El rey Alfa me desea.
img img El rey Alfa me desea. img Capítulo 1 Prólogo.
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Capítulo 10 Seis. img
Capítulo 11 Siete. img
Capítulo 12 Ocho. img
Capítulo 13 Nueve. img
Capítulo 14 Diez. img
Capítulo 15 Once. img
Capítulo 16 Doce. img
Capítulo 17 Trece. img
Capítulo 18 Catorce. img
Capítulo 19 Quince. img
Capítulo 20 Diesciséis. img
Capítulo 21 Diescisiete. img
Capítulo 22 Diesciocho. img
Capítulo 23 Diecinueve. img
Capítulo 24 Veinte. img
Capítulo 25 Veintiuno. img
Capítulo 26 Veintidos. img
Capítulo 27 Veintitrés. img
Capítulo 28 Veinticuatro. img
Capítulo 29 Veinticinco. img
Capítulo 30 Veintiséis. img
Capítulo 31 Veintisiete. img
Capítulo 32 Veintiocho. img
Capítulo 33 Veintinueve. img
Capítulo 34 Treinta. img
Capítulo 35 Treinta y uno. img
Capítulo 36 Treinta y dos, y treinta y tres. img
Capítulo 37 Treinta y cuatro. img
Capítulo 38 Treinta y cinco. img
Capítulo 39 Treinta y seis. img
Capítulo 40 Treinta y siete. img
Capítulo 41 Treinta y ocho. img
Capítulo 42 Treinta y nueve. img
Capítulo 43 Cuarenta. img
Capítulo 44 Cuarenta y uno. img
Capítulo 45 Cuarenta y dos. img
Capítulo 46 Cuarenta y tres. img
Capítulo 47 Cuarenta y cuatro. img
Capítulo 48 Cuarenta y cinco. img
Capítulo 49 Cuarenta y seis. img
Capítulo 50 Cuarenta y siete. img
Capítulo 51 Cuarenta y ocho. img
Capítulo 52 Cuarenta y nueve. img
Capítulo 53 Cincuenta. img
Capítulo 54 Cincuenta y uno. img
Capítulo 55 Cincuenta y dos. img
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El rey Alfa me desea.

Iriani Balandrano
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Capítulo 1 Prólogo.

Prólogo.

En algún lugar lejano del continente Norte.

El primer recuerdo que tengo al abrir mis ojos es sobre la nieve cayendo en un claro del bosque... Y de la sangre de mi madre mientras el Alfa, mi padre, lucha a muerte con ella.

A nuestro al rededor, la manada que se había reunido para presenciar el milagro de mi nacimiento, ahora eran firmes espectadores de esta pelea injusta.

Claro, años después entendería la escena.

¿Por qué mis padres peleaban? Por el color de mi pelaje. Cuando nací, al ser mis padres ambos negros como la noche, se esperaba que mi pelaje fuera como el de ellos... pero no fue así. Nací blanca; entonces, mi padre al creer que mi madre le había sido infiel, quiso matarme al siguiente segundo en el que nací y mi madre no lo iba a permitir.

Aunque mi madre estaba exhausta después de la labor de parto, sacó fuerza y fortaleza de algún lado para enfrentar colmillo a colmillo a mi padre. Él no era su verdadera pareja, por lo que al momento en el que se alzó vencedora, la muerte de mi padre en nada le afectó.

La manada descubrió el cuello ante mi madre... A excepción de mi tío. Él no era tan tonto como para retar a mi madre en ese momento pero se negó a someterse ante una mujer. Mi madre le perdonó esa afrenta debido a que acababa de matar a su hermano y se olvidó del asunto muy pronto. Un error que años después pagaría muy caro.

Mis primeros años de vida los pasé en forma de loba, pues prefería mi propio pelaje antes que congelarme en mi pequeño cuerpo humano. Mi madre lo aceptaba divertida y me invitaba a acostarme en su regazo mientras ella atendía sus asuntos Alfa.

No tenía montones de cachorros con los que jugar, pues nuestra manada era pequeña y principalmente compuesta por lobos mayores. Yo fui la última en nacer en cinco o seis años; la manada agonizaba debido a la falta de sangre nueva entre nuestras filas.

