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BRIANCA
Ridgeland, Misispi, Estados Unidos, 10 de febrero de 2022
Las últimas cinco horas me las había pasado en el auto esperando que el dichoso hermano de Sophie saliera del apestoso bar donde trabajaba, habia decidido no llamar la suficiente atención al bajarme y entrar en el recinto, mi apariencia podría a llegar a provocar caos con el seco masculino y no tenía la paciencia ni el tacto para lidiar con ellos.
Ridgeland era una ciudad no tan grande ni demográficamente ni geográficamente, pero se podía sentir un aire de tranquilidad, o podría ser el silencio reinando en el carro siendo obstruido por los leves ronquidos que venían desde la cajuela del coche.
Las calles estaban vacías y no podía esperar lo contrario teniendo en cuenta que ya eran las 2:45 a.m.
Habia sido un viaje fructífero pero ya era momento de volver a Rusia, su cuerpo picaba por la tortura que estaba por cometer cuando pisara su tierra natal, habían indicios de un traslado del posible laboratorio donde tenían a Bart y Trenton, desde Bombay hasta Donestk, solo necesitaba una coordenada exacta y estaría lista para volver con mi familia y si las cosas se me ponían torcidas, no habría otra forma que llevar mi lado monstruoso al extremo.
El letrero que rezaba en colores neones y letra curva "The Dirty*" parpadeo en toda la calle dándole un toque tétrico pero lo suficientemente cliché para que el único humano que salía del bar y lo cerraba con impaciencia, tragara saliva y apresurara a literalmente salir corriendo cuesta abajo y girar en una curva. Encendí con parsimonia el auto y lo lleve cuesta abajo tratando de no asustar al ávido humano.
Me tomó casi una hora el seguir al mismo ritmo a Greg, cuando por fin parque el auto en una calle muy lamentable y que si no me apresuraba a sacar al hermanito, me podría hacer viajar en un auto con los espejos robados y posiblemente también sin limpiaparabrisas, no quería juzgar el barrio por sus fachas pero tampoco podía ser ingenua, además no podía dejar a mi bello durmiente solo por mucho tiempo en la cajuela del auto, debía procurar el suficiente oxígeno para que en un tiempo quiera no tenerlo jamás.
El barrio bajo de los suburbios daba vibras de un Bronx muy decadente, tampoco había mucha interacción humana por fuera, si a caso dos gatos hurgando en la basura de una casa, pero podía observar en la casa de al lado de la de Greg a una mujer asomándose por la ventana, cabello rubio, y cigarrillo a mano.
Bufé con fastidio y abrí la puerta del Jeep, mejor salir de esto muy rápido y resgresar pronto a casa.
El tacon de mis botas rebotó por el pavimento en fuertes pisadas, levante mis gafas de sol y gire mi cabeza hacia la chismosa mujer, le guiñe el ojo y ella jadeo indignada cerrando con fuera la cortina, seguramente pensaba que si su marido me observaba la dejaría sin dudarlo, yo tampoco lo dudaba, podría ser egocéntrica pero también me tenía mucha seguridad, mi naturaleza me la daba.
El vestido de lana aparentaba cubrirme de la noche fresca y un poco fría, pero por mi temperatura corporal mi cuerpo no iba a sufrir cambio alguno, beneficio del renacimiento.
La casa era muy pequeña, de solo un piso, de color azul bebe deteriorado, la puerta de madera blanca y un mosquitero, el jardín por extraño a la pobredumbre estaba muy bien cuidado.
Toque el timbre pero tampoco me sorprendí al darme cuenta que no funcionaba, como seguramente muchas cosas de la casa, así que toque a la puerta dos veces y espere a mi próximo acompañante de viaje, mire el esmalte rojo de mís uñas mientras escuchaba la maldición de una voz vibrante por dentro, el hombre seguramente se había estaba do duchando.
La puerta se abrío casi tres minutos después y la vista de un hombre semi desnudo me recibió, no lo iba a negar, muy agradable de ver, sin embargo, no me producía nada especial, no habia la sensación de recuerdos del pasado.
El cabello negro estaba mojado y de las puntas de su cabello bajaban pequeñas gotas de agua, un torso delgado, fibroso y esculpido, tenía unos cuantos tatuajes, ojos oscuros y su mandíbula tenía un pequeño hoyuelo en el centro.
