad de Alyssa subiera de escala.
-Cálmate cariño, es solo una niña y no voy a prohibirle a Caden que hable con ella -se introdujo su padre.
-¡Se lo diré a mi madre entonces!
-¡Hazlo y verás como te irá! -la retó Caden, sintiendo un deseo enorme de pelear por proteger a Angelina, un aleteo leve y muy volátil que resopló en su alma; sentimiento que viviría en él por mucho tiempo.
-¡Silencio! -Riñó Lord Greenwood -¡Caden, no le hables así a tu hermana! Esto lo arreglaremos en la casa -Angelina sintió desvanecerse y giró para irse lejos del lugar, pero las palabras hirientes y denigrantes de Alyssa la detuvieron en el acto.
-Nadie te ha dado permiso de retirarte sirvienta. Que no se te olvide tu lugar en esta casa; quizás mi hermano te use como su nuevo juguete, pero tú no pertenecerás a nuestro círculo jamás, así que lo mejor será que marques distancia, al menos que quieras que mis padres te echen a ti junto a tu madre a la calle por igualada.
-¡Alyssa basta! No es correcto que trates así a esta niña -la corrigió el padre, seguidamente se refirió a Angelina -puedes retirarte - Angelina reprimió las ganas de llorar, no deseaba que Alyssa la viera humillada; todo se eclipsó cuando Michael volvió con el caballo de Caden, los ojos de Alyssa cambiaron de egoístas a cálidos, Angelina lo notó y otro sentimiento nuevo la golpeo y sintió más ganas de llorar nunca en su existencia se había sentido tan pequeña.
El vuelo de Angelina había llegado a su final, ahora conocía una nueva estación, su tristeza ya no era por el trato hostil de aquella niña, era por otra razón; se trataba del nuevo muchacho y eso la desconcertó, la mirada de Alyssa era una prueba irrefutable de que Michael le había caído en gracia. Ese hecho no debía lastimarla, pero por razones extrañas a sus conocimientos aquel sentimiento cavó hondo hasta ensamblarse en una de las ramificaciones de su alma. Alyssa Greenwood era mucha competencia para ella, y no se sentía preparada para asumirla.
***
Clara había terminado su faena y trataba de cenar calmadamente un poco de sopa, mientras cenaba no podía quitarse de la cabeza al hijo de Lord Greenwood, ese niño que llevaba tatuado en su frente la palabra "Problema" el recordarlo logró que el pan se le atascara en la garganta, Marie corrió hacia ella para socorrerla.
-¡Mujer, debes tener más cuidado a la hora de comer!
-No comía rápido, es solo que me siento mal por esa fijación que tiene el hijo de los señores con mi niña -le aclaró la mujer.
-¡Por Dios Clara, no es para que te ahogues!
-Marie, tú no entiendes; llámalo presentimiento de madre, pero yo lo siento en el corazón, Caden va a estigmatizar a mi hija ¡Dios, si tan solo me pudiera marchar!
-Créeme mujer, exageras; mejor tomate este té de manzanilla para que te calmes los nervios -en el momento en que Marie servía el té, Gustavo entró a la cocina con Branimir y su hijo Michael.
-Madre, Clara, Martina; conozcan a nuestro nuevo integrante y su hijo -Branimir al ver a Clara quedó pendido de ella, tanto fue la impresión del hombre que los presentes lo notaron. Un carraspeo de garganta por parte de Marie reventó la observación del hombre.
-Disculpen -dijo Branimir.
-Al parecer ya el joven Caden ve a Michael como competencia -bromeo Gustavo, Clara le cambio el semblante y preguntó: -¿A qué te refieres con que lo ve como competencia?
-Este joven, aquí presente, domó al animal en menos de una hora -todos sonrieron por la hazaña del nuevo chico; Clara lo contempló y no pudo reprimir el hecho de que Michael le llamara la atención, no se trataba de su belleza física; era algo diferente, quizás su aura y la paz que transmitía. Clara sintió una especie de gracia al verlo que la calmaba, aquel muchacho había llegado lleno de luz, y con tan solo una sonrisa había desterrado los sentimientos negativos; Michael capto los pensamientos de Clara y como si los leyera le dijo: -Señora Clara, no tema ponga sus problemas en manos de Dios - todos en la cocina quedaron sin habla, mientras que a Clara se le empañó la mirada, seguidamente tocó la mano de Michael.