Mi tío, el más jóven de los lobos veteranos, propuso mudar nuestra manada a territorios más cálidos en busca de otros lobos pero mi madre se encontraba en conflicto ya que los miembros más viejos de la manada no aguantarían el viaje. Así que en cambio le propuso que encontrara nuevos miembros y los trajera a nuestro territorio. Se fue y no supimos nada de él hasta que regresó con un pequeño ejército de hombres lobo jóvenes y fuertes para retar a mi madre por el liderazgo.

-¡No lo hagas mami!- Le supliqué antes del combate público- ¡Por favor! Solo dale el liderazgo y que nos deje en paz- Dije con lágrimas en los ojos.

Mi madre suspiró con tristeza y acarició mi cabeza humana.

-No lo entiendes, Lily- Dijo y algunas lágrimas cayeron por sus mejillas- Tu tío no me perdonará por la muerte de tu padre y estoy bastante segura de que te quiere muerta también. Trataré de ganar todo el tiempo que pueda para que los viejos Chad y Harry puedan llevarte lejos del territorio de la manada.

Chad y Harry eran tíos de mamá y, por tanto, mis tíos abuelos. Ambos fueron los mejores luchadores que tuvo la manada jamás hace unos treinta o cuarenta años. Mi madre confiaba en ellos y sabía que ya había hablado de esto con ellos. Mantenerme viva y a salvo siempre ha sido la prioridad número uno de mamá.

-Por favor mami... huye con nosotros- Dije llorando abiertamente. No era justo.

-Es hora, Elizabeth- Dijo tío Chad mirándonos a ambas con tristeza- Te esperan en el claro.

-Iré- Dijo mi madre y me dio un último abrazo- Eres y serás por siempre mi hija, mi pequeño corazón valiente. Vete, vive y sé feliz. - Entonces me empujó a los brazos abiertos del tío Chad- Cuídala, por favor.

-Te quiero, pequeña- Dijo mi tío a mi madre y luego me cargó.

-Los amo. Que la Luna los proteja- Dijo mi madre y luego abandonó la carpa.

Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos y ni siquiera noté el momento en el que mi tío Harry se había colado dentro de nuestra carpa con sacos y mochilas en sus brazos y sobre su espalda.

-Todo despejado por la ruta del río, debemos darnos prisa y llegar a la barca. El río está especialmente rápido hoy y estaremos fuera del territorio en veinte minutos o menos- Dijo tío Harry.

Me dijeron que me mantuviera callada y tío Chad me llevó sobre sus brazos a paso decidido hasta una pequeña sección de nuestro bosque por el que casi nadie venía. ¿La razón? Algunos humanos habían puesto algunas trampas para animales y se olvidaron de ellas hace algunos años. De vez en cuando nuestra curandera tenía que tratar alguna pierna rota cuando alguien era lo bastante tonto como para venir aquí.

Subimos a una barca semi oculta detrás del follaje del río y mis tíos comenzaron a remar como si sus vidas dependieran de ello. Estuvimos tensos los primeros diez minutos del viaje y, como no oímos que nadie nos estuviera siguiendo, nos relajamos solo un poco cuando nos quedaban solo cinco minutos de viaje.

Mis tíos, por precaución, me habían acostado dentro de la barca y cubierto con algunas pieles. Yo seguía inmóvil debajo de todo esto cuando el sonido de algunas voces rompió el silencio.

-¿Van a alguna parte, lobos?- Dijo una voz burlona.- Nuestro Alfa nos pidió que vigiláramos el río por si alguien intentaba... salir furtivamente.

Mierda.

-A ninguna parte. Esta es nuestra ruta para pescar- Dijo tío Chad con tono aburrido.

-No me digas. - Dijo otra voz- ¿Y por qué la urgencia de salir a pescar justo cuando nuestro Alfa se encuentra bailando su victoria al rededor del cadáver de la antigua Alfa?

Pequeños sollozos invadieron mi cuerpo y yo me tapé la boca con las manos para que no me pudieran escuchar.

