Al entrar a casa me sorprendió ver a mi mamá hablando con Rodrigo, ambos tomaban café con galletas y charlaban de las típicas telenovelas románticas de un amor imposible.
-Hola mamá, ¿Qué hace Rodrigo aquí? -pregunté. Sentí que había sido un poco grosera
-Natalia, hija, ¿Por qué no me dijiste que nuestro simpático vecinito escribía? Hemos estado hablando de novelas, ¿Puedes creerlo? A ambos nos gusta "Amor Real".
-Sí, sí, ya lo sabía, Rodrigo es muy talento...bueno, voy a mi cuarto, tengo mucha tarea -dije y empecé a subir las escaleras
-¡Espera hija! ¿No vas a saludar a Rodrigo? -preguntó mi madre tomándolo por el brazo
-Eh, hola Rodrigo, espero te la pases bien con mi mamá -le dije y subí a mi cuarto
-¡Ay! Estos jóvenes de hoy en día -expresó mamá soltando una pequeña risa
-No se preocupe señora...
-Ya te dije que no me digas señora Rodrigo, dime Ana
-Está bien Ana. Tal vez Natalia tuvo un mal día
-Puede que si sea pero no me agrada se porte así contigo, eres muy lindo como para no darse cuenta de ello y que también gustas de ella
-¡Haga silencio señora Ana! Podría escucharnos
-Y nos escuchará si me sigues diciendo
-Okey, discúlpeme
-Disculpado, bueno...creo que tienes tareas por hacer, fue un gusto platicar contigo, Rodrigo
Se despidieron entonces con un abrazo y un beso en la mejilla, vaya que mi mamá se creía una joven, ya me estaba llegando a la mente que regalarle el día de las madres: un espejo. Sí, un espejo para que se viera y actuara cómo tal. Y vaya más aún que sabía actuar, porque apenas salió Rodrigo de la casa subió a mi cuarto y entró sin tocar la puerta, quitándome los audífonos en los que escuchaba la música que relajaba mi mente.
-¿Qué pasa? ¿Qué te sucede mamá? -le dije sin entender su reacción. Estaba decidida que no había sido grosera a la hora que llegué
-Mas bien, ¿Qué te sucede a ti? ¿Cuál es tu problema eh Natalia?
-No te estoy entendiendo mamá
-¿Ah no?
-No, ¿Por qué tienes que entrar así a mi cuarto?
-Esta es mi casa
-Pero este es mi cuarto, es mi privacidad
-Y yo soy tu madre, así que puedo y lo hago, eh, ¿Me entendiste?
-¿Y qué es lo que quieres eh?
Mi mamá respiró y se sentó sobre mi cama, se me acercó y me dijo: ¿Estás enojada con Rodrigo?
-¿Qué? ¡No! Ni siquiera trato con él
-¿Y por qué no has sido amable con él cuando llegaste?
-Sí fue amable
-No, no lo fuiste. Anda, dime
-No es nada mamá, normal, a veces diálogo alguna que u otra palabra con él pero es solo eso
-Ah okey, entiendo, ¿Y te gusta?
-¡¿Qué?! Claro que no, en parte...
-¿En parte qué...?
-No, nada
-Okey, ¿Y entonces por qué entraste con ese geniecito? ¿Te sientes mal?
-Vaya que sé actuar -contesté soltando una risita
-¿Cómo? No te entiendo, Natalia
-No me siento mal, mamá
-¿Y entonces?
-Es que...
-¿Es que qué?
-Quería aparentar estar mal para escaparme esta noche?
-¿Qué? ¿Qué ibas a hacer qué?
-Tengo un enamorado secreto y hoy me pidió vernos en la noche
-¿Y quién es?
-Bueno...no es tan secreto del todo, estoy segura es Sebastián
-¿Quién es Sebastián?
-El chico más hermoso de la universidad
-¿Así como es hermoso por fuera lo es por dentro?
-¿A qué se debe esa pregunta mamá?
-No te dejes llevar por el físico, lo que importa realmente son los sentimientos, ¿De qué sirve andar con el chico más hermoso de la universidad e incluso más hermoso del mundo si todo un patán? Un hombre que ni siquiera respeta a las mujeres
-Tienes razón mamá y pues aún no conozco sus sentimientos de lo todo. Solo sé que, todas quieren con él
-Y tú no serías la excepción, dime, ¿Cómo empezó todo?
-Cada mañana al partir a la universidad encontraba una nota con poemas y cosas hermosas
-¿Y Sebastián parece ser de los que escriben?
-La verdad no, pero todo a punta hacía él
-¿Y por qué?
-Bueno mamá porque, siempre me está mirando, me pica un ojo
-Hum
-¿Hum qué?
