Capítulo 5 Miedo

- Profesor... - Comencé mi protesta, pero me callé de inmediato cuando él me miró de canto.

- Espero que entiendas que aceptaste ayuda, así que no intentes ir contra tus palabras, o denuncio esos cortes, en realidad era para hacer eso, Felipe. - Por alguna razón me acordé de la profesora Carmem, él sonaba como ella, eso fue lo que me quitó mi miedo, pero yo ya me estaba viendo siendo anunciado como desaparecido en la radio local.

- Profesor... ¿adónde me está llevando? - Decidí crear el mínimo coraje y preguntar.

- Bueno, te voy a llevar a mi casa, no vas a tener esos cortes de esa manera, si quieres contarme lo que pasó, voy a escucharte y a aconsejarte, si no quieres todo bien, pero espero que entiendas que es una vía de doble mano, para que yo te ayude necesito que confíes en mí. - Él me miró todavía de canto y volvió su atención en la carretera.

Comprendí que muchos intentaron ayudarme en toda mi vida, yo tenía salidas sí, pero no tenía coraje de luchar, la comodidad dentro del sufrimiento era mucho más fácil.

- ¿Entiendes que esto puede ser aterrador no lo entiendes? - Decidí romper el clima tenso mostrándole cómo me sentía, pero usando un tono de broma para hacerlo.

- Entiendo sí, por eso actué de esa forma. - Él sonrió victorioso, yo quería quitar esa risita de su cara, pero eso parecía ser algo más allá de mi capacidad, nunca fui violento, tan poco valiente.

En los límites de la ciudad había un condominio sofisticado, me asusté cuando lo vi entrar, hasta entonces solo había ido a caballo una vez cerca de los límites de la ciudad, pero no tuve el valor de huir, sentí miedo de ser encontrado y llevado de vuelta a mis padres, Volví inmediatamente y ahora viendo el coche entrar en el condominio sentí un frío en la barriga.

- Yo fui criado aquí por mi madre y mis tías, pero con el tiempo cada uno fue siguiendo su propio camino, por años luchamos para recibir el dinero de mi padre, él murió cuando yo tenía cinco años, pero su familia retrasó la recepción, Desde hace casi dos años recibimos lo que nos correspondía, pero yo ya estaba formado y trabajando, me gusta ser profesor a pesar de todo.

- Lo siento mucho... - Murmuré al verlo parado delante de una de las mansiones, pensé en comentar sobre el salario de profesor que no era tan bueno como debería, pero me callé.

- O sea, no vamos a estar solos en la casa tu miedoso, mi madre está allí, ella es escritora y prefiere trabajar de noche, ¿entiendes mi amor por la literatura?

Sonreía amarillo y sin gracia ante su pregunta, ahora no solo el profesor que apenas conocía conocería mis miserias sino también su madre.

De modo general cuando un pobre entra en la casa de un rico, se siente insultado en veinte idiomas diferentes solo de mirar la manilla de la puerta, Puede vida la puerta de la casa estaba cerrada con un tabique de paso de lado a lado.

Él me llevó dentro de la casa y casi me quedé ciego con tanta iluminación, miré aún más avergonzado, principalmente por la ropa que yo llevaba, parte de ellas, ya que estaba envuelto en la toalla como un indigente.

Pensé que encontraría a una anciana acabada, pero fue una mujer de unos treinta años que nos recibió, la piel de la mujer no tenía una arruga, no tenía como ella ser la madre de alguien.

- Esa es mi madre, Justine. - Indicó estirando a la madre en la dirección de la mujer que parecía estar de muy buen humor. - Ese es uno de mis alumnos, Felipe, acabo de secuestrarlo en la carretera. - Ella me miró todavía sonriente y yo no tenía idea de qué decir.

- Hola...

- Mucho gusto, sea bienvenido. - Ella lo miró como si pidiera más información y yo también quería más información.

- Felipe está teniendo algunas dificultades hoy por lo que entendí, él necesita un baño, vendajes y algo de comer. - André podría decir que aquella idea había sido suya, pero la forma en que él habló parecía que la idea había sido mía.

- Profesor, no necesita...

- Estuvo de acuerdo en dejarme ayudar. - Fue corto y grueso, tal vez debí quedarme quieto, ya estaba avergonzado lo suficiente.

Me llevó a su habitación y me mostró dónde estaba el baño, me pidió disculpas por ser un poco duro con las palabras, pero traté de actuar con normalidad, ya no sabía lo que era normal, acababa de entrar en un lugar totalmente opuesto a lo que estaba acostumbrado.