-Cualquier momento es bueno para salir a pescar. Por si no lo han notado, la manada se alimenta de pescado y los pocos frutos que el clima puede ofrecer. - Dijo tío Harry con el mismo tono aburrido que mi otro tío. - Entonces, ¿Nos seguirán bloqueando el paso?

-Por su puesto que nuestra intención no es bloquear el paso. Son libres de seguir pescando... en cuanto nos dejen registrar su bote. - Dijo una cuarta voz.

-¿Con qué propósito?- Dijo mi tío Chad.

-Bueno, nuestro Alfa ha perdido una cosita insignificante con la que tiene asuntos pendientes. No es nuestro lugar revelar sus intenciones, pero debemos de vigilar que nada entra... Y nada sale del territorio.

-Por supuesto, no es nuestra intención impedir su búsqueda por cualquier cosa que haya perdido SU Alfa. - Dijo tío Chad con burla en su voz imitando al lobo en su tono. - Pero me temo que no será posible que busquen en nuestra barca sin que tengamos que luchar por ello.

-Como quieran. - Dijo uno de los lobos que nos bloqueaban y enseguida oí el característico sonido de la ropa siendo desgarrada.

-Quédate ahí y no salgas pequeña. Te protegeremos. - Dijo en voz muy baja el tío Harry.

Y en segundos todo lo que podía oír eran gruñidos y jadeos de dolor. Tapé mis oídos y cerré mis ojos fuertemente muerta de miedo. Sentí que la barca volvía a moverse y que había alguien conmigo.

-¡No salgas niña! Aún nos persiguen, pero debo de sacarte de aquí primero. - Dijo tío Chad jadeando. - No hagas ruido, ya casi estamos fuera.

No escuché a tío Harry y una nueva ronda de lágrimas cayó por mi rostro. Sabía lo que eso significaba; seguramente se quedó atrás para ganar tiempo.

Después de lo que me pareció una hora, el tío Chad me quitó las pieles de encima y me horroricé al ver su cara.

Marcas de garras corrían desde el nacimiento de su cabello hasta su cuello. Tenía uno de sus ojos cerrados y la sangre seguía goteando de los cortes.

-¿Tío Harry?- Pregunté temblando.

Él me miró.

-Nos esperaban treinta lobos en el río. Pudimos acabar con la mitad antes de que lo hirieran gravemente. Tuve que huir contigo. - Dijo apartando la sangre de su cara. - Hemos dejado atrás la manada, se quedaron justo al borde del territorio porque tenían órdenes de no salir. Eso nos ha salvado la vida. - Dijo mirándome y luego comprobó los alrededores. - Debemos seguir por el río unos kilómetros más hasta llegar al pueblo pesquero humano. Robaremos un bote y huiremos del continente.

-¿No crees que nos llevarían a bordo sin más? - Pregunté queriendo alejar mi mente del dolor.

-No. Los humanos son desconfiados y... Y Harry tenía el dinero. - Dijo desviando su mirada aunque pude ver el inconfundible brillo de las lágrimas que quería ocultarme.

Salí despacio de mi escondite y abracé al tío Chad con cuidado. Él soltó un suspiro tembloroso y me devolvió el abrazo. Pocos minutos después siguió remando a buen ritmo y yo trataba de ayudarlo aunque mis pequeños brazos no se compraban a los de tío Harry.

Para el final del día por fin llegamos a la aldea humana y el abrigo de la noche nos ayudó a ocultar nuestra presencia en el puerto. Tío Chad eligió un bote con dos pequeños camerinos y una cubierta lo suficientemente grande como para que viajáramos cómodos seis o siete personas.

No le pregunté por sus habilidades náuticas, ya que no tenía la energía para preocuparme por los pequeños detalles. Solo lo ayudé a bajar todas las cosas que habíamos traído en la pequeña barca y luego las pasamos sigilosamente al barco.

Tío Chad robó algunos botes de combustible y luego entró en la cabina de capitán.

Únicamente hicimos ruido cuando encendimos el motor y nos fuimos de ahí lo más rápido que pudimos.

Pasamos cerca de dos meses en el mar. Nunca le pregunté a dónde íbamos y no me lo dijo. Confiaba en mi tío y me alegraba que hubiera robado comida de otros botes también o estaríamos comiendo diario pescado.

