Llegamos entonces hasta su casa que estaba al lado de la mía, sin darnos cuenta que mi mamá nos había visto desde la ventana de la sala, pensando que entre Rodrigo y yo ya nacía algo. No tenía la menor idea que lo que me había sucedido. Al llegar a su casa bajamos de la camioneta, entramos a su casa. Rodrigo se veía feliz aunque trataba de disimular que no se moría por mí. Al parecer su madre ya se encontraba durmiendo, por lo que solo subimos a su cuarto sin hacer ningún ruido. Al estar allí encendimos las luces.
Él acomodó su cama para mí, mientras decía que dormiría en el piso y yo que había sido una tonta sin parar de llorar.
-Los dos cabemos aquí, tu cama es muy grande -le dije luego de tratar de olvidar lo que me había sucedido y limpiarme las lágrimas
-No es lo conveniente, no te preocupes, estaré bien durmiendo en el piso
-¿Qué es lo conveniente entonces para ti? -le pregunté
-Eh, bueno...
-No digas nada...vas a dormir conmigo, pero antes te vas a quitar toda esa ropa mojada. Aunque creo que yo también
Me di vuelta y empecé a quitarme la vestimenta que para mí sería "especial", por aquella noche anhelada pero decepcionante. Ya estaba un poco mejor, había secado mis lágrimas y cuando me di vuelta, ¡Dios!. Rodrigo tenía un cuerpo hermoso. Nunca imaginé que mi vecino algo nerd tenía el cuerpazo que me llamó demasiado la atención. Me quedé sin palabras y él solo me miraba algo asustado, pensando que estaba aterrada, por lo que, intentó nuevamente colocarse aquella camisa.
-¿Qué haces? -le pregunté, me acerqué a él y le quité la camisa. No sé cómo pasó, pero resbalé y mis manos tocaron su pecho. Sintiendo su abdomen cerca a mi cuerpo.
Estábamos mirándonos como si estuviésemos hipnotizados, quité entonces mis manos de su pecho y me alejé un poco más de él. Él bajó su cabeza apenado y me di vuelta, pero me detuve. -¿Qué sucede? ¿Te he incomodado? -me preguntó. Voltee a mirarlo y me acerqué nuevamente. Estaba algo nervioso. Atrevidamente le quité sus lentes y vi lo hermoso que eran sus ojos. Rodrigo respiró una y otra vez.
-¿Por qué tiemblas? -le pregunté sin dejar de mirarlo
-No sé, dímelo tú -me dijo tartamudeando
-¿Yo? ¿Por qué?
-Me estás preguntando cómo estoy, ¿Cómo estoy?
-Estás temblando
-Sí, así es, tú me haces temblar, esa es la respuesta a tu pregunta
-Pero, ¿Por qué?
-¿Qué acaso no es obvio, Natalia?
-¿Qué cosa?
Se alejó de mí enfadado, se dio vuelta y luego volteó a mirarme. Sacó valentía y me dijo:
-¿Qué no lo ves? ¿Qué acaso no lo ves? ¡Por Dios, Natalia! Me gustas, me gustas
No sabía qué decirle. Me senté en su cama y dejé de mirarlo por unos segundos. Se puso a llorar y me sorprendió tanto que le dio pena y fue hacia la puerta para retirarse.
-Rodrigo -le llamé
-¿Qué sucede? -me dijo sin mirarme
-Date vuelta y mírame a los ojos
-¿Para qué? ¿Para hacerme pensar o sentir que también te gusto?
-Solo date vuelta
Volteó lentamente con la cabeza hacia abajo.
-Mírame
Levantó entonces la mirada y me miró. Se limpió las lágrimas. Se veía tan tierno y lindo que quería abrazarlo.
-Rodrigo, todos estos años te he ignorado y siempre has estado ahí, perdóname...
-¿A qué viene todo esto?
-Déjame terminar
-Perdón -dijo y bajó la cabeza
-Pero levanta la cabeza, sonso. Perdóname, en serio, eres un gran chico y cualquier chica estaría feliz de tenerte como pareja, pero... No podía decirle lo que le quería decir
-¿Pero qué...?
-No siento lo mismo por ti
Se deprimió y abrió la puerta, y cuando esta se estaba cerrando, saqué mi brazo y lo tomé por la mano. Lo jalé con todas mis fuerzas, lo abracé y le quedé mirando a los ojos como tonta.
