Capítulo 3 Bola de Masa

Tomé el horario de la semana con la profesora Katia, a ella no le gustaban mucho los pobres, me miraba de arriba a abajo con asco, parecía que yo tenía alguna enfermedad contagiosa.

primera clase de matemáticas, un estudiante aplicado como yo, sabía dividir las cosas, yo desordenaba y me divertía con mis amigos, pero prestaba atención en las clases, no sé cómo lo hacía, pero lo hacía.

Claudio, ese era el nombre de nuestro profesor, su cara de pocos amigos y total falta de empatía me hacía sentir deseos despiadados con relación a la vida del sujeto, claro, por lo menos él explicaba la materia derecho, no era igual a una señora de primaria que no conseguíamos escuchar la voz.

- ¿Va a ser suave este año? - Lucas preguntó casi susurrando a mi lado.

- Mira la cara del infeliz, la mujer debe estar durmiendo con pantalones vaqueros. - Eduardo se rió malicioso.

¿Yo iba a juzgar? De ninguna manera el profesor tenía una cara de quien acababa de chupar limón.

Comenzó a hacer una revisión de lo que aprendimos el año anterior, la tiza frotada en la pizarra parecía tener vida propia, eran dibujos, formas geométricas, letras y números, una verdadera confusión, ya estaba empezando a separar el sujeto pasado de lo que estaba leyendo.

Mientras él escribía en silencio yo hacía lo mismo, al pasar lo que veía para el cuaderno quedé confundido con la materia, no sabía si era artes, física o portugués, matemática aquello no era ni aquí ni en china, todo bien quizás en china fuese.

Pero aquello era un desastre, pasar de año parecía ser un sueño lejano.

Terminó de escribir y se sentó en la mesa, esperando a que termináramos de copiar y tan pronto como terminamos comenzó a explicar, creo que perdió unos veinticinco minutos tratando de meter lo que era un cateto en nuestra cabeza.

Lucio fue quien inició la "burla", comenzó a llamar al profesor "Tanaka", solo por el hecho de que el tipo tenía los ojos rasgados, pero la clase entera pagó por ello el primer día de clase, él con una hermosa sonrisa en la cara pasó una hoja de preguntas sin respuestas para cada uno, Esa hoja era evidencia.

Según él, gracias a nuestro compañero de clase, cada día al final de la clase él iba a dar una de esas actividades, valían un punto y iban a ser unidas a nuestra nota final al final del bimestre, como yo quise matar a Lucio, bueno yo no era alborotador, pero Eduardo era.

- En la salida voy a darle un "golpe" a ese desgraciado, Papa, la materia ya es aburrida, él todavía dejó al mal amado con rabia. - Murmuró a los susurros.

- Podría ser mucho peor tipo, imagina si él decide que está bien dar un cero de cara, sin prueba y sin ninguna evaluación. - Hablé en el mismo tono que mi amigo y él me miró medio asustado.

- ¿Puede hacer eso? - Lucas preguntó con la mano en la boca.

- Hasta donde yo sé, él puede sí. - Asusté a los dos, pero en realidad yo no sabía nada, tampoco tenía conocimiento de las actitudes de dicho profesor.

Pero esta broma me hizo sonreír, era agradable ver la cara de sorpresa de los dos, eran buenos amigos en realidad, sabían de mis problemas y estaban dispuestos a ayudar.

La segunda clase era literatura, yo debería haber recordado que el profesor sería el mismo que me dio aventón, pero no me acordé de eso, en realidad esperaba a la profesora Alessandra, ella tenía unos treinta y cinco años, muy delgada y cuando hablaba toda la sala caía en el sueño, esa voz suave era de astillas, yo mismo no aguantaba cinco minutos de explicación de ella, ella era también una de mis favoritas, mi comportamiento era cero, pero las notas estaban en alta.

Solo que existe una regla básica, todo profesor nuevo en la escuela no es respetado, no sirve, entonces cuando, André Luiz, entró en la sala, nadie le prestó atención, era un griterío de los infiernos, bolitas de papel volando para todos lados, las niñas en el fondo de la sala peleando con los niños, Todas las chicas pequeñas casi llorando, una escena memorable.

