Capítulo 3 2. Álvaro Bergara

- Valeria, ¡cuanto tiempo sin verte!- me dijo mientras se acercaba a mí para darme dos besos en la cara.

Le devolví los dos besos y recuerdo lo bien que olía, era un olor muy varonil, tan refrescante; me encantó demasiado el aroma que desprendía.

- Hola, Álvaro. No sabía que habías vuelto- le dije tímidamente mientras me dejaba embriagar por el olor de su colonia-. Pensaba que te habías ido a vivir al pueblo de tu infancia con tu novia...

- Exnovia- me corrigió-. Así fue, pero hace dos meses que lo dejamos y he decidido volver.

- Vaya, lo siento mucho... ¿Y como estás?

- Fue duro al principio, pensaba que ella era la persona adecuada para mí, pero me equivoqué por completo. La verdad es que lo he pasado bastante mal, pero ahora ya lo he superado casi por completo y estoy mucho mejor. He decidido dedicarme tiempo para mí y no me voy a dar mal por las mujeres, ya llegará la adecuada cuando tenga que llegar...- dijo con despreocupación.

A mí me pareció lógico que quisiera darse un tiempo después de salir de una relación de tantos años, debía de ser difícil comenzar de cero. Además, Álvaro tenía mi edad, treinta años, así que aún era joven y tenía tiempo para encontrar a una chica adecuada para él cuando se sintiera preparado, no tenía ninguna prisa.

Después de charlar durante un rato, fuimos a cumplir con nuestro trabajo. Miriam y yo éramos reponedoras, teníamos que ir al almacén a coger las cajas en las que venían guardados los alimentos y productos y dejarlos después bien ordenados en su lugar correcto. Álvaro trabajaba en el almacén, así que teníamos que verlo y tratar con él bastante a menudo.

- Que guapo está Bergara, ¿verdad?- no dejaba de decir mi compañera Miriam- Además, ahora esta soltero. ¿Crees que tengo alguna posibilidad?

- No lo sé, Miriam, si quieres le pregunto...

- ¡Si!- exclamó entusiasmada- Habla con él, pregúntale si está con alguien o si esta interesado en conocer a alguien y luego me cuentas lo que te ha dicho...

Álvaro estaba subido a una de las carretillas, colocando las grandes cajas de alimentos y productos en las altas estanterías del almacén, así que esperé a que se bajara de la carretilla para acercarme a hablar con él.

- ¿Qué tal tu primer día?- le pregunté.

- La verdad es que muy bien, pensaba que me costaría después de tanto tiempo pero no, esto es como montar en bici, nunca se olvida...- me dijo con una de sus bonitas sonrisas.

- Oye, Álvaro, ahora que llevas un tiempo soltero...- dude si decírselo o no-... tengo una amiga soltera con la que harías muy buena pareja, si quieres te la presento- le dije tímidamente.

- ¿Ah, si?- me preguntó riendo sonrojado, ya que él también era bastante tímido- Gracias, pero ahora no busco estar con nadie, quiero dedicarme tiempo para mí, hacer deporte y demás. Quizás más adelante puedas presentármela.

- Vale, como quieras...

- ¿Por qué me quieres juntar con tu amiga?- me preguntó con interés.

- No sé, los dos sois buenas personas y guapos, creo que haríais buena pareja- le dije y él se rió avergonzado-. Si te decides a conocerla avísame, que le hablaré bien de ti. Le diré que eres un chico muy simpático, divertido y muy trabajador. También le diré que tienes tierras y tractor, así seguro que se enamora- le dije bromeando y los dos nos reímos.

Álvaro estaba bastante sonrojado tras nuestra conversación. Ahora que lo pienso, quizás me excedí un poco con los piropos. Suelo ser una persona bastante tímida, pero a veces me dejo llevar y digo las cosas sin pensarlo demasiado.

- ¿Qué te ha dicho?- me preguntó Miriam con gran interés al verme volver después de hablar con Álvaro.

- Me ha dicho que por el momento no está interesado en conocer a nadie, pero más adelante quizás si...

- ¡Vaya, pues él se lo pierde!- exclamó un tanto indignada- No pasa nada. Seguro que este viernes en la cena cae...

- ¿Qué cena?- le pregunté intrigada.

- ¡Oh, perdona! Se me había olvidado decirte que este viernes vamos a hacer una pequeña cena todos los compañeros de trabajo. ¿Te apetece venir?

- No sé si podré ir. A ver si puede quedarse mi marido con los niños...

- ¡Dile que se quede de niñero! Hace tiempo que no sales, te mereces un respiro...

- ¿Sabes qué? Que tienes razón, le diré a mi marido que se quede con los niños este viernes. Apúntame a la cena- le dije muy convencida.

Al terminar mi jornada de trabajo, salí del supermercado dispuesta a ir a buscar a mis hijos a la escuela de verano. Ya en la calle, vi que Álvaro estaba fumándose un cigarro al lado de la entrada y me acerqué para despedirme.

- ¿Ya te vas? Que suerte tienen algunas que pueden irse una hora antes a casa- me dijo al verme salir vestida con ropa de calle.

- Te digo lo mismo que a los demás, si quieres reducir tu jornada de trabajo ten hijos- le dije burlándome.

- Cada día lo veo más difícil...- me dijo algo entristecido.

- Bueno, todo llegará, ya lo verás. Y si no, pues tampoco pasa nada...

En ese momento, llamaron a Álvaro al teléfono y tuvo que contestar. Me despedí con la mano para irme y dejarle intimidad para hablar por teléfono, pero entonces colgó el teléfono y se acercó hasta mi con una gran sonrisa.

- Me acaban de llamar del banco; me han concedido un préstamo que pedí para comprar una casa que estuve viendo hace unos días en este barrio, así tendré el trabajo al lado de casa. Ahora estoy viviendo en el pueblo en casa de mis padres y tengo que estar cogiendo el coche todos los días para venir al trabajo...

- ¡Me alegra oír eso! Yo vivo a dos calles de aquí, ¿que casa has comprado?- le pregunté con interés.

- Se dónde vives- me dijo-. La casa que he comprado esta a tres calles de aquí, justo detrás de la tuya. ¡Así que vamos a ser vecinos!- exclamó muy feliz con una gran sonrisa.

- ¡Que casualidad! Me parece muy bien y me alegro mucho por ti, Alvarito- le dije a la vez que miraba mi reloj, porque como ya temía se me hacía tarde para ir a por mis hijos a la escuela de verano-. Tengo que irme. ¡Hasta mañana!

- ¡Hasta mañana, Valeria!- se despidió. Después entró al supermercado a seguir con su trabajo. Yo lo seguí con la mirada hasta verlo desaparecer entre la multitud del supermercado y después, me fui a buscar a mis dos hijos para después ir a comer a casa.

            
            

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