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-Sé que la falsificaste. Esa carta no es más que una mentira.
-Al parecer, eso es lo que crees tú -respondió Angel-, pero yo no tengo nada que ver con esa carta. Ni siquiera sé de donde provino.
En ese instante, un ruido escandaloso vapuleó los tímpanos de ambos inmortales. Al costado de Angel, había una bolsa desgastada, de la cual salían las molestas notificaciones del communicare, el aparato que ocupaban los inmortales, como sustituto más avanzado de los celulares -para los humanos-.
Sin pensarlo mucho, el comandante se acercó al bolso, levantó del lugar el objeto descuidado y hurgó en el interior, para encontrar el origen de aquellas frecuencias exasperantes.
Halló el communicare de Angel, cuya pantalla elevaba una luz tridimensional que reflejaba una notificación roja. Ofaniel admiró la imagen de un chico de cabellos negros, con ojos esmeraldas tan expresivos, los cuales, el comandante no tardó en reconocer. Debajo de la efigie, había una insignia concisa pero cruel, que heló los nervios del castaño. Aquella inscripción tenía una sola palabra: muerte.
Angel tuvo que agachar su cabeza para no recibir el impacto del aparato que iba en dirección a su rostro, pues el ojiazul, alterado, intentó el atacarlo con fuerza para obtener respuestas a las dudas que aparecieron.
-¿¡Por qué quieres matar a mi amigo!? -gritó furioso.
Angel gimoteó.
-Espera, puedo explicarlo, no es lo que parece...
-¿¡Ah no!? ¿Quieres explicarme porque deseas matar a Gerard Holbein? -exigió con más enojo.
El inmortal parecía tranquilo, a pesar del ostensible miedo que Ofaniel le provocaba. Respiró cabizbajo, a fin de relajar su cuerpo. Observó al comandante, antes de que este lo golpeara con furia.
-¡Habla! -ordenó el superior.
-Yo trabajaba para circulus -dijo sin más el chico.
-¡Maldita sea! -El comandante estrelló su mano en una pared cercana y Angel saltó asustado-. ¡Di la verdad!
-¡No tengo porque mentirte! -gritó-, no gano nada con bromear. Solo golpes y gritos. -Evitó los ojos rabiosos de Ofaniel.
-Circulus es una farsa. Es el producto del miedo colectivo de los inmortales.
-No es ninguna mentira, circulus es tan real como el maldito aire de este planeta. Solo que tú no me crees. Calma tus nervios, no quiero que te mueras por corajes irracionales.
Ofaniel relajó sus expresiones de incomodidad, incluso pensó en soltar una risotada por la afirmación elocuente del joven custodio frente a sus ojos.
-Habla.
-Trabajaba para ellos. No conozco la identidad de muchos miembros, solo sé que son híbridos. -Suspiró-. Crecí con ellos, incluso Beliel, el líder de estos, me cuidó como a un hijo.
El comandante rememoró algunas imágenes implícitas del nombrado. Siempre tuvo problemas para recordar la historia de su pasado, como si alguien hubiese bloqueado su memoria, con la mera intención de olvidar los detalles más importantes que rodeaban la existencia del inmortal, sin embargo, incluso desde antes que aquel problema afectase su vida, alguna vez escuchó la leyenda de Beliel, un híbrido ignominioso que retó a los Wyndham por un amor prohibido y el cual, cuando el odio invadió su eternidad, reclamó implacable, la corona imperial.
Después de ese día, en el que Beliel juró su venganza, los inmortales olvidaron su historia y con ella, también la existencia de circulus, la organización con fines feroces para el planeta.
-No me crees, y entiendo tu posición, pero ellos no se quedaran con los brazos cruzados, circulus dominara Edén y con ello, un nuevo orden en el universo, conformado por híbridos, acabará con el reinado de los inmortales -explicó Angel-, yo decidí escapar de ellos, y ahora, por este simple hecho, sé que moriré.
Los ojos azules de Ofaniel se abrieron como platos. Su cuerpo se tensó y apenas pudo pensar con claridad las palabras emitidas del inmortal.
-¿Y por qué quieren matar a Gerard? Él no hizo nada más que existir -exigió el ojiazul.
-Lo último que supe, antes de escapar, es que ese mensaje que viste, que exigía la muerte de tu amigo, fue enviado a una Starlight, me parece que a una tal Ashlin.
