La distancia en Km desde Texas a San Francisco por carretera eran unos dos mil quinientos cuarenta y cinco Kilómetros, eso era como veintitrés horas manejando, en avión eran dos mil ciento cuarenta y siete kilómetros con una duración de dos horas con cuarenta y dos mil, faltaban dos días para el viaje, el crucero partía desde la ciudad de San Francisco.
-Era mucho camino por recorrer, Jennifer pensaba en voz baja, así que, adquirió dos boletos ida con la opción extra de equipaje y bolso de mano.
Un día antes, dejamos a Perry bajo los cuidados de Lucy, era parte de la familia. Ese mismo día nos despedimos de Henry y María, el vuelo sería a las 7 am.
Al volver a casa, decidimos comprar la cena y algunas provisiones para el viaje.
El despertador sonó a la 4 AM de la mañana, indicando la hora de levantarse, desayunar algo ligero y alistarse. Bajamos las maletas, la mía pesaba un poco, la de Jennifer, era como levantar un saco de piedras, pude arrastrarla a duras penas.
Bajé los bolsos de mano, habíamos pedido un Uber, que llegó muy puntual a las 5:00 AM.
El Sr. muy amable nos abrió la maleta de la camioneta y nos ayudó con el equipaje.
Faltaba la documentación... En mi caso, por ser extranjero, contaba con visa de trabajo y Jennifer, por haber nacido en EEUU, tenía sus documentaciones americanas. Tanto Ella, como yo, contábamos con seguro médico y asistencia vial.
Vamos muy bien equipados con botiquín de primeros auxilios y algunos enseres necesarios como para acampar, eso pensé.
Al Llegar al aeropuerto, me dieron puntadas en el estómago como si fuera nervios, seguramente era algo que había comido, al parecer no lo había procesado muy bien.
-¿Que tienes amor? Preguntó Jennifer.
-Una puntada en el estómago, pero se me está pasando amor, le contesté con cara de dolor
-Tómate esta pastilla, me indicó.
Tomé la pastilla y al rato se me fue pasando el malestar.
Un anunció salió de la nada, eran los altavoces brindando la información sobre las salidas y las llegadas de los vuelos.
Esta vez un segundo aviso que decía:
- Pasajeros con Destino a la ciudad de San Francisco, por la puerta 9. Pasamos el checking y nos dirigimos a la puerta indicada. Al abordar el avión, el capitán hace su anuncio de bienvenida:
- Buenos días, les habla el capital de la nave, tendremos como destino a la ciudad de san francisco, contamos con buen clima, estaremos entre diez mil a doce mil metros de altitud con una temperatura de -50 °, en nombre del personal le damos la bienvenida y las gracias por volar con nosotros.
Jennifer tomó mi mano y yo le correspondí con un beso, como luces fugases, pasaban pensamientos por mi mente, se me acercó una azafata ofreciéndome vino, la cual respondí que sí, mi amada dormía profundamente.
-Muchas gracias, le respondí a la chica.
La azafata, tenía un parecido a Catherine Zeta Jone y observé que la compañera también tenía un parecido, pero a Camerón Díaz de los Ángeles de Charlie.
Azafata son las personas que tiene por oficio atender a los pasajeros de aviones o de trenes, prestándoles servicios para su comodidad y seguridad.
"La azafata ofreció los periódicos del día a los pasajeros"
En un vuelo, podría haber azafatas mujeres u hombres, claro que en caso de hombres se le denomina: azafato.
El otro término que se utiliza es Aeromoza o Aeromozo.
La máxima edad permitida para una Azafata varía según las aerolíneas y van entre 26 a 36 años de edad.
Así eran algunos empleos en general, la edad máxima permitida para contratar era hasta los 36 años de edad. Eso es algo que nunca te decían, ni sabes al nacer, uno trabaja, estudia y cree que durará hasta que envejezcas.
Así decía el Abuelo, que era mejor aprender un oficio, en cualquier parte del mundo podrías ejercer sin esperar a ser contratado.
Había un Sonido en la cabina y de pronto el capital interrumpe para anunciar un mensaje:
-Señores Pasajeros, nos encontramos sobrevolando el espacio aéreo de la ciudad de San Francisco, ¡por favor! Mantengan sus cinturones ajustados, en este momento, no está permitido levantarse de sus asientos, en breve aterrizaremos.
Jennifer se despertó al escuchar al capital, su rostro reflejaba alegría, al menos eso decían sus ojos y su sonrisa.
Jennifer tenía la costumbre de quedarse dormida mientras viajaba. Eso le traía recuerdos de cuando era muy niña, iba con sus padres a Madrid, casi todos los años a visitar a los tíos y a los primos. Como no había nacido allá, no tenía el acento madrileño, apenas a su padre le salían a escasas palabras imitadas. Más recuerdo que a mi madre, le fluía un poco más, porque hablaba todos los días con su hermana mayor llamada Elsa. Pasaba largas horas echando cuentos, pues claro, era imposible perder el acento. En cambio, mi padre casi no hablaba con sus hermanos, cada quien iba por su cuenta, sin embargo, siempre se llamaban los días de sus cumpleaños.
Me acuerdo un día que, todos se llamaban entre sí, tíos, el tío aquel, valla hombre decían. Esas eran las expresiones locales, por un momento pensé, que todos eran familia en Madrid, porque se decían tío. Ahora entiendo, que para los Americanos es muy difícil aprender español. Nosotros todo lo simplificamos en una oración o le damos sentido a la frase cambiando el conector o el adjetivo. Las reglas gramaticales en inglés eran más sencillas que el español. Y ni hablar del español de México, era totalmente diferente aún, eso lo aprendí con Pedro, todavía hay palabras del nativo, que no entiendo, pero busca la similitud en inglés, y es cuando empieza tener algo de sentido, aunque, según él, hay palabras del español, que no se pueden traducir, por qué son coloquiales o propias de esa región. Por eso es que comprendí, que aunque hablemos español, no nos entendemos al 100% entre hispanos, pasarías una eternidad, tratando de entender modismos.