Capítulo 5 Mi virginidad

Definitivamente Vanesa y Francisco no sabían controlar sus emociones. Que fastidio sus gritos.

-¿Cómo que acabas de perder tu virginidad? No me digas que....¡Noooo! No me digas que...¿Perdiste tu virginidad con el estúpido de Sebastián? ¿Qué hiciste amiga? ¿Qué hiciste?

-¡Nooo! ¿Cómo se te ocurre pensar eso, Francisco? ¿Cres que soy tan bruta para acostarme de la nada con ese idiota? Vaya que no me conocen eh -les dije y me retiré del baño enojada. Tal vez exageré un poco pero...¿No podían pensar en otra persona? Aunque bueno, ¿En quién más pensarían si no conocen a más nadie? Solo a Sebastián. No quería ni imaginar cómo reaccionarian cuando les diría que mi vecino, el nerd del que les comentaba, era con quien había perdido mi virginidad.

En el baño, ellos se sintieron un poco mal. No por como los traté, sino porque sintieron que de verdad no me conocían. Ellos más que nadie me conocen a la perfección. Se me hizo raro que, de la nada pensaran que pase una noche con Sebastián. Creo fue porque justo hoy armé un escándalo reclamándole. Y sobre todo verlo besándose con una chica.

Cuando pensé por varios minutos si en volver al baño, decidí volver. Pero Vanesa y Francisco ya no estaban allí, sino Sebastián, quien al salir del baño de hombres se me acercó lentamente, y cuando intenté salir me sujetó por los hombros, diciéndome que mi por mi culpa y mis amigos, era la burla de todos en la universidad.

-Tú te lo buscaste -le dije

-¿Ah sí? ¿Ah sí? Pues tú también te buscarás algo de lo que no podrás olvidar nunca por el resto de tu outa vida

-¿De qué hablas?

-Anoche no me diste lo que te pedí

-¿Qué?

-Tu virginidad

-Sueltame, Sebastián, suéltame, por favor -le decía intentando quitarmelo de encima

-¿Sabes? Ja, ja, ja, ja, eres tan fácil. No puedo creer que anoche me buscabas, digo, todos sabe que te mueres por mi, pero, ¿Entregarte a otra persona de la nada? Wow, lo pendejo ahora es que creen que esa persona soy yo

-No estoy entendiendo ni una sola palabra de lo que dices

-¿Ah no? ¿Perder la virginidad fue bacano o asqueroso eh, Natalia?

-No sé de qué me estás hablando, suéltame, me estás lastimando

-Ya te lastimaron, eres igual que todas, una puta zorra que no sabe darse a respetar. Pero lastima que ya me ganaron

-¿Cómo sabes de eso eh? ¡¿Quién te lo contó?! -le grité rompiendo en llanto

-Eso querida Natalia, pregúntaselo a tus amiguitos

-¿Qué? -reaccioné sorprendida.

Con tan solo pensar que Vanesa y Francisco me traicionarian de esa manera, de contarle a Sebastián que había perdido mi virginidad, se me venía el mundo abajo. Ya él momento no era hermoso para mí como un recuerdo de noche brillante, sino un maldito suplicio por no saber controlar mi deseo hacía el cuerpo de Rodrigo.

-Vaya amigos que tienes eh -me dijo y me soltó. Se alejó poco a poco-. Ah, por cierto, no me hagas quedar mal ante todos allá afuera, o esa noticia se transmitirá de manera oral y escrita.

Luego de decirme aquella palabras se retiró con una sonrisa algo siniestra, como si disfrutara mi sufrimiento aunque es obvio, Sebastián no sintiera dolor por mí. Era un ser sin sentimientos. Aún no logro entender cómo pude estar perdidamente enamorada de él. Lastima por aquella mujeres que seguían tragadas de él sin conocerlo como era realmente. Lo más feo era que tenía sexo con cada una de ellas en el lugar donde me había citado. En mi lugar favorito que ya no era tan favorito después de todo. Ahora sería como un lugar cualquiera de pesadillas. Cómo la calle elfm de Freddy Cruger.

Ahora los días soleados serían eternamente acalorados, los lluviosos, enormemente fríos. No quería que esto llegara hasta los oidos de mi madre, no quería que se decepcionara de la hija en la que tanto confió y apoyó durante ni carrera universitaria. Ya estaba por terminar el semestre, y con ello quería también, se acabara mi vida.

Cuando salí del baño luego de echarme suficiente agua en mi rostro, el patio estaba totalmente solo al igual que los pasillos, ya habían empezado las clases sin percatarme de ello. Decidí entonces correr hacia la clase, pero ya era tarde. Con su gesto de decepción la profesora me dijo que no me dejarías entrar. ¡Todo por Sebastián! Lo odio. Sin ganas de hacer nada me regresé a la casa, y mientras marchaba, desde la ventana en su clase de música, Vanesa y Francisco me observaban tristes y preocupados, preguntándose el porqué marchaba de la universidad. Cuando salí de la universidad me dirigí hacía mi casa lentamente. Y justo por una calle me encontré a Rodrigo, me abrazó de la nada soltando la bolsa que tenía entre sus manos.

-Eh, ¿Rodrigo? ¿Qué haces por aquí? -le pregunté sin reaccionar a su tierno gesto

-Estaba comprando unas cosas para madre, ¿No deberías estar en la universidad? -me preguntó acomodando sus lentes

-Eh sí, mmm, bueno...es que, la docente se enfermó y no tuvimos clases

-Eh, me estás mintiendo

-¿Que8? Claro que no, ¿Por qué lo haría?

-Porque te conozco y cada que mientes respiras por la boca un poco nerviosa

¡Diablos! Vaya que le conocía el Rodrigo eh.

-...y bueno, ¿Qué te pasa?

-¿Qué me pasa de qué?

-Estás muy seria y ni siquiera me saludaste esta mañana, ¿Estás arrepentida de lo que pasó entre nosotros?

-No, claro que no

-¿Y entonces?

-Es que....

-¿Es que qué, Natalia? Olvídalo, espero al chico que esperabas anoche te haga feliz

Rodrigo recogió la bolsa que tiró, dio media vuelta y caminó. Sus palabras me hicieron reaccionar por unos minutos. Por lo que, fui tras él y lo tomé por su mano.

-Sueltame -me dijo y quitó mi mano de su mano

-Rodrigo...

-¿Qué me vas a decir eh? ¿Otra mentira? Te recomiendo no lo hagas porque ya sé cuando mientes

-Sí, sé que sabes cuando miento, ¿Y sabes por qué? Porque me conoces más que mis propios mejores amigos, y lo de anoche, lo de anoche, Rodrigo, fue especial para mí, fue tan especial que me da miedo, y el miedo a veces es testigo de lo que es dar oportunidad a lo que duele, y el amor duele.

Me acerqué más a él, coloqué mis manos en su rostro, lo besé y luego lo abracé.

-¿Me amas? -me preguntó

-Te amo, Rodrigo -le contesté y nos besamos nuevamente, apasionadamente como la noche en la que hicimos el amor.

Sin embargo, a distancia de nosotros, estaba Sebastián en su camioneta, obsevandonos alegremente, pero no por nosotros, sino porque ya sabía con quién había perdido mi virginidad.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022