Justo cuando cumpliríamos tres meses en esta enorme bañera, una terrible tormenta azotó los mares.

Decir que ambos estábamos asustados sería poco. El oleaje amenazaba con hundir nuestro barco y estaba bastante segura de que moriríamos.

-¡Hoy no! ¡¿Me oyes?! ¡Hoy no moriremos! - Gritaba mi tío mientras intentaba controlar el barco. Yo estaba sentada en la cabina con el cinturón abrochado cuando la ola más enorme que había visto en mi vida comenzó a arrastrarnos. Tío Chad dejó el timón por imposible y me abrazó. Cerré los ojos y me aferré a él justo cuando sentimos el impacto de la ola.

Todo se oscureció.

Desperté con el sonido de un alegre crepitar del fuego y con la sensación de incomodidad. Abrí los ojos y miré a mi alrededor.

Me encontraba acostada en una cama dentro de alguna especie de cabaña.

-¿Tío Chad? - Pregunté con mi voz ronca por la falta de uso. - ¿Tío Chad? ¡¿Tío Chad?! - Grité un poco frenética.

Una puerta se abrió a mi izquierda y apareció una hermosa mujer mayor. Me miró con una pequeña sonrisa y su frente se arrugó con preocupación al verme.

-Hola pequeña, tranquila, estás bien. - Dijo mientras se acercaba y trataba de calmarme. - Todo está bien, estás a salvo.

-¿Dónde está mi tío Chad? - Pregunté con desesperación.

-¿Qué es lo último que recuerdas, pequeña? - Dijo sentándose a los pies de la cama.

Yo estrujé mi cerebro.

-Tío Chad y yo estábamos en el bote y... -Todo vino a mí por fragmentos.

El impacto de la ola. Tío Chad cortando el cinturón y nadando conmigo a la superficie. Las olas salvajes mientras nos aferrábamos al pedazo de madera que alguna vez fue parte de nuestra proa y la segunda ola monstruosa en la que todo se oscureció.

-Nuestro barco naufragó. - Dije con voz pequeña. - ¿Cómo llegué aquí?

-¿Cuántos años tienes? - Preguntó ignorando mis dudas.

-Siete.

-¿Tienes un nombre? - Dijo evaluándome de cerca.

-Lily.

-Bueno Lily, mi nombre es Gisselle. Te encontré a ti y al que pienso que es tu tío a la orilla de la playa aferrándose juntos. - Dijo con un suspiro- Tu tío no...

-¡No! Solo... no lo digas. - Dije apretando mis pequeños puños contra mis ojos.

-Bueno, pero es que tu tío...

-¡Que no hables! En los últimos meses... he perdido a toda mi familia y yo no... yo no...

Rompí en llanto y no escuché ninguna de las palabras que la señorita Gisselle me decía.

-¡Por amor de la Madre! ¡¿Por qué mierda estás llorando ahora?! - Dijo una voz muy masculina y enseguida mi llanto se detuvo.

-¡Tío Chad! - Dije arrojándome a sus brazos.

-¿Qué sucede pequeña? - Dijo con preocupación en su voz.

-¡Pensé que habías muerto! - Dije ensuciando su camisa con mis fluidos e importándome un comino.

-Por supuesto que no morí. ¿Qué te dio esa impresión? - Me preguntó confundido y luego miró sobre mi hombro a Gisselle. - Loba, ¿Qué mierda le dijiste?

-Nada. La cachorra no me dejó hablar. - Dijo con un bufido. - Comenzaré a hacer la comida. ¿Trajiste algo bueno?

-Pues claro que sí. Está afuera. - Dijo mi tío. - Pequeña, necesito que aflojes un segundo para que pueda respirar.

Yo me separé solo un poco sin soltarlo del todo.

-Bien, ahora ¿Por qué no dejaste hablar a la loba?

-Es que desperté y no estabas y yo... Y yo recordé las olas. - Dije con un temblor en la voz.- ¿Qué sucedió?