-Tú eres un ángel, y te llamas como uno de los más grandes Arcángeles guerreros de Dios -Michael sonrío.
-Gracias por su comparación, pero solo soy un simple mortal que está muy lejos de la divinidad.
-¡Niño, hablas como un adulto! –exclamó Marie con una gran sonrisa-, pero para mí sigues siendo un niño y como niño te trataré -todos comenzaron a reírse -. Así que te serviré una buena taza de leche con miel aprovechando que Dimitri no está.
-Bienvenido sea -dijo el chico con una gran sonrisa.
-¿Y al padre lo pueden tratar como niño también? ¡Porque deseo leche con miel!
-Claro que si -sonrío Marie, que se dio vuelta para cumplir la promesa y sacar las tazas. Michael volvió a ver a Clara.
-¿La joven que estaba con el señorito Greenwood, es su hija? Veo similitudes de ella en su cara.
-Sí, es mi hija.
-¿Es muy amiga del hijo de Lord Greenwood? -Se introdujo Branimir.
-Él la busca mucho, pero no estoy de acuerdo con esa amistad -la cara de Clara volvió a ensombrecerse.
-Él tiene un carácter difícil –agregó Gustavo.
-Su hija también –opinó Branimir -, y créame entiendo su preocupación -le apoyó guardando para él la escena que presenció del trato de Alyssa hacía Angelina.
Angelina fue a la cocina para servirse un poco de agua, había escuchado voces en el camino; al llegar sus piernas se volvieron nuevamente inmóviles al percatarse que en la cocina junto a su madre y los demás estaban los nuevos integrantes. Vio a Branimir con vergüenza rogando que no le contara nada a su madre de lo sucedido con Alyssa, Clara giró y vio a Angelina inmóvil.
-¿Qué pasa Angelina? Vamos ven -dijo su madre, la joven a duras penas camino hacia ellos, Michael la miraba de frente logrando que ella bajase la cabeza -¿Ya conociste al señor Branimir y a su hijo Michael? -le preguntó Clara, ella asintió, entonces Michael se levantó de la silla y dejo el tazón de leche con miel, seguidamente se acercó a ella y dijo: -Pero no formalmente, Michael Drago -y le extendió la mano, Angelina la tomó y sus mejillas se sonrojaron.
-Él puede ser tu compañero de juegos, vienen del mismo mundo –expresó Clara.
-Hermosa dama, todos venimos del mismo mundo, solo que unos nacen con más dinero que otros -le corrigió Branimir con esa educación que no parecía propia de una persona de condición humilde.
-Yo les aconsejo que se cuiden de esos dos pequeños demonios -bufo Gustavo, llevándose un trozo de pan mojado con leche a la boca.
-Puedes ir mañana a nuestra cabaña, Angelina -le invito Michael -, siempre y cuando no esté trabajando -la sonrisa le iluminó el rostro a Angelina y una vez más vio el cambio de color en los ojos del muchacho.
-Espero ser recibido en esta cocina –manifestó entre risas Branimir, sin quitar la mirada de Clara.
-Por supuesto -dijo Clara.
Branimir y Michael se fueron de la cocina junto a Gustavo, dejando a las damas solas para que terminaran de recoger las ollas.
-Atractivo el señor Branimir, debí preguntar si era casado -dijo Marie.
-¡Por Dios! -Se burló Martina -Creo que no es casado, porque no quitaba los ojos de Clara –seguidamente giró hacia Clara y dijo: -creo que lo hechizaste.
-No digas tonterías, lo que si me impresionó fueron sus modales; son muy distinguidos para una persona de cuna humilde como él.
-Su hijo no se queda atrás, habla con tal elocuencia que ni el joven Caden con toda la educación que posee se expresa así.
-Sí, es un joven muy encantador; ojalá el joven Caden y la señorita Alyssa no le hagan la vida imposible –suspiró Clara mientras soplaba las últimas velas contenidas en los candelabros.