-Hola, Greg- sonreí con gracia, el hombre estaba pasmado con las manos temblorosas observandome de pies a cabeza, lo deje, ni me molestaba la admiración.
-H... Hola- Sonreí ampliamente por su tartamudez - No quisiera ser grosero pero estoy seguro que no la conozco de nada- asentí, delade mi cabeza y le di un vistazo al interior.
Un hogar muy limpio y pequeño, sofas super antiguos y una TV que parecía lo único moderno del lugar pero tampoco era grande, una cocina con microondas y habia un plato de comida en la pequeña isla que por su olor creía tenía que ver con carne y especias, solo habían dos puertas, y ambas estaban abiertas, una daba a un baño y la otra a una habitacion simple con dos camas, una totalmente deshecha y la otra muy bien tendía y con una colcha rosa, así que ni fue muy difícil deducir para quien era.
-Lo sé, no espero un reconocimiento - girando hacia mi espalda Observe el carro estacionado y escuche los latidos del corazón que venían desde la cajuela.
Sin esperar una invitación entre en la casa y cerré la puerta tras de mi, el hombre río nerviosamente.
-Vengo de parte de Sophia, si la quieres ver tienes cinco minutos para empacar una maleta con tus pertenencias e irnos, no volverás muy pronto por acá, pero si decides quedarte deberás saber... Que jamas volverá a ver a Sophia- no espere a ver una reacción de él, simplemente mi cuerpo se dirigió por el recinto observando las fotos enmarcadas, pero si escuche el jadeo de indignación tras de mi.
-¿Qué puta broma es esta? - me encogi de hombros y levante un porta retratos.
Una Sophia muy pequeña en los brazos de su hermano Greg, así que podía asumir el hombre podría ser mayor de mi por algunos años. Interesante.
-Ninguna, tu decides y el reloj está corriendo... Si decides correctamente te lo explicaré todo de camino al aeropuerto pero si decides quedarte deberás vivir con la curiosidad - podia ser un poco cruel pero no pensaba dar más explicaciones hasta asegurarme de que el hombre no haría un escándalo que nos expusiera.
Sin más el hombre se perdió en la habitación, sonreí con satisfacción, buena elección.
Saque con cuidado las fotos de los retratos, los deje en la isla de la cocina y abri el refrigerador, no tenía necesidad de una alimentación prontamente pero el humano podría morirse de hambre con los vuelos a Rusia, aún si viajaba en un Jet, por lo menos el consuelo de la comida tendría a mano, de todos modos uno de mis consentidos me esperaba en caso de querer un aperitivo.
Empaque en topers la comida del plato y unos snacks que no me tomaron más de un minuto. Me traía muchos recuerdos.
Cuando Bart tenía mucho trabajo solía cocinar para él y empacar le su comida en topers muy monos, solia llevarlos con gusto al trabajo y aunque su padre muchas veces le dijo que podía ir a comer al restaurante donde iban todos los abogados de la firma que quedaba al frente del edificio, Bart se empeñó en seguir llevando mis topers y seguir comiendo en su oficina lo que yo preparaba, Bart era el mejor esposo.
-Estoy listo- asentí, camine hacia él y empuje los topers en su pecho, vestía una camisa negra, unos vaqueros desgastados, unas botas de cuero y una cazadora negra de cuero que parecía haber pasado por muchos años de duro trabajo.
-Camina, no tengo todo el día - mi sonrisa se perdió, y no volví a sonreír, a veces los recuerdos eran los que mas acuchillaban mi corazón.
-¿Dónde iremos? - pregunto con curiosidad mientras cerraba la puerta de la destartalada casa, me dirigí al auto y su silbido por lo bajo me recordó que probablemente sería la primera vez que se suba a un auto de este tipo.
-Rusia- no dije más, me ubique en el puesto de piloto y él se subió a mi lado, ajusto su cinturón y yo emprendí marcha.
El viaje sería largo pero tenía mucho trabajo que hacer en medio del vuelo, así que dejaría al invitado en la habitación de huéspedes del Jet y mantendría al enfermero en la habitación principal a mi vigilancia.
-¿Quién eres? - bufé, olvidaba que a veces los humanos eran tan curiosos, así lo había sido yo en algun momento.
-Brianca Borisovich, un gusto conocerte Gregory Johnston- su mirada me trató de atravesar, pero no lo conseguiría, solo había una mirada que me provocaba sensaciones.