-Pues que el mar nos quiso comer, eso sucedió. - Dijo mi tío quitándole importancia. - Tuve que patalear en dirección a la costa cuando por fin dejamos de ser empujados mar adentro en nuestra barca improvisada. No estábamos lejos de tocar tierra, pequeña. ¿No recuerdas que te había dicho que iríamos a tierra firme esa mañana?

Yo no recordaba eso pero le seguiría la corriente así que solo asentí.

-Pues nada. Nadé hasta la costa y luego te abracé para calentarnos un poco hasta que apareció la loba y nos ofreció un buen fuego. -Dijo señalando a Gisselle que arrastraba un enorme animal por el piso.

-¡Joder! La próxima vez córtalo en trocitos. Mi espalda no volverá a ser la misma. - Dijo levantándose y sobando su espalda.

-Te falta músculo, mujer. - Dijo mi tío divertido.

-Me falta un hombre viril y fuerte que levante esto y lo ponga en la mesa. - Dijo mirándolo con exasperación.

Mi tío bufó pero fue a ayudarla. Yo sonreí porque se veían lindos.

Una hora después nos encontrábamos comiendo un delicioso caldo de verduras con carne de un animal extraño. Yo comí con ganas, Gisselle era una buena cocinera.

-Escucha, pequeña. Tu tío me dijo que vienen del continente del norte. ¿Cómo son los lobos allá? - Me pregunto mirándome con curiosidad.

-Malos. - Dije con lágrimas en los ojos. - No conocí a muchos, y mi manada por supuesto no lo eran pero... ahora hay lobos malos.

-Entiendo. Háblame de tus costumbres. - Dijo sin preguntarme más al respecto.

Yo le hablé sobre nuestros rituales para el invierno, la primavera, el verano y el otoño. Le hablé sobre nuestras oraciones a la Luna y sobre la gran roca sagrada en la que celebrábamos emparejamientos y presentaban a los cachorros cuando los tenían.

-Bien, has viajado lejos, pequeña cachorra. - Dijo mirando a mi tío y luego regresó su atención a mi. - Estamos en el continente central. Aquí las cosas se hacen de forma diferente. - Dijo y luego dejó su comida. Se aventuró por su casa y tomó un libro de tomo grueso. - No sé si se queden en este continente, pero si lo hacen, necesitarás conocer un poco de nosotros.

Me tendió el libro y yo lo tomé pero no lo abrí mirándola confundida.

-Yo iré a donde el tío Chad me lleve. - Dije con convicción en la voz. Y luego lo miré.

-No hay muchas opciones, pequeña. - Fijo mi tío con la mirada perdida mirando al techo. - En el continente del Este los machos extraños no son bien recibidos; en el continente del Oeste los lobos creen que todas las lobas deben de ser propiedad del líder de su manada y tendría que desafiar al Alfa de esas tierras para que no estes a su entera merced. - Dijo mirándome serio y luego volvió a desviar su mirada. - En el continente del Sur no seríamos bienvenidos porque los lobos del Norte y ellos han sido enemigos por generaciones.

-Pero... nosotros somos pacíficos. - Dije mirándolo extrañada. - No hicimos guerra con nadie y además quedaban pocos lobos en nuestro territorio.

-La última gran guerra se llevó a nuestros jóvenes, es por eso que éramos tan pocos en la manada. Éramos todos los lobos que quedábamos en el continente.

Yo lo miré sorprendida. Pensé que mi madre nos había aislado o algo de otras manadas del continente.

-Supongo que vivir en el mar no es una opción. - Dije cabizbaja. Mi tío solo negó con la cabeza. - Entonces, ¿Nos quedaremos aquí?

-Si. Hasta que crezcas y decidas tu propio camino. - Dijo Tío Chad con un suspiro cansado. - Dulces años de adolescencia y todo eso. Cuando seas una loba en edad de reproducirse, te aceptarán en cualquier continente.

-¿Y tú? - Pregunté con un murmullo.

-Lily, mírame. - Dijo y yo levanté mi mirada. - Soy un viejo lobo. Te cuidaré todo lo que me resta de vida porque eres todo lo que me queda, pero siendo honesto no creo vivir más allá de tus próximos diez cumpleaños. Tendrás que aprender a vivir sola hasta que encuentres a tu pareja o quieras emparejarte. Yo te enseñaré todo lo que sé. – Yo asentí con tristeza y él se cruzó de brazos.- Ahora, hay algo que debemos discutir. - Dijo en tono serio. - En este continente... eres especial.