-¿Por qué alguien como ella estaría involucrada en la muerte de mi amigo? -preguntó sorprendido.
Angel alzó sus hombros, ni siquiera él conocía la respuesta.
-No lo sé. Pero algo de lo que estoy seguro es que tal vez tu amigo es un estorbo para los planes de circulus, y no dudaran en matarlo con tal de obtener lo que desean -dijo y Ofaniel guardó silencio.
El comandante miró la rendija y la luz del atardecer desapareció. La oscuridad surgió con tanta naturalidad, que con mucho esfuerzo, las tres lunas del planeta comenzaban a emerger.
-Ofaniel -informó Angel con desdén-, no me agradas mucho, pero eres clave para la salvación de nuestro planeta. Déjame ayudarte y te voy a demostrar que algo más grande que una emperatriz ansiosa de poder, nos acecha. Los inmortales están en grave peligro, con tu ayuda, podemos lograr algo más que ser los títeres de otras criaturas.
No dijo nada. Apenas procesaba la información -la cual, dudaba de su veracidad-, por lo que dio pauta a los subordinados para entrar y alejar de su vista al chico.
El castaño escuchó los alaridos de Angel, aunque ignoró por completo sus llamados.
Muchas cosas palpitaron en su mente, con súbito esfuerzo trató de aclarar su situación. No se quedaría de brazos cruzados, buscaría la verdad a toda costa, a pesar de que un sentimiento impulsivo, le alertó que su vida estaría en peligro si indagaba más.
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Las rutilantes estrellas destacaban como diamantes pulcros en el lóbrego cielo de la noche. El brillo de las tres lunas de Edén le otorgaba una delgada capa plateada al césped, el cual, se confundía entre las arboledas oscurecidas, que conectaban con la ciudad. Los edificios de cristal se alzaban con majestuosidad a lo largo de las calles límpidas, y el aire fresco que se respiraba, estaba tan frio como la nieve.
A lo lejos, a pesar de la penumbra, una figura hizo acto de presencia.
Ofaniel observó como aquella silueta masculina se acercaba. El hombre de la lejanía dibujó una pequeña sonrisa en su faz, a pesar de que, momentos atrás, recibió un mensaje lleno de preocupación por parte del castaño. Cuando el sujeto estuvo frente al comandante, este último examinó con recelo la tranquilidad que reflejaba su compañero de mirada cansada.
Exhaló. Gerard acompañó al chico en el suspiro pesaroso que brotaba de su alma.
-Vine en cuanto recibí el mensaje, ¿todo bien? -puso en duda el recién llegado, que estaba a escasos metros del comandante.
-¿¡En qué clase de lío te has metido Gerard!? -exclamó exasperado el ojiazul.
-¿Disculpa? ¿De qué demonios hablas? -frunció el ceño con disyuntiva.
-Eso debes explicármelo tú, que, aparentemente, entras en problemas y ya te quieren matar -alegó.
-¿Qué? ¿Es una broma? No es divertido Ofaniel.
-Entonces dime la razón del porque te quieren matar.
-¡No lo sé! -farfulló abismado-. Escucha, no tengo razones por las cuales meterme en problemas y peor aún, que me quieran matar. Tú me conoces Ofaniel, no haría nada estúpido sin consultarlo antes con un amigo.
Ofaniel ladeó su cabeza y rodó los ojos cansado. Su cabeza palpitó llena de dolor.
-Relájate Ofaniel, ¿has considerado que tal vez se trata de un boicot contra la resistencia? -propuso Gerard mientras se acercaba lentamente al comandante, el cual enarcó una ceja confundido.
-Pero la resistencia se disolvió después de la desaparición de los nuestros -respondió-, sería absurdo enfrentarse a los únicos dos miembros que siguen vigentes. -Respiró cansado-. Además, yo debería de ser el objetivo principal, no tú.
-De acuerdo, pensemos claro. -Miró en una fracción de segundo a las tres lunas y regresó con su amigo-. ¿Cómo es que diste con el dato de que me quieren matar?
-Por un sujeto, lo culparon de un robo y después me enteré que te iban a matar -dijo-, me explicó que circulus está detrás de...
-Circulus es un mito, ¿no es así? Escuché toda clase de historias, según hay seres tenebrosos, los cuales están detrás de esa organización para obtener el control de Edén.
