Capítulo 4 Savannah 4

Intentaba abrir los ojos y no obtenía ningún tipo de reacción por parte de mi cuerpo. Asumía en la inmensidad de mi oscuridad interna,que algo se había desconectado en mi cerebro y las órdenes que yo intentaba darle a mis músculos y miembros eran completamente ignoradas.

Sin embargo, mi sentido auditivo parecía funcionar en un canal aparte al del resto de mi cuerpo, pues oía perfectamente las voces a mi alrededor.

-Pero es que han pasado dos días Yiraf, necesito que mi esposa se despierte. Has algo más de lo que haces. Por favor inténtalo.

Cada vez que trataba de mover mi cabeza, me dolía horrores y no obtenía mucho resultado.

La voz que se oía me recordó a la de alguien que aún no identificaba y el simple hecho de llamarme su esposa era situación suficiente como para esforzarme en abrir mis ojos.

Supongo que el detonante que significaron aquellas palabras, me hizo reaccionar poco a poco y pude sentir con molestia,unos pitidos a mi lado, de lo que parecía ser, alguna especie de máquina.

Inmediatamente me vinieron a la mente los flashazos del accidente y recordé como en un torrente de imágenes, como mi hermana apuntaba a la cabeza de mi hermano, con un arma que su marido mantenía entre sus manos. Recordé a la persona que me había dicho que aquella emboscada había sido orquestada por Onir y rápidamente le acusé en mi mente, de mi condición física gracias a su idiotez.

Sin embargo, la peor parte de la caída en picada libre la sentí llegar,cuando recordé mi confesión al desconocido de ojos dulces que me salvó, y al que le confié la vida mía y de mi hijo, al contarle de su existencia en mi interior para luego descubrir que era nada más y nada menos que mi propio marido, que ahora querría matarme seguramente por mi deshonra a su apellido, su condición de árabe y se familia, sin poder imaginar que incluso el caos era mayor puesto que su padre era el mismo que el de mi bebé.

-¡¿Savannah?!-gritó acercándose a mí rápidamente y guardó silencio en un mismo gesto cuando notó mi molestia al volumen que había usado. Me dolía mucho la cabeza -dime que estás bien. ¿necesitas algo?... lo que sea. Solo pídelo.

Era tan cercano y cálido como la vez anterior que lo había visto.

Acomodó su voz y emoción a mi situación y se lo agradecí en un gesto de relajación sobre la cama en la que estaba.

-Me duele mucho la cabeza -me llevé la mano a mi frente y la encontré vendada, había tela sobre mi piel y volví a recordar como sus labios se habían llenado de mi sangre cuando me había besado en el momento antes de desmayarme.

Con la vista borrosa percibí que nos habíamos quedado solos. No supe si le había pedido a su amigo que saliera pero ya no había nadie más que él en aquel lugar que resultó ser una tienda hospital. Supuse que en medio del desierto.

-El bebé esta bien. Mi amigo es el único que sabe de tu condición y es de mi total confianza. Le he dicho que nos conocimos hace un par de meses porque no sé cuánto tiempo tienes de embarazo pero no debe ser mucho, no tienes panza -hablaba rápido y mirando a nuestro alrededor todo el tiempo como buscando personas que por suerte no estaban allí.

-!Gracias!...