El color de la inocencia
img img El color de la inocencia img Capítulo 2 Rescatada
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Capítulo 6 El legado img
Capítulo 7 Protegida por el guardaespaldas img
Capítulo 8 Quiero protegerte siempre img
Capítulo 9 Los príncipes si existen img
Capítulo 10 Confianza img
Capítulo 11 Destino cruel img
Capítulo 12 Laberintos img
Capítulo 13 El color del cielo img
Capítulo 14 Una decisión de amor img
Capítulo 15 Revelaciones img
Capítulo 16 La velada img
Capítulo 17 Decisiones img
Capítulo 18 Inicia el tormento img
Capítulo 19 Atrapada img
Capítulo 20 Bajo el manto protector de Roguard img
Capítulo 21 Decisiones silenciosas img
Capítulo 22 Confesión de amor img
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Capítulo 2 Rescatada

El chofer intentó dar marcha atrás, y Harold pudo ver el rostro de la hermana a través de la ventanilla. Dell estaba aterrorizada. Dos autos enemigos se le colocaron de frente, e impidieron la huida, y los hombres salieron desenfundando las armas, apuntando justamente a la ventanilla dónde estaba ella. El chofer apeló a sus habilidades y se batió a balas. Le hizo señas para que ella bajara la cabeza. Dell gritaba sin poderlo evitar, cuando sintió que la puerta del auto se abrió y alguien la sacó como si tuviera la ligereza de una pluma.

Comenzó a dar fuertes golpes intentando defenderse, pero una fuerza mayor la sostuvo y la cargó sobre el hombro derecho mientras se escabullía hacia la parte trasera de la mansión.

Ya en la penumbra, alejados lo suficiente de la turba y el caos,el hombre se detuvo y la acomodó en un pasillo interior. Dell intentó huir pero la fuerza y habilidad que ella enfrentaba eran mayores que su propia decisión. Estaba aterrada y forcejeó hasta que el guardia pudo sacudirla por los hombres y decirle:

_ Si huyes de mí ahora vas a causar más problemas. Estoy aquí contratado por tu padre. Puedo cuidarte. Confía en mí.

Dell decidió respirar más calmada, y por primera vez logró pensar. En escasos segundos volvió a recordar cómo fue sacada del auto, y cómo él la tomó sobre sus hombros como si fuera una pluma, y aquel hombre no pasaba los veinticinco años, y mostraba fuerza y valor descomunal. Si su padre lo había contratado ella entonces debía confiar.

_ Gracias_ musitó con delicadeza.

Dell volvió a mirarle y se percató que el traje estaba hecho un desastre. La camisa blanca se había salido del cinto, los cabellos estaban totalmente revueltos y la mirada mostraba el estremecimiento del desconcierto. El joven tenía un tono de cabellos algo pardos. Aunque estaban en la penumbra pudo ver mucho de sus rasgos físicos. Unos flequillos caían sobre sus ojos, apenas pudo verle el color ni su esencia, solo apreció el contraste de rudeza y sensualidad en sus facciones cuando él le tomó las manos, y le dictó con total resolución:

_ Vamos.

La orden imperiosa ella la acató como una niña que sigue la voz de su inocencia. El hombre la condujo hacia un cuarto abandonado destinado a guardar objetos en desuso. La casa que llevaba tantos años sin visitar se le antojaba extraña, invadida, y sintió mucho miedo. La incertidumbre comenzó a dominarla y el guardia sintió el estremecimiento a través de su mano, y se detuvo, justo dominando un portón, y entrando a un sótano.

Ella no lo supo hasta que quedaron en silencio en medio de una penumbra total. Dos hombres hacían una ligera carrera hacia el lugar dónde estaban. El guardia le hizo una seña que no hablara, y se acercó con cautela a ella, mientras desenfundaba su arma. Dell sintió que se le erizaban los pelos del cuerpo. Dos lágrimas salieron sin pedirle permiso y le mojaron las comisuras de los labios. Estaba sufriendo. Se dejaba conducir a merced de un hombre que nunca antes había visto. Había regresado a su propia casa y estaba dominada por un extraño y fuerte pavor, y detestaba sentirse así, atacada, vulnerada.

