Mientras ella resolvía sus regulares trabajos consiguiendo alguna cosa para algún noble inútil o matando alguna criatura que había invadido algún poblado o reino, Nimh paseaba sola por la Ciudadela o por las afueras de Urbawygondh.
Gwyneviere ya la había llevado a conocer a la gente del cielo en Skyelig (Nimh había amado la cantidad de libros que poseían, cubriendo las paredes de las torres), habían recorrido parte de Eeyostend, y esa tarde volvían de visitar Mirkalandre.
Pero lo que más quería Nimh era conocer Dreskaar, el lugar donde habían habitado hacía tiempo los dragones y donde se decía que se habían hecho sus últimos avistamientos, antes de no volver a verse surcando los cielos. Ambas compartían una fascinación por este animal tan majestuoso, que el ser humano se había empeñado en extinguir, como a otras tantas criaturas.
Así que Nimh había estado haciendo preguntas al respecto, tanto a Gwyneviere, como a la gente del cielo, y Gwyneviere le había dicho que luego de su cumpleaños irían a visitar Dreskaar.
Las sacerdotisas esperaban que las visitaran para esa fecha, ya que significaba la emancipación de Nimh, y como se había criado con ellas y le tenían tanto afecto, habían organizado una fiesta.
Al mediodía viajaron a través del portal y las sacerdotisas las recibieron con montones de comidas deliciosas y bebidas refrescantes. Era un día especialmente caluroso.
Se sentaron todas juntas a comer y pasaron la tarde en el Templo. Nimh ayudó a las sacerdotisas con algunas de las tareas diarias mientras Gwyneviere paseó con Tara por los jardines del Templo, charlando sobre el progreso de Nimh en la hechicería.
-Claramente Nimh tiene mucho futuro en la hechicería -dijo Gwyneviere-, avanza rápidamente y al no haber aprendido estas cosas de pequeña, es increíble lo que ha progresado en tan poco tiempo. Si sigue así, conseguirá empleo en cualquiera de los nueve reinos en un santiamén.
-Me alegra que se hayan conocido y que hayas sido su Maestra. Eres de las jóvenes hechiceras más prominentes de nuestros tiempos. Obviamente Nimh está en buenas manos.
-Por favor, Tara. No es para tanto. Además, Nimh me superará en cualquier momento -dijo riendo.
Pasearon por debajo de la sombra de los árboles y se reunieron con las demás, que las esperaron para despedirlas, y luego volvieron a casa.
Gwyneviere tenía un regalo que darle a Nimh y cuando llegaron, le entregó un paquete, que Nimh tomó entre sus manos, con una sonrisa picarona.
-No tenías que hacerlo. ¿Qué será?
-Ábrelo.
Nimh rompió el papel y sonrió, viendo el vestido que Gwyneviere le había comprado. Era escotado y entallado, de terciopelo verde oscuro, haciendo juego con sus ojos. Se quitó las ropas que llevaba puestas y se lo probó. Resaltaba su hermosa figura y sus pechos asomaban, provocativos. Gwyneviere se acercó, los acarició y los besó.
-Te queda perfecto.
-No lo podré usar en ningún lado. Es hermoso, pero demasiado. Además, no tenías que gastar tanto dinero.
-Tonterías. Puedes usarlo aquí, por ejemplo -dijo riendo y la besó-o puedes no usar nada que también te ves hermosa -agregó y la besó.
Nimh le devolvió el beso y luego su boca se movió hacia su mejilla y bajó por su cuello, hasta su pecho. Allí se detuvo y la miró.
Gwyneviere jadeaba, mirándola. Nimh extendió su mano para indicarle que se recueste con ella en el césped, y la besó nuevamente, recorriéndola con sus labios. Acarició sus pechos y Gwyneviere apretó suavemente su trasero y acarició su espalda, recorriéndola, y tocó su cabello, entre jadeos, mientras Nimh la recorría con su boca, hasta volver a encontrar los labios de Gwyneviere y mordisquear suavemente su labio inferior y luego, recorrerlo con la lengua, para entrar y besarla, apasionadamente, mientras ambas gemían.
Nimh besó su cuello y lamió el lóbulo de su oreja, y Gwyneviere soltó un jadeo. Comenzó a bajar nuevamente hacia su pecho recorriéndola con los labios, y la acarició sobre la ropa.
-Creo que esto molesta -dijo, casi inaudible.