-Exactamente. Yo sé que es un mito -continuó-, pero él me dijo que es real. -Relamió su labio inferior-. Incluso me explicó que Ashlin está detrás de todo esto.
-¿Ashlin Starlight? -Parpadeó repetidas veces, mientras su respiración se volvía más pesada-. ¿Por qué alguien como ella, quiere matar a un huérfano y bastardo inmortal como yo?
-No lo sé. Aunque dudo mucho del relato que ese idiota me dijo -estribó-, insisto en que solo lo expresó para despistarme. -Suspiró el comandante con recelo-. Supuse que tal vez hiciste una estupidez y no quería enfrentarlo antes de no conocer la otra cara de la moneda.
-Gracias por confiar en mí -expresó con sarcasmo.
-Aunque no voy a negar que hay demasiados cabos sueltos detrás de su historia -alardeó.
-¿Por qué lo dices?
-Hay una carta, que tal vez sería la clave para destronar a Michelle, leí algo de ella y dice que hay rastros de los Wyndham en alguna parte del universo. -Apretó su puño levemente-. La única que puede constatar esa información es mi tía.
-¿Me lo dices en serio? -Observó a su amigo y este asintió-. Pero la familia Wyndham murió en la gran guerra, es imposible que hayan sobrevivido. Además, ¿por qué la madre de Prince sabría algo tan importante para los inmortales? ¡Es absurdo!
-No sé -respondió tajante-, aunque desde que apareció esa carta, todo se volvió más extraño.
En ese instante, antes de que los dos pudieran seguir discutiendo, escucharon un alarido de auxilio proveniente de una mujer, aunado a unos golpes huecos que cimbraban la tierra. Gerard y Ofaniel se acercaron al sitio. Se percataron de que una mujer de cabello blanco, peleaba con fuerza con un ente de casi dos metros de diámetro, el cual, parecía una verdadera pesadilla a comparación de los demás demonios o crianetus que existían en el cosmos.
Aquel ser poseía tres ojos completamente rojos, escondidos detrás de una boca protuberante, llena de colmillos negros; sus cuernos estaban ligeramente separados, pero era perceptible que en ellos existía un filo ostensible y a pesar de tener un gran tamaño, sus extremidades eran pequeñas y frágiles.
-¿¡Qué mierda es eso!? -exclamó Gerard.
Los amigos se acercaron al ente y este se percató de la presencia de los inmortales.
Al primero que atacó fue a Ofaniel, el cual, esquivó con rapidez un golpe dirigido a su cuerpo. Su mano se levantó, a fin de liberar un gran halo de luz, como método de defensa que los magister ex lux poseían. Ante dicho movimiento, el monstruo viró su rostro y el halo iridiscente desapareció, detrás de él, quien se percató de un distraído Gerard.
El demonio sonrió. Momentos después, Gerard sintió una punzada en su cabeza, acto que debilitó todos sus sentidos y quedó vulnerable ante el ignominioso fenómeno. Ofaniel escuchó un grito y se apresuró a levantar una piedra grande, que lanzó en dirección al demonio.
Se escuchó un impacto grave, pero aquella aberración del universo no parecía afectado. El demonio sonrió. Gerard aprovechó aquel pequeño trance que la distracción de Ofaniel le dio y saltó a otro extremo, con la liberación del apuro que el demonio le brindó. Una vez más, el comandante atacó, pero esta vez Gerard procuró encender con fuego un circulo ardiente, producto de su manera caeli: magister ex igne.
Para sorpresa de ambos, el demonio cayó de forma inminente en el circulo de fuego. Su cuerpo terminó rodeado de llamaradas feroces, que incineraban su piel escamosa.
Entonces, la tierra riló en ese instante, los inmortales bajaron la guardia, y del suelo emergió un tumulto de ramas secas, la cuales, no perdieron el tiempo en soterrar en su totalidad al demonio. Aparentemente tenía vida, pero deliraba, no obstante, el crujir de sus huesos reafirmó la teoría de su muerte, conjuntamente, se aseguraban de aprisionar el cadáver del mismo y obtener detalles del ataque.
Gerard, sorprendido por la aparición de las ramas, viró su rostro y encontró que la chica de cabellos blancos era una magister ex naturae. Ofaniel lo acompañó en su sorpresa.
Ella no dijo nada. Y tras la muerte del monstruo, el silencio reinó en el lugar.