Capítulo 4 Su sonrisa

Su sonrisa era evidencia de que lo había disfrutado tanto como yo. Es que la verdad había sido mágico para nosotros. La temperatura de nuestro acto duró lo suficiente para recordarlo por días, semanas, meses y años. Pensar en darle una oportunidad era para mí una decisión algo delicada, ya que el mal recuerdo de Sebastián me respiraba como una espina en la nunca. ¡Diablos! ¿Qué tan horrible puede llegar a ser el amor? La nubes para mí eran esponjas que cargaban agua para desahogarse después, derramandolas sobre nosotros. Como llantos por el dolor de su carga.

Así me sentía yo, puede sonar incoherente o algo estúpido sinsentido alguno, pero eso sentía. Sé que Rodrigo es un buen chico, solo deseaba fuera de verdad diferente.

Luego de sus pensamientos de placer divino, se levantó totalmente desnudo, al igual que yo se colocó una sábana y en ese instante entró su madre sorprendida.

-¿Rodrigo? ¿Qué haces con esas sábanas? ¿Vas a alguna fiesta de disfraz a estas horas de la mañana o qué? Quítate eso

Su madre se acercaba hacía el para quitarle las sábanas, sin saber que estaba desnudo.

-¡No, mamá! -le gritó

-¿Qué pasa, Rodrigo?

-Estoy desnudo -le respondió apenado

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué hiciste y con quién?

-¡Por Dios, mamá! ¿Eso es lo único que se te viene a la cabeza?

-¿Qué más podría pensar al ver a mi hijo desnudo? ¿Pasaste la noche en este mueble?

Rodrigo no sabía que responderle, no sabía cómo decirle a su madre que ya no era virgen y que había pasado la noche con la hija de la vecina, o sea, yo, Natalia. ¿Qué sucederá?

Luego de una hora, Rodrigo se encontraba desayunando con su madre, al parecer, le había dicho que, se había quedado dormido allí y que hacía mucha calor. Pero, ¿Cómo podría hacer calor si llovía fuertemente? Su madre no quedó del todo tranquila con la respuesta, y estuvo pensando qué es lo que había sucedido realmente. En mi casa, yo, al igual que ellos me encontraba desayunando junto con mi madre. Luego de eso, un par de minutos después, al levantarme, me despedí de la u fui hacia la puerta. Allí me encontré nuevamente una carta, una carta en la que decía:

"Gracias por lo de anoche"

Un poco seca, y por supuesto pensé era de Sebastián. El idiota se burlaba de mí, al otro lado del jardín, estaba Rodrigo observandome, nuevamente como un nerd. Con una sonrisa contagiosa pero para los de su tipo, puesto que, en mi solo había furia y enojo. Su cara cambió por completo. Yo solo lo ignoré toda enojada, sin saber aún que, él era mi enamorado secreto. En su mente pensaba que yo tal vez me había arrepentido de lo que habíamos hecho en su casa. Aquella carta borró de mi mente aquel momento mágico y hermoso.

Me dirigía entonces hacía la universidad. Mientras en su jardín Rodrigo se preguntaba el porqué de mi mal genio. No era con él, ni mucho menos lo que había sucedido entre nosotros, pero tampoco podía especificarle. Al llegar a la universidad, allí estaba Sebastián. Besándose con una chica apasionadamente, mientras agarraba sus nalgas como duraznos. Aunque por cierto, la chica era hermosa.

Llegué hasta él enfadada interrumpiendo su acto, separándolo de la chica hasta darle una fuerte bofetada que lo hizo enojar grandemente. De la nada me tomó por el cuello preguntándome qué era lo que me pasaba, que era una loca estúpida y bruta.

-Mas bien, ¿Qué te pasa a ti eh? -le pregunté intentando quitar sus ambos de mi cuello. Me lastimaba

-¡Oye suletala, ¿Qué te pasa?! -le gritó Vanesa al llegar logrando quitarme a Sebastián de encima-. ¿Estás bien amiga? -me preguntó preocupada

-Sí, ¿Acaso me querías matar? ¡Eres un cobarde! -le dije llorando

-Y tú una zorra -me dijo echándose a reír

La chica con la que se besaba se espantó y se fue. Mientras que, la mayoría de los jóvenes miraban lo que sucedía con gran atención.

De la nada llegó...bueno, de la nada llegó mi mejor amigo. ¡Francisco!

-¿Qué es lo que te pasa imbécil? ¿Cómo se te ocurre tratar así a mi amiga? -le dijo con todo y escudo(sacando pecho)

-Ja, ja, ja, ja, ja, ja, tu callate mariposita -le dijo discriminandolo como siempre

¿Cómo pude estar locamente enamorada de un chico que se burlaba de mi mejor amigo por ser gay? ¡Rayos! ¿Qué me estaba pasando? Quería que me diera un ataque en el corazón.

-¿Qué? Repite eso que me acabaste de decir

-¿Qué no escuchas pendejo? Te dije: mariposi...

De la nada ¡Praaaa! Francisco le dio de su propia medicina. Tal parece golpeaba como hombre a pesar de todo. Aquella bofetada y golpe en sus testículos, dejo llorando como a un niño a Sebastián. Había sido ridiculizado frente a la mayoría de todos en la universidad.

-Me las pagarán, juro que me las pagarán, y sobre todo, tú, Natalia -me dijo con gran odio

-¿Natalia, estás bien? -me preguntó mi héroe

-Gracias por defenderme, gracias a los dos. Los amo

-Y nosotros te amamos a ti -me dijeron al mismo tiempo

Nos dimos los tres un abrazo. Mientras me desahogaba respirando lentamente. Luego de este me acompañaron al baño, para limpiar mis rostro y desinfectar mi cuello de las manos de Sebastián. Estando allí no sé cómo ni porqué se dieron de cuenta de mi experiencia en el sexo. Solo sé que, más que sexo fue hacer el amor.

-Hay algo raro en ti -me dijo Vanesa mirandome raramente

-Yo también lo noto eh, ¿Qué te ha pasado? -me dijo observandome de oies a cabeza

-¿Qué será? -se dijeron ellos al mismo tiempo

-Si les cuento, ¿No le dirán a nadie?

-Ya sabes que somos una tumba

-Conste Francisco, ¿Cómo es que notan algo extraño en mí? ¿Son brujo o qué?

-Para que veas que somos tus mejores amigos y te conocemos a la perfección

-Okey, está -dije y respiré-. Perdí mi virginidad -dije cerrando mis ojos

-¡Quééééé?! -gritaron sorpresivos

            
            

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