Y Gwyneviere comenzó a desvestir lentamente a Nimh, mientras ella hacía lo mismo. Gwyneviere descubrió su pecho perfecto, sus pezones erguidos y tuvo ganas de que ese momento fuera eterno. La luz de la luna las iluminaba y podía ver cómo su figura se recortaba en la noche. Nimh por su parte, terminó de desvestirla, con la respiración entrecortada, y cuando le quitó el vestido tomó los pechos de Gwyneviere entre sus manos y apretó sus pezones, para luego envolverlos con los labios, apretándolos. Su lengua jugueteando con sus pezones, mientras sus manos bajaban y subían, recorriendo todo el cuerpo. Gwyneviere gemía, mientras sentía como se mojaba, excitada. Deseaba a Nimh desde lo más profundo de su ser.
Quitó sus cabellos de su rostro y besó su frente, tiernamente, para luego besar su boca, y con sus manos, acarició sus muslos, poniéndose a horcajadas sobre ella, y recostándola sobre la hierba. La recorrió con los labios, besando sus pechos, su abdomen plano, hasta llegar a sus caderas y Nimh abrió las piernas para ella. El rostro de Gwyneviere se movió entre las piernas de Nimh, y su boca se acomodó en medio, lamiéndola, mientras una de sus manos acariciaba el costado de su muslo, y la otra, subía hacia su pecho, agarrando un pezón y apretándolo, suavemente.
La boca de Gwyneviere devoró su clítoris, recorrió todos sus pliegues, subió y bajó por todos ellos, y luego su lengua se sumergió en su centro, haciéndola gemir. Las caderas de Nimh comenzaron a moverse contra su boca, mientras agarraba los cabellos de Gwyneviere.
La espalda de Nimh se arqueó mientras jadeaba y su piel se calentó.
El ritmo se volvió más rápido, cuando Gwyneviere deslizó su mano hacia adentro de sus caderas y agregó dos dedos hacia adentro de Nimh, sin dejar de lamer su clítoris. Nimh apretó sus paredes con fuerza alrededor de los dedos de Gwyneviere, jadeando, cuando las piernas le temblaron, y tomó los cabellos de Gwyneviere mientras el orgasmo la recorrió, un grito ahogado escapó de sus labios, y aflojó el agarre.
Gwyneviere se retiró suavemente, besando el interior de su muslo antes de recostarse junto a ella y abrazarla. Nimh la besó y permanecieron un momento así, bajo la luz de la luna.
***
Nimh había ido a tomar un baño al lago de Brynn. La noche anterior había sudado mucho por tanto sexo y necesitaba refrescarse y quitarse los fluidos. Gwyneviere había tenido que salir en medio de la noche y todavía no había regresado.
Estaba metida en el lago, practicando uno de sus encantamientos, mojada, con sus cabellos castaños empapados, pegados a su espalda y sus pechos turgentes desnudos, cuando un hombre se aproximó a ella.
-Hola -le dijo.
Nimh no se inquietó, ni se cubrió. Sólo lo miró.
-Veo que puedes hacer magia. Eres una joven talentosa.
Nimh continuó mirándolo y dejó de hacer su encantamiento con el agua.
-Por favor, no te detengas por mí, sólo estoy observando. Me gusta reconocer el talento cuando lo veo.
-Ya he terminado, de todas formas -dijo Nimh, mientras salía del agua, en dirección a su ropa.
Comenzó a vestirse dándole la espalda, pero él no miraba su desnudez.
-Solo quiero conversar contigo. He estado buscando gente como tú, con talento.
Nimh se dio vuelta, ya vestida. El hombre era alto, esbelto, de cabello oscuro y mirada penetrante.
-En los nueve reinos puedes encontrar cientos de hechiceras, mucho mejores que yo -contestó Nimh.
-¿Eso crees? -preguntó pensativo.
Nimh no contestó. Comenzó a caminar en dirección opuesta al hombre.
-Espera, no te vayas. ¿Puedes decirme tu nombre al menos?
-Mi nombre es Nimh, ¿y el tuyo?
-Mmm soy tan viejo que ya no lo recuerdo -dijo riendo.
-Claro, ¿cuántos años tendrás? ¿Cuarenta? ¿Cuarenta y cinco? ¡Vamos!
-¿Quieres aprender a dominar el poder de la magia, Nimh?
-En realidad ya tengo una Maestra -contestó ella.
-Mmm es una lástima, tienes mucho potencial, te he visto recién, haciendo ese encantamiento.
Nimh resopló, burlona.
-Eso era algo sencillo, Gwyneviere me ha enseñado cosas más difíciles.
-¿Te lo ha enseñado todo?
-Pues creo que no, no hemos tenido tiempo.
-Claro.
-Tengo que irme.
-Si, por supuesto. Nos veremos luego, ¡adiós!
-Adiós.
Había sido un encuentro muy extraño. Nimh sentía que lo volvería a ver.