Un buen baño caliente era algo que mi cuerpo necesitaba y no veía desde que había hecho mucho calor, mi padre no me dejaba usar la ducha eléctrica, según él, yo quería estudiar y quien estudiaba no podía recibir lo suficiente para ayudar a pagar la cuenta de luz.

Eso era ridículo, pero él era mi padre.

Tomé ese baño y creo que me llevó más de diez minutos frotarme, encontré suciedad en lugares que era humanamente imposible de encontrar, pero no tenía ni cómo sentirme aún más avergonzado, ya estaba en mi límite en esa situación completamente inusitada.

Salí del baño con la cara en el suelo, encima de su cama había algunas piezas de ropa para que me cambiara, solo y sin nadie que me pusiera aún más nervioso, bueno al menos eso era lo que estaba pasando en primer momento.

Me puse un box que estaba dispuesto en la cama y luego me puse los pantalones de chándal, tenía una camiseta y una blusa de frío, era conjunto con los pantalones, ambos de color negro, pero antes de tener la oportunidad de ponerse la camiseta entró en la habitación con un maletín blanco donde tenía una pequeña cruz roja dibujada.

Me congelé al mismo tiempo, casi me enojé y estaba listo para empezar a discutir, pero solo con el dedo índice apuntó a la cama, no sé cómo seguía vivo, siempre fui obediente y sumiso, nunca tuve boca para nada, obedecí.

Me quedé boca abajo, todavía tenía la toalla en la espalda, por el rabillo de los ojos pude ver él separando algunas cosas, yo sabía que iba a arder como un ca..., pero ya estaba allí, sólo me quedaba ser fuerte, al final yo era un hombre o un saco de patatas?

Comenzó a planchar el algodón empapado en una sustancia de color rojizo, lo sé porque lo había visto mojando el algodón, mientras iba cuidando de las heridas mantenía una mirada seria.

- Creo que tiene una buena razón para querer defender a quien le hizo eso. - Se soltó un poco seco, yo podía fingir demencia y decir que estaba bien, fue un accidente, pero estaba cansado.

- No puedo juzgarlo, yo también traté de denunciarlo una vez, pero me doblé, así que aprendí a callarme, lo van a llamar para conversar y él va a decir que está bien y que va a cambiar, pero cuando llegue a casa el terror aumenta. - Saqué el aire con fuerza para reprimir el ardor en mi espalda.

- No te preocupes, no voy a denunciar, pero quiero entender, me puedes explicar, de forma directa por favor. - Me contraigo un poco, no sé si era por la petición o si era por el toque de sus dedos en mi piel, decir que no estaba todo estremecido y tembloroso era una mentira enorme.

- Yo... - Respiré hondo, hablar sobre el tema nunca era fácil, pero tal vez fuera la mejor alternativa para distraerme de los toques, soy un adolescente todo está aflorado a esa edad, aunque no exista intención alguna. - Mi padre dice que estudiar es una pérdida de tiempo, nunca dejó que mi hermano asista a la escuela, Juan no sabe escribir su propio nombre, él piensa que debemos concentrarnos en trabajar y pagar por todo lo que consumimos dentro de casa... ay...- Me quejé cuando tocó una de las heridas que parecía más profunda.

- Lo siento mucho...

- Cuando era niño la mujer del consejo lo obligó a llevarme a la escuela, pero yo siempre venía andando, el autobús no pasa por allí, pero alguien de la iglesia le dijo que el instituto no era importante, por eso él me golpeó cuando dijo que iba a venir, esa paliza fue porque él me dejó asistir, él me hace trabajar todo el día y aún así, por el hecho de estar en la escuela él me priva de alimentación y muchas veces de vestimenta. - Intenté narrar mis desgracias con el máximo de calma, aunque ya estaba empezando a sentirme extraño. - Pero no es solo en la escuela, a veces cuando me obliga a ir a la iglesia el pastor me mira raro y se queda mirándome, al final llama a mis padres de canto y dice que tengo la sombra del enemigo en mí.

- No sé qué decir por ahora Felipe, pero te ayudaré sin hacerte daño, entiendo un poco su cabeza, he trabajado en comunidades más necesitadas y veía escenarios similares.

- Por favor... la profesora Carmem ya lo intentó, pero ella refuerza que yo tengo que hacer la denuncia y yo no tengo coraje... - Paré mi línea cuando vi una pinza en la mano del profesor, tragué seco de inmediato.

- Tranquilo, es sólo para ayudar, no va a doler. - ¿Habló casi riendo, él por casualidad sabía lo avergonzado que estaba?

Él con calma fue poniendo gasa y esparadrapo, no se que tipo de medicina él usó, pero ardió en el inicio e inmediatamente en seguida parecía aliviar bastante, después entendí que la pinza era para él sostener la gasa en el lugar mientras ponía el esparadrapo.

                         

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