-¿Tu secuestraste a mi hermana? - negué.
-No fui yo, la encontramos en Teherán hace cinco días, esta bien ahora, pero cuando la encontramos era tarde para que supiera sobre la maldad... Lamentable fue envuelta en trata de blancas y unos hombres la tenían a su poder a ella y a otra mujer, no deberás preocuparte por su seguridad, ellos no volverán y tú podrás decidir que hacer con tu vida al lado de ella... La traslade a mis tierras y esta al cuidado de mi mano derecha, así que no hay por que preocuparse- el olor a calma emano del hombre.
-Y... ¿Qué será de mi? - me encogi de hombros.
-Lo que tú quieras, supongo que no es mucho lo que dejas atrás, una casa a medio derrumbarse y un bar que produce más dolores de cabeza que ayuda no debería ser motivo de ancla en esta ciudad... Si lo que quieres es una utilidad yo te la proporcionare, pero todo se dará a su debido momento... - fui cortada al detenerme al lado del Jet.
Baje del auto, uno de los hombres de mi padre ya me esperaba al lado de la puerta del carro.
-Ya todo esta listo, mi señora- asentí, me gire hacia Gregory.
-Gregory este es Vlad, cualquier cosa que necesites él te la conseguirá, tendremos muchas horas de vuelo por delante y no quiero ser molestada, así que te recomiendo te quedes en tu habitación designada- no espere una respuesta y volví hacia Vlad- saca a nuestro perro de la cajuela- Vlad chasqueo los dedos hacia un hombre de traje negro quien se acercó a la cajuela y sacó al enfermero del auto, amordazado y bien amarrado el cuerpo cayó con flacidez en su hombro derecho.
-¡¿Qué mierda?!- Gregory grito con asombro.
-Ya te lo dije... No salgas de tu habitación - me gire hacia el hombre con el enfermero en brazos - llevalo a mi habitación y dejalo en el piso- en silencio el hombro se adentro en la gran nave y yo me gire hacia Vlad - dile a Harry que quiero un aperitivo, sin vix esta vez-
El silencio de la habitacion se vio interrumpido por la entrada de Harry, quien se relamio los labios al observarme en mi camisón rojo de seda, su ereccion sobre salía de sus pantalones, sin embargo ese no era mi interés, solo había una persona que me satisfacía en ese ámbito y aún no lo encontraba, mi mano se dirigió a la cama King Size.
-¿Ha tenido un trabajo duro, mi señora? - Harry era muy hablador, me gustaba tenerlo a mi lado después de un largo día, solia sentirme como si hablara con algún ex amigo de la academia de piano, era alentador.
-Demasiado duro, ponte cómodo, quiero un poco, esta vez- su excitación se reflejo en la manera en que quiso arrancar su camisa de algodón de su cuerpo- Calma- ambos reímos.
Harry se desnudo el pecho que a decir verdad era normal, un pecho fibroso y delgado y sin esculpir lo suficiente, no muy atractivo pero su sangre era lo único importante. Se sentó en medio de la cama y yo procedí a gatear a su lado, el olor era más concentrado, la boca se me hizo agua, me senté en su regazo, lastimosamente para poder alimentarme por medio de un consentido debia haber cierto nivel de intimidad que evitaba mucha veces pero se trataba de darle también la comodidad a la fuente de alimento, así que no me queje cuando Harry acarició mis piernas desnudas, cuando habia excitacion de por medio la sangre era más dulce, y cuando mi boca la sintió bajar, los gemidos en la habitación no se hicieron de esperar, tal vez nunca me sentiría satisfecha de beber sangre pero cuando lo hacía el placer era reconfortante.
Harry sintió el veneno transformar el dolor en placer, solo unas cuantas succión es y estaría lo suficientemente satisfecha para pisar Rusia sin complicaciones.
-¡¿Qué muerda?! - el grito de Gregory resonó en la habitación.
Harry se puso tenso inmediatamente, gire mi cabeza hacia la puerta de la habitación y la visión de un Gregory enojado, sorprendido y excitado me recibió.
La sangre se deslizó por la comisura de mi labio y procedí a limpiarla con cuidado antes de girarme a Harry y lamer su cuello para que empezará a cicatrizar más rápido, luego me volví a girar a Gregory. No había planeado que se enterara tan rápido. Ni modo.
-¿No había ordenado que te quedaras en tu habitación? - susurre de manera tranquila.