Más memorable aún fue el grito que el profesor dio, y peor él cogió la regla enorme de madera y saltó con fuerza en la mesa, haciendo el ruido eco por toda la sala, el silencio se instaló y todos volvieron sus ojos para él, me encogí en el mismo instante, Acababa de pegarle una bola de papel.

En mi defensa, se suponía que iba a golpear a Rebecca, una de las tontas, pero se agachó y fue directo hacia él.

- ¿Qué vergüenza, una clase de primer año de secundaria, actuando como primaria, debo entonces enseñarles a leer y a escribir de nuevo? parecen animales irracionales, un montón de grajos. - Quería saber dónde estaba la voz suave de antes, sentí ganas de reírme de su desgracia, pero me contuve y dejé a Eduardo, delante de mí, creo que la última bolita fue la mía.

- Soy el nuevo profesor de literatura y portugués de la sala de ustedes, me llamo André Luiz, pero gracias a esa recepción que tuve, pueden llamarme diablo, seré la peor pesadilla de ustedes este año, no piensen que me voy a olvidar de eso. - Él soltó las palabras con la regla rota en las manos. - Agradezcan que yo rompí la regla en la mesa y no en la cabeza de ustedes.

Su mirada fría vino hacia mí, bajé la cabeza y me encogí aún más, fue cuando vi la bola de papel en su mano, empecé a sudar frío y sin ninguna pregunta me denuncié.

- No hay necesidad de pelear profesor, ya sé el camino de la dirección. - me levanté derrotado al hablar.

- Siéntate Felipe, sé que no empezaste esto, pero fue tu munición la que me golpeó y sé que no era para mí, entonces ¿quién era el blanco? - su pregunta fue como un puñetazo en la boca del estómago, que iba a hacer algo.

- Rebeca me tiró la bola, yo sólo la devolví, pero ella bajó... - Murmuré sentado, pero antes de que mi trasero fuera compensado con la silla me llamó.

- ni te atrevas a sentarte, no en ese lugar, te quiero aquí enfrente, del lado de la señorita Rebeca, se van a sentar juntos en todas mis clases, en prueba de la buena voluntad y amistad de ustedes. - Se dio la vuelta y tomó la carpeta con la lista de llamadas, como si nada hubiera pasado, tomé mi material y fusilé a mis amigos con la mirada.

Podrían haberme defendido, pero estaban aterrados por el nuevo profesor, a decir verdad yo también.

Miró a toda la sala en silencio y sonrió mal, claro que íbamos a estar en silencio, él casi mató a la gente del corazón, yo mismo salté a la cartera con los latidos en la mesa.

Comenzó a hacer la llamada y la mirada de él a veces caía en mí, Rebeca, seguía hablando sin parar con la amiga, le di un codazo, paciencia cero.

- Cállate chica, él nos hará sentarnos juntos hasta fin de año, así que compórtate para que no tengas que sentarte conmigo, la próxima vez que le pegues a Gustavo, ¿no es en el que te quedaste pegada el año pasado? - Toqué profundamente la herida, sabía que el último día de clases había terminado con ella para estar con Aline de segundo año.

- Vete a la mierda, pobretón. - Lo soltó y se giró para continuar el chisme con la amiga, giré mis ojos involuntariamente e intenté ignorar el parloteo a mi lado.

¿Qué podía esperar de una niñita que tenía todo lo que quería? Ese tipo de comportamiento era notable de personas como ella, pero algo que ella habló llamó la atención del profesor, algo que todos en la sala ya habían escuchado hablar de ella en otros momentos en situaciones en que ella era contrariada.

- Deja que mi padre se entere, va a estar en la calle mañana mismo, profesor de medio tazón.

Este habla de Rebeca fue bien captado por los oídos de Andrés, pensé que él ignoraría o se sentiría con eso, Ledo engaño mío.

- Muy bueno que haya tocado el asunto señorita, mañana me gustaría la presencia de su padre aquí en la escuela, de preferencia en el período de la mañana, otra cosa, no intente amenazarme, estoy bien preparado para lidiar con todo tipo de alumno, la señorita si quiere salir hágase libre, no tiene que quedarse en la habitación.

No iba a mirar hacia arriba tan pronto, y sabía que estaba mirando, pero mi espalda estaba ardiendo un poco, creo que sudé mucho mientras corría y eso hizo que los casquillos de las heridas se ablandaran y ahora parecía que iba a sangrar de nuevo.

            
            

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