-Pero...quiero intentarlo contigo -le dije terminando por fin mis palabras.
¡Lo besé! Dios, no podía creerlo. Mi primero beso. Toqué su cintura y él la mía, pude sentir sus nervios, pero sus besos, su olor varonil me hacía alterarme de todos esos recuerdos horribles, incluyendo lo de Sebastián. Sentí que era una mariposa, con dos alas que eran sus labios dulces y sus mejillas delicadas con su piel blanca. Páramos un instante y nos miramos.
-¿Estás segura de lo que estás haciendo? -me preguntó emocionado, como si para él fuera un sueño lo que habíamos hecho
-Siento que puedo enamorarme de ti -le dije soltando una sonrisa
Nos besamos nuevamente y caímos en su cama. Estábamos nerviosos. Estábamos yendo más allá empezando apenas una relación de la nada. Rodrigo paró pero yo no quería. Puede sonar raro, pero no quería que me dejara de besar, no entendía el por qué, no sé si lo hacía por despecho o porque realmente lo quería. Lo que sí era cierto, es que, aún sentía algo por Sebastián, a pesar del mal momento que me hizo pasar. Pero aquello era solo deseo más no amor, ahora veo que estaba cegada. Quería darme una oportunidad con Rodrigo y estaba dispuesta a hacerlo por él. Sus encantos me habían enamorado. Pero, ¿Qué es lo que quiero realmente?
-No quiero que pares, Rodrigo, por favor, bésame
-No quiero hacerte daño, nunca he...
-¿Tenido relaciones sexuales? Yo tampoco, pero...
-¿Quieres hacerlo conmigo?
-Sí
-Pero, ¿Por qué? No entiendo, si apenas y me acabas de voltear a ver
-Sí, pero es porque no te conocía del todo bien
-¿Mi físico? Eso es lo que te atrae de mí, Natalia, no sientes nada realmente por mí más que solo deseo.
-Rodrigo
Se levantó de la cama y abrió la puerta para salir, pero antes dijo unas palabras que me hicieron reflexionar:
-Dormiré en el sofá de la sala, ¿Sabes? Desde pequeño siempre he sido así, acuerpado, pero prefiero ocultar mi cuerpo y aparentar ser un nerd a conseguir a una chica que se fije en mí por mi físico y no por mis sentimientos. Natalia, siempre te he querido. Que duermas bien, buenas noches.
Me sentí como una villana recién salida de un cuento de hadas. Realmente me sentí mal por haber hecho sentir mal a Rodrigo, no se merecía lo sé le estaba haciendo. ¿Qué me pasa? ¿Cómo pude invitarle o tentarlo a tener relaciones sexuales conmigo? Él quería pero no sexo, sino hacer el amor. Me desconocía por completo. Si mi padre estuviera aún conmigo, si mi padre estuviera aún con vida, todo sería diferente. Por él tomé la carrera de la universidad, para ayudar a quienes mi padre ayudó mientras estuvo vivo.
En mi mente imaginé el cómo se sentía Rodrigo en el sofá, con frío hambre y triste por lo ocurrido. Tal y como imaginé así era. Tal vez soy bruja y no lo sé. En aquel sofá se encontraba pensando en mí, en nuestros besos, cuando nuestros cuerpos estaban juntos a punto de romper la virginidad de ambos. Yo tenía estrés y él también, ¿Estrés? ¿Y de qué? Pues ambos queríamos ponernos de pie, olvidar lo que es hacer el amor con amor y hacer lo que nuestros cuerpos sentían y querían. Rodrigo quería una relación sería, pero la seriedad la perdió en cuanto me vio en los escalones, se acercó a mí, me tomó entre sus brazos y nos besamos salvajemente. Ya no era él, el nerd que ignoraba cada mañana cuando me daba los buenos días, sino un chico salvaje que quería tener relaciones sexuales conmigo, con la chica que amaba.
Encima de mí me quitó la vestimenta por completo, ahí todo fue más tranquilos, más lento. Los besos, tanto en mis labios como en mis dos montañas de mujer y en mi cuello húmedo por el frío en el espacio. Mis gemidos lo llenaban de placer, el cual nació aún más cuando lo sentí dentro de mí. Parecía loco esto pero a la vez hermoso. En mi mente gozaba pero también reía, ya que esta era nuestra primera vez. Y es que, lo que parecía para nosotros algo desconocido, hizo olvidar nuestros nombres y nuestros problemas. No estábamos teniendo sexo, estábamos haciendo el amor. ¿Cómo lo sé? Porque el acto era delicado, había decencia y respeto entre ambos. Y aunque sea algo difícil de aceptar, sentí que estaba empezando a amar a Rodrigo.