-Siempre te apoyaré hija, pero esto parece una patada de las más grandes, espero ese tal Sebastián no te vaya a lastimar porque si no, ¡Uf! De las que se va a ganar
-No sabe que tus cachetadas son de las más peligrosas pero tranqui, sé que esta noche será la mejor de mi vida, ¿Y sabes qué es lo curioso?
-¿Qué?
-Que me invitó al lugar más hermoso y mi favorito de este lugar
-No me digas que...
-¡Sí! Frente al lago en el bosque
-¿Y por qué se te hace curioso?
-Porque nadie sabe que ese es mi lugar favorito, solo tú y mis dos mejores amigos
-Es decir, cuatro en total
-No, tres*
-Somos cuatro hija
-Yo no le he comentado a más nadie sobre ese lugar
-Eh, yo sí lo hice
-¿Qué? ¿Y por qué mamá? Prometiste no hacerlo, ¿A quién se lo dijiste?
- A un amigo
-¿A un amigo? ¿Qué amigo?
-Un amigo que no dirá nada así que tranquila, es de confianza
-Hum, entonces, ¿Me darás permiso?
-¿Permiso para qué?
-Para salir esta noche
-Ah, sí, sí claro, pero ya sabes que...
-¡Muchas gracias mamá! -le dije alegremente y le di un abrazo
-Estás tragada de este chico
-No hay que exagerar
-Bueno, bajas en un momento para que almuerces
Cuando mi madre salió de mí cuarto, tomé mi laptop y les escribí a Vanesa y a Francisco, quienes se pusieron felices. Ellos sabían de mi enamorado secreto, pero no les agradaba para nada que yo pensara era Sebastián. Esa noche me di cuenta de cómo era realmente. Abrí los ojos pero sin embargo, me encontré al verdadero enamorado secreto, estaba más cerca de lo que imaginaba.
Al terminar de almorzar, miraba el reloj en la pared cada minuto, a la espera de las ocho para marchar. Cuando eran las seis fui al baño a bañarme, duré una hora. Luego me vestí, me perfumé y me puse un vestido bien hermoso como si fuera una princesa. Mi madre estaba feliz por un lado y triste por otro. Ya eran las siete y media de la noche, faltaban treinta minutos, no obstante, me fui hacía el lugar, sin ni siquiera esperar esos treinta minutos. Estaba muy emocionada. Mi madre me abrazó y me deseó lo mejor. Esta sería mi primera disolución amorosa. La experiencia de lo qué es el triste y doloroso amor.
Por el camino sentí que alguien me seguía, por lo que me apresuré. Ya en el lago se encontraba Sebastián acompañado de aquella chica que besaba en la universidad.
-¿Por qué contigo todo es sexo eh? -le preguntó ella
-Eso es el placer para mí
-Eso no es placer si no es sincero
-Estás hablando de hacer el amor, más no de tener sexo, ubícate
-Vaya que la gente tenía razón respecto a cómo eras
La chica se fue enojada y Sebastián intentó detenerla tomándola por la mano izquierda. Ella lo alejó y se fue caminando rápidamente, topándose conmigo sin ni siquiera darme cuenta que era ella. Solo escuché el cómo lloraba, y pues yo caminaba con mucho frío mirando el suelo y a las inofensivas hormigas. Al llegar, estaba allí, estaba de espalda, Sebastián estaba sin camisa, pude ver su pecho, sus músculos, sus cuadritos. Era todo hermoso. Cuando volteó se asustó y me preguntó que hacía allí. No sabía que decirle, era tan hermoso que me hipnotizaba. Sebastián era de ojos verdes, cabello castaño, piel blanca y labios bien rojos. Todo un príncipe, muy apuesto.
-Me has invitado, ya sé que eres tú mi enamorado secreto -le dije apenada bajando mi cabeza. La cara se me había puesto roja.
-¿Perdón? ¿Yo te invité?
-¡Sí! -exclamé-. Sentí que me había exaltado.
-¿Qué dices? No te entiendo, Natalia
-¿No fuiste tú quién me citó aquí?
-Eh no
Cuando respondió aquello me sentí avergonzada, pero fue cuando me di vuelta para retirarme apenada que sucedió todo. Sebastián me tomó por la mano derecha deteniéndome, sentí un escalofríos que me cubrió por todo el cuerpo de su calor varonil.
-¡Espera! -me dijo y colocó sus manos sobre mi cintura acercando sus labios hacia los míos
-¿Qué sucede? -le dije e impuse que se me acercara más de lo normal
-¿Que qué sucede? Has dicho que te he citado aquí
-Pero me dijiste que no has Sido tú. Me doy cuenta que me equivoqué respecto a que eras mi...
-¿Enamorado secreto?
-Sí, ¿Cómo lo sabes?
