/0/9887/coverbig.jpg?v=803dcfcb4b043eda6d85a680b234b435)
Lorena
Un vestido negro
O una blusa blanca y esta falda de cuero
Arg! Mejor me pongo lo de siempre.
Algo con lo que me sienta segura, es mi segunda máscara esta noche. Me dirijo al armario con pasos torpes
Mierda, maldita botella, fíjate en dónde estás.
Le reprendo a mi botella de tequila, del armario saco los jeans flojos y la blusa negra con mangas a los costados de mis hombros acompañados con unos zapatos deportivos.
Listo, estoy divina.
Nos vamos
Salgo de mi cuarto cerrando la puerta con delicadeza y bajando las escaleras, al llegar a la sala sumida en oscuridad, con pasos cuidadosos quiero llegar a la salida.
Los pocos tragos están haciendo efecto, me está llevando a un mundo nuevo, eso es un unicornio que hermoso, al instante un ataque de risa se me sale, el cual paga muy caro mi diversión, pero me consigue otra mucho mejor, sigo caminando; sin embargo, el destino no está de mi lado, me golpeo con esta estúpida mesita.
-Auch, Auch-Solloce frotándome mi canilla
Estoy tan ensimismada en mi dolor que no me doy cuenta de que alguien está atrás mío, solo cuando me apunta con un arma amenazándome.
-Tienes tres segundos para voltearte y darme la cara-Qué voz tan amenazadora, espera es Leo
Ni siquiera me dio miedo, volteo y prendo la luz.
-Me estás amenazando, Leo-Respondo con fiereza
-Escuche un ruido
-Fui yo, me pegué contra la mesita porque la luz estaba apagada
-Lo siento, pensé que alguien se coló. ¿Por qué no me despertó para avisarme?
-No importa, no te quería levantar, vuelve a dormir.
Ya tenía las intenciones de irme cuando siento su mirada analítica.
-¿A dónde va Señorita Cruz?-Me descubrió
-A una fiesta así que ya me voy no quiero llegar tarde-Di unos pasos confiados para irme, pero su voz me detiene
-No puede ir, su padre me dio estrictas reglas de no dejarla salir para hacer actividades no necesarias y muy malas para su salud.
Odio a Roberto
Es el líder de la anti-diversión
Leo es un seguidor del movimiento
Roberto no quiere que busque esa diversión, pues la buscaré yo misma.
Tengo a un hombre solo, atractivo en la misma casa que yo, tenemos muchas habitaciones y ni siquiera tenemos que utilizar una cama.
Quien dijo miedo
Eso mamacita
Voy hasta Leo y me posó frente a él dedicándole una mirada llena de intensidad con mi puro deseo en ella.
-Pues tendrás que hacerme un favor
-Mi voz salió tan demandante, es muy natural, me gusta controlar estos actos a mi antojo.
Las yemas de mis dedos empezaron un recorrido lento de sus manos hasta su cuello, me acerque a su oreja y le di un beso para luego morder su lóbulo.
-Debiste haber dejado ir, Leo
Sin ninguna prisa deposite besos húmedos por su cuello, mordía, besaba y lamía su piel, note un tatuaje por debajo de su camiseta, unas ganas me atravesaron por ver cada uno de ellos
Mis manos viajaron al final de su blusa y quise sacarla de su buen trabajado cuerpo.
-No siga-Dijo con la voz enronquecida.
-¿Por qué no?-Pregunte con inocencia
-Esto en indebido, además yo no lo quiero
-Lo indebido es más excitante que lo debido, además si no lo quisiera, usted-apreté, su entrepierna duro y un suspiro pesado salió de él-no estaría tan afectado.
De un movimiento brusco me llevo hasta la pared y me apretó contra su cuerpo, sintiendo su erección en mi estómago. Nuestros rostros quedaron a centímetros cerca, podía sentir su respiración y la mía mezclándose, mis labios se entreabrieron.
Quiero que me besé
Una sonrisa arrogante se impregnó en su rostro para luego sentir su respiración en mi cuello, unos besos, mordiscos, lamidas, lo mismo que le hice, fue lo que sentí, unos gemidos bajitos salieron de mí sin ningún permiso.
Sus labios continuaron su recorrido hasta adentrarse en el valle de mis senos y sobre la tela empezó a lamer y succionar, el pezón no tardo en erguirse para él. Sus manos me apretaron con deseo, las caderas con fuerza, más no me dolió.
Mis manos se adentraron por debajo de su blusa y empece a tocar la piel de su torso, unos gruñidos salieron de él.
-Se lo advertí, señorita Cruz
-Yo también Leo. Debiste dejarme ir.
Su boca dejó de atender mis pezones, un suspiro de frustración salió de mis labios, pero me saco de una vez por todas la blusa, mis senos quedaron libres a su disposición sin ninguna barrera de tela, cuando iba a volver a ellas, lo detuve.
-Hay que emparejar la situación-Lo entiendo y se sacó su blusa, admire un torso lleno de tatuajes muy profesionales.
Otra vez sentí sus labios sobre mi piel, cada vez me era más difícil, no llevarlo al sofá y quitarle su pantalón. Una mano me apretó las caderas, entendí y mis piernas se enredaron en su cintura, sintiendo su erección en mi zona más sensible. Gemí un poco más fuerte
Sin pensármelo dos veces lo besé con unas ansias que jamás había sentido. Todo mi cuerpo tembló, mis piernas se hicieron gelatina. Su lengua me lamió el labio inferior, una invitación muy clara para dejarlo introducirse en mi boca, nuestras lenguas bailaron de una manera tan sensual que ya no resistiré más.
Joder, sus labios son tan suaves y agresivos.
Ya no aguanto más, necesito sentirlo dentro de mí.
-Leo, por favor. Te necesito.
Sin ninguna otra petición sentí mi cuerpo impactarse en una suave superficie, de una vez por todas me saco mi pantalón jean junto con mi ropa interior dejándome expuesta para él. Mis manos buscaron su pantalón y se lo saqué dejándolo desnudo para mí.
Su erección rozó de forma tentativa mi zona más sensible ocasionando que empuje mis caderas, mis fluidos hicieron que resbalara por mí.
-Estás muy húmeda por mí, Cruz
-Leo-Gemí su nombre.
Al parecer eso fue la gota que derramó su lujuria, sus ojos se oscurecieron y de una estocada embistió de forma dura contra mí.
Me hizo suya, pero solo será esta noche.