Los pasos se hicieron más fuertes y más cercanos, y el guardia volvió a tomarle las manos, le repitió que se mantuviera en silencio, y la condujo muy suave hacia el lugar más apartado y el más oscuro en el sótano.

Dell estaba en total silencio. El guardia sostuvo el arma en su mano izquierda y con la derecha le hizo una suave fuerza hacia la pared de fondo. Era el lugar menos visible, aún si alguien abría la puerta no podrían verle. Eso lo sabía bien, pero Dell estaba aterrada y le empujó el pecho con sus manos. El guardia le susurró que se quedara quieta, y ella escuchó la respiración del hombre sobre su cuello llena de terror. Un calambre la dominó cuando le sintió tan cerca, atravesando la piel y llegando a todas sus sensaciones. Aquel hombre la sometía y ella no comprendía porque a pesar de todo el miedo, una sensación de poder llegaba para avisarle que le atraía, que también podría pasar un minuto más sintiendo el calor, la fuerza, y la protección que le brindaba.

Él permanecía imperturbable casi pegado a su ligero cuerpo. Los labios del guardia le rozaron el rostro en algún segundo que separó el casquillo del arma, y ella sintió una electricidad. Con una agilidad imperiosa él se volteó hacia la puerta, delante de ella, decidido a protegerla.

Los pasos afuera comenzaron a alejarse y ellos comprendieron el peligro en el que estaban. El guardia bajó el arma solo cuando estuvo convencido que se habían marchado de forma definitiva, y se separó de ella con rapidez inmediata.

_ ¿Qué hacemos ahora?_ Dell encontró en quebranto su propia voz y se sintió humillada de permanecer en la penumbra, de estar dependiendo de alguien que conocía por primera vez, contratado por su padre como un guardia personal.

_ No podré llevarte afuera hasta que no sepa que ha sucedido. Eran muchos hombres. Y no sé porqué sospecho que te esperaban.

Dell comenzó a dejar que el quebranto que la venía ahogando se convirtiera en un torrente de lágrimas. Las manos de su salvador le resultaron un alivio, cuando las sintió sobre sus mejillas tomando el recorrido marcado por sus miedos, y le ofreció un pañuelo, que ella usó mientras se repetía a sí misma que debía ser fuerte.

_ Es posible que todo haya pasado. Si permaneces aquí callada, podré salir y ver que ha sucedido.

_ No!!_ Las fuertes manos de la muchacha se aferraron a las suyas y le acercó sin poderlo evitar. Era una manera de pedirle que no la dejara sola, que estaba totalmente impresionada y no podía sacar fuerzas para permanecer sola en aquel lugar.

_ No te dejaré sola, si no lo deseas. Podemos esperar aquí, pero puede llevar unas horas que no nos encuentren.

El guardia permaneció de pie solo a dos pasos de distancia y sentía como las manos estaban atadas. Algo dentro le invadió en ese instante en que fue despojado de su seguridad y sacudido por aquella figura indefensa que lo atrajo hacia su cuerpo, que lo dejó impávido mientras invadía su espacio personal, y su propio dominio.

_ Perdón_ admitió mientras dejaba que las manos se separaban._ Es que tengo miedo._ confesó aferrada a la seguridad que él le seguía ofreciendo.

_ Lo sé. Sé que tienes mucho miedo ahora, pero no podemos perder lo que hemos ganado, no podemos cometer un error ahora. Debes confiar en mí.

_ Y lo hago. Confío en ti. Me salvaste_ advirtió mientras intentaba recuperar el verdadero tono de su voz, y ser la mujer segura y decidida que siempre fue.

_ Te llevaré a tu cuarto. Nadie sabrá que estás ahí. Si conoces alguna entrada desde aquí. Que no tenga acceso a la parte delantera de la mansión podré sacarte de este lugar.

_ Mi cuarto está en el segundo piso, justo da a la vista del bosque. Nadie nos verá subir, lo haremos por la entrada de la servidumbre.

El fuerte tirón dejó al hombre sin palabras. Siguió todo el pasillo con la muchacha, y caminaron en silencio hasta llegar a la cocina, y luego pasaron por la estancia de la servidumbre, y encontró otra entrada lateral, alejada de los salones principales, y subió hacia su cuarto.

            
            

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