-¿Especial? - Dije perpleja.

-Si. Tu pelaje significa que eres apta para emparejarte con las líneas de sangre más fuertes de las manadas y que tus hijos serán considerados como el más puro de los linajes.

-Uh... no entiendo. - Dije con un murmullo.

-Es simple, pequeña. - Dijo Gisselle hablando de nuevo. - Eres una loba blanca. A lo largo de nuestra historia todos los miembros de la realeza y altos nobles han tenido por parejas destinadas a lobas blancas. Sus hijos tienen un pelaje negro puro y se les considera puros solo por eso. En este continente, el color de tu pelaje te hace digno o indigno. - Dijo Gisselle con una mueca. - Todas las lobas blancas deben de presentarse ante el rey Alfa para ser educadas en la prisión... quiero decir, en la casa de la manada. Aquí se les enseñará sobre la etiqueta adecuada y la diplomacia para cuando llegue el gran "baile de selección" y te presenten ante todos los solteros de sangre pura del reino. Se supone que el baile es para encontrar a tu verdadera pareja, pero también se ha dado el caso de que tu pareja te puede rechazar y elegir a otra loba que crea que es mejor para el puesto. - Dijo con rencor en la voz y luego suspiró. - Por supuesto, nosotras no tenemos voz ni voto, esta elección es exclusiva de los machos. También puede llegar a ser el caso de que no seas escogida por los siguientes 10 años y te expulsan de la casa de la manada. Mientras tanto, debes sonreír en todos los bailes y agradecer ser un bonito florero que admirar. Cuando eres expulsada, también eres libre de decidir qué hacer con el resto de tu vida... solo que eres considerada mercancía dañada y ningún macho querrá emparejarse contigo.

Yo la miré horrorizada. Eso sonaba espantoso.

-Y aquí estaba yo, dejándote hablar porque se suponen que las lobas son más delicadas al hablar. - Dijo mi tío divertido. - Pero es cierto, pequeña. Cuando cumplas 15 años, me temo que tendrás que presentarte en la casa de la manada para que inicien con tu "educación". Porque si cualquier lobo se entera de que eres una loba blanca y no vas a presentarte, se le considera un acto de rebeldía, traición y se castiga con la muerte. Te cazarían hasta matarte.

-¿De verdad que esta es la mejor de nuestras opciones de continente? - Dije esperanzada.

-De los cinco continentes en el Norte te matarían al verte, en el Este no me dejarían entrar y no podría protegerte en caso de que el lobo traidor te mande a matar, también se dice que en Este continente se les entrena hasta desmayar y si no eres lo bastante fuerte o rápida te matarían. En el continente del Oeste te esclavizarían y en el continente Sur te matarían al verte, también. En este continente te dejarán vivir al menos hasta que seas mayor de edad y lo único horrible que te obligarían a hacer sería tomar clases de buenos modales. Si después de eso es tu deseo huir, puedes escoger ir al Sur; ahí tratan bien a sus mujeres y les permiten llegar a gobernar. Tu origen no importaría porque serías una loba fértil, nueva sangre para sus guerreros.

Yo lo pensé un momento y asentí con la cabeza. Que me enseñen a usar cubiertos no sonaba tan mal.

-Ahora, con ese pequeño detalle arreglado, en cuanto termine de construirnos una casa, comenzarán tus lecciones. Debes aprender a defenderte, pequeña y a sobrevivir en caso de que lo llegues a necesitar. Necesito que seas una máquina mortal para cuando cumplas 15.

-Suena divertido. - Dijo Gisselle con un brillo salvaje en los ojos. - ¿Puedo unirme?

-Solo si nos sigues el ritmo, loba. Ahora sirve más de esto... por favor.

-Tardé tres días en conseguir que dijera por favor. - Dijo dándome una pequeña sonrisa. - Quizá lo podamos domesticar.

Yo reí ante la cara malhumorada de mi tío y disfruté del calor del fuego y el plan de un futuro brillante.

            
            

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