/0/9144/coverbig.jpg?v=3d3f3ab887f118aae4e968b5e921d0bc)
La vida se ha encargado de tratarme todo el tiempo como una maldita escoria, no busco nada en las personas, ni me interesan de ninguna manera. Vivo la vida en relaciones pasajeras y no me quejo por eso, de cualquier manera, disfruto mi existencia a mi manera. Soy Roger Blake, no soy un chico ejemplar, pero intento mantenerme a raya de las relaciones personales porque ya tuve muchos en tiempos anteriores y terminé perdiendo a mi hermana y a mi abuelo.
Soy el prototipo de chico malo que enloquecería a cualquier chica y eso mantiene en alto lo que considero mi ego, pero bueno, se preguntarán qué le pasó a mi hermana y a mi abuelo. No me gusta recordar, eso es quizá lo más abrumador de mi maldita existencia. En fin, vivía con mi hermana que tenía 12 años en ese entonces y con mi abuelo, sólo éramos los tres porque mi madre murió después de dar a luz a mi hermana Lisa y nunca conocí a mi padre, sólo sé que es un hijo de puta que ni siquiera vale la pena seguir mencionando. Mi hermana Lisa era lo único que me había quedado de mamá, no era la culpable de que mi madre hubiera fallecido, ella estaba entrada en años y los médicos le habían advertido que se operara porque no podría tener más hijos sin poner en riesgo su vida.
Mi madre no los escuchó y fruto de una aventura con algún bastardo terminó en embarazo, ella aseguraba que todo saldría bien. Como se imaginan eso no fue así, el día que rompió fuente los médicos nos dijeron que sólo se podía salvar una de las vidas, como mi madre estaba consciente le permitieron decidir y ella eligió la vida de Lisa. No me avergüenza el comentar que insistí de mil maneras posibles para que salvaran a mi madre, qué mierda me importaba una mocosa que ni siquiera conocía. Sin embargo, lo que yo opinaba no importó ni siquiera un poco. Recuerdo que esa noche me despedí de mamá sólo en dos segundos, fue lo que duró la mirada que me brindó antes de que se la llevaran a una sala de urgencias.
Esa mirada reflejaba una especie de súplica, ella sabía que en ese momento estaba odiando la decisión que ella había tomado y al parecer quería decirme que no me dejara llevar por los sentimientos. "Todo estará bien", esa era la frase que siempre decía y supongo que fue con la que se despidió de su estúpido hijo. No le importaba lo que yo pensara y mi relación con ella tampoco era la mejor, tuvimos múltiples problemas desde el momento en que se enteró que consumía drogas. Nuestra relación estaba marchita, pero la quería, era mi madre y era lo único que tenía en la maldita vida.
Ella decidió partir y me dejó a Lisa, con el tiempo aprendí a amar a esa mocosa. Aunque la serie de emociones que daban vueltas en mi ser y los pensamientos abrumadores que se apoderaron de mi cabeza tiempo después de la muerte de mi madre me hicieron tener fuertes problemas con las drogas. Lo que antes era consumo casual se convirtió en una rutina, mi abuelo estaba cansado de echarme de la casa si seguía con mis comportamientos basura. Nunca cumplía su palabra porque no quería que Lisa se pusiera triste. Mi hermana sufría del corazón, sus problemas cardiacos la llevaban constantemente a tener problemas para mantenerse en pie, a veces su corazón dejaba de latir por unos cuantos segundos y era necesario llevarla de urgencias para que la estabilizaran. Eso no sucedía todo el tiempo, pero cuando pasaba la llevábamos en seguida incluso si ya había recuperado algo de estabilidad.
Siempre nos decía que exagerábamos, pero la queríamos mucho, era lo único que quedaba como recuerdo de mamá. Una tarde, odio esa maldita tarde, mi abuelo salió al supermercado, como de costumbre caminaba con dificultad apoyándose de su bastón y se negaba de forma rotunda a que yo lo acompañara. "No soy un anciano que no puede valerse por sí mismo. Además, debes estar pendiente de Lisa", eso era lo que decía cada vez que le ofrecía mi apoyo, no importaba la situación, siempre era lo mismo, parecía repetir un monólogo y era mejor no darle mucha importancia; ese día que salió se me ocurrió diluir un poco de heroína que me quedaba e inyectármela, es de lo que más me arrepiento en la vida.
Apenas mi abuelo salió de la casa busqué la correa, la cuchara y el encendedor que utilizaba comúnmente. Me apreté el brazo con la correa y me inyecté, en pocos segundos sentí la euforia provocada por la entrada de la droga en mi cuerpo y su contacto con mi cerebro. Me quedé sentado en un rincón de la casa, estaba en la sala y suponía que no importaría que durara unas 3 o 4 horas ahí, ya que mi abuelo solía demorarse hasta 6 horas en volver a casa. No sé qué aventura era para él ir al supermercado, pero sospecho que se encontraba con amigos de él y se ponían a ver partidos en la cancha de algún barrio cercano mientras jugaban cartas o dominó, lo creo porque es lo común en los ancianos y además, a veces tenía la costumbre de volver del supermercado sin nada y sólo decía "todo está muy caro, uno ya no puede ni mercar a gusto". Nadie lo cuestionaba porque de todos modos nunca nos faltaban los alimentos, ni los productos básicos.
Estuve sólo en mi subidón un par de minutos, luego estuve un par de horas adormilado, estaba así cuando escuché a Lisa pidiendo ayuda, con dificultad llegó a la sala y cayó al piso, justo delante de mí, me pesaba el cuerpo y no era capaz de moverme de donde estaba para poder ayudarla. Intenté de todas las maneras llegar hasta ella o agarrar el maldito celular y llamar a urgencias, pero no me funcionaba nada. Se me dificultaba moverme e incluso respirar, para completar mi colapso sentí el timbre de la puerta, mi abuelo había vuelto antes de lo esperado y había olvidado las llaves. No podía ir a abrirle, al parecer se me fue un poco la mano con la dosis que me metí ese día; mi abuelo se asomó por la ventana y lo escuché golpear la ventana con desespero, sólo gritaba angustiado "qué le hiciste a Lisa, eres un idiota drogadicto", "maldito no te perdonaré esta mierda", "¿Por qué volviste a meterte tu mierda en la puta casa? Eres una basura".
Mi abuelo fue el que llamó a urgencias, tardaron en llegar una maldita eternidad, apenas y tuve la capacidad de abrir la puerta, tenía a Lisa en mis brazos, pero mi abuelo hizo que me apartara. Ese día supe lo que era sentir terror, mientras la tenía en mis brazos supe que no estaba preparado por si le pasaba algo malo, ella era lo único que me quedaba, después de todo mi abuelo ya no me toleraba. Estaba abrumado esperando en el hospital que alguien nos informara el estado de Lisa, un médico salió y se acercó a mi abuelo, lo vi derrumbarse en la silla y lanzar lejos su bastón. Entonces, supe que no habían sido buenas noticias, el médico se acercó a mí y me dijo que no había sido posible estabilizarla, que se había ido a las 07:02 p.m. y que hubiera sido diferente si la llevábamos aunque sea unos minutos antes.
En ese momento la vida se me vino abajo, no importaba nada, de nuevo lo había perdido todo. Me cuestioné muchas veces e hice miles de suposiciones, era y es obvio que si no me drogaba hubiera podido estar disponible para mi pequeña hermana. Sin embargo, ahora mismo sé que los arrepentimientos no sirven para nada, al menos en memoria de mi hermana prometí no volver a consumir esa mierda.