-Te amo -expresé
-¿De verdad me amas? -me dijo mirándome con ternura a los ojos y besándolos
-Me nació decírtelo
Continuó besándome y amaneció, sin pensar que al llegar el día, su madre nos podría ver y pensar lo peor de mí.
Habíamos amanecidos en el aquel mueble, donde hicimos el amor. El acto fue realmente hermoso. Lo que sí tenía entendido es que no había sido sexo, sino amor, a pesar de que apenas nos estábamos conociendo. Desperté primero que él, no lo podía creer. Se veía tan tierno y hermoso con sus ojitos cerrados, su boquita rosada y su carita de ángel. Solté una risa, me puse de pie. Por unos segundos recordé lo que había sucedido en esa noche lluviosa. Apretaba mis labios recordando cada movimiento de nuestros cuerpos y palabras. Nuestros besos y caricias.
Me vestí rápidamente y salí de su casa, dejando antes una nota, donde le decía lo feliz que me había hecho. Sin embargo, recordé que, Sebastián me dejaba esas notas en la mañana y aquella nota la arrugué con muchas fuerzas de la rabia que tenía en mi interior y, marché borrando la felicidad de mi boca. No me percaté que mi mamá me vio salir de la casa de Rodrigo, ¡Rayos! Estaba en sábanas. Su cara que no vi era de gran impresión. No sé si era decepción o alegría, pues al entra se retiró de la ventana y me dio los buenos días, sin ni siquiera preguntarme en dónde había pasado la noche de tormenta. Rodrigo era para ella una estrella en la tierra, tal vez por ello no me preguntó enojada el porqué estaba desnuda, en sábanas, con mi ropa en mis manos y el cabello vuelto estropajo.
-Hola mamá -le dije sin saber qué las decir
-Eh, buenos días, ¿Por qué has entrado a la casa en sábanas? -me preguntó mientras limpiaba el mueble bañado en polvorín
Al ver el mueble mi cuerpo se sacudió, recordando su pecho sobre mis dos montañas de mujer, besando mi cuello mientras yo gemía de felicidad y placer. Mientras estaba dentro de mí hasta eyacular y terminar con un beso de media hora y caer rendidos en total sueño de fantasía.
-Natalia, Natalia... ¡Natalia! -exclamó-, ¿Te sucede algo? -preguntó mirándome raramente
Soñar despierta con Rodrigo me había distraído, sin darme cuenta mi mano derecha la había introducido en mi vagina, imaginando era su miembro placentero. Gracias a Dios tenía conmigo esa sábana, que aunque no era de mi color favorito, me salvó de quedar en evidencia, que había perdido la virginidad. Rodrigo me estaba volviendo loca, no encontraba explicación alguna a lo que me hacía sentir y a lo que me estaba acostumbrado. Mis pensamientos los desaparecía, y eso que, él era un chico serio, no era tan abierto al público. Ya no para mí un nerd, era el hombre con el que había perdido la virginidad, mi primera vez. Rodrigo, te amo.
-No es nada mamá, estaba pensando en que...
-¿... En qué...?
-Tengo hambre, ¿Qué hiciste de desayunar?
-Panqueques
-Me encanta, ¿Sabes que? Dame siete, iré a darme un baño. Huelo a zorro viejo -le dije subiendo los escalones rápidamente hasta llegar a mi cuarto
Mi madre quedó sin palabras, pensando de cuando me vio salir de la casa de Rodrigo, completamente desnuda, entre esas sábanas espantosas. En mi cuarto me quité todo, desnuda entré al baño y mientras lavaba mi cuerpo pensaba en él, preguntándome qué estaba haciendo o si ya había despertado de nuestra noche de locura y amor.
Ahí estaba él, abriendo sus ojos por la luz del sol que entraba por la ventana, su mamá ni había llegado, algo que lo alegró mucho, ya que estuvo pensando en mí, tocándose su cuerpo cerrando sus ojos. Pensando en nuestro momento, el momento que ambos decidimos hacer porque nos nacía y no por diversión.