-Porque yo soy ese enamorado secreto
Al confirmar que era el autor de esas hermosas palabras que encontraba cada mañana en la puerta de mi casa, me besó. Cerré mis ojos y sentí que por primera vez era feliz, y es que el amor de mi madre era una felicidad enorme pero esta que estaba sintiendo al ser besada por Sebastián era de otra altura. Ya sentía que lo amaba de verdad. Hasta que...
-Me encantas, ¿Ya has tenido relaciones sexuales?
-¿Qué? -reaccioné sin entender y quité sus manos de mi delgada cintura-. No, nunca he sido tocada por un hombre.
-Que rico -dijo y continuó besándome
-Espera...espera, Sebastián, para -le decía intentando detener su temperatura
-Me encantas, te deseo, Natalia, te deseo, quiero hacerte el amor
-¿Qué? ¡Suéltame! ¡Suéltame, Sebastián!
-¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso no has venido aquí para tener sexo conmigo? -me preguntó enojado
-¡No! Yo pensé que eras lindo
-Soy lindo, soy Sebastián, el más atractivo de la universidad y eso lo sabes muy bien, ¿O a poco...a poco no me deseas? Déjame verte caliente. Deja que entre dentro de ti
-¡¿Qué es lo que te pasa?! -le grité dándole una bofetada fuertemente
Al voltear y colocar su mano derecha en la mejilla donde lo había golpeado, me miró furioso y se me aventó, diciéndome que ninguna mujer lo había negado y yo no sería la excepción. En el suelo empezó a quitarme la ropa, yo gritaba con gran fuerza pidiendo ayuda. Nadie me escuchaba. Salvo por una persona que ya está a por llegar y me salvaría de ser abusada, por un maldito patán del cual estaba ciegamente enamorada.
-¡Ayuda! ¡Auxilio! ¡Ayúdenme, por favor! ¡Ayuda!
-Nadie te va a escuchar baby, esta noche probarás lo que es el verdadero placer del sexo
-¡No! No me hagas daño
Y justo cuando estaba por abusar de mí, llegó Rodrigo quitándomelo de encima hasta golpearlo y dejarlo inconsciente. Gritándole enojado que no se metiera conmigo y que era un asqueroso hombre sin educación alguna. Me sorprendí de que, Rodrigo, hubiese llegado de la nada hasta el lugar donde estaba por ser abusada. Ya no sería este mi lugar favorito, tan solo pensar que allí estaba por ser abusada por Sebastián, se me quería salir el corazón y el alma. A la final, Rodrigo, me abrazó y lo alejé de mí por miedo a lo que recientemente me había sucedido. Me extendió su mano y se la di. Apenada por mi reacción me puse de pie y lo abracé. Me decía que no me preocupara. Se quitó luego su buzo y me lo colocó por el frío que hacía. Empezó también a llover y subimos a su camioneta, que era realmente de su madre. Mientras nos dirijamos a nuestras casas me dijo que me quedara tranquila, que no le contaría nada a mi madre, le agradecí, pero continué triste, llorando tanto por fuera como por dentro, sintiendo un fuerte nudo en la garganta que me quitaba las cuerdas vocales.
-¿Qué hacías con ese hombre en el lago? -me preguntó mientras conducía cuidadosamente
-Rodrigo, limítate a conducir para llegar cuanto antes a mi casa, no quiero hablar de eso -le respondí grosera
-Lo siento, no quería incomodarte -me dijo y se sintió apenado
-Tranquilo, perdóname tú a mí, eh, ¿Y qué hacías tú por ahí?
Se quedó mudo, no sabía qué decirme.
-Eh, bueno...
-¿Podríamos mejor ir a tu casa?
-¡Sí! -exclamó feliz-. Digo, claro que sí, ¿Y por qué esa decisión?
-Bueno...no me gustaría llegar a mi casa y que mi madre me vea llorando y con los ojos tristes, pero...si no puedes tranquilo, iré a la casa de mis ...
-Sí
-¿Sí qué?
-Sí puedes ir a mi casa, no hay ningún problema
-Gracias de verdad, Rodrigo, muchas gracias
-De nada, ya sabes que soy tu amigo
Le sonreí y luego cerré mis ojos, tan siquiera para intentar dormir o olvida lo que había sucedido, lo real es que, nunca pero nunca iba a olvidar que casi abusan de mí. La lluvia ayudó un poco, pero todo fue muy rápido en la carretera, pues ya estamos frente a mi casa.
-¿Aún quieres ir a mi casa? -me preguntó mirándome a los ojos y a la vez mis labios por donde resbalaban mis lágrimas
-Sí, no he dicho lo contrario, vamos a tu casa, puedo dormir en la sala si tu mamá no le molesta
-No, dormirás en mi cuarto, en mi cama y...
-Okey, pero vámonos ya que tengo frío