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Llegué a mi trabajo y fui a cambiarme al vestuario. Esa semana me tocaba con el personal del otro turno de trabajo y no iba a coincidir con Miriam. Todos mis compañeros hacían dos turnos de trabajo, un semana de mañana y la siguiente de tarde y así sucesivamente. Todos, menos los trabajadores del almacén, ya que los camiones solo se cargaban y descargaban por la mañana, y yo, que al tener reducción de jornada había solicitado ir siempre de mañana para poder pasar la tarde cuidando a mis hijos mientras mi marido trabajaba.
Tras salir del vestuario, lo primero que hice fue ir al almacén, con la escusa de ir a buscar varios productos para reponer, tuve la oportunidad de verle a él. Lo busqué por el almacén y lo vi que se bajada de una de las carretillas justamente en ese momento. Estaba tan guapo y el uniforme le quedaba tan bien, se ajustaba perfectamente a su cuerpo marcando bien su buen trasero y su gran parte delantera.
"¿Se apellidará Bergara porque tiene una gran verga?" me preguntaba a mí misma, pues semejante bulto en su paquete no podía significar otra cosa.
Álvaro me vio desde lejos, pero miró hacia otro lado, parecía que estaba disimulando, haciendo como que no me había visto para no tener que saludarme. Yo, ni corta ni perezosa me acerqué a él con decisión.
- ¡Buenos días Álvaro!- le saludé alegremente-¿Cómo estás? ¿También has tenido resaca?
- Buenos días- dijo mirando hacia una de las estanterías-. Si, si menuda resaca tengo, aún me dura. La verdad es que no me acuerdo de nada, bebí demasiado...- me dijo sin siquiera mirarme.
Yo, reuní toda la valentía que poseía y le dije que no me creía que no se acordara de nada, que si me evitaba la mirada era por algo. Entonces, él se acercó hasta mi y me rodeó con sus brazos por la cintura y me dijo que tenía razón, que sí que se acordaba y que aún tenía unas ganas locas de besarme... Por supuesto, eso solo ocurrió en mi imaginación, en realidad eso no fue lo que pasó.
- Oh, vaya, yo también tengo algunas lagunas de aquella noche...- le dije tímidamente y el río con nerviosismo sin mirarme.
- Tengo que seguir descargando el camión. ¡Hasta luego!- se despidió y se fue montado en la carretilla.
La verdad es que me sentí súper decepcionada. Nuestra conversación no había sido para nada como yo la había imaginado. Cogí varias cosas del almacén y me fui para seguir con mi trabajo. Ese día inventé mil escusas para tener que entrar varias veces al almacén y verlo, aunque él me evitaba, parecía no sentirse cómodo conmigo. "Quizás es que yo también le gusto, quizás se sentirá igual que yo", me decía a mi misma.
Cada vez que lo veía no dejaban de pasar momentos lujuriosos en mi cabeza. Nos imaginaba a los dos besándonos en todos los rincones del almacén y del supermercado; lo deseaba con todas mis fuerzas.
- ¿Qué te ocurre hoy? Estas muy distraída...- Llamó mi atención mi compañera Marisa.
Ella era una mujer mayor, bajita y bastante robusta, con el pelo canoso recogido en un moño y unos grandes ojos azules; estaba cercana a la edad de jubilarse. Era una mujer bastante mandona y una experta en todo, la típica persona que sabe de todo y que te explica cómo hacerlo todo porque parece que piensa que eres tonta y que no sabes hacer nada o algo así. No me gustaba ir con el personal de ese turno para no tener que coincidir con ella.
- Nada, no me pasa nada...- le dije despreocupadamente.
- Quizás es que no has dormido bien o que no te alimentas bien, estás muy delgada. Vas a acabar teniendo problemas de salud si no comes bien o incluso llegar a desarrollar un trastorno alimenticio...- me decía la doña sabelotodo. Quizás la del problema con la comida era ella, que necesitaba dos asientos para aposentar su gran trasero y otro para su exagerada barriga.
Era mejor darle la razón porque si le llevabas la contraria en algo la tenías durante horas hablándote sobre el mismo tema justificándose para darte a entender que era ella quien tenía la razón, así que no servía de nada discutir con ella, mejor darle la razón y pasar del tema.
Pasó la semana rápidamente y Álvaro no cambiaba su actitud hacia mí. Por un lado me hubiera gustado que nuestra relación siguiera como siempre pero, por otro lado, ese cambio de actitud quería decir algo, quería decir que las cosas no eran igual para ninguno de los dos, quizás jamás volveríamos a ser los mismos de antes.
Llegó el viernes con gran rapidez y yo no quería que llegara el fin de semana, pues eso significaba que iba a estar dos días enteros sin poder verle y se me iban a hacer eternos.
- ¿Qué vas a hacer el fin de semana?- le pregunté a Álvaro, esperando que me dijera que iba a empezar con la mudanza para poder verle ese fin de semana.
- He quedado con un amigo para hacer una ruta. Antes de que empiece el frío tenemos que aprovechar para ir al lago...- me dijo.
No sé por qué pero pensé que me había dado varias explicaciones para ver si yo me animaba a acercarme a ese lago y poder vernos. Imaginaba que se refería al lago que había cerca de nuestra ciudad, en esa época del año mucha gente iba allí a bañarse o pescar.
Ese sábado convencí a mi marido de que salíamos poco de casa y que podíamos ir al campo con los niños para que respiran aire puro y que mejor que ir al lago más cercano para que disfrutarán nuestros hijos en aquel lugar.
Preparamos mucha comida y las toallas y ropa de piscina para ir al lago. Era un lugar muy bonito y estaba abarrotado de gente aquel día. Hacía mucho calor y nos bañamos con los niños en el lago. Lo pasamos bastante bien aunque estuve buscando desesperadamente, pero no logré verlo por ningún lado.
Todo iba bien hasta que salimos del agua y nos dispusimos a comer. El lugar estaba plagado de avispas que se acercaban a nosotros en grandes cantidades atraídas por el olor de nuestra comida. No pude comer a gusto. Me pase durante toda la comida sufriendo y matando avispas. Se acercaban a mi con muy malas intenciones y lo tenía muy claro, eran ellas o yo; juntas no podíamos convivir, mi exagerada fobia a los insectos no me lo permitía.
Le supliqué a mi marido que nos fuéramos pronto a casa, así que nos fuimos nada más terminar de comer. Me fui bastante decepcionada por no haber podido ver a Álvaro, pero al menos mis hijos habían disfrutado mucho durante toda la mañana.